Princesa Restante – Tomo I – Capítulo III: El caballero y el asesino

Traducido por Kavaalin

Editado por Sakuya


La familia real de Sommevesle, los oficiales de alto rango de la Orden de Caballería Real y todos los caballeros que no se encontraban de guardia, estaban reunidos en el Gran Salón del Castillo Real para una importante ceremonia. La atmósfera dentro del salón era tensa. Un acontecimiento tan grandioso como éste era muy raro y todos los asistentes servirían como testigos mientras su futura reina designaba al Caballero del Primer Puesto de sus Caballeros de la Mesa Redonda.

Astrid, sentado al fondo en los asientos de la audiencia, miraba desde lejos a su superior y a la princesa que tanto admiraba.

Esta es mi primera vez viendo una ceremonia de investidura de caballeros.

Cuando Astrid oyó que Duke aceptó la invitación de Leti para ser su caballero, le preguntó a su superior por qué, ya que Duke había odiado la idea anteriormente. Y la respuesta de Duke fue, —…Porque ella es un ama por la que vale la pena ofrecer mi vida.

Esa era probablemente la respuesta que Astrid esperó oír todo este tiempo. Cuando preguntaba a otros caballeros por qué juraban lealtad a sus amos, la mayoría de sus respuestas eran o por deber o porque fueron invitados.

Ellos dos realmente dan peso a cada palabra en el Juramento del Caballero.

Leti quería que Duke fuera su caballero. Duke quería que Leti fuera su ama. Así debía ser el Juramento del Caballero, ambas partes deseando al otro. Astrid miró con envidia a las dos personas que él más respetaba.

Leti, con su hermoso vestido blanco, se paró frente a Duke, quien se encontraba arrodillado con la cabeza profundamente inclinada.

—Con una espada a vuestra derecha y un escudo a vuestra izquierda, ¿me juráis fidelidad hasta el día de vuestra muerte? —La digna voz del amo llenó el gran salón como una maravillosa melodía. Entonces, el caballero, con una voz igualmente digna, respondió a su llamado.

—Con una espada a mi derecha y un escudo a mi izquierda, os juro fidelidad a vos, mi ama, hasta el día mi muerte.

—Vos sois mi caballero.

Leti le pasó la espada guardada a medias a Duke. Este entonces terminó de devolver la espada a su vaina y el sonido metálico les dejó saber a todos que la ceremonia de investidura había terminado. La multitud aclamaba y aplaudía. Astrid también se unió con sus manos.

…Pero, me pregunto por qué…

Astrid no podía comprender por qué de repente quería manchar el vestido, inmaculadamente blanco de Leti, de escarlata.

♦ ♦ ♦

Leti ya no podría ser la princesa despreocupada que era antes. En otras palabras, no podría permitirse estar ocupada con el incidente del asesino por más tiempo. Tenía que dar prioridad a sus responsabilidades como princesa heredera y la fiesta de té de hoy era parte de eso.

—Duke, quédate aquí. Una criada vendrá a mostrarte el camino a una sala de estar donde puedes pasar el rato.

Leti dejó a Duke y abrió una vistosa puerta con una mano, ya que en la otra traía una gran canasta.

—Buen día Príncipe Guido, Príncipe Friedhelm, el clima de hoy es perfecto para una fiesta de té, ¿no?

El cielo hoy estaba densamente nublado, como si representara la relación entre los tres príncipes mayores de Sommevesle. Leti fue la que había sugerido que los tres, Friedhelm, Guido y ella, tuvieran una fiesta de té privada, sin nadie más. Sin embargo, ni siquiera Leti estaba segura de que realmente pudieran mantener una conversación lo suficientemente larga como para que el té se enfriara.

— ¿Qué hay dentro de la cesta? —preguntó Guido, el príncipe con una belleza clásica a pesar de su rostro normalmente arisco.

Guido, el segundo príncipe de Sommevesle, tenía los mismos ojos azul acero y los rizos dorados que Leti. Incluso ella, quien estaba innegablemente confiada acerca de su belleza, admitía abiertamente su derrota contra Guido. Ambos, el jovial y cordial Friedhelm y el frío y serio Guido eran medio hermanos de Leti. Pero Leti y Guido lucían tan parecidos que uno podría olvidar que habían nacido de madres diferentes.

—Hice un pastel para esta particular ocasión. Sabía con certeza que nos servirías solo té.

Leti quitó el mantel blanco de la cesta y sacó una pequeña caja de madera.

—Los dulces están prohibidos aquí.

—Deja de regañar, eres un hombre. Aprende algo de Leticia, —dijo Friedhelm, en tono burlón, a su quisquilloso hermano menor.

Guido les advirtió nuevamente que no tiraran migajas de pastel en su villa y luego le pidió a la sirvienta que sacara algunos platos y cubiertos para el pastel. Leti lo cortó hábilmente en seis rebanadas y colocó una en un plato para cada uno de ellos. Pero ninguno se atrevió a levantar un tenedor y probarlo.

— ¿…Qué tal si le dan una mordida? No lo envenené.

—Entonces, ¿por qué no tomas un sorbo de té? Yo tampoco lo envenené.

—Bueno… Recuerdo que recientemente hubo un incidente de envenenamiento y…

—Aaahhh… ¡Sabía que esto iba a suceder! —Dijo Friedhelm con resentimiento, desparramandose en su silla.

Ya se esperaba que los tres no pudieran tener una fiesta de té pacífica. La única razón por la que Friedhelm aceptó la sugerencia de Leti de acosar a Guido con pastel y té, fue porque aún se sentía culpable acerca del incidente pasado. También entendía qué era lo que Leti quería lograr con esta fiesta de té y él estaba en perfecto acuerdo con que ellos tenían un montón de arreglos que hacer con respecto a su relación filial.

—Comeré el mismo pastel que tú. Así que si mueres, yo lo haré también.

—Horneaste y cortaste el pastel tu misma. Por supuesto que tengo que ser cauteloso.

—No sería capaz de hacer algo tan complicado como separar la parte envenenada de la normal. Si algo extraño fuera colocado en la mezcla, el pastel no subiría.

Leti, irritada con cómo estaban yendo las cosas, arrojó las rebanadas de pastel de sus platos de vuelta a la caja y la sacudió.

— ¡Oye!

—Si hago esto, ya no les importará, ¿verdad? Si este pastel de verdad está envenenado, entonces encontrarán nuestros cadáveres juntos.

Leti continuó sacudiendo la caja, produciendo sonidos desagradables y blandos que reflejaban perfectamente el caos que sucedía dentro de la caja. Sus dos hermanos mayores no dijeron una palabra para detenerla.

—Les garantizo el sabor. Será igual que antes, aunque dudo que esté presentable.

Leti dividió nuevamente el pastel aplastado para los tres, indiferentemente. Friedhelm miró el lamentable pastel y le susurró a su hermano menor.

—Hey, ya me siento mal por lo que hice, es mejor que lo soportes también. Aaah. Por qué yo, de toda la gente, ¿tengo que comer un pastel como este?

—…Yo igual…

Friedhelm comió un trozo del pastel y no pudo evitar exclamar su sorpresa ante su sabor. Era verdad, el pastel ya no parecía apetecible, pero estaba delicioso.

—No pensé que pudieras cocinar. Está bueno.

Guido asintió de acuerdo con el cumplido de Friedhelm.

— ¿Cuáles son los negocios de hoy? —Preguntó Guido.

—Sólo tendremos una pequeña charla en la fiesta de té de hoy, príncipe Guido. Creo que eres consciente de que hace unos días obtuve a mi primer caballero.

—Sí. Veo que has comenzado a asentarte.

Guido pensó que el tema terminaría siendo un concurso de alardear sobre sus caballeros, pero la pequeña charla de Leti no terminó en una pequeña charla.

—Tengo una sugerencia, pienso que será justa para todos. ¿Qué dicen acerca de darme algunos de sus caballeros, cuatro del Séptimo Cielo y cinco de las Valquirias?

—Me niego. —dijeron los dos príncipes.

—Qué pena. —fue la despreocupada respuesta de Leti al inmediato rechazo de sus hermanos. Tomó un sorbo de su té. No sintió ningún escozor en su lengua, así que estaba segura de que el té no estaba envenenado.

—Esa no es una pequeña charla, eso son negocios. Una pequeña charla significa hablar sobre temas más triviales como preguntar cómo te ha estado yendo con tu amante o algo por el estilo, —explicó Friedhelm.

— ¿Amante? —Pregunto Leti, inclinando su cabeza hacia un lado.

— ¿Duke?

—Oh, bueno, su rostro es un poco diferente de mis gustos.

—Sí, sí, sí. Tu rostro ideal es el del Rey León Alexander, ¿verdad? Realmente no sé qué vez en él. Quiero decir, el retrato suyo que hay en la galería le garantiza el título del “Rey Homicida”.

—Bueno entonces, de entre los vivos, ¿quién es el que más te gusta? Buscaré a aquel que mejor se ajuste a tus gustos.

— ¡Guido, juega limpio!

Y al final, su supuestamente informal fiesta del té terminó siendo una reunión de negocios con té y pastel.

♦ ♦ ♦

Mientras la fiesta de té de los príncipes mayores se estaba volviendo una verdadera reunión de negocios, Duke esperaba por su amo en la sala de descanso que era normalmente usada por los caballeros de las Valquirias. Sin embargo, la sala hoy estaba vacía, así que Duke simplemente tomó un libro al azar para pasar el tiempo. Mientras estaba distraído leyendo una estrofa de poesía, un golpeteo resonó en la habitación.

—Disculpe… ¡Oh, superior!

La cabeza de Astrid se asomó por la puerta. Los dos caballeros se sorprendieron al verse en un lugar tan improbable y le preguntaron al otro qué estaban haciendo allí.

—Estoy en deberes de escolta para mi ama. Espero aquí hasta que termine su fiesta de té. ¿Qué hay de ti? ¿Desde cuándo entraste en las Valquirias?

—Ah, no. Estaba siendo reclutado y me dijeron que echara un vistazo a cómo trabajaban.

Entonces, Duke entendió por qué Astrid había sido llamado a la villa de Guido. Astrid era el novato no afiliado número uno de la Orden de Caballería Real. También estaba siendo reclutado en el Séptimo Cielo de Friedhelm y Duke pensaba que Astrid estaría uniéndose a cualquiera de las dos en un futuro cercano.

—Entonces, ¿Su Alteza se encuentra aquí?

— ¿Sorprendido? Yo tampoco lo creí, pero es cierto e incluso el príncipe Friedhelm está aquí.

Duke quería añadir que tal reunión sería más creíble si Leti hubiese dicho que tendrían una reunión confidencial o asuntos que discutir entre sí, cuando notó el cambio en los ojos de Astrid.

—La princesa Leticia… está aquí.

Los normalmente gentiles ojos de Astrid se tornaron de un color pantanoso turbio al pronunciar el nombre de Leti. Duke pensó que podrían ser imaginaciones suyas, pero su instinto le decía que se mantuviera en guardia.

—Estás esperando al príncipe Guido, ¿verdad? ¿Por qué no me acompañas mientras?

Duke no quería dejar solo a Astrid. Dejó su libro a un lado y puso sus dedos en el tablero de ajedrez.

Después de un rato, el suficiente como para que dos tazas de té se enfriaran, una sirvienta vino a transmitir el mensaje de que la fiesta de té ya había terminado. Duke se paró, decidiendo en su mente qué decirle a Leti, ya sea expresar su sorpresa porque había terminado tan temprano o felicitarla por ser capaz de mantener una conversación por tanto tiempo.

—La próxima vez hornearé galletas que sean tan idénticas entre sí, que no serán capaces de notar la diferencia. Así que preparaos para eso.

Duke alzó un poco la mano para informarle a Leti de su presencia mientras su ama dejaba a sus hermanos con su horrible adiós.

—Oh, Astrid, ¿desde cuándo te uniste a las Valquirias? —preguntó una sorprendida Leti cuando vio a Astrid detrás de Duke. Astrid se ruborizó y sacudió violentamente la cabeza, aclarando que estaba allí sólo para observar a las Valquirias y no se había unido a ellas.

—Y aquí estaba, pensando en que Astrid llenará el asiento que reservé para Duke en el Séptimo Cielo. Hey, Duke, ¿por qué no me ayudas a convencerlo?

—Desafortunadamente soy del tipo que deja a sus subalternos defenderse por sí mismos. Princesa Leticia, si me permite, me gustaría hablar por un momento con el príncipe Friedhelm.

—Puedes.

—Hasta que regrese, por favor, quédese al lado del príncipe Guido.

Esta era la mejor manera en que Duke podía pensar para advertir a Leti sobre Astrid, ya que no podía decirlo directamente. Luego se retiró y le indicó a Friedhelm que lo siguiera.

— ¿Qué pasa? ¿Es algo que no quieres que Leticia oiga? Como, ¿algunos problemas en tu vida nocturna?

Duke suspiró profundamente ante el malentendido de Friedhelm y le dijo que era algo serio.

—Es acerca de Astrid. Ya lo has investigado, ¿no? Lo estás reclutando para el Séptimo Cielo después de todo.

—Por supuesto que sí. Lo estoy reclutando.

—… ¿Qué hay de su pasado?

—Limpio.

—… ¿Limpio? Ya veo.

Duke ya estaba empezando a sentir alivio cuando Friedhelm aclaró su respuesta.

—Limpio, como en blanco. No importa cuánto buscamos e investigamos, no encontramos nada. Sabes lo que esto implica, ¿verdad?

“Nada” significaba que Astrid no provenía de la sociedad normal.

—De la escasa información que tenemos, parece que era un ex mercenario, aunque no afiliado a ningún gremio. Pero eso todavía lo justifica como “criminal” en este mundo.

— ¿Y todavía lo reclutas para tu Séptimo Cielo?

—Mejor tenerlo de mi lado que en el del enemigo. Obviamente, Guido piensa lo mismo.

El siempre tan meticuloso y cuidadoso Segundo Príncipe definitivamente ya había investigado a Astrid y llegó a la misma conclusión que Friedhelm, que Astrid sería un peón mejor que cualquier otro caballero normal. O para decirlo de otra manera, si no era tuyo, entonces deberías tener cuidado a su alrededor.

♦ ♦ ♦

Con Duke y Friedhelm teniendo su propia conversación, los tres, Leti, Guido y Astrid, fueron dejados a sus anchas. Astrid, siendo considerado, se apartó unos pasos de los hermanos reales y no se unió a su conversación.

Leti se posicionó cerca de Guido para poder protegerlo si algo pasaba y aun así poder vigilar a Astrid.

— ¿Está bien la Reina Sofía? No he tenido tiempo de visitarla recientemente.

Leti comenzó una plática con Guido mientras supervisaba las acciones de Astrid. Guido, conforme a lo solicitado por Duke, decidió acompañar a Leti hasta que regresara su caballero.

—La última vez que la visité fue hace cuatro meses.

—Entonces no tiene sentido que te pregunte ya que la última vez que la visité fue hace tres meses.

—Visitala más a menudo. Estoy seguro de que estaría encantada de verte.

—Realmente quiero, pero las cosas han sido difíciles y complicadas desde que me convertí en la princesa heredera.

La madre de Guido, la segunda reina consorte Sofía, solía adorar a Leti. La trataba como a una hermana mucho más joven cuando murió su madre. Era una persona muy cálida y amable y solía decirle a Leti que “cuidara a Guido.”

Estoy segura de que significaba ayudar a Guido una vez que se convirtiera en rey… pero…

Leti no devolvió la bondad de la reina Sofía con resentimiento, pero estaba haciendo algo cercano a eso, por lo que era difícil darle la cara.

—Tú podrías fácilmente llegar con una clara decisión para esto. —susurró Leti. Quería ser como Guido, que podía dividir claramente las cosas entre sus méritos y deméritos, entre lo que sería ventajoso para él y lo que no. Pero ella no podía pensar de esa manera a pesar de saber qué era lo mejor para una reina gobernante. Leti admitió en silencio que la única cosa en común que ella y Guido compartían era su aspecto físico.

Duke y Friedhelm regresaron sólo unos momentos después de marcharse.

—Príncipe Friedhelm, príncipe Guido, si me disculpan… —Leti se despidió de sus hermanos y dejó que Duke llevara la canasta vacía.

—…No iría tan lejos como para llamarla una fiesta de té significativa, pero tampoco fue insignificante. —continuó Leti.

—Bueno, pienso que fue insignificante ya que no pudimos llegar a ningún tipo de acuerdo a pesar de estar los tres presentes. —declaró Friedhelm, a pesar de conocer las verdaderas intenciones de Leti para la fiesta de té. Guido no dijo nada, pero lo más probable era que estuviera de acuerdo con su hermano mayor.

—No sugerí esta fiesta de té para tener algún acuerdo entre nosotros. Pero si sienten que fue insignificante, entonces déjenme hacerla significativa ahora. Les daré una pista sobre mi esposo ideal. Ustedes me lo preguntaron antes. —Les dijo a sus hermanos con una sonrisa de confianza en su rostro.

—Mi primer amor, o más bien dicho, amores, fueron mi hermanito Friedhelm y mi hermanito Guido. Que tengan un buen día… —Leti hizo una reverencia y estaba a punto de darse la vuelta cuando Friedhelm la agarró del brazo para detenerla. La miró con unos ojos llenos de sinceridad que harían que cualquier otra dama se desmayara y enamorara de él sólo por su mirada.

—Leticia, no, Leti. Yo… Yo he escondido esto por tanto tiempo. En realidad soy el hijo ilegítimo de mi madre. Ella tuvo una aventura con un hombre y yo soy el fruto de esa relación.

—No tengo nada en contra de tu presentación y sincronización perfectas, pero lo encuentro irritante. —Leti refutó inmediatamente la broma de su hermano. Friedhelm no era más que un hermano mayor para ella.

—En realidad había un rumor durante la época de mi nacimiento sobre que había sido intercambiado al nacer… —Ahora era turno de Guido.

—Deberías practicar más en cómo cuentas los chistes, porque lo haces sonar como si fuera verdad. —fue la respuesta de Leti.

Leti estaba tratando de averiguar en su mente si Guido había dicho su chiste porque pensó que sería beneficioso para él o si simplemente estaba yendo con la corriente. Leti suspiró, sintiendo la pesadez de tener hermanos estúpidos. Señaló a Duke para que se preparara y pronto abandonaron la villa, dejando atrás a Friedhelm, Guido y Astrid.

— ¡Aaaah! ¡Por favor, no se preocupen por mí! ¡Prometo no mencionar esto a nadie! ¡Lo juro! —Exclamó Astrid.

Friedhelm de repente sintió toda la tensión en él desaparecer por la reacción inesperada de Astrid. Guido, por otra parte, ya estaba analizando la pista que Leti les había dado y trató de llegar a cualquier punto de similitud entre ellos. Llegó a la conclusión de que a Leti probablemente le gustaban los rubios.

Mientras tanto, Astrid se sintió aliviado al escuchar la explicación de Friedhelm y su malentendido, sobre Friedhelm siendo un hijo ilegítimo y Guido siendo cambiado al nacer, fue aclarado. Entonces, oyó una voz susurrarle.

—Hoy no es el mejor momento para hacerlo. Mátala en otro momento.

La voz no pertenecía ni a Friedhelm ni a Guido, pero Astrid no encontró a nadie más alrededor.

— ¿Eh?

— ¿Qué pasa, Astrid?

Astrid echó otro vistazo, pero no había nadie más en la zona.

—Creí oír una voz, pero… podría ser mi imaginación. —contestó Astrid, sus manos sudando frío por alguna extraña razón.

♦ ♦ ♦

Duke se despidió inmediatamente después de acompañar a su ama de regreso a la Villa Real. Pronto sería el cambio de turno y tenía que volver al cuartel de la Orden de Caballería Real. Sin embargo, recordó algo y se volvió para preguntarle a Leti.

—Su Alteza, ¿cuál es su opinión sobre Astrid? ¿Quiere tenerlo como su caballero?

—Como dije anteriormente, tomarlo sería problemático. Cualquier amo que lo quiera debe estar completamente preparado para aceptarlo.

Astrid era alguien que inconscientemente mataba el sonido de sus pisadas aún después de saltar desde un lugar alto. Esa proeza por sí sola demostraba cuánto había asimilado en su persona los hábitos de un asesino. Añadido a eso, actualmente era el principal sospechoso de ser el anfitrión de la Energía Fantasma. Leti no podría hacerlo su caballero aun si quisiera.

—Ya veo. —Los ojos de Duke mostraban un claro alivio ante la respuesta de Leti.

Leti quería ahondar en el tema porque era Duke quien se había mantenido recomendando a Astrid para que lo hiciera su caballero.

— ¿Ocurre algo con Astrid?

—No, no es nada.

Duke aún no estaba seguro, ni tenía pruebas de que Astrid fuera el que había atacado a Leti. No era más que una corazonada y no podía decírselo a Leti sin pruebas. Era sólo una de las muchas posibilidades.

—Su Alteza, si tiene asuntos que atender conmigo, no vaya al cuartel sola… no, no vaya incluso si no está sola. Mande un mensaje y vendré tan rápido como sea posible.

Leti asintió obedientemente ante la advertencia de Duke y separaron caminos, Duke yendo hacia el cuartel y Leti hacia su habitación. Una vez hubo entrado en su habitación, se dirigió hacia la ventana y miró en la dirección en la que se ubicaba el cuartel de la Orden, pensando en su caballero y en el subalterno de este.

Duke está tratando de evitar cualquier contacto entre Astrid y yo. Veo que ha notado algo.

Duke probablemente investigaría y supervisaría a Astrid tanto como pudiera. A pesar de que era lo correcto para un caballero, sus acciones podrían limitar la actividad de la Energía Fantasma y esto iría en contra del plan de Leti de terminar este caso lo antes posible. A Leti le gustaban los hombres inteligentes, pero uno menos inteligente habría sido mejor en esta ocasión.

—Bueno, si ese es el caso, esta sería la mejor oportunidad para mí para ver hasta dónde sería capaz de llegar.

¿Hasta dónde sería capaz de llegar como su caballero?

Leti no quería involucrar a Duke aún más con la Energía Fantasma, pero como ya estaba teniendo sus propias sospechas, sería imposible detenerlo. Así que la mejor manera de lidiar con esto, era usar a Duke y dejar que la Energía Fantasma se moviera a su antojo. Así, al final, Duke tendría que elegir entre Astrid y ella. Y si no era elegida, la herida no sería tan profunda.

— ¡No, Leti! Así no es cómo quieres ser… ¡No quieres ser esa clase de reina! —Se reprendió Leti.

Tú lo elegiste para ser tu caballero, la persona en quien puedas confiar. Es la debilidad de tu corazón la que te impide confiar en él.

—No uses a Duke… cree en él.

Si Astrid era realmente el anfitrión de la Energía Fantasma, entonces no permitiría que Duke se inmiscuyera, aunque tuviera que ordenárselo. Pero si Astrid era sólo un ex asesino, entonces le daría a Duke la libertad de hacer lo que quisiera hasta que estuviera satisfecho y no pronunciaría una palabra al respecto. El punto más importante en este caso era moverse lo más cuidadosamente posible, incluso si tenía que depender de Duke.

Por favor, dame el valor de seguir adelante y la fuerza para creer, no la debilidad de dudar.

♦ ♦ ♦

Leti decidió hacer una apuesta y agitar un poco a Astrid para ver si realmente era el anfitrión de la Energía Fantasma. Les pidió a sus sirvientes que investigaran sus turnos de patrullaje y sus rutas. Basándose en la información que reunieron, el mejor lugar para esperar a Astrid era cerca del Cementerio Norte, el lugar donde descansaban los reyes del pasado y donde nadie podía entrar sin permiso. Era el mejor lugar para hacer algo que no debería ser visto por otras personas.

La lluvia había estado cayendo incesantemente en Sommevesle durante los últimos días. Así que cuando se detuvo esta mañana, fue el día perfecto para que Leti pusiera su plan en acción. Dejó el castillo y se dirigió hacia el Cementerio Norte, pero al llegar allí, escuchó voces vivaces y enérgicas.

—Tal vez estén visitando a alguien, pero ninguno me resulta familiar.

Las ropas de los seis niños mostraban claramente que eran simples plebeyos, quienes pensaban en el cementerio, con sus grandes rocas y frondosos arbustos, como el lugar perfecto para jugar a las escondidas.

Leti no estaba particularmente molesta con los niños jugando en el cementerio, pero aun así decidió advertirles como lo haría cualquier adulto.

—Niños, sólo deberían jugar aquí durante el día, ya que por la noche aparecen monstruos y fantasmas.

Los niños se miraron entre sí y luego a Leti con una expresión para nada impresionada.

—Los adultos siempre dicen eso, pero nunca los hemos vistos.

Leti estaba acostumbrada a lidiar con niños debido a la cantidad de hermanos pequeños que tenía. No estaba molesta ni irritada por la inocente impertinencia de los pequeños y, sonriente, concordó con su observación.

—Sí, de hecho. No aparecen monstruos, pero a cambio los perseguirá un aterrador caballero.

Leti estaba pensando en el ex asesino, Astrid, cuando apareció un “aterrador caballero” diferente.

—Seh, ella tiene razón. Este no es un patio de juegos, es el Cementerio Real. Vayan a jugar a otra parte.

Leti oyó una voz profunda y amenazadora proveniente desde su espalda. Rápidamente se dio la vuelta y encontró a Duke, mirándolos intensamente a ella y a los niños. Su rostro era tan amenazador que podría hacer que un niño llorando, llorara aún más. Astrid, unos pasos detrás de él, se encontraba sorprendido de ver a Leti fuera del castillo.

Con la aparición del aterrador caballero, los disgustados niños se marcharon del cementerio, dejando a Leti presionándose las sienes por cómo se habían complicado las cosas.

Esto pasó porque no fui capaz de leer completamente las acciones de Duke. Este era un movimiento obvio de su parte. Cambiaria turnos para que coincidieran con los de Astrid y así mantenerlo vigilado. Debí haberlo anticipado.

— ¿Se encuentra de casualidad, sola, Su Alteza?  No veo a ninguno de sus guardias.

Leti pensó que lo mejor era rendirse por ahora y de buena gana dejar que Duke la regañara y la llevara a casa.

—Sí, lo estoy. Y sí, lo sé. Volveré obedientemente al castillo. —dijo Leti, levantando sus manos en señal de rendición y entonces caminó hacia Astrid, quien se aproximaba a ellos.

—Buen día, Astrid. Me alegra ver que estás trabajando duro.

