Princesa Bibliófila – Volumen 1 – Acto 4: Tras bajar el telón

Traducido por Yousei

Editado por Sakuya


Hola chicos habla Yousei quien debería traducir más rápido, lo sé.

En fin, no me dirijo a ustedes con excusas, aunque igual si XD

El punto es que esta novela fue licenciada lo que causó el gran hiatus inicial porque el grupo que lo traducía bajo todo, por tanto, debimos esperar a que soltaran el licenciado es por eso que ahora como habrán podido deducir estamos usando el material oficial para esta traducción, con eso en mente les pido que sean tolerantes si encuentran diferencias.

Pues para que sus capítulos lleguen antes, el remake de los anteriores los haré después de poner al día esta novela, si nadie me echa una mano antes.

Entonces sin más que agregar disfruten de la novela 😀


Seguía aturdida incluso cuando su alteza rodeó mi cintura con su brazo y me guió por el pasillo hasta su oficina.

En el camino, un exhausto Lord Glen entregaba su reporte sobre sus descubrimientos en el río, y entonces el príncipe le dio más órdenes. Pero antes de que pudiéramos llegar a nuestro destino, nos topamos con el Príncipe Theodore y Lord Alexei, quienes estaban esperando.

Fue ahí cuando me di cuenta de que ellos habían estado ausentes en el teatro que se montó hace unos minutos. Quizá ellos estaban preocupados de que su presencia, como cercanos al príncipe, haría parecer que el evento fue orquestado. Era una lástima; en el libro que mi tía me forzó a leerle, todos los personajes clave aparecían en el escenario juntos.

Pero espera un momento… ¿En qué momento se levantó el telón para esta obra? ¿Y qué tipo de guion había sido preparado?

¿No había sido seleccionada para el rol de la Princesa Bibliófila después de todo? ¿Leí mal el guion en algún punto? Mi cabeza daba vueltas, completamente confundida.

Después de que el Príncipe Theodore recibiera un libro de su alteza (el mismo que intenté regresar a los archivos), repentinamente me miró y preguntó ansioso.

— ¿Eli? ¿Te encuentras bien?

Sus ojos aguamarina, un tono más oscuro que los del príncipe, me miraban serios.

—Mis disculpas. Estoy seguro que Chris ya ha dicho suficiente, pero corrías peligro. Fue por eso que no podíamos permitir que te acercaras a los archivos. También fue por tu propia seguridad que el personal no te permitía acercarte a los libros. Todos estaban preocupados de herir tus sentimientos en el proceso. Pero, por favor, no te preocupes más. Eres bienvenida en los archivos otra vez, como siempre lo has sido.

Ese era el Príncipe Theodore que conocía – el mismo con el que siempre hablaba de libros. Sentí que se fue un peso de mis hombros y solté un suspiro de alivio.

—…Por supuesto.

El Príncipe Theodore repentinamente me dio una pequeña y maliciosa sonrisa.

—Dicho eso, lo hiciste mejor de lo que esperaba, Chris. Manipular la situación para que avance tu matrimonio.

Él debió haber visto todo desarrollarse.

El Príncipe lucía descontento, pero cambió su expresión rápidamente y le devolvió una sonrisa brillante a su tío.

—El que hace el primer movimiento reclama la victoria. Incluso pude deshacerme de la última barrera que tenía frente a mí, el Conde Casull. Ahora el viejo Marqués Bernstein no tiene como quejarse.

Levanté la cabeza instintivamente ante la súbita mención del nombre de mi abuelo.

El Príncipe Theodore tenía una sonrisa maliciosa en su cara.

—Sospechaba que el final se estaba acercando. Deberías agradecerme por traer a Eli aquí. Por supuesto, también me habría visto beneficiado si las cosas te salieran mal.

[Yousei: Ara ara~ tenemos un retador]

El Príncipe repentinamente se erizó.

—Creo que ya te he solicitado muchas veces que por favor detengas tus solicitudes ilícitas sobre mi – tu sobrino – prometida. Además, ¿no eres un poco mayor para ella?

Yousei
Amigo no conoces el corazón de una doncella, hay veces en que te gustan mayores … no le voy a seguir con la canción, me queda un poco de dignidad… poca, pero… algo.

Estaba bastante segura de que su alteza había susurrado la última parte. —Tú, maldito lolicon. —Algo por el estilo, o algo similar, impropio de su estatus. Seguro fue mi imaginación.

—La diferencia de edad es común en los matrimonios entre nobles. —dijo el Príncipe Theodore. —Además, soy compatible con Eli. Aunque cierta persona siempre estaba con el ceño fruncido y lo ha estado por bastante tiempo ahora. Y bastante feroz, debería añadir.

— ¡Actúas muy cercano a ella! Y ya que estamos hablando del tema, ¡deja de llamarla por su apodo tan casualmente una y otra vez!

¿…A dónde se fue el Príncipe sensato de hace unos momentos que expuso los crímenes del Vizconde (y su hija)?

Mientras miraba el intercambio, parpadea sorprendida, una voz fría interrumpió, cargada de disgusto.

—Por favor dejen de bromear. Tenemos una montaña de trabajo ahora, por las consecuencias de este caso y el anuncio del Príncipe.

Lorg Glen sostuvo su cabeza mientras soltaba un suspiro rasposo, desgastado por el agotamiento.

—En serio… suficiente es suficiente. No me importa que tan presionado estabas con el tiempo, no nos dejaste descansar ni nos diste una advertencia antes de arrastrarnos en este desastre. ¿Pensabas enterrarnos tempranamente por exceso de trabajo? Dándonos solo tres días para juntar la evidencia de un caso que habíamos estado investigando en privado por un mes. Te voy a maldecir por el resto de mi vida si me llegan muchas solicitudes de transferencia a otro escuadrón después de esto.

—Bien dicho —agregó Lord Alexei, sin intentar siquiera enmascarar su irritación. —Tras generaciones de ausencia, finalmente pudimos lograr que el “Cerebro de Sauslind” regresará al centro del escenario político, y tú casi los empujas de regreso al aislamiento. Tenías cuatro años enteros, ¿y qué demonios has estado haciendo todo este tiempo, oh ‘apuesto príncipe’? —sus palabras goteaban sarcasmo.

El príncipe tenía una mirada amarga.

—No elegí a Eli como mi compañera porque ella es de la familia Bernstein.

—Lo sé. Por favor reserva tus confesiones amorosas y cosas similares para cuando ustedes estén solos. No puedo tolerar tu estupidez.

Lord Alexei era indiferente como siempre, hojeando un grupo de papeles.

Un nuevo miembro del elenco hizo su entrada, su voz era brillante y alegre.

—Ya lo has dicho. Nadie podría pensar que el ‘apuesto príncipe’ es, en verdad, un debilucho inútil. Si ella lo hubiera sabido, entonces Lady Irene habría usado un método diferente para ganárselo.

Era Lord Alan, el músico maestro de la corte, de cabello dorado, con una sonrisa maliciosa en su rostro.

Deslizándose delante de los demás, él se acercó a mí y rápidamente tomó una de mis manos, plantando un beso en el reverso de ella. Me ví reflejada en sus astutos ojos verdes.

—Permítame presentarme nuevamente, Lady Elianna Bernstein. Soy Alan Ferrera, y soy quien esparció el apodo de “Princesa de las Hadas” para usted. Espero que pueda abrirse conmigo como lo hace con Alex y los demás.

¿Princesa de las Hadas? Pestañeé e interiormente lo deseché. ¿Qué clase de broma es esa?

Para ser honesta, cuando vivía en mi territorio, sólo habría otro nombre por el que era conocida -El “Fantasma de la Biblioteca”-. Mi cabello era de un rubio descolorido con rizos gruesos, algo que heredé de mi fallecida madre, que colgaban sueltos y desatados por mi espalda.

Aparentemente, eso me hacía destacar en áreas poco iluminadas. Y sobre todo, puesto que usaba todo mi tiempo dentro leyendo, mi piel era pálida como la nieve, y puesto que los libros eran mis únicos compañeros, mi rostro carecía de expresión. Aquellas cualidades eran las que contribuyen mayoritariamente en mi imagen como un “fantasma”.

Una vez los niños de la región se desafiaban unos a otros a un test de valentía, quien era lo suficientemente valiente como para acercarse al fantasma de la biblioteca. Otra vez cuando el clima era malo y el sol se estaba ocultando, una de las nuevas sirvientas me descubrió bajo las pilas oscuras y escapó gritando, — ¡A-apareció el fantasma!

… ¿De verdad me parecía tanto a un espíritu? Si mis opciones eran ser comparada con algo inhumano a ser llamada la Princesa Bibliófila, la última era claramente la mejor opción. De hecho, ese apodo sería una medalla de honor entre los Bernsteins. Después de todo, “-biblio” significa libro y “-fila” significa amante, entonces una amante de los libros.

Como interiormente había rechazado el impropio apodo de “Princesa de las Hadas”, el príncipe Christopher rápidamente abofeteó la mano de Lord Alan con un ruido seco.

— ¿Por qué no detuviste las cosas antes de que llegaran tan lejos? —demandó su alteza. —Todo terminó razonablemente bien, pero ahora que te has revelado públicamente, será más difícil cumplir tu rol en el futuro.

—Tu eres el que llamó al Vizconde para liquidarlo, ¿no? No pensé que seríamos capaces de aliviar los malentendidos de Lady Elianna sin hacerle lo mismo a ella. Además, me molestaba que no pudiéramos darle el golpe final a ella porque sacaste a Lady Elianna del palacio. Por eso, las cosas terminaron de esa forma. —Lord Alan se burló y lanzó un contraargumento, sin parecer un poco culpable por lo que había hecho.

La forma en la que habla era alegre y directa, pero había una pizca de burla en sus palabras.

—Además ya era hora de que revelaras la verdad acerca de mí de todos modos. Ya es conocimiento popular entre las nobles, y para la reina y su séquito. De hecho, cada vez que estoy con Lady Elinana sólo se refuerza cuán sobreprotector y enamo-

El príncipe puso una mano sobre su boca, ahogando las palabras. Mis ojos que habían estado sobre él antes, parpadearon en confusión.

—Um… —comencé. Aunque esta era una frase incompleta, parte de lo que dijo había captado mi atención, y primero debía disculparme con Lord Alan. Como uno de los aliados del príncipe y como alguien que me ha estado vigilando, inadvertido en las sombras, él realmente merecía gratitud. —Por favor acepta mis disculpas por no notarlo hasta ahora. Aprecio que me cuidara todo este tiempo, Maestro.

—…Es Alan. —Sus ojos se volvieron vacíos como si perdiera toda la confianza mientras murmuraba. —Entonces de verdad nunca se dio cuenta… Ni siquiera una vez en estos cuatro años. Y yo, quien se supone que es tan popular entre las damas como su alteza y, aun así… Ja ja ja ja…

Me sentí culpable por eso. Esta era una de las razones por las que la alta sociedad y yo no nos veíamos cara a cara; me era difícil recordar los rostros de las personas. Aun cuando era en relación a los libros, podía memorizar una amplia variedad de temas.

La expresión de Lord Alan se amargó cuando el príncipe se rio. Sus ojos medio cerrados brillaban de vuelta sin reserva.

—Bueno, al menos no como ese, indefenso y débil príncipe. No le pedí ayuda a su tía para que me ayudara a sacarla del palacio, solo para causar un mal entendido y provocar el odio de Lady Elianna. ¿No lo recuerdas? ¿Cuándo te empujó ese libro de vuelta? Eso es inesperado como… como si el sol saliera por el oeste.

Lord Glen habló débilmente. —Muchachos… deténganse, por favor. Eso fue lo que comenzó esta pesadilla, lo que sacó, —murmuró, —la verdadera forma del príncipe… —Eso volvió a su mirada vacía, lágrimas cayendo de sus ojos. Él realmente debió haber sufrido por ese incidente.

Interiormente reflexioné sobre mis acciones, sintiendo tanto simpatía como compasión por él. Ahora entiendo que lo que hice antes había sido muy inmaduro. Últimamente había solo malos entendidos y falsas conclusiones de mi parte. Seguramente tampoco debería culpar a Lady Irene.

Justo en ese momento, una voz me llamó desde atrás y volteé.

— ¡Eli! — Mi hermano, Alfred, venía corriendo hacia mí, apurándome para encontrarlo. Ver la cara de un miembro de mi familia parece haber liberado toda la tensión que se acumulaba en mi cuerpo que no me había percatado que tenía.

— ¡Querido Alfred!

Estudió mi cara una vez que me había acercado, ojos -del mismo gris ceniciento que mi padre- temblorosos por la emoción.

—Escuché sobre la conmoción ¿estás bien? —Alfred, preocupado, acomodó mi flequillo de vuelta. Era el mismo hábito que tenía desde que éramos niños; era su forma de revisar mi estado.

Me hizo sonreír. —Sí, lo estoy.

Ya tengo sentimientos encontrados en relación a Lady Irene, pero si las cosas hubieran ido como ella quería, habría sido un enorme problema para mi hermano y mi padre. El calor de sus manos era un agudo recordatorio de que esto no era un escenario. Esto era la realidad.

—Bien, con el Príncipe Christopher aquí, no espero que te pase nada. —Dijo mi hermano, levantando su mirada para encontrarse con el príncipe quien se había acercado.

El príncipe había mejorado su brillante sonrisa. —Por favor infórmale a tu abuelo y al Marqués Bernstein que recientemente he cumplido con cada una de sus condiciones. Apreciaría si pudieran ignorar el hecho de que excedí el límite de tiempo.

Alfred dejó salir una sonrisa agridulce y asintió. —Me aseguraré de hacerlo. —Entonces corrigió su tono a uno más afilado para decir, —Sin embargo… si alguna vez vuelvo a ver a mi hermana con el corazón roto otra vez, incluso si significa movilizar todo el poder mental a la disposición de los Bernstein, me aseguraré de que no te salgas con la tuya. Mantén eso en mente.

La cara del príncipe se contrajo. —Lo tomaré en serio —respondió con la voz rígida.

Lord Alexei lo interrumpió con un largo suspiro, entregándole a mi hermano muchos documentos. Mientras añadía.

—Respecto a las vacaciones que solicitaste, si fuéramos a darte ese tiempo, el primer ministro colapsaría por sobrecarga de trabajo en tres días. El ministerio de finanzas también. Con la ausencia del Marqués Bernstein, reinará la confusión y el caos, y la recuperación del tesoro nacional sería en vano si vuelve a declinar. Es por eso, que bajo la autoridad de su majestad, su solicitud ha sido denegada.

—Bueno, imaginé que ese sería el caso, —dijo Alfred, derrotado. Esos dos ya eran cercanos, puesto que ambos eran funcionarios civiles.

A juzgar por la forma en la que sus hombros se hundían mientras miraba los documentos, debe estarse sintiendo del mismo modo que mi padre, esperando huir para leer hasta que su corazón quede satisfecho. Me sentí mal sabiendo que era la única que estaba en una posición afortunada.

Los fríos ojos como el hielo de Lord Alexei se volvieron afilados, viendo a través del corazón de mi hermano. —Por otra parte, ustedes Bernsteins, —comenzó a decir, solo para que mi hermano lo cortara en pánico.

— ¡Uhh, ummm, su alteza! Y también Eli. A su majestad y al primer ministro les gustaría verlos. Ellos solicitaron su “reporte en detalle”.

Esta vez era el turno del Príncipe Christopher de actuar nervioso mientras me acercaba a él. —Diles que debo atender un asunto urgente que requerirá un poco de tiempo extra. Un asunto más importante, uno que es de vida o muerte para la familia real. Tío, Alex, confío que puedan entregar mi mensaje. —Soltó eso rápidamente mientras me arrastraba con él y escapaba de la habitación.

Las personas que dejamos atrás nos daban miradas exasperadas, y una vez más, tenía un signo de pregunta flotando sobre mi cabeza.

¿Una situación de vida o muerte para la familia real…?

♦ ♦ ♦

Me arrastró el resto del camino a su oficina. Después de que el servicio nos trajera un poco de té, rápidamente despachó a todos hasta que quedamos solos.

Había una cosa que quería preguntar –tenía que preguntar- primero, antes que cualquier cosa.

¿…Por qué estás aquí conmigo ahora, su alteza?

Para alguien que acababa de mencionar “un asunto urgente, uno que es de vida o muerte para la familia real”, él estaba disfrutando tranquilamente su té. Además, la forma en la que suspiraba parecía que estuviera completamente aliviado.

Entonces me miró y lentamente extendió sus manos. Una mano se acercó la cúspide de mi mejilla, lo suficientemente cerca para rozarla, pero lo suficientemente lejos para no hacerlo, la punta de su dedo acariciaba mi oreja y se enredaba con uno de los esponjosos rizos de mi cabello.

—Finalmente, te atrapé —dijo él.

La sonrisa en su cara es mucho más dulce que cualquiera de las que había visto antes, y me sonrojé instantáneamente, desde mis mejillas hasta la punta de mis orejas. Sus labios se abrían cada vez más, suavizando sus ojos azul cielo.

—Lo lamento, Eli, por haberte causado tantos malos entendidos y ansiedad.

Casi inclino mi cabeza confundida, pero me congelé cuando recordé que hacerlo significa que tocaría su mano.

El Príncipe se rio maliciosamente mientras continuaba. —De hecho, hace cuatro años atrás… no, en realidad todo comenzó hace diez años atrás… Bueno, estoy divagando, tu abuelo y el Marqués Bernstein dijeron que aceptarían nuestro matrimonio si lograba cumplir ciertas condiciones.

— ¿Qué condiciones? —pregunté.

—Bueno, la primera era hacer que los nobles estuvieran de acuerdo con nuestro matrimonio sin usar el nombre secreto de los Bernestein. Lo segundo era que tú, te interesaras más en mí que en los libros.

No tenía palabras.

Su alteza reía, su mano se acercaba suavemente a mi mejilla antes de apartarla nuevamente. —El tiempo límite eran cuatro años, hasta tu cumpleaños número dieciocho. Si no podía cumplir sus requisitos antes de ese tiempo, nuestro compromiso sería anulado y tú, Alfred y el Marqués dejarían el palacio para aislarse en su territorio.

—Dios…

No sabía nada de esto. De hecho, esto era muy diferente a lo que había escuchado en un principio.

El Príncipe soltó un pequeño suspiro. —Es por eso que no era capaz de forzar nuestro matrimonio, ni siquiera después de que cumplí la mayoría de edad. Lamento haberte preocupado. —Me miró directamente a los ojos mientras se disculpaba.

Retrocedí un poco, tratando desesperadamente de cubrir mi corazón palpitante. —Si solo me lo hubieras dicho desde el principio, —dije.

—En efecto. —Sus ojos azules crecieron distantes mientras miraba al vacío. —Si te lo hubiera dicho en ese entonces, lo primero que me habrías dicho es, ‘No necesita pasar por esos inconvenientes, por favor solo busque otra novia’.

—…

No tenía nada que decir en mi defensa. Debo admitir, que era cierto que antes fui atraída por el acceso a los archivos reales. Incluso entonces, si él me hubiera explicado la situación, estoy segura de que lo habría aceptado y- oh, ¿a quién quiero engañar? Si el me hubiera dicho eso y hubiera tenido que elegir entre mi estilo de vida (despreocupado) actual o vivir como la Prometida del príncipe heredero, habría elegido la primera sin duda. No habría cedido mi precioso tiempo de lectura.

—…Lo siento —dije finalmente.

—Si te disculpas de ese modo, haces que las cosas sean incómodas para mí. Pero bueno, al menos al final, finalmente me mostraste más interés a mí que a los libros. —Entonces añadió —Aunque la forma en la que lo hiciste fue un poco… bastante diferente a lo que había imaginado. —Por un momento parecía que su rostro se había endurecido, pero entonces me dio una sonrisa.

Estaba hablando acerca de cómo le empujé ese libro que me había dado. Era cierto; en ese momento, todos los libros me parecían fútiles, a mí, la Princesa Bibliófila.

—Su alteza, —comencé, pero dudé.

Comprendí que lo que había pasado era un malentendido con falsas conclusiones de mi parte. Incluso así, mis emociones no podían procesar todo eso. Hasta esta mañana, pensé que la anulación de nuestro compromiso era solo cuestión de tiempo y que su alteza y Lady Irene tenían sentimientos por el otro.

— ¿Sí? —Su alteza respondió gentilmente, como si desatara mis enredadas emociones. Él casualmente, firmemente, agarró mi mano mientras descansaba sobre mi falda. —Te hice sentir aún más ansiosa con todo lo que pasaba con Lady Irene. Realmente lo lamento. He estado observándola tras la conmoción por el Zelger falso. Al principio ella solo esparcía rumores incoherentes por lo que la dejé ser, pero no pude después de que comenzó a atentar contra tu vida. Ya sea porque fue instigada por su padre o porque quería sacar ventaja de la situación, no estaba seguro. De cualquier forma, tan pronto como supe que estabas en peligro, quise encadenarla.

Las gallardas facciones del príncipe se contrajeron, su expresión pasó de seria a angustiada. —Pero si lo hacía, entonces el titiritero, el Vizconde Palcas, la habría sacrificado como chivo expiatorio y fingido ignorancia para escapar del enjuiciamiento. Por lo que Alex me persuadió para que no lo hiciera, no tenía más opción que dejarte con dos guardaespaldas capaces mientras intentaba recolectar la evidencia en contra del Vizconde. Ahí fue cuando él reveló su molesto talento para la discreción. Sus acciones eran tan sospechosas que sobresalían como un pulgar herido, pero era difícil obtener evidencia concreta de sus acciones.

La forma en la que brillaba y pasaba una mano por su cabello, como si recordara la irritación que había sentido, me tomó por sorpresa. Públicamente se manejaba a sí mismo en una forma que se adecuaba a su estatus, pero cuando se relacionaba a asuntos de gobierno o en su círculo interno, esta era la actitud que tomaba. Cuando un hombre se presenta a sí mismo de esa forma, sin embellecer ni adornarse, le daba a la mujer la sensación de que era especial. Realmente, era un pecado, para él hacer eso conmigo.

Inconsciente de mi reacción interna, el Príncipe repentinamente dejó salir una risa desdeñosa. Una que nunca había escuchado antes, una peligrosa y aterradora.

—Y mientras estaba preocupado de ese alboroto, ellos enviaron un asesino al palacio. El veneno que usó Lady Irene no era letal, solo era lo suficientemente peligroso como para enfermar a alguien… pero, aun así, me estaba quedando sin opciones.

El Príncipe suprimió la ola de hostilidad que sentía, pero la rabia aún brotaba de sus palabras y brillaba en sus ojos. —Glen y Alex hicieron lo que pudieron para investigar a Lady Irene, pero ellos no fueron capaces de obtener nada concluyente. Sabía que sería extraño a los ojos de la gente si comenzaba a investigar por mi cuenta, pero tenía que hacerlo. Y por eso no tenía otra opción más que alejarte del palacio por un tiempo.

— ¿…Es por eso que le pediste ayuda a mi tía?

—Sí. —Respondió con un asentimiento, suspirando. Repentinamente se puso de pie, sus piernas largas dieron zancadas hacia su escritorio donde recuperó un tomo, entonces me miró de vuelta. —Al final terminé causando un malentendido contigo. Mi mente se puso completamente en blanco cuando me regresaste el libro. Si no fuera por todo eso, quizá no te habrías dado cuenta cómo te sentías realmente.

La forma en la que él sonreía indicaba que había recuperado la compostura. Continuaba sonriendo mientras se acercaba, volviendo a sentarse a mi lado. El Príncipe me miraba, con sus ojos amables, pero maliciosos, como si pudiera ver a través de mi corazón palpitante. Podía sentir la sangre subir a mis mejillas. ¿Cuánto he estado bailando a su ritmo?

—Pero me arrepiento de haberte herido lo suficiente como para que me hayas regresado el libro. Lo había estado buscando hace tiempo. Quería ver tu cara de alegría cuando te lo diera. ¿Lo… aceptarías una vez más? —Me ofreció el raro tomo que le había regresado el otro día.

Mi corazón dolía a medida que los recuerdos regresaban. Cuando lo dejé ir antes, sentí un vacío como si todos los colores hubieran sido drenados de mí. Pensé que el regalo no significaba nada para él, por lo tanto, no era especial. Ahora que el mal entendido se había aclarado, podía ver la tensión en sus cariñosos ojos, sentimientos que no podía ser descritos en palabras, burbujean en mí. Dijo que lo había buscado para mí – para ver la alegría en mi rostro.

—Sí… Gracias, Príncipe Chistopher. —Era como si estuviera tomando esos sentimientos que había dejado atrás entonces, y mientras miraba de vuelta los ojos de su alteza, intentaba desesperadamente luchar contra la vergüenza que me empujaba a querer huir.

Sus hombros se relajaron una vez que tomé el libro en mis manos. Parecía aliviado -genuinamente aliviado- desde el fondo de su corazón.

—Eli.

Una vez más, tomó mi mano en la suya y miró mi cara con una sonrisa dulce. Y a medida que su cegadora sonrisa y sus brillantes ojos azules se acercaban, la atmósfera romántica silenciosamente me impulsaba a cerrar mis ojos.

—Su alteza… —Mientras el dulce aire nos envolvía, abrí mi boca (como siempre lo hacía) e interrumpí para preguntar. — ¿Cuál es exactamente el ‘nombre secreto’ de mi familia?

La cabeza del Príncipe cayó por la decepción cuando estaba a un centímetro de distancia. —Podrías haber guardado la pregunta para más tarde, sabes, —murmuró, con su voz llena de aflicción por alguna razón.

Oh vaya, ¿acaso había hecho algo inapropiado?

Dejó salir un suave, triste suspiro y se apretó el puente de la nariz, como si tratara de recomponerse. Entonces volvió su mirada hacia mí. —Antes de que te hable de eso, debo asegurarme de que no me mal entiendas.

—Está bien.

—No quiero estar contigo por tu nombre oculto como Bernstein. Esa es la única cosa que no quiero que mal entiendas.

Sus hermosos ojos azules se quedaron mirándome y se negaban a voltear. Él me había estado llamando por mi nombre todo este tiempo, pero yo no había tenido la oportunidad de notarlo. Su sonrisa era tan intensa que me sentía retroceder.

—Si no me crees, puedo empujarte ahora y probarlo.

¡¿Disculpa?!

Frenética, reuní todo mi ingenio y moví la cabeza de un lado a otro como una muñeca cabezona.

El Príncipe sonrió y comenzó su explicación. El nombre secreto de la familia Bernstein era “el cerebro de Sauslind”. Solo aquellos en la familia real y algunas personas selectas sabían sobre esto. Los reyes que habían sido servidos por los Bernsteins tenían un reinado igualmente próspero.

—Bueno, eso es… un honor de oír, pero… —estaba un poco confundida. ¿Me estaba diciendo que mi casa no era solo una colección de amantes de los libros? Pero mi hermano y mi padre ciertamente no eran la excepción a la regla.

Su alteza me dio una sonrisa amarga. —El Marqués Bernstein y Alfred, han demostrado un enorme, y sobresaliente talento desde el momento en el que fueron empleados en el palacio. Pero los Bernsteins no tenían interés en el poder, por lo que en su lugar preferían estar enterrados en libros. Por eso había algunos, como el primer ministro y Alex, quienes esperaban por la oportunidad de atarlos a una posición oficial.

—Oh vaya…

Al parecer, la razón por la que esos dos fueron cargados con esas responsabilidades no era solamente porque yo había sido elegida como la prometida de su alteza. Estaba sorprendida ante la revelación, aun así, me hacía sentirlo. La razón por la que mi familia fue capaz de ponerle esas condiciones a mi compromiso fue gracias a la influencia que esgrime su nombre oculto. Pero comparado con la autoridad colectiva del palacio, no éramos nada más que una familia noble menor.

El Príncipe Christopher se rio. —El hecho de que ustedes los Bernsteins no les den mucho lugar a sus habilidades es una virtud como una debilidad. —Entonces añadió. —Desafortunadamente, es por eso que, por muchas generaciones, tu familia ha pasado su vida entera trabajando en los archivos.

No, su alteza, no hay nada desafortunado acerca de ello. Ese sería el trabajo soñado para cualquier Bernstein.

—Tú has demostrado tener las mismas habilidades, Eli, ¿lo recuerdas?

—No, para nada, —confesé mientras juntaba las cejas.

El Príncipe dejó salir un suspiro que casi sonó como una risa. —El incidente de malversación en la región de Weimar.

Escaneé en mi memoria, usando “Región de Weimar” como palabra clave. Si mi memoria no fallaba, eso fue justo después de que me uní al príncipe como su prometida. En esa época, aún no estaba acostumbrada a leer mis libros en la oficina de su alteza, y la situación comenzó por algo acerca de la conversación entre Alexei y el príncipe que había captado mi atención.

♦ ♦ ♦

Weimar era una región que daba al mar con una ciudad portuaria. En los últimos años, pescar ahí había cesado por los pobres resultados y subsecuentemente había causado una deficiencia en los ingresos, por esto su alteza y Lord Alexei discutían una reducción en los impuestos.

Sospechoso, exprese mi duda sin cavilar. — ¿No ha aumentado la tasa de pesca de Weimar en los últimos seis meses? —El príncipe parpadeó sorprendido y respondió fríamente, buscando más información, por lo que hablé francamente. —He leído en un libro que salió un mes atrás, una bitácora de viajes por el autor Dan Edold, uno que hablaba sobre las técnicas de pesca de la región de Wimar. En el escribía acerca de lo deliciosos que eran los platos típicos de la región, que usan el pez sami.

Lord Alexei frunció el entrecejo mientras decía, — ¿Y cuál es el punto? —él no dijo las palabras en sí, pero pude oír su pregunta en mi cabeza, causando que titubeara. Aun así, le respondí.

—El estilo literario del autor Dan no es para todos, por lo que no es muy popular, pero sus registros son precisos. Él nunca mencionó nada acerca de la región de Weimar sufriendo por una mala pesca. Y el libro fue escrito con el material que recolectó mientras visitaba este año, por lo que no se estaba refiriendo al pasado. Más allá de eso… —dudé un poco. Esto era un poco embarazoso de decir. —Me dio curiosidad y quise saber cómo era exactamente la cocina con sami, por lo que… pedí una copia del boletín informativo de la comunidad.

— ¿El boletín informativo de la comunidad? —repitió su alteza sorprendido.

Asentí. —No pude encontrar libros de cocina, por lo que pensé que debería haber algo escrito en el boletín informativo de la comunidad. Su contenido era bastante animado e interesante, por lo que pedí copias de los últimos seis meses. No había artículos mencionando un problema con la pesca. De hecho, era lo contrario; el negocio estaba floreciendo para los pescadores. También había un par de panfletos en relación a la cocina sami. No había nada que me diera la impresión de que estaban sufriendo económicamente por malas capturas.

Las cosas no habrían estado tan animadas si la industria pesquera estuviera sufriendo, y tampoco mejoraría la situación de los pescadores si ese fuera el caso. Y no habría ese número de delicias usando pescado como su ingrediente principal.

Al terminar de compartir todo eso, su alteza y Alexei repentinamente se volvieron serios y se miraron uno al otro. El príncipe inmediatamente dio sus órdenes. —Alex, conduce una investigación inmediata en el señor feudal de la región de Weimar y el cónsul.

Después de eso, se descubrió que se estaban aludiendo, abusando de la ley, y su malversación fue sacada a la luz.

La expresión en mi rostro debió ser lamentable, estaba segura.

—Pero tú y Lord Alexei fueron quienes investigaron y descubrieron sus crímenes, ¿no? —Ese no era mi logro.

El príncipe Christopher se rio y negó con la cabeza. —Si no fuera por lo que nos dijiste, nunca nos habríamos dado cuenta. Además, tú fuiste quien publicó ese libro de cocina, ¿cierto? Ese hombre que mencionaste antes también, lo que causó el aumento de la popularidad de la cocina marina.

—Esa fue la primera vez que recuerdo haber escuchado algo como ’boletín informativo de la comunidad’. También fuiste la que se dio cuenta de la pequeña columna con la esposa escribiendo acerca de su vida cotidiana y recomendaste publicarlo. Y desde ese entonces es muy popular, las compañías editoriales están esperando a ver que captura tu interés ahora.

Estaba un poco asombrada. La razón por la que esas recetas se recogieron en un libro de cocina fue porque el cocinero de nuestra casa lo solicitó. Y por el contenido de la columna que se volvió en un libro, fue simplemente porque quería leerlas todas juntas. No tengo idea sobre que sería popular y que no.

—Pero probablemente tu mayor logro fue el incidente con Maldura.

Ladeé la cabeza hacia abajo un poco pensativa. Ahora que lo menciona, recuerdo haber hecho muchas observaciones (no solicitadas) antes, durante una de sus reuniones.

Aparte de los rostros de siempre en la oficina de su alteza, también había otros involucrados con el manejo de las plantaciones. El trigo había tenido una cosecha abundante ese año, por lo que estaban planeando cómo evitar que el mercado colapsara por eso.

—Deberían comprar tanto como puedan para generar una reserva, —dije en ese momento.

El príncipe me pidió una explicación con un aire que indicaba que estaba acostumbrado a mis interrupciones. Me sentí un poco insegura, pero comencé a explicar de todos modos. —Seis meses atrás, cuando estaba ayudando a ventilar algunos de los libros en los archivos reales, descubrimos un memorándum de un pastor de hace tres generaciones atrás…

Lord Alexei, acostumbrado a la forma en la que dirigía mis explicaciones a partir de la nada, me hizo señas para que continuara.

—De acuerdo a ese memorándum, en el año se registró que Sauslind obtuvo una abundante cosecha, pero otros países sufrieron una ola de frío y sequía, las secuelas de ello los llevó a un caos político interno y culminó en Maldura invadiéndonos.

— ¿Intentas decir que sucederá lo mismo este año?

—Con todo respeto, no ha habido ningún reporte por parte de los meteorólogos. —El comisionado de agricultura me miraba con sospecha. El cultivo de las cosechas y el clima estaban profundamente conectados, por tanto, era obvio que ya se habían coordinado con los meteorólogos.

Dudé antes de responder. —Los desastres climáticos no pasan necesariamente cada año que tenemos una cosecha abundante. Creo que es por eso que es difícil para los meteorólogos predecirlos. Pero también recuerdo que hay un libro académico de hace casi cincuenta años atrás -uno que estaba descontinuado- un registro meteorológico llamado “Respiro de Ars” por Yulin Coral. Una situación idéntica fue registrada ahí.

Recordé el volumen, uno que había leído en la librería de nuestro feudo hace bastante tiempo. —El libro de Coral registraba el mismo precedente del memorándum, y Coral intentó llamar la atención sobre la situación, pero su libro se basaba en mitos y fue descontinuado por no ser académico, por lo que se dejó de imprimir. Aun así, el punto de Coral, era el mismo.

