Mi prometido ama a mi hermana – Arco 6 – Capítulo 14

Traducido por Kavaalin

Editado por Sharon


—Sabes, las personas que han renunciado a todo y han abandonado toda esperanza, se vuelven hábiles para sonreír, —había dicho Cuervo. —Ya sea alegría o tristeza, incluso dolor, cuando todas las emociones están selladas en el fondo de su corazón, su rostro no pierde su compostura… Ellos sonríen. En el momento en que han caído en la completa desesperanza, los humanos que han renunciado a todo sólo sonríen, sabes.

El sol había comenzado a ponerse. Dando la espalda a la ventana que había sido teñida de rojo por la luz, mi madre dio uno, dos pasos hacia mí. Era una forma de caminar femenina, una forma que no producía ningún sonido.

Incluso en un momento como este, mi madre no olvidaba sus modales de noble.

Terminé sintiendo admiración frente a su excelencia, a pesar de lo extraño de la situación. Sus rasgos faciales no eran llamativos, su espalda era recta, se movía con un porte femenino que hacía difícil apartar la mirada incluso de la punta de sus dedos. No era una mujer hermosa hasta el punto de ser impresionante, pero el refinamiento de su comportamiento atraía la atención de las personas. Sin embargo, para una mujer perteneciente a la nobleza, tal cosa era común. Las personas que usaban artículos de alto valor, de una forma u otra, su actitud y sus gestos, e incluso la forma en que hablaban, era diferente de los demás. Esto se debía a que desde una edad temprana, los seres llamados nobles obtendrían una educación diferente de la población común; En primer lugar, sus bases eran diferentes. Probablemente habían diferencias triviales dependiendo de la persona, pero no serían grandes.

En otras palabras, los aristócratas eran seres que destacaban incluso si no hacían nada. Incluso alguien como yo probablemente no era diferente en ese aspecto. Aún vestida con sobriedad, seguiría pareciendo alguien de una familia noble y destacaría al dar un paseo por la ciudad. Debido a que tanto la tela del vestido como la forma en que había sido cortada y cosida mostraban que estaba hecha por un hábil sastre, naturalmente se veía diferente a uno barato. Las personas cuyos ojos podían discernir tal cosa eran inesperadamente numerosas. Además, en la mayoría de los casos, sería acompañada de una sirvienta o un mayordomo y esto sería lo bastante llamativo como para atraer la atención.

Sin embargo, esto sólo aplicaría al ir a la ciudad. Entendía que no representaba cómo me evaluaban como persona. En una de mis vidas, cuando había sido vendida en el tráfico de personas, nadie había creído que era una noble. Si lo que llevaba puesto, mi peinado y el entorno en el que me colocaran fueran diferentes, en un abrir y cerrar de ojos el marco que me convertía en una mujer noble desaparecería. Yo era tal persona, si estuviera rodeada de nobles, sería enterrada; eso demostraba que en realidad no permanecería en la memoria de nadie.

Dicho en ese sentido, tal vez mi madre y yo éramos similares. Sin embargo, al mismo tiempo, también era un hecho que había una abrumadora diferencia entre nosotras. Si las dos nos colocáramos una al lado de la otra, la persona a quien se le diría que es hermosa probablemente sería mi madre. Como estábamos relacionadas por sangre, nuestros rasgos faciales deberían tener algunas semejanzas, sin embargo, yo era sólo una persona mediocre, mientras que mi madre era hermosa. Además, la atmósfera que emitíamos era muy diferente. Mi madre simplemente parecía alegre, gentil y parecía tener un aire de compostura. Ese ambiente confortable que podía envolver a todos era ciertamente característico de una noble. Cualquiera lo vería así, incluso yo siempre lo había pensado.

Incluso ahora, estaba excesivamente compuesta, no parecía conmocionada en lo más mínimo.

—Ilya, ¿por qué hiciste esto?

Por el contrario, su voz era aún más tranquila de lo habitual. Rápidamente desvié mi mirada, pero no debido a la culpa. Sino que vacilé debido a la fuerza con que mi madre me miraba.

Me preguntaba si estaba tratando de apelar a algo de mi parte con esa intensa mirada.