—Ah… ah… ¡Es un placer encontrarme con usted aquí, Su Alteza!

Nadie nunca sospecharía que este estúpidamente sonrojado Astrid era un ex asesino. Su personalidad era su mejor arma. Nadie podría dudar de él debido a ella. Incluso Leti admitía para sí misma que hubiese sido engañada acerca de su verdadera identidad si no se hubiese cruzado con la oportunidad.

—Astrid, escoltaré a Su Alteza de vuelta al castillo.

Duke se puso casualmente enfrente de Leti para protegerla de Astrid, cuando un niño tironeó de la falda de esta. Duke estaba a punto de regañar al pequeño, incluso si este no sabía quién era Leti, lo que había hecho era inexcusable. Pero Leti le indicó con la mirada que estaba bien y se puso de cuclillas para ver al niño a los ojos.

—Hey, ¿ha entrado alguna vez a la cripta, señorita? ¿Realmente aparecen monstruos ahí?

— ¿Ahí? Ah, ¿te refieres a la cripta subterránea donde descansan los reyes? No, ahí no aparecen monstruos, pero es como un laberinto, así que prométeme que nunca entrarás, incluso si la cerradura está rota.

— ¿Un laberinto?

—Sí, así que prométeme que nunca entrarás.

El niño asintió para ratificar su promesa, pero sus ojos no se encontraban llenos de miedo, sino con un brillo de curiosidad. Corrió de vuelta con sus amigos y compartió su recientemente obtenida información. Los niños ya estaban radiantes en la entrada de la cripta, pero decidieron irse ya que Duke se mantuvo observándolos. Duke estaba seguro de que esos niños regresarían, así que le explicó a Astrid por qué estaba prohibido el paso.

—Asegúrate de advertirles a los niños cada vez que los veas jugando por aquí. No sólo están siendo irrespetuosos, sino que se están poniendo en peligro. Esta área está aislada y si por algún casual se ven envueltos en un secuestro, será complicado obtener algún testimonio. ¿Lo entiendes?

Astrid le respondió, determinadamente, que lo haría. Astrid era el tipo de subalterno que escuchaba atentamente lo que sus superiores le decían, por lo que generalmente era tratado bien y amablemente, no sólo por Duke, sino que también por los otros caballeros.

—Astrid, tomaré prestado a Duke por un momento. Lo siento por llevármelo mientras todavía está de servicio.

— ¡No, está bien, Su Alteza! ¡Puedo patrullar solo! Por favor, tenga cuidado en su camino de regreso. —dijo Astrid mientras agitaba su mano, despidiéndose de Leti y Duke.

—El amo y su caballero… —Suspiró Astrid, mirándolos caminar en dirección al castillo.

Duke fue recientemente nombrado su caballero, pero verlos lado a lado era tan natural que parecía que habían estado juntos durante mucho más tiempo. Se sentía orgulloso de ver a su superior de esa manera y deseó que algún día, tal vez, él también podría tener un amo como ese.

Y entonces habló una voz.

— ¿Por qué no la mataste? ¡Sólo estaba con un hombre inútil! ¡Era la oportunidad perfecta!

Astrid miró a su alrededor pero no encontró a nadie que pudiera ser la fuente de la voz.

— ¿Quién… dijo eso? ¿Acaso fui… yo?

Recientemente había estado escuchando esta extraña voz y no sabía a quién pertenecía. O tal vez sí.

¿Seré realmente sólo un asesino? ¿No podré ser un caballero como mi superior? Pensó Astrid y apretó sus puños hasta que sus nudillos se pusieron blancos. Pensaba que la voz provenía de la oscuridad en lo profundo de su corazón, porque esa era la única explicación en la que podía pensar.

♦ ♦ ♦

Duke seguía a la siempre tan elegante Leti mientras caminaban de vuelta al castillo. Quería regañarla por varias razones, pero decidió no gastar energía. Sabía bastante bien que sus palabras caerían en oídos sordos. Así que, en su lugar, señaló algo diferente.

—Lo que dijiste hace rato no fue para nada una buena advertencia.

— ¿Hace rato?

—Le dijiste a esos niños que la cripta era como un laberinto, por lo que nunca debían entrar. ¡Eso es como decirles que entren y exploren! Afortunadamente la entrada a la Cripta Real está fuertemente cerrada y no hay posibilidad de que entren.

Aun si los niños quisieran entrar a explorar la Cripta Real, esta estaba protegida por puertas y cerraduras sólidas, por lo que aun si quisieran, los niños no podrían entrar.

Duke le dijo a Leti que no se preocupara mucho por ello, pero esta aún se mantenía cabizbaja pensando, reflexionando sobre el hecho de si debía decirle acerca de cierto secreto sólo conocido entre la familia real. Al final, decidió dejarlo estar y cambiar de tema.

—Te diriges a mí respetuosamente cuando estamos en público.

—Hago, al menos, esa distinción en público. Pero si lo deseas, te hablaré de una manera más formal a partir de ahora.

—No te lo he reprendido recientemente, ¿verdad? Tengo mis razones.

—Ahora que lo mencionas… —Duke se preguntaba qué había hecho que Leti cambiara de parecer y su ama, lo proveyó de la respuesta orgullosamente.

—Al principio, pensaba que debías actuar de acuerdo a tu estatus, pero entonces cambié de parecer. Eres sólo un mocoso, hijo de un humilde barón.

—Concuerdo con lo de humilde barón, pero no puedo aceptar que tú, una chica de diecisiete años, llame a un hombre de veintitrés años como yo, un mocoso.

Es cierto que el mundo aún podía considerarlo un mocoso, un inexperto o un arribista, pero Leti era mucho más joven que él, tan joven que ni siquiera podría considerarse aún bajo la misma categoría que él. Pero Leti no estaba molesta por la forma tan rotunda de Duke de decir que aún era una niña e incluso se atrevió a mirarlo burlonamente.

—Ya veo. Pero yo sé algo acerca de ti.

— ¿Qué cosa?

—Que tu rostro es, de algún modo, bastante popular entre las señoras de la alta sociedad. Y que tu ceño fruncido es únicamente para intimidarlas y alejarlas.

La conmoción de Duke fue mayor que el de la vez en que Leti lo abofeteó.

— ¡Pero cómo…! ¡¿Quién te dijo eso?! ¡¿El príncipe Friedhelm?!

—Nadie, sólo lo sé. Esa es la razón por la que eres llamado mocoso. Pero si eres capaz de, por último, seducir o atraer a una dama con esa cara tuya, entonces me retractaré de lo que dije.

Duke quería refutar, “no quiero que me diga eso alguien que se exalta por un beso fingido,” pero decidió tragarse sus palabras. No sabía a dónde podría conducir eso, por lo que sólo se contuvo y se obligó a actuar como el adulto.

—Desde que tú, el mocoso, tomaste oficialmente el primer puesto de mis Caballeros de la Mesa Redonda, he estado preocupada de que fueras a ser menospreciado por los otros caballeros. Así que pensé que si podía mostrarle a la gente desde el inicio que eras especial, podríamos evitar discusiones sin sentido.

Leti había completado los requisitos mínimos para los “mejores Caballeros de la Mesa Redonda” cuando reclutó a Duke. Todo lo que quedaba era trabajar duro para ser los mejores. Sin embargo, debido a su elección, algunas personas pensarían que también podrían ser nombrados sus caballeros debido a diferentes razones, como la influencia de sus familias o su estatus social. Esas personas prepotentes eran las que podrían menospreciar a Duke como nada menos que un mocoso o el arribista hijo de un humilde barón.

—Tú eres el único permitido para hablarme de una manera tan informal. Así que sé agradecido por tener un ama generosa que está dispuesto a proteger a su siervo de bajo estatus.

— ¿De verdad? Entonces es un honor tener un ama tan generosa. Pero también tengo mis propias preocupaciones. Toma, por ejemplo, tus dulces sonrisas para Astrid.

— ¿Olvidas que soy una princesa bondadosa en público? Las únicas personas con las que no actuó son con las que son cercanas a mí.

— ¿Cercanas a ti? ¿Cómo es que nunca me encontré con la princesa bondadosa? Desde el principio fuiste conmigo la reina altiva y prepotente.

Las primeras palabras que Leti le dirigió a Duke fueron, “Te nombro como mi caballero. Acepta con gratitud el primer puesto de mis Caballeros de la Mesa Redonda y arrodíllate ante mí.” Fue la primera vez que Duke encontró tal altivez. Ni siquiera la había encontrado a tal grado con el arrogante Friedhelm.

—Yo ya quería que fueras parte de mi círculo íntimo desde el principio, así que no había necesidad de fingir. —afirmó Leti.

Duke estaba a punto de rebatir cuando Leti continuó y le hizo una pregunta inesperada.

—…Quiero confirmar algo. Quién es más fuerte. ¿tú o Astrid?

—Nuestras habilidades estarían igualadas en una contienda… al menos por ahora. —Duke indicó indirectamente que Astrid sería más fuerte que él en el futuro.

—Ya veo. —dijo Leti y miró directamente a Duke, sus ojos intensos y penetrantes.

—Evaluar objetivamente tus propias habilidades es uno de tus puntos positivos. Los dos están igualados en una contienda entre caballeros…

El cabello de Leti se balanceaba y bailaba con el viento. Le preguntó en voz baja, — ¿…Y en una batalla a muerte?

Duke sintió el peso de la pregunta de Leti.

— ¿Recuerdas que dije que cualquier amo que quisiera tomar a Astrid necesitaría mucha confianza y preparación para nombrarlo su caballero? Estoy considerando tomarlo. Y eso es porque tú estás aquí ahora.

Leti le mostró abiertamente su confianza. Y Duke, a su vez, entendió el significado detrás de las palabras de su ama, ella creía que Duke sería capaz de protegerla de Astrid, y que cuando surgiera la necesidad, Duke podría matarlo sin dudar.

El viento se hizo más fuerte, soplando fuertemente los rizos dorados de Leti, cubriendo la vista de Duke. La brisa pasó y el terso cabello de Leti cesó su baile, pero Duke aún no había respondido.

—Te daré tiempo. Déjame escuchar tu respuesta entonces.

Leti le había preguntado si estaba preparado. En el momento en que aceptó el primer puesto de los Caballeros de la Mesa Redonda había pensado que lo estaba, pero…

Tendré dudas, eso es seguro, pero… puedo matarlo. Pero ¿realmente tengo la fuerza para hacerlo? Duke sacudió su cabeza, corrigiendo sus pensamientos.

No, no debería dudar ni fallar, yo que soy el caballero del primer puesto de sus Caballeros de la Mesa Redonda.

Leti no dijo nada más. Se dio la vuelta y continuó caminando hacia el castillo. Duke la siguió silenciosamente detrás.

♦ ♦ ♦

Más tarde esa noche, después de que Leti preguntara por la determinación de su caballero, se encontró a sí misma yendo a la Habitación del Rey Caballero y el único otro visitante era el Rey León, el Rey Alexander.

—Hey, ¿Cuándo te encuentras ahora?

Leti respondió que acababa de tomar a su primer caballero. Alexander tarareaba en silencio y se paró junto a la ventana.

—Hoy es el adiós para mí. Sabes a lo que me refiero, ¿verdad?

Leti comprendió las complicadas y a la vez simples palabras del Rey León y preguntó para confirmar, — ¿hoy es la víspera de…?

Alexander asintió. Mañana era el día en que sería asesinado por su propio caballero, primer ministro y mejor amigo, quien más tarde sería conocido como el Rey Revolucionario.

— ¡No! ¡No vayas!

—Pero eso no puede ser. Despertaré y encararé el mañana. Hace mucho tiempo que acepté este destino.

Alexander no vivía en la época de Leti. Si no fuera por la Habitación del Rey Caballero, donde las conciencias de las reencarnaciones del Rey Christian, el Rey Caballero, se reunían y donde no existía el concepto del tiempo, ellos nunca se hubiesen conocido. Pero escuchar que Alexander moriría al día siguiente no era algo fácil de digerir para Leti.

—…Entonces prométeme algo.

— ¿Qué cosa?

—Que… vas a vivir. Vivirás y te convertirás en un pirata que conquistará los mares del sur y se volverá rey de un reino de allá. Esa teoría existe en mi época. ¡Así que prométeme que harás tal y como he dicho!

Alexander rio con ganas y comentó que esa era una teoría interesante.

—Si supero esta prueba y sobrevivo, haré como dices. Me convertiré en pirata, conquistaré un reino cruzando los mares del sur y seré su rey.

Alexander acercó su meñique a Leti y esta envolvió el suyo propio con el de él, haciendo una promesa de meñique, justo como sellaban sus promesas los niños.

—Verte a ti me hace pensar que tal vez debería haber tenido hijos. Nosotros podremos no estar conectados directamente por sangre, pero tener descendientes no es del todo malo.

Alexander reprendió un montón de veces a Leti, pero a pesar de sus duras palabras, estas estaban rebosantes de cariño y amabilidad, porque consideraba a Leti como su tátara tataranieta. Leti estaba feliz y un poco triste de estar despidiéndose de Alexander y quería transmitirle esto a él.

—Yo…

Pero su consciencia fue súbitamente devuelta a la realidad.

♦ ♦ ♦

—Princesa, lamentamos profundamente molestarla, pero el caballero Duke…

Despertar súbitamente por la llamada de su caballero causó que Leti se pusiera de mal humor. Estaba en medio de una conversación importante con Alexander, pero entonces fue capaz de calmar gradualmente su temperamento al escuchar la razón.

Sé que eran los últimos momentos del rey Alexander… ¡pero tengo que priorizar mi propia realidad!

Le dijo a su criada que le pidiera a Duke que esperara mientras se cambiaba de ropa y que lo dejara entrar una vez que estuviera lista.

—Perdón por molestarla tan tarde.

—Corta con las formalidades. Nuestra prioridad ahora es encontrar a los niños. ¿Cuál es el lugar al que necesitan permiso para entrar?

—El Cementerio Norte. Reunimos a todos los caballeros disponibles de la Orden para buscar en las inmediaciones. Estaban jugando en esa área esta tarde, así que podríamos encontrar pistas allí si realmente fueron secuestrados.

Duke había molestado a Leti tan tarde en la noche para pedir permiso para entrar al Cementerio Norte en busca de alguna pista sobre los niños perdidos. Técnicamente, era el permiso del Rey lo que necesitaban, pero ya era tarde y no estaban seguros de sí era aceptable para ellos molestarlo. Así que pensaron que tal vez Leti, la heredera al trono, podría darles el permiso en su lugar, por lo que Duke le pidió a su criada que la despertara, todos preparados para recibir su enojo.

—Podrías sólo haber entrado al cementerio y reportármelo después.

—Si fuéramos sólo a recordarles a los niños que se mantuvieran alejados, no nos hubiésemos molestado en pedir permiso. Pero si vamos a realizar una búsqueda, nuestras acciones podrían perturbar el lugar y necesitamos permiso para ello.

—Ya veo. Entiendo. También tengo la mayor responsabilidad por este incidente debido a la advertencia que les di, la cual despertó su curiosidad.

— ¿Responsabilidad?

Leti asintió, pero no explicó nada más.

—Apresurémonos. Prepárenme un caballo, no un carruaje. Tampoco hay necesidad de una montura de amazona.1

—Pensé que dirías eso. Ya está todo preparado.

Duke ya sabía que Leti se uniría a la búsqueda cuando vio a su doncella prepararle un abrigo y botas para caminar antes de que él siquiera entrara a su habitación. Al principio, pensó que debería detener a Leti, pero decidió lo contrario, ya que estaba seguro de que esta encontraría la manera de ir allí. Así que era mejor dejarla ir bajo su cuidado que dejarla ir sola.

— ¿Oh? ¿No vas a detenerme?

—Si quieres que lo haga, lo haré. Su Alteza, por favor quédese aquí porque es peligroso afuera. —recitó monótonamente.

—Solo el Rey, mi padre, puede ordenarme. Ahora vamos.

Duke sonrió con ironía, pensando en cuan típica de ella era la respuesta que le había dado y le arrojó el abrigo. Leti lo atrapó fácilmente y siguió el rápido ritmo de Duke sin quedarse atrás con sus pasos largos y elegantes. Salieron a toda prisa, caminando juntos, uno al lado del otro.

— ¿Alguna vez te he dicho que puedo montar a caballo sola?

Durante esta época, se suponía que las damas en vestido no debían montar a caballo a horcajadas ni solas. Por lo general, cabalgaban con una montura de amazona acompañadas de caballeros quienes lideraban al caballo. Una dama de noble cuna que podía montar a caballo se consideraba extraña por tratar de adquirir una habilidad innecesaria para una mujer. Leti simplemente aprendió a montar para así no perder contra sus hermanos mayores y porque sabía que sería vergonzoso para todo el reino si su gobernante no pudiera siquiera montar a caballo sola.

—Eres una princesa sólo en el exterior, ¿verdad? Quiero decir, por dentro eres exactamente como el Príncipe Friedhelm durante nuestros días en la Academia. Con tus paseos de incógnito y los inconvenientes que me causas. Son idénticos.

—Conoces bien a tu ama.

—Si hay algo diferente, es que eres una buena actriz interpretando a una princesa que en verdad no eres, haciéndote el tipo de persona más problemática.

—Realmente me conoces bien. —dijo nuevamente Leti, su voz entrecortada con diversión, sin rastro de que se ofendiera.

— ¿¡Princesa!? ¿A dónde va a esta hora?

—Al Cementerio Norte. Además…

Leti dio órdenes e instrucciones a sus sirvientes quienes habían venido tras ella y le dijo a sus guardias que podían ir si querían. Después de haber dicho todo lo que necesitaba decir, se apresuró a salir.

Leti y Duke, acompañados por tres de los guardias de esta, se dirigieron hacia el Cementerio Norte. Cuando llegaron a su destino, todos en el grupo a excepción de Leti se asustaron por su primera experiencia en un cementerio de noche.

— ¡Superior! Por el Bosque Oeste… ¿Eh? ¿¡Su Alteza!?

El único caballero de la Orden que los esperaba era Astrid, quien no pudo ocultar su sorpresa al ver a Leti afuera en medio de la noche.

—Su Alteza ayudará en la búsqueda… Más importante aún, ¿por qué estás tú aquí, Astrid? ¿No estabas fuera de servicio esta noche? ¿Dónde está Grantz?

El compañero de Duke para la búsqueda era su otro colega, Grantz, pero no se lo podía ver en ninguna parte. Duke dio un paso adelante, protegiendo a Leti con su espalda.

—El superior Grantz fue con los otros hacia el Bosque Oeste. Han recopilado información de que alguien vio a los niños ir por ese camino hoy. Así que él me pidió que me quedara aquí y le transmitiera el mensaje. ¿También se dirigirá al bosque?

—Déjame pensar…

Según el informe, los niños fueron al Bosque Oeste, pero Duke no sabía cuán confiable era la fuente de la información. Mientras sopesaba sus opciones, de si debía ir al bosque o quedarse en el cementerio, Leti tomó una decisión y comenzó a moverse por su cuenta.

—Duke, Astrid, ¿podrían tratar de mover esa roca? Me gustaría verificar todas las posibilidades en las que pueda pensar antes de irme a casa.

— ¿Roca?

Leti estaba apuntando hacia la total oscuridad y ellos no eran capaces de ver nada de nada. Sólo sabían que la entrada a la Cripta Real se encontraba ubicada en algún lugar por esa dirección. Leti sostuvo la lámpara y comenzó a caminar hacia allí sin siquiera importarle la oscuridad. Cuando la lámpara iluminó el área, todos vieron la roca a la que se refería. Era redonda y moverla requeriría algo de fuerza.

—Incluso unos niños serían capaces de mover esta roca si lo hicieran juntos.

— ¿Lo ha intentado alguna vez? —Preguntó Duke.

—Sí. Después de todo, soy la hermana menor de ese príncipe Friedhelm.

Astrid, el más joven del grupo, se ofreció voluntario para intentar mover la piedra, que todavía estaba húmeda debido a la lluvia de la noche anterior. Puso ambas manos sobre ella y la empujó con todas sus fuerzas. La piedra rodó fácilmente, revelando un agujero detrás de ella.

— ¿Pero qué…? —Exclamó Duke.

Todos, a excepción de Leti, se sorprendieron al encontrar un agujero lo suficientemente grande para que los niños pasaran.

—Justo como pensaba. Este agujero está conectado a la Cripta Real. Creo que este fue un agujero creado naturalmente debido al desgaste por el viento y la lluvia. Hasta donde yo sé, sólo los niños de la realeza sabían sobre su existencia. Los otros niños podrían haberlo escuchado de alguien o haberlo encontrado por su cuenta.

Leti acercó la lámpara al agujero y lo examinó.

—Una esquina de la entrada se derrumbó. Supongo que la roca rodó por sí misma, cubriendo el agujero de nuevo y tal vez atrapando a los niños dentro.

Así como Leti decía, se veía un rastro de algo arrastrándose en el suelo.

—También hay pequeños pasos aquí y estos aún no se han secado. Rápido, debemos confirmar si mi teoría es cierta.

— ¿Incluso puede ver eso? —Duke preguntó con curiosidad.

—Sí, tengo confianza en mis ojos. —O más bien, confianza en la oscuridad. Leti podía ver las cosas claramente incluso en la noche, gracias a una de las Espadas Prometidas, la Espada de la Oscuridad.

—No podremos pasar por este agujero. Vayamos por el frente.

— ¿El frente…? —preguntó Astrid.

—Por la puerta principal. La llave acaba de llegar, de todos modos.

Y como si ese fuera el momento indicado, un anciano chambelán de barba blanca en un caballo se acercó a ellos.

Las instrucciones que Leti había dado a sus sirvientes antes de que dejaran el castillo eran que buscaran la llave de la Cripta Real que se mantenía en el castillo. Con su completa preparación, Duke vio al otro hermano de Leti, Guido, en ella.

—Perdón por llamarlo tan tarde.

—No lo sienta Su Alteza. Estoy dispuesto a estirar estos viejos músculos míos por niños de la misma edad que mis nietos. Este es también el otro artículo que solicitó.

Leti revisó la pequeña bolsa que le entregó el chambelán.

—Gracias. Ha sido de mucha ayuda. Yo devolveré la llave para que usted pueda regresar al castillo y descansar.

—No, no, no, no. Cuidar la llave es mi trabajo. Esperaré aquí hasta su regreso.

El viejo chambelán abrió la intrincada cerradura y quitó las cadenas que rodeaban la manija de la antigua entrada. Astrid y los guardias de Leti abrieron las puertas, revelando las escaleras que bajaban hacia la Cripta Real donde los reyes pasados de Sommevesle fueron puestos a descansar. Astrid echó un vistazo a la oscuridad donde las escaleras conducían y se encontró con que le temblaban las rodillas ante lo inquietante de la vista. Nadie querría quedarse adentro más de lo necesario, porque el viento sonaba como aullidos de voces doloridas.

—Yo los guiaré para no perdernos. Un grupo de búsqueda reducido sería lo mejor, Duke, Astrid, vengan conmigo. Los demás deberán esperar aquí en caso de que los niños encuentren el camino de regreso por su propia cuenta.

Los guardias de Leti realmente no querían dejarla sola, pero pensaron que estaría bien ya que su caballero, Duke, estaba con ella. Leti asintió cuando le dijeron que tuviera cuidado. El grupo procedió a descender por las escaleras, Leti, con lámpara en mano, lideraba el camino.

—Cuiden donde pisan. El suelo está resbaladizo debido a la lluvia de anoche. —les advirtió Leti. Quien era seguida por Duke y Astrid.

La luz natural no llegaba hasta la cripta subterránea. La escasa iluminación de la lámpara solo alcanzaba para alumbrar sus pisadas. Estaba tan oscuro que si estiraban sus manos no serían capaces de verlas.

—Su Alteza, usted es la que más sabe sobre este lugar, así que por favor continúe tomando el mando. Astrid, toma la retaguardia y mantente alerta en caso de cualquier cosa.

— ¡Entendido! —dijo Astrid.

Duke reforzó su guardia debido a la situación actual. En realidad, quería tomar el mando y dejar a Leti entre él y Astrid para garantizar su seguridad. Pero con sus sospechas, no podía darse el lujo de tener a Astrid cerca de Leti.

Su Alteza ya ha notado el peligro alrededor de Astrid. Estoy seguro de que ella también está en guardia.

Duke solo podía creer en lo que fuera que Leti poseía. Estaba preparado, en guardia con la mano en la empuñadura de su espada, listo para sacarla en cualquier momento. En contraste con el caballero tenso, su ama estaba relajada, su voz normal y tranquila.

—Esta cripta subterránea es vasta y complicada. Solo recuerdo el camino porque vengo aquí desde que era una niña, pero cualquier persona que entre por primera vez definitivamente se perderá.

El Rey Caballero Christian había diseñado este lugar para ser complicado y confuso, para así evitar que el lugar de descanso de los reyes fuera transgredido. El camino hacia las cámaras nunca era recto. Había que dar numerosas vueltas y dibujar un mapa mental sería difícil. Ni siquiera Leti tenía un mapa claro dentro de su cabeza. Era más como un saber inconsciente debido a la cantidad de veces que había estado en el lugar.

—Pero al final, esto es sólo una tumba. Llegar allí no debería tomar mucho tiempo una vez que conoces el camino.

—Ahhh… Pero este lugar es escalofriante, ¿no es así? —Astrid soltó con voz débil. El lugar era una tumba, después de todo y algo podría aparecer en cualquier momento. Duke también se sentía incómodo estando dentro de la profunda, profunda oscuridad y pensó que debería haber traído al menos agua bendita con él.

—Uhm… ¿Alguna… alguna vez se ha encontrado aquí con alguien que no sea de los vivos, Su Alteza?

— ¿Que no sea de los vivos? ¿Quieres decir fantasmas? No los he visto nunca, aunque realmente querría encontrarme con uno. Tengo muchas preguntas que hacerle al Rey Revolucionario, como por qué mató a su maestro.

Astrid chilló y se tragó su respiración.

— ¡Su–su–superior! ¿Qué deberíamos hacer si nos encontramos con uno? ¿No se consideraría traición si alzamos nuestras espadas contra los reyes del pasado?

—Primero preocúpate de que una espada vaya a funcionar contra ellos. Debimos haber traído a un sacerdote con nosotros. Su Alteza, ¿tiene algún amuleto o agua bendita que podamos usar?

—No me hables en este momento. Me estoy arrepintiendo de haberlos traído a ustedes dos. Debí haber buscado a los niños yo sola.

