Mi hermana, la heroína – Capítulo 11

Traducido por Sharon

Editado por Narumi

Corregido por Maru


Me sonreí a mí misma, satisfecha porque llevé a cabo mi plan exactamente como había imaginado.

Vacilé un montón, pero al final gané. Charles era un oponente menos formidable de lo que pensé: ¡deberá esforzarse más para alcanzar mi nivel de ingenio!

—Chris, ¿de qué te estás riendo?

—¿Eh? Verás, Charles, es porque acabamos de volvernos amigos. ¡Estoy feliz!

¡Ciertamente, no podía decirle lo que en verdad estaba pensando! Entonces, luego de decir tal falsedad, noté algo: era la primera vez que me volvía amiga de alguien por conveniencia.

Charles me miró precavido con una mirada desafiante.

—Chris, te estás riendo otra vez.

—¡Vamos, ¿cuál es el problema?! Por cierto, Charles…

La pregunta me vino de forma espontánea y, ya que estábamoss entre amigos y nadie nos estaba escuchando, le pregunté sin cortesía.

—Pero, ¿qué estás haciendo aquí?

No recordaba haberle visto en el Salón de Baile. Si hubiera estado allí, siendo el tercer príncipe seguramente me lo habrían presentado.

Así que no estaba relacionado con el Baile que se está llevando a cabo en el Salón.

—Vine a leer un libro.

—¿A leer?

Por su respuesta, noté que debió haber escapado de la fiesta también. Viéndolo de cerca, noté que todo este tiempo estuvo sosteniendo un grueso libro con una cubierta roja, puede que ilustrado.

Miré a los alrededores: estábamos en la oscuridad, en el jardín, porque el Sol ya se puso hace tiempo, y apenas era capaz de distinguir nuestros pies con la luz de la Luna.

—¿Cómo puedes leer?

—No puedo leer nada porque… está oscuro —replicó Charles con tristeza.

Respondió como esperaba.

—Sí… Ya veo…

Probablemente vino aquí a leer durante el día y pensó en volver cuando oscureciera, sin notar que sin luz no podría leer ni una sola palabra.

¡Era un bebé! Estuve a punto de sonreír.

—Escucha, Charles.

Pensé que este sería el momento perfecto para enseñarle un poco de etiqueta:

—¿Podrías darme ese libro por un momento, por favor?

—¿Por qué? ¿Puedes leer aunque esté tan oscuro?

—Charles, mantén en mente lo que estoy a punto de decirte: ¡saber cómo leer no es el único talento que puede obtenerse por medio de los libros!

Puse el volumen en mi cabeza y comencé a girar, haciendo un círculo con la falda de mi vestido y riendo desafiantemente. ¡El libro no se movió ni un centímetro!

—¡Ves, Charles! ¡Los libros también pueden usarse de este modo!

—¡¡¡Wow!!!

Era el segundo aplauso que recibía este día. Estoy orgullosa de demostrarle a Charles que soy una chica bien educada.

Tomé la oportunidad para mostrarle lo último que aprendí de Marywa.

—Escucha, Charles.

—¿Qué es, Chris?

Le regresé el libro extendiendo mi mano:

—Podemos escuchar música desde aquí también… ¿Qué hay de un baile?

—¿Qué? —preguntó incrédulo, mirando mi mano extendida.

Entonces bajó la mirada, mortificado.

—Todavía no puedo bailar, yo…

—¡Pero yo puedo!

En frente a su mala actitud, decidí tomar la iniciativa.

—¡Ven, dame tu mano!

Incluso yo sabía algunos pasos y, por ello, cómo danzar. Teniendo solo siete años no tenía permitido mostrarlo en público, como la fiesta de ahora, por ejemplo. Sin embargo, estábamos en el jardín, seguros y a salvo. Al final, no estábamos haciendo nada malo, ¡solo quería probar mis habilidades con un compañero ‘de mi altura’!

Alentado por mí, Charles extendió su mano con miedo; yo la tomé impaciente.

—¡Y uno, y dos, y un dos tres!

Siguiendo el ritmo de la música viniendo desde el Salón e imaginando que Marywa estaba marcando el paso con sus manos, arrastré a Charles al primer paso.

No estoy satisfecha; ni nuestros pasos o nuestra respiración estaban en sincronía, y el resultado fue definitivamente feo. Es la culpa de Charles que no sabe cómo moverse.

—Ohh ¡vamos, Charles!

—¡¡¡Te dije que no puedo bailar!!! —dijo Charles con firmeza, mirándome a los ojos.