—Son de la habitación de Silvia…

—¿Los tomaste sin permiso? —Mientras dudaba en hablar, mi madre se pronunció sin demora—. No puedes hacer eso. No debes hacerlo —agregó con una expresión preocupada, como si estuviera regañando a un niño.

No era un tono de enojo, ni me estaba culpando, era simplemente una forma de hablar llena de cariño y afecto, pero eso hizo que mi corazón temblara. Incluso cuando era niña, ella nunca me habló con ese tipo de tono. Porque desde el momento en que me convertí en la prometida de Soleil, guiarme había sido el papel de las sirvientas. Y por eso, nunca me habían advertido o reprendido directamente. Parecía como si fuéramos una pareja normal de madre e hija.

—Si no me equivoco, estos son objetos que esa niña atesora.

Los muebles dispuestos dentro de la habitación eran de espléndidos tallados dignos de la esposa de un conde, pero no había muchos. Se arreglaba cuando la invitaban a una fiesta nocturna, pero normalmente se vestía con modestia y esta habitación reflejaba las preferencias de mi madre. A pesar de que había varios frascos en la alfombra, la escena parecía un día normal en el que una hija daba una visita de cortesía y era recibida por su madre, como si nada estuviera mal.

Pero recordé que nosotras no teníamos ese tipo de relación. No pasábamos el tiempo juntas, nunca había sucedido.

—Madre, ¿qué demonios son…?

Mi temblorosa voz resonó en la silenciosa habitación. No sonaba muy confiable, incluso en mis propios oídos parecía un eco lejano. Sin embargo, la persona frente a mis ojos parecía haberlo escuchado claramente e inclinó la cabeza un poco mientras sonreía con suavidad. A pesar de ser una mirada amable, me sentía incómoda, como si estuviera siendo analizada. Cuando esos ojos me miraban, siempre tenía que endurecerme y pensar bien qué quería decir. La razón por la que reaccionaba así era porque, para mí, mi madre no era una aliada incondicional.

Desde el momento en que había perecido en mi primera vida, un muro invisible se había construido entre mis padres y yo. No, podría ser que yo fuera la única que lo sintiera así. Sin embargo, eso no era un problema. Como habían abandonado tan rápidamente a su hija encarcelada, no era sorprendente que ya no pudiera creer en su amor.

Eso es lo que pensaba. Incluso había comenzado a dudar si tal vez, aparte de amor, poseían algún tipo de sentimiento hacia mí. Incluso cuando el funcionario del gobierno leyó en voz alta los cargos en mi contra, estaba sola. Después del procedimiento formal, cuando había preguntado si alguien tenía alguna objeción, recordaba haber gritado que eran cargos falsos. En ese lugar donde no tenía aliados, simplemente repetía esas palabras una y otra vez. En cuanto a mi padre, me había abandonado hace mucho, mucho tiempo.

Recordaba que mi madre había ido a verme sólo una vez. Pero no fue para lamentarse de que su hija hubiera sido acusada falsamente o para defender mi inocencia, ella sólo fue a despedirse.

Sucedió el día en que se había dictado la sentencia, el día en que fui encarcelada. Me pusieron en un carruaje que había sido transformado en una jaula de hierro, lista para ser transportada a la prisión donde habían sido encarcelados los más escabrosos criminales. Allí, mi madre había aparecido sola, ni siquiera acompañada por un sirviente. Debido a que servía como una advertencia y un espectáculo, el día que fui encarcelada muchos plebeyos se habían reunido a ver. Como estaban exaltados, nadie notó a la una mujer aristócrata estaba parada allí. Se había deslizado entre los curiosos y me estaba mirando. Como creía que nuestras miradas se habían encontrado, esperaba que tal vez, había venido a salvarme y extendí mi brazo a través del hueco de los barrotes de hierro. Me dolían mucho las piernas atadas con cadenas de hierro, pero no podía importarme menos. Exclamé que era inocente, lloré, grité y chillé. Pero mi madre rápidamente se dio la vuelta y dejó ese lugar. Al verla resuelta y firme como siempre, me di cuenta de que había sido abandonada. Sin ninguna desesperación, sin ninguna tristeza, de hecho, sin ninguna emoción, me había abandonado. Cuando su hija se había aferrado a los resistentes barrotes de hierro, cuando había dejado atrás a su hija que seguía gritando, me preguntaba qué sentiría mi madre.