Leti no podía evitar sentirse decepcionada por las idioteces que estos dos caballeros totalmente crecidos estaban diciendo.

—Si fuera ustedes estaría más asustada de los vivos. ¿Cuál creen que es más aterrador? ¿Un sanguinario asesino apuntando a sus vidas o un fantasma del pasado simplemente flotando alrededor? Los vivos son mucho más aterradores.

—Oh. Si lo pone de esa manera… —dijo Duke, concordando con su opinión, justo cuando Astrid lo interrumpió.

—No creo que un asesino sanguinario pueda vencerme, así que el fantasma es todavía más aterrador.

Duke decidió regañar a Astrid más tarde y decirle que debería estar de acuerdo con la dama para ese tipo de situaciones, incluso si tuviera que mentir, pero Leti, por otro lado, ni siquiera se molestó con las palabras de Astrid.

El silencio siguió a su conversación. Sólo el sonido de sus pasos resonaba en la oscuridad y la lámpara alargaba sus sombras de formas espeluznantes. Los dos caballeros no pudieron evitar sentir respeto ante su princesa Leticia, quien lideraba el camino sin miedo. Después de caminar una cierta distancia, el grupo escuchó el sonido de una voz humana. Astrid chilló y comenzó a entrar en pánico incluso antes de que pudiera comprender la situación.

— ¡Uuuuuna voz! ¡¡Hay alguien allí!!

Astrid empalideció y Duke empezó a temblar, ya pensando si realmente había un fantasma. Leti, por otro lado, les dio a los dos asustados caballeros una fría mirada. La voz que escucharon era diferente a los aullidos del viento antes de entrar a la cripta. Era claramente una voz humana.

— ¿…Ustedes dos han olvidado la razón por la que vinimos aquí?

— ¿Eh? ¿Por qué? Uhm… para salvar a los niños… —respondió Astrid.

— ¡Ah!

Duke y Astrid se miraron el uno al otro, recordando y empezaron a trabajar. Astrid corrió primero hacia la dirección de la que provenía la voz, seguido por Leti y Duke. Leti apuntaba la lámpara en su dirección y les decía que la ayuda había llegado. Entonces una pequeña sombra emergió desde la oscuridad y corrió hacia el grupo de búsqueda. El niño se agarró a la falda de Leti, llorando y temblando. Esta se arrodilló y lo reconfortó hasta calmarlo.

— ¿Estás solo?

El niño sollozante contestó sí a la pregunta de Leti. Duke entonces instó a todos a apurarse en salir cuando Leti le dijo que esperara y le pasó la lámpara.

Leti sacó la pequeña bolsa que el viejo chambelán le había entregado. La bolsa contenía una botella de agua y algunos bizcochos que Leti había pedido preparar para los niños.

—Toma un poco de agua para calmarte.

Leti le dio al niño la botella de agua y este se la tomó toda. Le llevó un bizcocho a la boca antes de que el niño pudiera siquiera pedirlo. Entonces se levantó nuevamente y tomó la lámpara de Duke.

—Eres sorprendentemente amable con los niños…

—Y con las mujeres también. Incluso yo comparto el espíritu caballeresco de los caballeros.

El grupo comenzó a caminar nuevamente hacia la salida. Leti, con la lámpara en la mano, una vez más tomó el mando, seguida de Duke con el niño de la mano y luego Astrid. En su camino de regreso Leti le preguntó al niño cómo había terminado adentro y la historia que este contó confirmó su teoría. El niño fue capaz de mover la piedra y luego encontró el agujero y lo atravesó. Sin embargo, la piedra se deslizó por sí misma, atrapandolo dentro, por lo que buscó una salida diferente y terminó perdiéndose en el complicado laberinto. Siguieron caminando hacia la salida y cuando vieron la puerta, todos se sintieron aliviados de que finalmente podrían salir de la escalofriante cripta.

—Duke, iluminaré los escalones, así que carga al pequeño y sube hasta la puerta. Estos están muy resbaladizos y empinados para un niño. —ordenó Leti.

Duke hizo como su ama le ordenó y subió los escalones cargando al niño. Astrid estaba observándolos desde atrás, haciendo guardia en la retaguardia cuando su mirada se centró en la espalda indefensa de Leti y la voz le habló una vez más.

— ¡Su espalda está desprotegida! ¡Ve y mátala! ¡AHORA!

Astrid sintió que algo se arrastraba dentro de su cabeza. Inconscientemente cubrió su boca y apretó los dientes para evitar que escapara algún sonido. Tampoco se dio cuenta de que había sacado el cuchillo que normalmente escondía en sus mangas. Dentro de su cabeza, se desplegaba una escena grotesca. Cortaba el blanco cuello de Leti con el cuchillo, su sangre brotando de la herida que acababa de hacer. Tiñendo su elegante vestido de un hermoso tono escarlata. Después de verla retorcerse de dolor, sacaba su espada y se la clavaba en el estómago, manteniéndola en el piso agonizando de dolor mientras dejaba la espada dentro de ella. La cabeza de Astrid palpitaba de dolor mientras luchaba contra esa escena en su mente y seguía diciéndose a sí mismo que no quería hacerle una cosa tan horrible a Leti.

Entonces la voz le habló de nuevo. — ¡Date prisa! ¡Cumple tu deseo! ¡Tu deseo de matar al Rey Caballero!

Astrid sacudió la cabeza para alejar a la voz.

Nunca haría eso. Ella es la próxima reina, el señor al que el superior Duke juró lealtad. Es una persona muy amable y nunca querría matarla.

Leti, por completo ignorante del tumulto que ocurría en la cabeza de Astrid, estaba diciéndole a Duke que ella sería la siguiente en salir cuando oyeron algo romperse. Al momento siguiente, Leti se encontró cayendo fuera de balance y Duke instintivamente estiraba su mano hacia ella. Astrid se movió antes de que pudiera decir ¡cuidado!

— ¡Su Alteza! ¡Astrid! —gritó Duke mientras Leti y Astrid flotaban por el lugar y golpeaban el suelo. Ambos se sorprendieron con la sensación al caer, como si sus estómagos se hubieran revuelto. El dolor siguió al golpear el suelo, con los escombros cayendo encima de ellos.

Gotas de agua que cayeron sobre la cabeza de Leti, la despertaron. Pequeñas rocas rodaban por su falda mientras se ponía de pie.

—Auch…

Afortunadamente Leti poseía la Espada de Acero, la espada que protegía contra los ataque físicos, así que no tuvo ninguna herida ni huesos rotos.

Ahora veo por qué no debo dar esta espada. —susurró mientras se quitaba el polvo del abrigo.

—El piso se derrumbó y nos será imposible volver a subir.

Este accidente estaba destinado a suceder basados en cómo se rompió el piso. El desgaste debido a las fuerzas de la naturaleza ya había cobrado su precio en la antigua estructura. No había sido un problema antes, ya que normalmente nadie venía por la zona, pero debido al incidente de esta noche, el piso de repente tuvo que soportar el peso de tres adultos completamente desarrollados. Afortunadamente, no había necesidad de preocuparse mucho ya que Duke estaba afuera y había visto todo lo que sucedió. Probablemente ya estaría organizando un grupo de rescate para ellos.

—Astrid, ¿estás vivo?

—Ayayay… ¿¡Su Alteza!?

Leti escuchó la respuesta de Astrid venir desde algún lugar cercano a ella. Este rápidamente se levantó cuando escuchó la voz de Leti y miró a su alrededor, tratando de recordar lo que les había pasado. Entonces se dio cuenta de todo cuando vio el agujero sobre ellos. Probablemente la voz había desaparecido debido al shock que recibió por la caída.

No haré tal cosa. Mientras mantenga la cabeza despejada, no caeré ni cederé ante el asesino que hay en mí. Astrid reafirmó nuevamente su resistencia contra lo que la voz le decía. Se sacudió el polvo y se enderezó.

—Astrid, traes un cuchillo contigo, ¿verdad? ¿Podrías prestármelo por un momento?

— ¿Eh…?

—Me rompí una uña y me gustaría arreglarla antes de que se ponga peor. Yo sólo tengo una cuchara conmigo.

Un confundido Astrid le tendió su cuchillo a Leti, preguntándose cómo lo supo. Leti tomó cuidadosamente el cuchillo y lentamente recortó la uña de su dedo anular.

—Quédate tranquilo, no le diré a nadie sobre esto.

—Uhmmm… —Astrid dio un paso atrás, sin saber qué hacer ahora que lo habían descubierto.

—Tus habilidades no se deben a un talento con las espadas. Lo que tienes es una habilidad para matar. Mis ojos son muy perspicaces.

—Eh… ah… ah… Y-ya veo. —Astrid se sintió aliviado al saber que a lo que Leti se refería era a su pasado y no a los pensamientos asesinos que estaba teniendo sobre ella recientemente. Pero pronto se dio cuenta de que tenía que negarlo.

—No, Su Alteza, no lo soy. Realmente, no lo soy.

—Si insistes, entonces no lo eres. Aunque tengo una pregunta para ti, sólo por curiosidad. ¿Por qué querías ser un caballero? Estoy segura de que podrías haber seguido con el negocio familiar.

Leti obviamente no se creyó la negación de Astrid y continuó hablando.

—Se supone que eres un plebeyo de Sommevesle, ¿no? Pero tu forma de hablar, evidentemente erudita, te delata. Deberías ir y adoptar más de los modismos del centro de la ciudad. Mejor se más cuidadoso en el futuro.

Leti le lanzó casualmente el cuchillo de vuelta y vio claramente con sus ojos como este lo agarraba fácilmente a pesar de la oscuridad.

—También creo que eres demasiado llamativo para alguien en una misión de encubierto.

—No… no lo estoy. Simplemente quería ser un caballero.

—Y esa es la parte enigmática para mí. ¿Por qué querría alguien como tú, nacido y criado para ser parte de esa profesión, ser un caballero?

Leti continuó con su interrogatorio, ignorando completamente la negación de Astrid. Este vio cuánto sabía Leti y decidió darse por vencido con las pretensiones y responder honestamente.

—…Lo más importante para un asesino es que nadie sospeche que eres uno. Y con ese propósito, nos sometemos a entrenamiento y educación para poder disfrazarnos. Fue durante una de esas clases que encontré un libro ilustrado sobre la historia de un gallardo caballero. Desde entonces, soñé con vivir en ese tipo de mundo en el que el poder se usa para proteger y no para matar.

Leti sabía que el mundo de los caballeros no era tan limpio e ideal. Y estaba segura de que Astrid lo sabía también, pero a pesar de eso, este todavía admiraba a ese caballero ideal.

—Su Alteza, ¿ha anhelado alguna vez un mundo de cuento de hadas sólo porque este es algo completamente diferente de lo que conoce? Yo lo hice. Lo anhelaba porque sabía que era imposible… realmente quería ser el Astrid que deseaba ser, así que abandoné mi hogar y a mi familia.

Astrid había tratado anteriormente de decirles a los otros asesinos acerca de su sueño de convertirse en caballero. Sin embargo, estos se rieron de él y le dijeron, de forma burlona, que lo intentara. Escuchar ese particular comentario sarcástico hizo que Astrid se diera cuenta que eso era exactamente lo que tenía que hacer, intentarlo, así que dejó su organización como el primer paso para realizar su sueño.

Leti reconoció la resolución que tenía Astrid para realizar su sueño. —Entiendo ese sentimiento.

—Pero siempre me encuentro preocupado. Preocupado de si estoy sonriendo correctamente o hablando apropiadamente. Me sometí a un entrenamiento sobre cómo sonreír, pero no estaba muy seguro de si mi sonrisa era como debería ser, —dijo Astrid con su habitual sonrisa animada en la cara.

Al ver su sonrisa, Leti se dio cuenta de que Astrid solo tenía una sonrisa. Era probable que fuera porque no supiera que existían otro tipo de sonrisas, como una sonrisa que oculta la tristeza, una sonrisa con un tinte de dolor o una sonrisa que ha aceptado todo lo que el destino pudiera arrojarle.

—Todo de mí, mi sonrisa, mis palabras, mi personalidad. Todo eso fue creado para gustarle a la gente… No estoy seguro de que alguien como yo tenga el derecho de vivir en este mundo.

—El curso de la academia de caballeros es por dos años, ¿verdad? Eso significa que sólo estás en tu segundo año después de dejar de ser un asesino. Así que, ¿de qué te estás quejando, mocoso?

Leti, quién era sólo un año mayor que Astrid, lo llamaba un mocoso. Si Duke hubiese estado allí, probablemente hubiera espetado, ¿no lo eres tú también?

—He sido llamaba la princesa perfecta, aun cuando ese título fue recientemente degradado a princesa restante. De todos modos, el apodo de ser la princesa perfecta no me fue dado al nacer. Este fue algo que me gané después de esforzarme y ser una por los pasados diecisiete años. Mis sonrisas y palabras son todas creadas para ser amada por todos.

— ¿En… serio?

—Sí. Dime Astrid, ¿te gusta Duke?

— ¡Sí! El superior Duke es fuerte y todos confían en él. ¡Él es asombroso!

— ¿Alguna vez te has sentido feliz al estar con él?

—Sí. Justo recientemente, me elogió por un trabajo bien hecho y…

Astrid siguió contando historias de lo que hacía con Duke y los otros caballeros. Él probablemente no lo notaba, pero su expresión era diferente a su sonrisa usual. Lucía un poco avergonzado, pero feliz, una expresión acorde con su edad.

