La Princesa derriba banderas – Capítulo 9: El desconcierto de la princesa reencarnada


El carruaje me sacudía de un lado a otro, pero yo estaba en el cielo. Hubieron dos razones para esto.

Razón uno. Salí hoy para celebrar el 9º cumpleaños de Georg.

Mi ex candidato como prometido, puede haberse vuelto un año más viejo, pero eso no significa que soy del tipo de celebrar cada ocasión.

Esta vez, sin embargo, fue especial.

Georg, que cumplió nueve años, significó que la bandera de Lady Emma, que debía morir cuando aún tenía ocho años, fue completamente destruida.

Hoy, ella estaba riendo con fuerza. Tomamos el té, y ella se quejó de cómo se ha vuelto un poco más gorda, pero con gran alegría.

Estoy tan feliz. Realmente, estoy feliz por ellos.

—…

La persona en el interior del carro conmigo sonrió ligeramente.

Cuando lo miré, sus ojos se arrugaron suavemente mientras miraba hacia atrás. Con calma, bajó los ojos e inclinó la cabeza.

—Mis disculpas.

—Está bien.

Negué con la cabeza.

No me ofendería simplemente porque se riera. O, ¿cómo lo pongo? Cuando se rió antes, supe que no se estaba riendo de mí.

Simplemente estoy llena de curiosidad. ¿Qué hice exactamente para hacerle reír?

Como si hubiera leído mi insatisfacción, continuó su explicación.

—Su Alteza Real, usted sonreía tan felizmente, no pude evitarlo.

Eso fue contagioso, sus traviesos ojos me lo decian.

Incapaz de encontrarme con su mirada irracionalmente tierna, miré hacia abajo.

Incluso si no puedo verme a mí misma, mi cara debe ser de color rojo brillante.

No puedo evitarlo, me gusta. Si la persona que me gusta, me sonríe amablemente varias veces a mi, por supuesto que me darían esas cosquillas de color de rosa.

Este tipo, Sir Leonhard, sostiene mi corazón en la palma de sus manos, después de todo.

—¿Perdonarás mi insolencia?

—Po-por supuesto.

Por un momento, tartamudeó sobre mis palabras, pero me las arregle para suavizar mi fallo.

Repetí las órdenes dentro de mi corazón para mantener la calma, ¡calma! mientras respiraba en respiraciones cortas.

—Por el contrario, el que debe disculparse soy yo. Siento mucho haber interrumpido su día con mi egoísmo.

—Por favor, no digas más. No hay necesidad de disculparse.

—Pero…

—Este es mi trabajo personal. No lo tomes en cuenta.

Trabajo. Era como él decía.

No había otra razón para que me acompañara por encima del trabajo. Era tan obvio que me regañé por estar deprimida. Debería estar feliz de solo poder estar juntos así.

Por ahora creo que todo el mundo sabe la segunda razón por la que estoy en las nubes.

Y eso es porque Sir Leonard es mi guardia por el día.

Mi verdadero guardia es Klaus.

Sin embargo- lo siento pero no lo siento- hoy tenía un compromiso anterior en casa de sus padres y tuvo que irse. Su hermano mayor se estaba casando, una ocasión favorable.

Vamos, sigue adelante, diviertase en casa. Tome su tiempo, ¡no hay necesidad de volver rápidamente!

Aunque lo estaba enviando con un corazón ligero, Klaus todavía no estaba dispuesto a ir.

¿Y sus excusa? Ya que el mismo día, yo tenía planes de viajar fuera.

Si sólo estuvieras dentro del castillo, puedo aceptar renunciar a mi deber de vez en cuando. Sin embargo, si se trata de viajar fuera, entonces eso es una cuestión completamente diferente, Klaus se quejó.

Se volvió aún más reacio a irse cuando se imaginó que algo me pasaba en el camino.

Sólo puedo confiar tu vida a un caballero de más habilidad que yo, continuó murmurando.

Creo que estaba tratando de presumir de su posición como uno de los cinco más poderosos tipos de los caballeros reales.

Estoy feliz de que él se preocupara por mí, pero … mi deseo de matar estaba creciendo. Él es un completamente estropeado y honesto stalker, del cual no se puede confiar. Sus banderas eran las únicas que no podía destruir, así que he dejado de intentarlo.

Ya que el segundo hijo no puede estar ausente en el día tan esperado de la boda de su hermano, y también tenía la necesidad inmediata de confirmar la destrucción de la bandera de la Lady Emma con mis propios ojos …

Supongo que tengo que esperar, decidí.

Pero había un hombre de pie cerca que no podía soportar ver mi expresión preocupada y ofreció su propio nombre.

Ese hombre era Sir Leonhard.

Incluso Klaus no puede encontrar fallas con el mayor espadachín de todo el reino, y a regañadientes se fue a casa de sus padres.

Me sentí culpable por haber molestado a Sir Leonhard con mis problemas. Lo siento, pero … ¿Me atrevería a decirlo? ¡Muy bien, Klaus! ¡Buen trabajo!

¡También, gracias por compartir tu felicidad con los demás, hermano mayor de Klaus!

—Además—él dijo

—?

—Como bonificación, llegó a acompañar a la linda princesa. No hay ningún hombre vivo que no sea feliz.

—!

Q-qué presumido, pero le convenía.

El poder destructivo de una sonrisa en el rostro de Leonhard estaba fuera de toda medida; Después de todo, era un rostro que desafiaba el acercarse y si no, uno francamente temible. Es uno de esos tipos que están al límite de lo moe. Si él volvía esos ojos seductores sobre una mujer, no había ninguna mujer viva que no se enamorara de él.

Ni que decir de mi, caí hace mucho tiempo atrás.

Si fuera Sir Leonhard, no importaba lo que me pidiera, no podría decirle que no. Él no podía hacer nada malo a mis ojos. Incluso si me exilia, esto todavia podria crecer.

Eso es lo que digo ahora, pero si empieza a decir lo mismo que Klaus, definitivamente lo ignoraré completamente.

—Debo recordar dar las gracias a Klaus. Debería estar llegando a casa ahora mismo. Puedo imaginar esa mirada amarga en su rostro.

—…

Vine a caer de vuelta a la realidad con las palabras alegres de Sir Leonhard.

Klaus sin duda será un dolor en el culo una vez que regrese, ¿no …?

♥ ❤ ♥

                

5 respuestas a “La Princesa derriba banderas – Capítulo 9: El desconcierto de la princesa reencarnada”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido