Lady Rose – Capítulo 12

Traducido por Nebbia

Editado por Naiarah


A pesar de que Nika dijera algo tan profundo, a los tres minutos dejé de pensar en ello, porque daba igual cuánto lo intentara, sola no sería capaz de comprenderlo. No me cuesta demasiado desviar mi atención, así que pensar en otra cosa no fue un gran reto, además, soy de esas personas que piensan una cosa y hacen otra completamente distinta, de forma que nadie es capaz de adivinar lo que pasa por mi mente.

No es que me convirtiera en un genio en esta nueva vida, sino que pude desarrollar mis habilidades antes gracias a esos recuerdos. Mis capacidades reales no cambiaron. Cuando era pequeña, era normal que me tomaran por un genio, pero a medida que crecía, como las expectativas eran muy altas, fue muy difícil, casi imposible, cumplirlas y ahí es cuando llegó la decepción.

A simple vista, puede parecer que no tenga un sueño, pero en realidad sí y, de hecho, se hizo realidad; conseguí vivir como una ciudadana de la clase baja.

♦ ♦ ♦

Al día siguiente, fui a comprar ingredientes para nuestra panadería; leche y mantequilla. En este mundo no hay coches y los carruajes sólo los usan los nobles, así que, de normal, las tiendas no usaban estos para transportar alimentos.

En la ciudad ya me ven como una empleada de la panadería y empezaron a hacerme pedidos, pero, por desgracia, todavía me queda mucho que aprender para hacer el mejor pan de la ciudad.

— Fii, ¿vas a comprar?

— Sí, necesito leche.

Iba a paso ligero y, cuando casi llegaba a la tienda que se encontraba cerca de la granja, alguien me llamó. Como ya mencioné, la gente del pueblo empieza a conocerme y más de una vez me hablan, ¿significa eso que ya soy una de ellos?

— ¿Así que hoy no estás con tu novio, el noble? — Solté una risita ante tal afirmación.

— No diga tonterías; sería demasiado bonito, para alguien como yo, ser su pareja…

A decir verdad, es un tanto preocupante que comenzaran a reconocer también al señor Nika. En este mundo no hay ni prensa, ni televisión, ni tampoco fotografías. Por suerte, aunque en la capital todavía podrían reconocer al príncipe, con Nika no es lo mismo, ya que no suele aparecer en público.

Es curioso que, por alguna razón, los pueblerinos se imaginaron una especie de comedia romántica protagonizada por un noble y una plebeya. De ahí ese tipo de preguntas.

Mientras me dirigía a la tienda, hablaba un poco con todo el mundo, hasta que apareció en el horizonte una cruz gigante; la tienda estaba justo al lado de la catedral.

En el juego no explican mucho cómo funciona este mundo y aunque fuera la catedral más importante de la capital, no lo sabíamos; no era más que un fondo bonito para las escenas de boda.

Supe por primera vez sobre las creencias de los habitantes cuando comencé mis clases; resulta que son monoteístas, pero no se trata de una fe radical, ni extremista.

A diferencia de Japón, aquí todos creen en Dios, considerándolo parte del día a día, pero nadie le dedica toda su vida. Simplemente le agradecen tener esposo, hijos y la felicidad del momento. En resumen, la iglesia no es un templo al que las personas van para rezar, sino que es un lugar al que va toda la familia para agradecer, con una gran sonrisa, todo lo que tienen.

Es una religión muy libre, que no tiene muchas reglas a seguir y muchos de los clérigos están casados.

Así pues, ese lugar tampoco me importa mucho, aunque me pasaría solo para agradecer que mi deseo se cumplió.

Cuando pasaba, ensimismada, por allí pude ver de reojo como una joven monja, más o menos de mi edad, salía de allí.

Pasé justo a su lado distrayéndola, por lo que tropezó y se inclinó peligrosamente hacia adelante cayendo por la escalera.