—Déjame preguntarte una última cosa. ¿Sabes algo sobre la Energía Fantasma?

— ¿Energía Fantasma? Lo siento, no sé nada de eso.

—No importa. Perdona por hacerte una pregunta tan extraña.

No parece que esté mintiendo. Además, si realmente fuera el anfitrión, estoy segura de que no hubiese dejado ir esta oportunidad perfecta. Tal vez es seguro decir que él no es el anfitrión.

Sus sospechas contra Astrid aún no estaban completamente aclaradas, pero también existía la posibilidad de que él fuera solo un ex asesino. La conversación que Leti tuvo con Astrid la hizo pensar que por ahora sería seguro confiar en él y verlo crecer. Este estaba haciendo todo lo posible para ser su yo ideal y actualmente estaba en camino de hacer las conexiones necesarias para alcanzar su objetivo en la Orden de Caballería Real.

—Recuerda ese sentimiento que tienes ahora y nunca lo olvides. Trata de imitarme y a lo que he hecho en estos pasados diecisiete años. Hay cosas que aún están por verse, pero otras ya han ahondado en mí y se han hecho parte de quien realmente soy. —le aconsejó Leti.

—Diecisiete años… —Astrid la miró con respeto, respeto que ya se estaba tornando en admiración.

—Parece que nuestro rescate ha llegado.

Pequeñas piedras comenzaron a caer desde arriba y podían oír ruidosas actividades viniendo desde afuera.

— ¡Su Alteza! ¡Astrid! —gritó Duke.

— ¡Estamos bien! ¡No hay necesidad de preocuparse! —Le respondió Leti.

El ajetreo proveniente de arriba sugería que había más gente presente. Duke podría haber regresado al castillo primero para organizar un grupo de rescate para ellos. Entonces descendió una escalera de cuerda y Leti subió primero.

—…Así que Su Alteza es una veterana que ha estado haciendo esto por diecisiete años…

Astrid pensó que tal vez debería tratar y hacer lo que Leti le aconsejaba, hacer todo lo que pudiera y ser paciente. No había necesidad de apresurarse. Cierto, quizás aún podría quedar atrapado en la oscuridad que residía en él, pero algún día, justo como Su Alteza quien hacía esto desde hacía diecisiete años y justo como su superior, a quien admiraba, él podría alcanzar su meta y convertirse en la persona que deseaba ser.

¿Deseas poder? —Preguntó una voz.

— ¿Poder?

—Sí, poder. Poder para ser la persona que aspiras ser.

—…Para ser la persona que aspiro ser…un caballero como mi superior…

El superior de Astrid era un caballero de sexto rango de la Orden de Caballería Real, Duke Barchet. Él fue deseado para ser el caballero de un maravilloso amo, la princesa Leticia y Duke mismo deseaba ser el caballero de Leti. Duke era exactamente como el caballero en el libro ilustrado que había leído cuando era niño.

—Seh… quiero ser como él… quiero tener ese poder.

—Entonces déjame concederte ese poder. El contrato ha sido sellado.

No importaba cuanto la voz le insistiera a Astrid para que asesinara a Leti, no funcionaba. Pero cuando le preguntó si quería poder para convertirse en su ideal de caballero, este mostró una abertura en su guardia, mostró el deseo de tener poder. Las personas honestas y correctas como él eran débiles contra las profundas decepciones y la voz no dejó pasar esta oportunidad. Por fin había funcionado.

El cuerpo de Astrid empezó a sacudirse, temblando. Algo estaba colándose lentamente dentro de él, tomando el control de su cuerpo. Sus uñas se enterraron en la pared, chirriando mientras la arañaba, pero el sonido no era nada comparado con la tormenta embravecida en su interior.

—Me haré uno con tu cuerpo y te concederé el poder que deseas… ¡a cambio de tu vida!

Astrid abrió sus ojos, confundido, no sólo por lo que le estaba pasando, sino que también por los recuerdos desconocidos que estaban llenando su cabeza. Esos recuerdos pertenecían a la Energía Fantasma, la verdadera identidad de la voz dentro de él.

 

— ¡No! No deseo este poder. ¡No necesito tu poder! Sólo quería ser un… verdadero caballero… con mi propia… fuerza…

La conciencia de Astrid se desvaneció y se vio obligado a entrar en un pesado sueño, como si se estuviera hundiendo lentamente en el fondo de un pantano turbio. La daga convertida en abrecartas que Astrid ni siquiera sabía que llevaba consigo, entró lentamente en su cuerpo e hizo arder sus entrañas.

— ¡Astrid, puedes subir ahora! —gritó Leti con su hermosa voz, haciendo eco en el agujero en donde Astrid fue dejado sólo. Subió la escalera silenciosamente y Duke lo recibió, preguntándole preocupado si se encontraba bien.

—…Sí. Estoy bien.

La luz de la lámpara dejó el cuerpo de Astrid a media luz y esa vista se reflejó en los ojos de Duke. Aunque, una persona diferente fue reflejada en los penetrantes ojos esmeraldas de Astrid.

— ¡Oye, Astrid!

—Una ducha caliente sería refrescante, ¿no, superior? —dijo Astrid en su tono alegre normal, pero Duke no estaba del todo convencido y supo que no debía bajar la guardia frente a Astrid.

—Astrid, quédate aquí. Estoy seguro de que los niños no tardaran en volver, pero aun así quédate por un rato, solo en caso de que algo llegara a suceder. Enviaré a más gente una vez vuelva al cuartel. —ordenó Duke.

Duke estaba consciente de que Astrid se encontraba fuera de servicio, pero no lo quería cerca de Leti, así que le dio esa orden irrazonable. Astrid asintió comprendiendo y se despidió de ellos, mirando como volvían al castillo, dejándolo solo.

— ¡Por… por fin tomé control sobre este cuerpo! ¡Es realmente maravilloso! ¡El mejor cuerpo que haya poseído nunca! ¡Gastar su energía vital es un desperdicio!

No quedaba nadie para ver a Astrid reír como un lunático en medio del cementerio.

♦ ♦ ♦

—Su Alteza, ¿ocurrió algo allí abajo con Astrid? —Preguntó Duke tan pronto como Leti se bajó del caballo en el Establo Real.

—Una conversación. Además, no pienso que Astrid sea de aquellos que le harían esto y aquello a una dama.

—No eso. Sé que sabes a lo que me refiero. Astrid está… —planeando asesinarte, terminó Duke en su mente y se lo transmitió a su ama con su mirada. Él sabía que la vida de Leti estaba en peligro, pero no tenía ninguna prueba, así que lo máximo que podía hacer era advertirle y recordarle que fuera cuidadosa.

—De todos modos, te escoltaré hasta tu cuarto. Y si sucede cualquier cosa, llámame.

La villa de Leti estaba repleta de sirvientes. Si algo llegara a suceder, habría testigos inmediatos. Se mantuvieron en guardia todo el camino de vuelta a la villa, pero al final no fue necesario para nada y llegaron a la habitación de Leti.

—Perdón por molestarte hoy. Déjame el resto a mí. Te daré el reporte mañana o mejor dicho más tarde. Ya es casi mañana.

Al oír a Duke decir “Ya es casi mañana” Leti recordó la conversación que estaba teniendo con cierto rey antes de que toda esta conmoción ocurriera.

—Despertaré y encararé el mañana. Entonces seré asesinado.

—Ya es casi mañana. —Musito Leti. Su época y la del Rey León eran diferentes. Para Leti, esto se supone que debería ser una cosa del pasado, una parte de la historia, pero para ella se sentía como si solo fuera a suceder cuando llegara el alba.

—Duke, quédate justo allí. —ordenó Leti y entonces apagó la llama de la vela.

— ¡Oye! —Duke estaba a punto de darse la vuelta y preguntarle qué estaba haciendo cuando Leti lo regañó para que se quedara quieto.

—Ya es casi mañana.

—Sí, lo es.

— ¿Has deseado, alguna vez en tu vida, que esta no llegue?

—Tal vez.

Entonces Duke sintió algo aterrizar en su espalda con un suave golpe. Juzgando por la altura y la sensación, probablemente era la cabeza de Leti.

—…Nunca me traicionarás, ¿verdad?

El Rey Revolucionario era el primo del Rey Alexander, su mejor amigo y caballero de confianza. Él era la única persona que salió con vida después de oponerse a la opinión del Rey León. Eso demostraba cuánto confiaba en él y aun así, él aún traicionó y asesinó a su propio amo.

—…Sabes qué no podría hacerlo incluso si me lo pidieras. —respondió Duke.

Leti susurró quedamente. —Ya veo.

No había mejor respuesta que la que Duke le dio. Leti pensó que el Rey Alexander debió de tener ese tipo de momentos con su caballero y nunca sabría por qué los perdió, Leti tampoco tenía forma de saber.

—Gracias. Y buenas noches. —dijo Leti y su caballero se retiró.

Leti probablemente no vagaría en la Habitación del Rey Caballero esta noche. Simplemente tendría un sueño normal y esperaría que el Rey León cumpliera su promesa.

♦ ♦ ♦

—El niño no tiene ninguna herida y se encuentra completamente bien. Ya fue regañado por sus padres, así que la Orden no añadirá nada más. En relación al Bosque Oeste…

Al día siguiente, Duke volvió con Leti para reportar qué había pasado después. Estaba aliviado de ver que esta había vuelto a ser la princesa que sabía que era y no la joven señorita que había mostrado debilidad la noche anterior.

—Por último, con respecto a la Cripta Real, ya hablamos con el chambelán acerca del agujero y las escaleras colapsadas. La Orden montará guardia en turnos para resguardar el lugar hasta que todo esté reparado. Fin del reporte.

—Gracias por tu trabajo. Y llévate esto contigo.

Leti tomó algunos papeles de la mesa y se los dio a Duke.

— ¿Qué es esto?

—Una lista de candidatos para mis Caballeros de la Mesa Redonda. Son personas a las que merece la pena prestarles atención. Están listados desde los plebeyos de la Orden hasta los estúpidos y descerebrados nobles de alto rango.

— ¿Cuál es el beneficio en fijarse en alguien que es estúpido y descerebrado?

—Dije de alto rango. Son más útiles que los idiotas de bajo rango.

—Ah. Ya veo.

Duke miró el papel y observó la lista.

—Ya he hecho investigar los orígenes de los primeros diez candidatos. Los reportes están adjuntados allí. Ellos serán tus futuros subordinados, así que mejor échales un vistazo.

—Entiendo.

Duke terminó de ver la lista y estaba a punto de leer los reportes cuando el primer nombre que vio le resultó bastante familiar e inconscientemente llamó a Leti con un simple. —Hey.

—Recuerdo haberte dicho que la única persona a la que se le permite llamarme así es mi esposo. ¿Tienes alguna duda sobre la lista?

—El nombre de Astrid está aquí.

—Astrid Gale es uno de los mejores candidatos, basados en su habilidad. El resto es decisión tuya.

Primero Leti había pensado que tener a Astrid como caballero sería problemático, pero su opinión estaba empezando a cambiar. El deseo de Astrid de ser un caballero era fuerte. Tal vez podría obviar su pasado oscuro y ver hacia dónde se dirigía su futuro. Si lo dejaban solo, Astrid terminaría probablemente en el Séptimo Cielo o las Valquirias. Para Leti, sería mejor si escogiera el Séptimo Cielo, ya que Friedhelm podría aceptarlo por quien era, su pasado incluido.

—Eso es todo por ahora. Y una última cosa. No olvides el baile nocturno organizado por los Lauenstein en diez días. Iras como mi caballero, así que recuerda presentarte con tu uniforme formal.

—Entendido… Aunque presiento que esta será más bien una reunión matrimonial bajo el pretexto de ser escoltada por el príncipe Friedhelm.

—Concuerdo. Se ha estado preparando para esto y me ha estado molestando desde entonces. Nos retiraremos tan pronto como se me ocurra una buena excusa, así que asegúrate de hacer todo lo que debas hacer y entablar conversación con cualquier dama que llame tu atención temprano. Actualmente no estás en una relación con nadie, ¿verdad? Te sugiero que encuentres pareja ahora, porque estaremos bastante ocupados en un futuro cercano.

Duke quería responderle con, “¿Eres mi madre?” pero se contuvo y simplemente dijo que no tendría una por ahora y se retiró de vuelta al cuartel.

— ¡Buenos días superior! Anoche fue terrible, ¿verdad? —Saludó animadamente Astrid cuando vio a Duke acercarse al cuartel.

Duke, totalmente en guardia ante la presencia de Astrid, lo saludó de vuelta y le dijo que diera lo mejor en el día. Mientras pasaba al lado de Astrid, su subalterno deslizó algo en su mano. Le dio a Astrid una mirada interrogativa, pero este simplemente se la devolvió, como si no hubiera hecho nada.

Después de dar unos pasos, Duke miró alrededor para cerciorarse de que no había nadie alrededor y estiró el pequeño pedazo de papel que Astrid le había dado.

— ¿Un mensaje? “Por favor, no lo tire.” ¿Qué se supone que significa eso?

Duke revisó el papel por si había algo más en él, pero no encontró nada. Astrid actuaba como si no supiera nada, así que Duke sólo podía suponer sobre el significado detrás de ese papel.

Al día siguiente, la misma cosa ocurrió en la mañana y, de nuevo en la noche. Ahora que había recibido tres pedazos de papel, finalmente entendió para qué eran. Cada pedazo era una parte de una carta.