—¿Qué son? Simplemente algunos tés medicinales.

No era tan tonta como para no darme cuenta de que la sonrisa amable de mi madre se había profundizado. Tenía la misma expresión de un niño pequeño al que se le había confiscado su querido juguete o tesoro escondido. Sin embargo, no había señales de tristeza ni enojo. Tenía una mirada bastante extraña, mezcla de perplejidad y alegría. Sentía que las emociones de mi madre eran terriblemente honestas. Porque siempre se había comportado como una dama perfecta.

—¿Eres consciente de lo que hay dentro?

Cuando levantó la botella a sus pies, mi madre suspiró y susurró:

—¿Por qué piensas que no lo sé? Después de todo, fueron hechos por mí.

Al escuchar su tono de voz, que sonaba como si estuviera completamente perpleja, un escalofrío me recorrió la espalda. Antes de perder por completo su luz, el sol sollozó. Por alguna razón, mi mirada se movió al escenario fuera de la ventana. La habitación de mi madre, que tenía una buena exposición al sol ya que se encontraba ubicada en un lugar alto dentro de la mansión, todavía era clara incluso cuando se estaba poniendo el sol. Cuando miré mi propia sombra cerca de mis pies, en su extremo superior otra se le acercaba.

—Eres una niña tan tonta, Ilya.

Desde el momento en que había sido designada como la prometida de Soleil, probablemente también me había convertido en una extraña para ella. Es por eso que nunca usaba lenguaje abusivo ni me insultaba, me trataría bien al igual que ahora. Nunca había desecho esa sensación de distancia, una especie de discreción, que existía entre nosotras. Levanté la cabeza instintivamente y vi a mi madre mientras susurraba.

—Realmente, una niña muy tonta.

Una sonrisa gentil y alegre bailaba en su rostro. Parecía llena de afecto, como siempre… Eso es lo que otras personas habrían pensado de haberla visto.

—¿Por qué…?

A pesar de que debería interrogarla, mi voz tembló levemente y el aire permaneció atrapado en mi boca. Todavía dudaba, pensando que no debería preguntarle, porque no quería creerlo. Que mi madre, que mi madre había…

—A Silvia, ¿qué demonios… le…?

Cada vez que soltaba palabras, sentía que me había quedado sin oxígeno. La respiración que inhalaba como si jadeara de angustia produjo un fuerte ruido.

Estoy equivocada, estoy equivocada, estoy equivocada. No debo preguntar sobre eso. Tal cosa es imposible, alguien gritaba dentro de mi cabeza.

—¿No lo entiendes ya, Ilya? ¿Lo que hice? Ya lo sabes, ¿verdad?

Mi madre me miraba serena, como si no entendiera su propio pecado. Además, era difícil pensar que mi madre… que mi única y sabia madre haya cometido un error por iniciativa propia. El silencio abrumador envolvió mi piel, como si me estuviera comprimiendo lentamente. Mis pies que sostenían mi cuerpo tambaleante no pisaban la suave alfombra sino que  una masa de arena áspera. Si tuviera que dar un paso adelante, ciertamente me caería.

—Por favor, no me malentiendas, Ilya. No es que no ame a esa niña.

Era un tono amable. Su voz no temblaba, pero sonaba suave y fugaz. Me hizo recordar a la canción de cuna que había cantado hace mucho tiempo. Mientras susurraba tan suavemente, las palabras que salían de sus labios parecían derretirse y desaparecer en un abrir y cerrar de ojos. Las pupilas que me miraban eran del color de hojas verdes limpias de impurezas, que no habían sido manchadas por el barro. Era el color que tanto había anhelado en el pasado.

Siempre había pensado que los ojos de mi madre eran similares a las hojas que rebosaban de vitalidad, las hojas verdes que brillaban bajo el sol del verano. Si mis ojos no hubieran sido del color de las hojas secas a punto de caer al suelo, si hubieran sido como el verde fresco sin manchar de mi madre… probablemente habría estado orgullosa de mis ojos.