De hecho, tenía razón: ¡cómo podría bailar un niño de cinco años! Suspirando, continué guiándolo.

—Lo siento, tienes razón. ¡Estuvo mal obligarte!

—¡Cuidado! ¡¡Nos caemos!!

Hablar y bailar nos hizo perder el balance (el cual ya era de por sí precario) y juntos, nos caímos a la cama de flores.

—Ouch…

Caímos con el rostro hacia arriba, sin palabras y aturdidos.

¡¡¡Oh Dios!!! ¿¡Qué sucederá si un miembro de la Familia Real resulta herido por mi culpa!?

No sabía por qué, pero sin darme cuenta comencé a reír fuerte: no la risa usualmente vulgar, sino una más gentil. Fue una verdadera risa, una expresión de felicidad que sentí desde el fondo de mi estómago.

—¡Ahahahahahahahahahah, hilarante, hahahahahahahahahaha!

Dejándose llevar por mi diversión, Charles también comenzó a reír: nuestra inocente risa hizo eco a través del jardín. No sabía cómo explicar lo que sucedió, el hecho era que lo encontramos demasiado divertido para contenernos. Seguí riendo de ese modo, acostada sobre el manto floral.

Después de no sé cuántos minutos, puede que dos o tres, finalmente nos la arreglamos para detenernos y ponernos de pie. Con mis manos cubiertas de suciedad.

—Entonces, adiós Charles, debo irme ahora.

Verifiqué que no quedaba suciedad en el vestido y no hubiera hojas en mi cabello, y peinándolo rápidamente lo puse de vuelta en orden.

—¿Te vas?

—Sí. ¡Nos vemos, Charles!

Intenté no ablandarme por la tristeza expresada en su voz. No podía quedarme aquí por más tiempo, pronto mi Padre vendría a buscarme, y en ese punto, mis esfuerzos por verme como la hija perfecta que él deseaba se arruinarán.

Comencé a alejarme del jardín con pasos firmes, dirigiéndome hacia el Salón de Baile, sin importarme cuánta tristeza le causaba a mi nuevo amigo.

—¡Hey, Chris!

Sentí su voz llamándome desde atrás.

—Nos veremos otra vez, ¿verdad?

En frente de esa pregunta llena de esperanza, le respondí con una sonrisa:

—¡Puedes estar seguro!

A pesar de que sé que es miembro de la Familia Real, me giré hacia él orgullosamente, con la espalda recta. Mi certeza se basaba en una reflexión muy precisa: siendo la hija de un duque con la misma edad que el joven príncipe, ciertamente nos encontraríamos de nuevo en el futuro.

Además, Charles y yo estábamos unidos por un destino más profundo. Un destino descrito en “Laberinto del Destino”.

—¡No lo olvides la próxima vez que nos veamos, Charles! ¡Soy Christina Noir, única heredera de la Familia Ducal Noir, y tu amiga!

Después de despedirnos, me moví y caminé hacia el Salón de Baile.

Sin ser vista por nadie, entré al Salón, aún repitiendo en mi cabeza el nombre de mi nuevo amigo.

Charles Edward.

Tercer hijo de la Familia Real, con sangre azul fluyendo por él. Podría ser uno de los tres hombres que, en mi anterior vida, estaban vinculados con Mishuly.

O…

—¡O podría ser mi prometido!

Charles Edward también podría ser el prometido del a malvada hija del duque, quien era yo: Christina Noir.

Ya que las imágenes de la historia (la mayoría saliendo desde mediados de los diez años) estaban arruinadas, no me había dado cuenta en el momento, pero cuando escuché su nombre lo recordé.

Por decisión de nuestras familias, Charles y yo estábamos comprometidos, como cuenta “Laberinto del Destino”, representando un obstáculo en el amor entre él y Mishuly. En el libro también se escribe que seré asesinada con veneno luego de que ambos se casen. ¿Puede ser que el encuentro de esta noche con Charles cambie nuestra fortuna?

Sonreí pensando en el rostro feliz que puso cuando le dije que definitivamente nos encontraremos otra vez.

Puede que yo nunca pueda cambiar al destino pero, por alguna razón, en este momento me siento muy feliz.

Una respuesta en “Mi hermana, la heroína – Capítulo 11”

  1. No era el heredero, es el tercer principe, pero si adivine bien con que era uno de los candidatos de mishuly, me pregunto que pasara, por alguna razón siento que el principe en esta ocacion no se encantara a la angel imouto, sino a la sis-con onee-chan, aun que, claro, puede que me equivoque jajajjaja

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