Por favor, no lo tire.

Tengo un favor que pedirle.

Por favor, proteja a Su Alteza. Voy…

Duke no podía comprender por qué Astrid estaba haciendo esto. Podría haberle dicho directamente su mensaje o haber escrito una carta normal en vez de hacerlo por pedazos. Y cada vez que Astrid le daba la carta, este aparentaba inocencia. Duke estaba completamente perdido en a dónde exactamente estaba conduciendo esto, hasta que recibió el cuarto pedazo de papel.

—Por favor, no lo tire. Tengo un favor que pedirle. Por favor, proteja a Su Alteza. Voy… —Recitó de memoria, dado que había leído los mensajes un centenar de veces tratando de descifrarlo. Y el propósito de la carta fue revelado con el cuarto papel.

…a decirle cómo puede matarme.

♦ ♦ ♦

Duke era un noble, pero siempre había usado el uniforme formal de caballero cada vez que asistía a bailes y reuniones como caballero. El traje formal de un caballero de la Orden de Caballería Real consistía en su uniforme negro, guantes blancos con el emblema de la Orden bordado en ellos y una capa mostrando el rango del caballero, que en el caso de Duke era el sexto rango.

Leti había dicho anteriormente que Duke era un poco diferente de su tipo de hombre, pero la forma en que su apuesto rostro complementaba su digno ser en su traje formal, podría hacerla admitir que este podría hacer que las damas se reunieran a su alrededor. Aunque, sus ojos eran un poco, no, eran bastante intensos e intimidantes y las damas de corazón débil no se atreverían a acercarse a él.

— ¡Oh, Duke! ¿Estamos vestidos ya?

—Trabajo. Es por trabajo. Asistiré a un baile como guardia de Su Alteza en la mansión del Marques Lauenstein.

Duke estaba dejando los terrenos del cuartel cuando pasó al lado de Astrid. Este estaba sorprendido de ver a su superior en su traje formal.

— ¡Superior! ¡Realmente se ve como un noble! ¿Va a ir a un baile con la princesa Leticia? —le preguntó Astrid con su sonrisa usual, pero esta no llegaba a sus ojos, sus ojos que lucían como los de un depredador esperando por la oportunidad perfecta para atrapar a su presa.

—Sí, lo haré. ¿Puedes pasar un mensaje por mí? Dile que se relaje y no se preocupe.

— ¿A quién debería…?

—A quien pueda ser. Nos vemos después, Astrid. —dijo Duke, con Astrid viéndolo partir con una mirada fría.

♦ ♦ ♦

Leti no era alguien que se dejara influenciar por el estado de ánimo de los demás y generalmente los ignoraba. Pero dado que la persona sentada frente a ella en el carruaje era su caballero, sintió que al menos debería preguntarle.

— ¿…Sucedió algo?

—No es nada. —fue la respuesta de su caballero, a pesar de que estaba escrito en toda su cara que se encontraba de mal humor. Leti decidió dejarlo estar y no presionar acerca de esto, al menos, para evitar una discusión.

Los dos se mantuvieron en silencio hasta llegar a la mansión de los Lauenstein. Duke finalmente rompió el silencio mientras ayudaba a Leti a bajar del carruaje.

—Quédese junto al príncipe Friedhelm tanto como sea posible.

Eres un verdadero miembro conservador de la facción del príncipe Friedhelm, ¿no? ¿Él te dijo algo?

No había necesidad de que Leti se apegara a Friedhelm, ya que fue él mismo quien vino hasta ella para presentarla a incontables hombres que pensaba serían merecedores de ser su esposo, incordiándola para que diera su opinión respecto a ellos.

♦ ♦ ♦

Al principio Leti había pensado en volver a casa tan pronto como saludara a todas las personas necesarias, pero cuando vio el sombrío cielo nocturno, el cual reflejaba su estado de ánimo, pensó que tal vez tendría que quedarse más de lo necesario.

—Bienvenida, princesa Leticia. Estoy honrado de que haya aceptado mi invitación. Ahora, estoy seguro de que mi esposa, aquí presente, estaría más que contenta de prepararle su pie de bayas especial si viniera a visitarnos más seguido, como cuando venía a jugar de pequeña. —la saludó el actual marqués Lauenstein. Después de saludarlo a él, Leti procedió a saludar a su esposa, luego a su hijo y entonces a los otros miembros de la familia anfitriona y luego… y luego… y entonces finalizó justo a tiempo antes de que su garganta se secara por completo. Ahora que Leti se estaba tomando un descanso de saludar a la gente, Duke, quien veía las interacciones de Leti con los demás desde lejos, se acercó a ella.

—Su Alteza, me gustaría dejar mi puesto por un momento. Un conocido está presente y…

—Puedes ir y hacer lo que quieras. Te doy mi permiso.

Duke, aunque era un caballero por esta noche, aún era el heredero de un barón y Leti estaba segura de que él tenía su propia ronda de saludos que hacer.

—Gracias. Por favor, quédese al lado del príncipe Friedhelm durante mi ausencia.

—Lo haré. Ni siquiera necesito ir hasta donde está, él será el que vendrá hasta mí sin importar cuanto lo evite.

—Cierto. —Duke coincidió irónicamente y se dirigió a Leti una vez más antes de irse.

—Su Alteza, le daré mi respuesta ahora. No dudaré en limpiar cualquier mal que aceche a mi ama… incluso si dicho mal es mi adorable subalterno.

— ¿Duke?

—El voto de un caballero para usted… —Y con eso, se fue.

Anteriormente, Leti le había preguntado a Duke si estaba verdaderamente preparado para ser su caballero y él le había dado la mejor respuesta, pero Leti no sentía dicha. Lo que sentía era preocupación e inquietud de que algo estuviera sucediendo y que tenía que detener a Duke de ir a donde fuera que se estuviera dirigiendo.

—Su Alteza, ¿cómo ha estado? Espero que esté disfrutando la noche. Su tocado le queda perfectamente. —la halagó una joven dama.

—…Ah… gracias. —La aparición de otro compañero de conversación evitó que Leti llamara a Duke. Lo buscó con la mirada y lo vio inclinarle la cabeza antes de desaparecer entre la multitud.

Lo atraparé más tarde y le pediré una explicación.

Pero Duke nunca regresó después de eso.

Leti conversó ociosamente con los otros invitados, sosteniendo elegantemente una copa y mirando casualmente alrededor, calculando la mejor ruta de escape. Ya se había quedado el tiempo suficiente como para no parecer grosera y quería buscar a Duke.

—Detrás de esa puerta hay un jardín de rosas lleno de rosales silvestres. Sería doloro~so.

—Príncipe Friedhelm, podría, por favor, ¿dejar de leer la mente de las personas?

Leti se había mantenido alejada de Friedhelm toda la noche, pero este por fin la había atrapado. Leti puso su copa en una bandeja llevada por un sirviente y aceptó que su destino estaba en manos de Friedhelm.

— ¿Hey, has visto a Astrid? Quería presentarlo al Séptimo Cielo esta noche.

—No, no lo he visto.

—Creo que mi invitación fue muy débil. Debí haberle dado una como es debido.

Leti dio un paso hacia la izquierda, pero como se esperaba de su hermano, él ya sabía lo que intentaba hacer y la agarró casualmente del brazo, sin que nadie lo notara y la arrastró de vuelta a la fiesta.

— ¿Qué te parece el hombre que viste la chaqueta azul? Él que está a tu derecha.

—…Parece quisquilloso y eso hace que se asemeje demasiado al príncipe Guido, así que no.

— ¿Qué no eres quisquillosa tú también?

—No me agrupes con ese hombre que odia los dulces.

Las palabras de Leti hicieron que Friedhelm recordara que en la villa de Guido estaban prohibidos los dulces de todo tipo y tembló ante la idea. Le restó importancia a ese horrible pensamiento y continuó con la exposición de sus candidatos a marido para Leti.

—Entonces, ¿qué hay de ese hombre con los puños dorados? El del abrigo con forro rojo. Es el hijo mayor del conde Eckerd.

—Una persona capaz… pero ¿esperas que me case con una persona dos décadas mayor que yo? Podría llamarlo padre por error.

—Tus quejas no tienen fin. Bueno, cuéntame, ¿quién sería lo suficiente bueno para ti?

Leti respondió con su frase usual, —Aquel con la apariencia del Rey León Alexander, las habilidades del Rey Administrador Karlheinz y la personalidad del Rey de Una Sola Mano Oswald.

— ¿De qué novela salió ese Rey Oswald? Ya he intentado buscarlo, pero no he podido encontrarmelo.

—Podrías encontrártelo en un futuro cercano. Es una persona sombría, pero que es capaz de terminar las cosas una vez que decide hacerlo. Ahora, si me disculpas.

Leti terminó su conversación ahí e intentó escapar, pero Friedhelm ya conocía su plan, así que la agarró y la llevó a la pista de baile. Entonces le hizo señas al Séptimo Cielo para que trajeran a hombres que pudieran ser las parejas de Leti.

—Es un honor bailar con usted, mi futura reina. —Friedhelm hizo una reverencia y tomó la mano de Leti para bailar.

—Dame un torpe liderazgo y te pisaré el pie sin ninguna vacilación. —lo amenazó Leti.

La multitud despejó la pista de baile para el vals del primer príncipe y su hermana, la princesa heredera. Leti les mostró una danza perfecta propia de su posición, sus pasos eran silenciosos y su silueta era agraciada y elegante.

— ¿Sabes qué? Deberíamos demostrarle a la gente que actualmente estamos en buenos términos.

— ¿De verdad? Pensaba que ya se habían dado por vencidos y apodado de fría nuestra relación.

—Una relación afectuosa y entusiasta es imposible, pero siempre podemos tener una agradable y cálida.

Conversaban a medida que danzaban y Leti, justo como se esperaba de la princesa perfecta, mantenía su sonrisa de princesa todo el tiempo.

— ¿Está lloviendo…?

Un sonido diferente se mezcló con la música del vals. El sonido de gotas de agua y la esencia de lluvia llenó la sala, pero los músicos tocaron más fuerte, manteniendo viva la música y ahogando el sonido de la lluvia.

♦ ♦ ♦

Las rosas del jardín doblaban sus tallos, pesadas con el agua de la lluvia, pero a Duke no le afectaba. Él se mantenía en guardia en el jardín, esperando por alguien, incluso después de que empezó a llover intensamente. Se quitó sus guantes empapados y los arrojó, pero estos no cayeron en los rosales donde se suponía que lo harían.

—Finalmente apareciste.

Los guantes no cayeron sobre los rosales porque habían golpeado a un hombre. Duke tenía su mano reposando en su espada, preparado para lo que fuera que pudiera pasar.

— ¿…Superior? ¿Sucede algo? Va a pescar un resfriado aquí afuera. El príncipe Friedhelm me invitó así que vine a saludarlo y…

—Basta de mentiras.

Duke no quería perder el tiempo, así que detuvo la obvia mentira de Astrid y le preguntó directamente. —Astrid, ¿Quién soy yo?

—El caballero del primer puesto de los Caballeros de la Mesa Redonda de la futura reina… o eso he escuchado.

—Sí, soy el caballero de Su Alteza y soy el más perceptivo en cuanto a las intenciones asesinas dirigidas hacia mi ama.

El sol ya se había puesto y era difícil ver en la oscuridad. La fuerte lluvia hacía difícil ver y Duke sólo dependía de la débil luz proveniente de la mansión. Pero a pesar de todo esto, Astrid mantenía su sonrisa.

— ¿Quién eres? No eres el Astrid que me dio esa carta. Así que, ¿quién eres?

— ¿Carta?

—Una carta que probablemente escribió retomando el control de su cuerpo por unos momentos, para escribirla y dármela a mí. Una carta que decía que debía proteger a mi ama de él, de ti.

— ¡Jajaja! ¡Eso explica esos breves momentos en los que perdía la conciencia! ¡Ese chico estaba haciendo eso! ¡Qué heroica hazaña! ¡Pero inútil! ¡Está pidiendo imposibles! ¡Jajaja!

Esto no provocó a Duke, este simplemente mantuvo la calma. El Astrid real, su subalterno, no el Astrid homicida en frente de él, le enseñó a Duke una forma de derrotarlo. Incluida en esa acción iban los deseos de su subalterno, que él fuera capaz de parar lo que fuera que el otro Astrid estuviera planeando hacer.

—No te preocupes, Astrid. Yo lo haré parar. Voy a detenerte. —Duke desenvainó su espada y cargó contra él.

— ¡Hagámoslo Astrid! ¡Una pelea a muerte!

Astrid también desenvainó su espada y ambas chocaron, luchando la una contra la otra, decidiendo quién viviría.

♦ ♦ ♦

La música del vals y el intenso sonido de la lluvia cubrían la batalla que se libraba en el jardín de rosas. Nadie escuchaba los sonidos metálicos resultantes del choque de las espadas, ni veían a los dos caballeros peleando por sus vidas.

— ¡Tú, bruto! —Bramó Astrid.

El cuerpo de Astrid aún era el de un adolescente en crecimiento. Este carecía de los músculos definidos que proveían de fuerza del maduro Duke. Las embestidas y ataques de Duke dejaban temblando a su cuerpo. Pero esa falta de fuerza era contrarrestada por la agilidad y velocidad que había adquirido a través de los entrenamientos por los que había pasado desde niño.