Sin embargo, estos ojos que no eran hermosos, estos ojos por sí solos eran la prueba de la relación de parentesco entre mi madre y yo. Mi verde deslavado y el verde profundo de mi madre. Colores que Silvia, de una madre diferente, no poseía. El color que sólo yo había heredado, el color de mi madre. El ámbar que se extendía dentro de ellos, el color de mi padre, también estaba presente. Sí, eran los colores de nuestros padres que sólo yo había heredado… Y, sin embargo…

—Si realmente la amas, ¿por qué hiciste esto? ¿Qué demonios tiene mezclado? Estas hojas de té, ¿por qué son diferentes de las normales? ¿No tienen mezclado algo, algo que es malo para Silvia?

Si no resolvía esto pronto, Silvia volvería a casa. De repente recuperé el sentido y me acerqué a mi madre. Ahora que lo pensaba, me preguntaba qué había pasado con las sirvientas que habían ido a informar al mayordomo. Si él ya estaba al tanto de la situación, entonces era sólo cuestión de tiempo hasta que llegara a los oídos de mi padre. Pero, nadie sabía aún que habían puesto algo dentro del té que mi madre había preparado para Silvia. Como tal, lo que les preocuparía ahora no era esto. El problema era que había tomado algo de la habitación de Silvia. Mi padre que adoraba a Silvia seguramente no lo dejaría pasar.

—Silvia originalmente tenía una constitución débil. Pensar que dentro de esto, algo, no sé qué, está mezclado…

La droga que había tomado cuando estaba en el burdel era para suprimir mi enfermedad, pero ponía una carga sobre el cuerpo mismo. Era un medicamento muy específico que todavía se encontraba en fase de investigación y aún no debería haber aparecido en el mercado. Aunque era costoso, no sólo atacaba la enfermedad, también tenía efectos sobre los órganos internos. Aún así, ya que me permitía evitar una muerte inmediata, estuve dispuesta a tomarlo. En cuanto a si esa medicina se había puesto dentro del té que mi madre había preparado para Silvia… no estaba segura. Si tal vez, por alguna casualidad, era algo más que tenía un aroma similar…

—Madre, ¿en qué demonios estabas…?

¿En qué demonios estabas pensando? 

Frente a la sonrisa de mi madre, estas palabras que deberían haber completado la oración, no pudieron ser pronunciadas. Aunque deseaba que lo negara. La reacción de mi madre fue tirar todo por la borda.

—No es veneno.

En lugar de gritar, mi garganta se apretó y sólo pude tragar saliva.

—Por lo que no morirá. Eso es lo que te preocupaba, ¿verdad? —dijo, mientras caminaba hacia el tocador. Mientras parecía mirarse al espejo, mi madre susurró con la misma voz gentil: —Pero esa niña es…

Nuestros ojos se encontraron a través del espejo. Ambas reflejadas allí, el rostro de mi madre y el mío parecían dos personas completamente diferentes. El pensar que nos parecíamos, podría haber sido sólo mi propio delirio.

Un sueño producido por mi deseo, un sueño sin sentido, pensé y mis labios comenzaron a temblar.

—Esa niña es mi preciosa, muy preciosa princesa, Ilya.

Aunque no estaba preguntándome, asentí con la cabeza para concordar con su comentario. Al ver esto, mi madre dijo algo que no entendí.

—Si ya lo sabías, ¿por qué?  —Me di cuenta de que esto era ilógico, pero sentía que una por una sus palabras iban en la misma dirección—. Ella no debería haber ido a la academia, Ilya. Esa niña no está bien.

—¿No está bien?

—Esa niña, esa niña no tiene remedio.

—¡N-No! Eso no es verdad. ¡Eso no es cierto! Silvia está haciéndolo lo mejor que puede.

Nunca podría haber imaginado que mi madre tuviera tan baja estimación de Silvia y terminé alzando la voz inconscientemente. Para que mi madre dijera algo así…

Pero ella no mostró ninguna reacción y continuó mirando al espejo. Habían pasado unos minutos desde que había llegado y el sol seguía poniéndose, por lo que la luz que fluía por la ventana se debilitaba. Debido a esto, la habitación se había vuelto mucho más sombría en comparación con antes. Y debido a esto, no pude leer su expresión después de que agachara el rostro.