—En relación al memorándum de los archivos, el autor escribió que cuando era más joven, ocurrió el mismo fenómeno en otros países. En Respiro de Ars, Coral también mencionó que este precedente había aparecido en la región a una escala menor. Ambos creían que había ciertas condiciones que gatillaron el desastre climático, con una ley gobernando.

— ¿Ciertas condiciones?

—En efecto, —dije. —Y sentí curiosidad, por lo que quise revisar por mi cuenta.

No era solo el reino de Sauslind. Si las cosechas abundantes continuaban en una porción del continente de Ars, eso gatillaría un desastre climático en otra región. Sin embargo, esas condiciones eran difíciles de deducir, pues no eran precisas. Aun así, sospechaba que podía hacer una predicción basada en la estadística. Por lo que busqué la cooperación de uno de los meteorólogos desocupados y un escritor especialista en meteorología, consulté con el príncipe Theodore, y recolecté información meteorológica de otros países, lo que, por supuesto, fue difícil de obtener.

Información de otros países generalmente era difícil de obtener. Aún estábamos en medio de la investigación recogiendo registros de mercaderes, pero…

—Aparentemente, o mejor dicho, hay un setenta por ciento de posibilidad de que la zona noroeste del continente, incluyendo Maldura, sufrirán la ola helada este año.

Una ola de tensión pasó por los rostros de los que estaban reunidos.

— ¿Podría ver esas estadísticas? —dijo el comisionado.

Envié una nota para darle al Príncipe Theodore una visión general de lo que estaba sucediendo, pero Lord Alexei tranquilamente nos pidió que esperemos antes de enviar al chambelán.

—Incluso sus predicciones acerca de los daños de esta ola polar son acertados, ¿cuál es la razón que tendría nuestro país para comprar el trigo? —Él continuó. —De hecho, creo que solo podíamos regular el mercado y vigilar la distribución.

—En efecto. —Lord Glenn intervino, con el rostro de un militar.

—Deberíamos fortalecer nuestra vigilancia en la frontera con Malduran. Hay una gran posibilidad de que nos invadan. Deberíamos contactar al marqués para que prepare las contramedidas.

— ¿Planean atacar fuego contra fuego cada vez que pase algo como esto? —Dije tranquila. Cada vez que leía libros de historia, siempre había algo que encontraba extraño. ¿Por qué siempre tenía que llegar la guerra? ¿Por qué no aquellos que perpetraron la guerra intentaban aprender de sus errores?

Continué. — ¿Le da paz mental reforzar las defensas de nuestro país cuando siente el poder amenazante de otro país? ¿Es acaso lo que un país civilizado haría solucionar violencia con más violencia? No somos bárbaros. Somos gente civilizada equipada con sabiduría como arma.

La habitación cayó en un profundo silencio.

Continué expresando mis pensamientos. —Es fácil comenzar una guerra. Sin embargo, también es una pérdida sustancial (de libros principalmente) en el proceso. Eso es lo que la historia me ha enseñado. No deberíamos esperar a que se libere una guerra sobre nosotros. Si realmente somos un país civilizado, deberíamos enterrarla en la tierra antes de que comience.

—Veo tu punto, —murmuró Lord Alexei, hundido en sus pensamientos. —Ese es el enfoque ideal, como dice Lady Elianna, pero ¿cree que esa lógica es algo que un país como Maldura, que está orgulloso de su fuerza bruta, comprenderá?

Le sonreí de vuelta. —No lo creo. ¿Pero sólo por eso debemos rebajarnos a su nivel? Tenemos nuestra propia forma de hacer las cosas. ¿No es el trabajo de nuestros empleados civiles usar su ingenio e inteligencia para generar contramedidas?

Lord Glen me miró como si hubiera comenzado a sudar frío.

Los ojos de Lord Alexei brillaban agudos.

Pero fue el Príncipe Christopher quien soltó una risa disimulada. —Alex, perdiste esta. No importa cuán justa sea la causa, la guerra es un acto de asesinato. La época de hacer la guerra con otros países, donde quien sale victorioso es proclamado por su poder, terminó. Esta es una época diferente. Todo lo que queda al final de la guerra son vidas que no van a regresar y un profundo resentimiento que podría gatillar otro conflicto. Como alguien que heredará el trono de un reino, no quiero entrar en una guerra tan fácilmente. Si hay una forma en la que podamos prevenirla, deberíamos considerar esas opciones.

—Vayan por un meteorólogo, mi tío, y las estadísticas que investigó Elianna. Envíen un aviso a su majestad y al primer ministro para una reunión de emergencia a primera hora de la tarde. —El príncipe distribuyó las órdenes enérgicamente y todos se pusieron manos a la obra.

Sentí responsabilidad como la persona que había investigado esas estadísticas, por lo que, por impertinente que fuera, me senté en la esquina de la reunión.

Esa es la historia a la que se refería el oficial de división antes, la historia de cómo nuestro país evitó la guerra con Maldura.

Me hundí de vuelta, recordando el número de cosas impertinentes que dije en ese momento.

El príncipe me miró dulcemente. —Desde ese incidente, has sido popular con las esposas de la milicia y las madres. Nadie quiere enviar a su esposo o a su hijo al campo de batalla.

—…Para nada, eso no fue algo que logré por mi cuenta.

Había algunos que se oponían a mi propuesta, por supuesto. Pero su alteza y otras figuras clave que apoyaban mi propuesta suprimieron a la oposición, de ese modo logramos que los Malduranos estuvieran en deuda con nosotros y también demostramos el humanitarismo de Sauslind a los países vecinos. Nuestro logro fue también gracias a los meteorólogos en parte y a otros, quienes ayudaron a pensarlo, al igual que el memorándum y el libro en donde se basaba nuestra predicción para el desastre climático.

—Tú fuiste quien inició todo, —dijo el príncipe en una voz que era tranquila como los vientos que golpean la base del monte Jifu (un símil al que leí en los viajes de Parco Molo).