— ¡Cu-cuidado! — Me giré y la atrapé por puro reflejo, eso sí, caí con ella. Seguro que acabaré con un moratón, pero al menos parece que ella no se ha hecho daño.

—Aaa, ehm… ¡Lo siento mucho! — Cuando comprendió lo que pasó, se apartó y, aún arrodillada, se inclinó apresurada hacia delante disculpándose.

Bajó la cabeza hasta el suelo, ¡y eso teniendo en cuenta que yo estaba justo al lado del primer escalón! No sabía que en este mundo conocen la postura dogeza*, de hecho, es la primera vez que veo con mis propios ojos a alguien hacerla.

— Por favor, levanta la cabeza ¿Estás bien?

— ¿Ah? S-sí, no estoy her… ¿y usted?, ¡¿está usted bien?!

— Perfectamente, no te preocupes, — aunque, a decir la verdad, me duele el trasero, pero será mejor no decirlo; no pienso enseñárselo a nadie y si, por casualidades de la vida, me he roto algo, es mi culpa y no suya.

Cuando comencé a levantarme, me imitó lentamente, como si temiera algo

— ¡Muuu… muchas gracias!—Seguía haciendo reverencias.

— No te preocupes, — es tan tímida y adorable.

Con cada reverencia que hacía sus trenzas, cuyo color recordaba al té con leche, se balanceaban. La verdad es que al tener el pelo de un tono tan claro, su hábito negro le sentaba bien.

Habiendo hecho la última reverencia, levantó la cabeza y, al  ver mi cara, se paralizó. Tenía unos preciosos ojos rojo-púrpura.

— ¿Pasa algo?

—¡Ah!… ¡Lo siento mucho! Es que se parece tanto a la santa por su belleza… por eso me sorprendí, de verdad que lo siento mucho, ¡perdone por haber estado mirándola fijamente!— Volvió a hacer reverencias, otra vez.

No entiendo por qué se disculpa por todo, de hecho podría no hacerlo tras haber halagado de esa forma mi rostro.

Pero… ¿dijo santa? ¿Acaso existe algo así en este mundo? y si existe, ¿qué es? ¿un espíritu, un líder político, un clérigo…?, ¿será que todavía no tengo suficientes conocimientos sobre este mundo? El aprendizaje de la cultura espiritual, por llamarlo de alguna forma, está incluso al alcance del pueblo. La estudié en mis días, ¿realmente me dejé algo?

—Bueno, gracias por el halago.

—No lo agradezca, ¡perdone!

—Me llamo Fii Kurou, ¿cuál es tu nombre?

—S-sí, ¡soy Nancy! — Ya veo, así que Nancy, ¿eh? Lo recordaré. Me pregunto cómo sonaría mejor con un diminutivo, ¿Nan? No, mejor Nana. Sí, Nana le pega mucho más, y más con sus dos trencitas que no se quedan quietas ni un segundo.

—Lo siento, pero ahora mismo estoy haciendo un recado, así que debería de irme, pero me gustaría hablar en alguna otra ocasión, si no te importa.

—N-no me importaría, ¡será un honor!

—Ya veo, en tal caso, hasta la próxima,— me despedí de Nana con la mano y, sonriendo, entré con cierta elegancia a la tienda.

¡Bien, mi primera amistad en este mundo!

Aquí, entre la nobleza lo que importaba era: la competencia entre facciones, las diferencias en el estatus social y la genealogía. Cuando decidí volverme plebeya, no quise hacer amigos quienes, tras la ruptura del compromiso, se dedicarían a humillarme. Sabiendo eso de antemano, no trabé amistad en ese círculo, además estaba muy ocupada estudiando la forma de vida de la clase baja y creando una situación apropiada para poder llevar a cabo mi plan. Ahora, que soy quien siempre quise ser, nada me detendrá.

¿Será que mi vida, simple y pacífica, comienza a mejorar?

4 respuestas a “Lady Rose – Capítulo 12”

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