—No es eso, Ilya. Estás equivocada, no se trata de eso—. De repente, mi madre se enderezó y me miró por encima del hombro—. Tengo una promesa que debo cumplir. Para mi esposo, la belleza de esa niña es…

Cayendo suavemente, como si estuvieran danzando sobre los pétalos de una flor, lágrimas caían de los ojos de mi madre.

—Cuando propusiste dejar que Silvia asistiera a la academia porque sería mejor para ella, debería haberme opuesto más. Pero la razón por la que no lo hice fue porque pensé que mi esposo… nunca daría su permiso. Y, sin embargo, esa niña… porque Silvia lo solicitó con todas sus fuerzas… su afecto lo conmovió. Aunque estaba segura de que él no lo permitiría —susurró mi madre mientras un largo suspiro salía de sus labios.

—¿De qué estás hablando?

Sus ojos se movían erráticamente, debería haberme estado mirando a mí y, sin embargo, noté que parecía mirar algo en la lejanía. Una mirada tan vacía era peligrosa.

—No diré que no tenía la intención de hacer tal cosa. Estoy plenamente consciente de eso. De lo que hice y también de lo que debería hacer. Pero…

— ¿M-Madre…?

—Mi esposo nunca me perdonará. Después de todo, hice que nuestra princesa bebiera tal cosa.

—Madre.

Era como si se estuviera hablando a sí misma, si sólo escuchabas sus palabras, podías interpretarlo como una confesión. Pero su rostro no mostraba el más mínimo rastro de arrepentimiento. Si debía describirla, su expresión podría ser como ese sentimiento de vacío que experimentabas después de que todo lo que lograste o intentaste lograr terminaba.

—Desde que comenzó a asistir a la academia, esa niña se volvió vigorosa. Sí, mucho más viva que antes.

¿No era algo bueno? Ciertamente, en comparación con el pasado, Silvia se había vuelto mucho más activa. Todavía había momentos en que su condición empeoraba, pero si esto era el efecto del té preparado por mi madre… entonces ella podría haberse vuelto realmente viva y saludable. Eso pensaba porque esa niña estaba haciendo todo lo posible para continuar yendo a la escuela.

—Pero eso no es bueno. Esa situación, esa niña rota. No debe ser así.

Después de decir esto en voz baja, mi madre agarró bruscamente el aire con la mano derecha. Debido a este repentino gesto, por un segundo me puse en guardia y con el rabillo de mis ojos, pude ver un color plateado. Pero no pude reaccionar y me quedé quieta. Mis labios se movieron para tratar de decir algo, pero no emitieron ningún sonido. Las palabras dentro de mi boca habían perdido su camino y bloquearon mi garganta. Sólo parpadeé una vez, pero aprovechando esa brecha, un bulto negro salió volando con un impulso aterrador. Mis ojos se movieron para seguirlo, pero estaba tan lejos que no pudieron alcanzarlo.

Algo cayó en mi mejilla. Pensaba que una mosca se había parado en esta. La toqué impulsivamente con la mano derecha y sentí algo con mis dedos. Mientras fruncía el ceño porque sentía algo tibio, cuando moví mi línea de visión para confirmar qué era, el delicado cuerpo de mi madre cayó con un ruido sordo.

Ah, cierto. Más importante que lo que hay en mi mejilla, ¿qué le pasó a mi madre…?

No podía comprender lo que había pasado. Aunque mis ojos ciertamente lo habían visto todo. Mi mirada se movió hacia el cuerpo caído de mi madre, luego, una vez más, miré mi propia mano. Mientras movía mi mirada entre mis dedos teñidos de rojo y el cuerpo inmóvil de mi madre, mis pies dieron un paso. Pero la planta de mis pies no transmitió nada. Como si el suelo se hubiera derrumbado y hubiera caído por un agujero, como si en un instante hubiera perdido de vista el lugar donde estaba. Debido a lo mucho que temblaba mi campo de visión, pensaba que la mansión se estaba derrumbando. Mientras me decía que eso no era posible, cerré fuertemente los ojos y los abrí una vez más. Seguidamente, miré a mi alrededor para confirmar el estado de las paredes y el techo y me di cuenta de que no había pasado nada en la mansión. Justo después de esto, entendí que era yo quien estaba cayendo. Aunque no estaba herida algo era extraño.