Yousei
…Espera que ¬¬U ¿es como el Herlock Sholmes de Code Realize? Este nivel para ocultar nombres y hacer referencias, lo amo XD

De alguna forma me las arreglé para pensar en un contraargumento. —Pero la difusión del tejido de Suiran no fue mi trabajo.

—Pero fuiste la que comenzó su resurgimiento.

Estaba sin palabras. Después del incidente del clima, leí un viejo reporte de viaje de un proveedor quien había mencionado la existencia de una rara -pero ahora olvidada- tela. Él decía, como hace mucho tiempo atrás, el papel no era ampliamente usado como ahora, por lo que era una costumbre registrar los eventos recientes en tela. Curiosa sobre qué tipo de tela podría ser, usé mis conexiones y solicité a un artesano, después de discutir con él los detalles de la técnica. El resultado final de esta aventura fue el tejido de suiran.

Aun así, el que-

—Bueno, es cierto que la verdadera fuente de su renovada popularidad fue la condesa Storrev y sus hijas, —dijo el príncipe entretenido, volviendo mi expresión aún más lamentable por eso.

Mi difunta madre era de la familia Storrev. Su hermana menor, mi tía, había tomado un novio quien heredaría el título de la familia en lugar del hijo mayor quien había fallecido joven. Esta era la misma tía quien se había lastimado la cadera un par de días atrás y me había forzado a leerle extensas novelas románticas.

Mi tía tenía tres hijas que eran muy bulliciosas, o mejor dicho, de forma educada, muy animadas e interesadas en la moda. Mi suerte se acabó al momento que entregaron el tejido Suiran. Me lo quitaron de las manos antes de que pudiera decir nada con extrañas declaraciones de, — ¡Lo propagaremos entre los nobles! —Entonces en un parpadeo, su popularidad se disparó, lo que después resultó en quejas mezcladas con desesperación por parte de las tejedoras del territorio del marqués.

El príncipe se rio burlón. —Tu familia solo te estaba protegiendo. Ellas se estaban asegurando de no dañar tu reputación entre la nobleza.

Me callé por un segundo. Era cierto que mi tía y mis primas habían estado preocupadas desde que mi madre falleció cuando era pequeña. —De todas formas… —continué, —el logro de ver a través del Zelger falsificado pertenece a mi hermano, no a mí.

Una vez más intenté refutar el argumento del príncipe, pero como era usual, simplemente sonrió y dijo, —Pero tu fuiste la primera que se dio cuenta de que había algo extraño.

Eso pasó aproximadamente hace un mes atrás.

Acababa de regresar de los archivos y había ingresado a la oficina de su alteza para descubrir al príncipe y a Lord Alexei con miradas suaves mientras estaban parados frente a una pieza de porcelana. Pronto yo, también, me encontré mirándola.

Cuando su alteza se dio cuenta de mi presencia, fue lo suficientemente amable como para explicarme. —Al parecer han encontrado un Zelger. —Zelger era una rara pieza de porcelana, se decía que era el tesoro secreto de la familia real.

Lo miré detenidamente con curiosidad. —Mmm, —susurré para mí misma mientras ladeaba mi cabeza a un lado. — ¿Ya ha sido valorado?

—Sí, el reporte del tasador venía con él, —respondió Lord Alexei. — ¿Hay algún problema?

Fruncí el ceño ante su respuesta. Había algo extraño, pero seguramente si el reporte había sido incluido con el, entonces no cabía duda de su autenticidad. Aun así, por alguna razón, no podía despejar mis sospechas.

— ¿Elianna?

Ante la incitación del príncipe Christopher, miré de vuelta sus ojos azules, y fue como si se solidificaran mis dudas. —Creo que es una falsificación, —dije, luego di un paso hacia los hombres sorprendidos y me incliné para inspeccionar el objeto en cuestión. Levanté mi mano, la que no estaba sosteniendo el libro, hacia arriba, proyectando una sombra sobre la porcelana, confirmando lo que ya sospechaba.

—La razón por la que un Zelger es considerado como el tesoro oculto de la familia real, — expliqué, —es porque, según un libro de arte, se jacta de un color conocido como el “Azul Zelger”, un matiz nacido de una mezcla única de colores y minerales que ya no están en la era moderna. ‘Zelger’ en sí, se refiere a una palabra antigua que significa ‘amanecer’. En otras palabras, el ‘azul Zelger’ se refiere al color azul celeste del cielo del amanecer… Por lo que parece, este solo parece como un simple, y liso tono de azul.

— ¿Estás segura? —Preguntó Lord Alexei, la tensión se reflejaba en su rostro.

Me hundí, insegura, —Mi conocimiento sobre artículos y antigüedades es limitado, por lo que no lo puedo garantizar… Mi hermano podría ser capaz de hacer un juicio definitivo.

Alfred era bastante entendido en relación a las finas artes (o, mejor dicho, su literatura). Por lo que les dije que él sabía más sobre el Zelger que yo. Ellos lo llamaron inmediatamente para examinar el objeto y la primera cosa que salió de su boca fue-

—Es una falsificación. —Él lo dijo sin un atisbo de duda. Alfred apuntó claramente (y en más detalle de lo que yo lo había hecho) exactamente lo que había mal con la pieza, como el diseño.

Su alteza se desplomó en su silla. Con una mano en su frente y un rostro tenso con una mezcla de emociones, él suspiró. —Es una bendición que lo descubriéramos antes de que fuera evaluado públicamente por el inspector de la tesorería real. De otro modo, el Conde Casull habría tomado la responsabilidad.

Alfred frunció el ceño en respuesta, pero el príncipe interrumpió la conversación diciendo —Por favor mantengamos esto oculto por ahora. —Después de eso, trajeron a Lord Glen y procedieron a hablar en privado con miradas serias en sus rostros, por lo que no me involucré más allá. Y por alguna razón, esa conversación fue la que llevó a todo este incidente del Vizconde con su hija.

2 respuestas a “Princesa Bibliófila – Volumen 1 – Acto 4: Tras bajar el telón”

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