—¿M-Madre…?

Mientras apoyaba mi cuerpo con ambas manos, me arrastré y acerqué a mi madre acostada en la extravagante alfombra bordada. En un carmesí profundo y naranja pálido, flores de varios tamaños florecían en esta. Estos patrones complejos eran adecuados para adornar los pies de los nobles.

La sangre de mi madre la estaba tiñendo rápidamente.

—Ma…dre.

Mi respiración se aceleró, no podía inhalar bien. Así que era obvio que no podía exhalar correctamente y una voz seca salió de mi boca.

¿Qué debería hacer en un momento como este?, pensé, pero mis piernas se negaron a moverse y no pude pararme. Usando mis codos, continué avanzando sobre la alfombra. Mis mangas se enrollaban alrededor de mi cuerpo y me pesaban, era un gran obstáculo y mi cuerpo que se había vuelto pesado como el plomo se negaba a moverse como yo quería. Pero mi mente me instaba a apurarme.

—¿P-Por qué… lo…? ¿Por qué lo hiciste… madre…?

Mientras agarraba con fuerza el cuchillo con el que se había cortado la garganta, mi madre me miró con una mirada desanimada. No sabía si todavía estaba consciente o no. De su cuello, la sangre continuaba fluyendo sin parar.

Desesperada, finalmente llegué a su lado y presioné su cuello. Pero mis manos no pudieron detener la sangre, el líquido rojo todavía se escapaba entre mis dedos. En ese momento, los delgados dedos de mi madre se movieron ya sin fuerza y ​​se apoderaron de mi muñeca. Pensaba que sólo quería que me quedara a su lado, pero reprimí fuertemente este sentimiento. Cuando titubeé por un segundo,

—Lo si-siento, Ilya…

Los ojos verdes sobre los que había caído una sombra estaban fijos en mi rostro.

—Lo siento… Ilya…

Después de haberlo dicho en un tono relajado como si estuviera hablando con un amigo, me agarró fuertemente la muñeca.

—Tranquilízate, madre, todo va a estar bien. Está bien, todo va a estar bien —repetía como había hecho con esa niña—. Madre, madre, está bien, estarás bien, así que…

Aunque sabía que nada estaba bien, sólo podía decir esas palabras. Al mirar mi expresión implorante, los ojos de mi madre se abrieron en sorpresa. Y luego, aún con esa expresión de asombro, lanzó un largo suspiro.

—¿Madre?

Sus pupilas se abrieron y la luz las abandonó rápidamente.

—Madre, madre… M-Madre, madre…

No, para, qué, por qué.

—No, no, no… Eso, no, no quiero… alguien.

La mano de mi madre que estaba agarrando mi brazo cayó sobre la alfombra. Con mi mano ahora liberada, presioné la herida que había empeorado en comparación con antes, pero fue inútil. Pensaba que debería presionar con una tela, pero no había nada cerca y no debía aflojar mis manos.

—Alguien, quien sea, que venga, ¡alguien!

Aunque quería gritar, mi respiración se había estancado y las palabras no salían. Era inútil. Irremediablemente inútil. Incluso en un momento como este, no podía hacer nada, ni siquiera alzar la voz y pedir ayuda.

—¡Madre! ¡Madre!

La llamé, pero ya no obtuve ninguna respuesta. Sus ojos vacíos habían perdido completamente su luz, no reflejaban nada.

—Vuelve, no te vayas… por favor… ¡Madre…! No otra vez… No… me dejes atrás otra vez…

No, en este lugar, no me dejes en este lugar. 

Entre mi respiración errática, le supliqué, pero mi madre ya no me veía.

Como siempre, no voltearía a mirarme.

8 respuestas a “Mi prometido ama a mi hermana – Arco 6 – Capítulo 14”

  1. No, como así, esta madre sí que la “mejor”, abandono a su propia hija, y para que para dejarla más traumada de lo que está… Gracias por el capítulo.

      1. creo que ilya tiene una maldición. y a lo mejor se la dejo la verdadera madre de silvia 😅 porque no me explicó el porqué tanto odio hacia ella

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