¡Los ataques frontales no funcionarán con él! Pensó Duke. Podría tener más fuerza, pero Astrid, aunque apenas, aún tenía la ventaja en la pelea por su experiencia. Si la batalla se alargaba, Duke definitivamente perdería una vez que su aguante empezara a mermar. Tenía que finalizar esta lucha antes de eso, porque si no, la muerte sería el único destino aguardándolo. Afortunadamente Astrid mismo le contó a Duke sobre su debilidad.

Mi punto débil es sobre reaccionar.

Intente tirarme una pequeña piedra a corta distancia y siempre trataré de evadirla, dejando una abertura en mi guardia en el proceso.

Duke decidió que era tiempo de hacerlo. Hizo el amago de que ya no podía seguir resistiendo los ataques de Astrid. Entonces quitó su mano izquierda de su espada y sacó la moneda que escondía en sus mangas. Una vez que esta estuvo en posición, la tiró hacia Astrid.

Ser golpeado por una moneda no era doloroso y no habia particular necesidad de evadirla, pero el cuerpo de Astrid se movió instintivamente, creando una abertura. Duke no desperdiciaría esta oportunidad perfecta.

El cuerpo de Duke se movió por instinto. Su mente aún tenía que alcanzarlo en lo que estaba a punto de hacer, pero él sabía que tenía que hacerlo.

¡…hazlo, Duke! ¡No dudes! Se dijo a sí mismo. Sostuvo fuertemente su espada con ambas manos, la levantó y acuchilló a Astrid desde sus hombros pasando por su torso. El movimiento era suficiente para hacer una herida mortal y causar que Astrid sangrara… o así debía ser.

— ¡¿Pero qué…?!

Duke sentía como si hubiera cortado una roca. El uniforme de Astrid estaba claramente cortado y goteaba sangre, pero la herida debería ser más profunda y la sangre debería salir a borbotones.

—Veo que no funciona tan bien como la Espada de Acero del Rey Caballero.

Astrid tocó la herida y se miró los dedos, teñidos de rojo por la sangre. El ataque de Duke debería haber sido fatal, pero no, no era más que un corte superficial.

— ¿Finalmente te has dado cuenta de tu estupidez?

Y la lluvia se hizo aún más fuerte.

♦ ♦ ♦

Friedhelm bajó la guardia después de ver a Leti bailar con tres hombres y su hermana vio esto como la oportunidad perfecta para escabullirse y escapar del salón de baile. Salió directamente al pasillo y se dirigió hacia la puerta que conducía al jardín de rosas, caminando lo más silenciosamente posible mientras contemplaba la lluvia que caía afuera.

—Matrimonio… Supongo que no entiende que esa es mi última carta de triunfo.

Desde que Leti había aceptado su destino de convertirse en la próxima reina, se había rendido en casarse por amor y se preparó para casarse por el bien del reino. Podría usarlo como una ofrenda de paz en caso de guerra o por negociaciones o para calmar cualquier conflicto interno.

¿Cómo esperas que desperdicie eso? Pensó indignada.

—Su Alteza, todavía hay muchos hombres apuestos esperando bailar con usted esta noche.

—Hacer que una dama baile todo el tiempo no es bueno. Debería ser más considerado con las damas, príncipe Friedhelm.

—Sé que no eres alguien que se cansaría sólo con eso.

Leti suspiró. —Viniste a buscarme, ¿verdad? Voy a bailar sólo tres veces más y es el fin. Si no, me iré a casa ahora fingiendo estar enferma.

— ¿Tres? ¿Por qué no cinco?

—Quiero terminar esto antes de que me duelan los pies. Se necesita mucho esfuerzo para bailar con gracia.

Tres bailes más y eso era todo. Leti hizo que Friedhelm aceptara esa condición y estaban a punto de volver a entrar cuando escucharon ruidos en el jardín de rosas. Se apresuraron a comprobar qué era cuando algo cayó sobre un charco, salpicando agua en el vestido de Leti.

— ¿Pero qué…? ¡¿Duke?!

Duke Barchet, el caballero de Leti, yacía inconsciente en el suelo de piedra. Friedhelm completamente sorprendido por lo que veía, se obligó a comprobar el estado de su amigo y aconsejó a su hermana que no se acercara a su caballero. Se arrodilló para ver a Duke, pero antes de que pudiera examinarlo por completo, vio algo brillante y con olor a hierro fluyendo del cuerpo de Duke. Lo tocó y supo al instante que el líquido no era agua de lluvia sino la sangre de Duke.

— ¡Ve adentro! No te alejes demasiado… de… mí…

Friedhelm cayó sobre el cuerpo de Duke, inconsciente.

— ¡Hermano!

Definitivamente había alguien dentro de la mansión. Leti miró alrededor en busca del atacante. Pensó que, como la princesa heredera, debería volver adentro y advertirles a todos para que corrieran. Ambos, Duke y su hermano, eran fuertes y no morirían tan fácilmente. Se convenció a sí misma de que era la mejor vía de acción y se dio vuelta para entrar, cuando sintió una evidente e intensa aura homicida.

— ¡Nos vemos de nuevo, Rey Caballero!

Frente a Leti estaba un hombre empapado con la lluvia y con una espada ensangrentada en la mano. Era alguien a quien conocía bien. Era el subalterno de Duke, el novato genio de la Orden de Caballería Real y ex asesino.

— ¿Astrid?

— ¿Sorprendida? ¡Jajajaja! He querido ver esa expresión en tu rostro por muuuucho tiempo. —Astrid rió como si estuviera loco.

Pero Leti ni siquiera se inmutó. Por el contrario, se quitó sus zapatos de tacón para poder moverse más libremente con los pies descalzos.

— ¿Fuiste tú quien atacó a Duke y a mi hermano?

— ¿Duke?…Ah, ¿te refieres a ese hombre tonto? Resistió durante un rato, pero no había forma de que pudiera ganar contra mi cuerpo.

—…Energía Fantasma. ¿Astrid era tu anfitrión?

— ¡Sí! Finalmente te había encontrado y debería haberte matado antes, pero este mocoso seguía resistiéndose. Me costó mucho sufrimiento tomar el control. Pero no tiene importancia, ¡porque las cosas que puedo hacer con este cuerpo competente son ilimitadas!

Leti apretó los dientes, lamentando su descuido. Es cierto que Astrid “no sabía” sobre la Energía Fantasma, pero eso no equivalía a “no ser el anfitrión.”

—El arma que usas hoy no es un abrecartas, ¿eh? ¿El real tenía miedo y se escondió en alguna parte? —Leti provocó al enemigo mientras ocultaba la conmoción que ocurría dentro de ella.

— ¡Estas equivocada! Este cuerpo es mío ahora. Este niño soy yo. Cuando te ataqué con el esclavo, aun no estábamos completamente asimilados, ¡pero es diferente ahora! ¡Puedo utilizar mis poderes por completo!

Los poderes de la Energía Fantasma y las habilidades de Astrid hacían a un enemigo invencible. Leti sabía eso más que nadie, pero no se acobardó y concentró su energía en su mano derecha.

— ¡Ven! ¡Espada del Caballero!

La palma de Leti se calentó y luz se arremolinó a su alrededor. La Espada del Caballero era la misma espada blandida por el Rey Caballero y respondía a su llamado donde y cuando lo necesitara. Se estaba preparando para atacar a Astrid, pero este había dado el primer paso y ya estaba cargando contra ella. Lo máximo que Leti podía hacer era defenderse de sus incesantes ataques.

— ¡Inútil, inútil, inútil! ¡Te cortaré la garganta incluso antes de que puedas llamar a alguna de tus Espadas Prometidas!

Los ataques de Astrid eran tan implacables que Leti ni siquiera podía darse un momento para pensar. Trataba de alejarse, pero Astrid siempre estaba apuntando directo a su cuello sin cesar sus ataques. Astrid, ahora uno con la Energía Fantasma, incluso sonreía, probablemente porque encontraba la situación interesante; el Rey Caballero perdiendo mientras él quien ni siquiera lo había dado todo.

— ¡No tener un caballero con una Espada Prometida te jugó en contra, Rey Caballero! ¡¿Cuánto has caído?!

La respiración de Leti se estaba volviendo superficial y acelerada debido a los despiadados ataques de la Energía Fantasma. Sabía que sus pies estaban llegando al límite, pero no podía echarse atrás. Se mantuvo firme, levantó su espada y atacó.

— ¡Esta era es diferente a la del Rey Alexander y el Rey Karlheinz! ¡No hay necesidad de tal poder!

La pelea de espadas continuó. La espada de Astrid rozó el hombro izquierdo de Leti, pero esta no se preocupó.

— ¡Lo que esta época necesita es confianza! ¡Demasiado poder sólo causaría caos y guerra!

Leti, parada firmemente en el suelo de piedra, nuevamente blandió la Espada del Caballero como si no fuera nada, porque la espada era parte de ella, era simplemente como levantar sus brazos, era ligera y no requería esfuerzo.

—Tenía dudas e inseguridades. Podría haber superado fácilmente a mis hermanos con este poder. ¡Pero elegí no hacerlo y esa es la única decisión sabía que tomé en toda mi vida!

Los dos hermanos de Leti eran excelentes a su manera. Era por su grandeza que surgió el problema de quién sucedería al trono. Leti sabía y aún pensaba que sus hermanos, Friedhelm y Guido, eran dignos de la corona. Si ella revelara su identidad como la reencarnación del Rey Caballero, la gente la habría aceptado fácilmente como heredera. Pero no quería hacerlo. Estaba mal.

— ¡Estoy bien con ser la Princesa Restante! ¡Lo haré el mejor cumplido del reino! ¡Incluso el apodo de Caballero Restante que Duke estaba ganándose últimamente!

— ¡Astrid! Si eres un poco de ese caballero que deseas ser, ¡lucha contra ese poder!

La falta de ejercicio y práctica finalmente le habían pasado la cuenta a Leti. Su pecho dolía y le costaba respirar. Lamentó no haber entrenado su cuerpo antes. Pero no podía rendirse. Actuó como si su cuerpo ya estuviera cediendo y se arrodilló con una de sus manos en el suelo. Astrid la atacó y esta arrojó barro a sus ojos en el momento preciso. En ese instante, Leti llamó a una de las Espadas Prometidas.

— ¡Rayo, Desciende!

Un rayo atravesó las oscuras nubes de lluvia y golpeó a Astrid. El golpe del rayo y el sonido ensordecedor del trueno paralizaron el cuerpo de Astrid y él yació inmóvil en el suelo. Leti apuntó la punta de su espada al cuello de Astrid.

— ¿Qué? ¿Vas a matar a este chico, Rey Caballero?

—No. No puedo. Él es un importante subalterno de mi caballero. Duke se entristecería si lo hago.

—Entonces déjame ir. Te terminaré en un instante.

—Tampoco puedo hacer eso.

No había forma conocida de salvar a una persona poseída por la Energía Fantasma. El Rey Caballero Christian había luchado contra estas innumerables veces durante la guerra y cada vez había elegido terminar la vida del anfitrión. El Rey León Alexander y el Rey Administrador Karlheinz lo siguieron. Pero Leti…

— ¡Haré que ocurra un milagro! Creo en el corazón puro de Astrid y en su deseo de ser un caballero que fue tan fuerte que voluntariamente dejó todo.

Leti agarró el hombro de Astrid con todas sus fuerzas y le dijo a la Energía Fantasma que no subestimara la admiración de Astrid, su deseo de ser un caballero y los nuevos lazos que había creado con sus colegas de la Orden. Astrid fue criado para ser un asesino. Pero luego conoció a una persona que era todo lo contrario.

—En nombre del Rey Caballero, te haré mi caballero.

La Energía Fantasma preguntó con la mirada qué era lo que Leti estaba planeando hacer. Y no necesitó esperar mucho por la respuesta.

—Con una espada a vuestra derecha y un escudo a vuestra izquierda, ¿me juráis fidelidad hasta el día de vuestra muerte?

Leti esperaba fervientemente su respuesta. Sujetó sus hombros más firmemente, deseando que el verdadero Astrid respondiera su llamado.

—…Ah… —Los ojos de Astrid vacilaron y Leti lo vio como otra oportunidad. Repitió el Juramento del Caballero una vez más. El cuerpo de Astrid comenzó a sacudirse, luchando contra sí mismo.

— ¡Despierta, Astrid Gale! ¡¿No ibas a convertirte en tu caballero ideal?! ¡Despierta!

Y como en respuesta a la reprimenda de Leti, Astrid abrió los labios, libre del control de la Energía Fantasma y articuló. —Lo juro. —Las palabras que Astrid pronunció quedamente no eran la respuesta formal al juramento, pero aún significaban su promesa de lealtad y eso era suficiente. Leti cerró los ojos, retiró las manos de sus hombros y presionó con fuerza la palma de su mano sobre su pecho.

—Vos sois mi caballero. —Te concedo la Espada de la Luz para evitar que la oscuridad te trague.

El excéntrico profesor de historia de Leti le había dicho que las Espadas Prometidas podrían haber sido una obra de ficción, ya que ni siquiera una espada había persistido en el tiempo, a diferencia de la Espada del Caballero. Pero la verdad sobre ellas solo era conocida por la reencarnación del Rey Caballero. La verdad era que las doce Espadas Prometidas existían, pero nunca podrían ser encontradas, ya que cada una de estas yacía dentro del cuerpo del Rey Caballero.

Una espada bañada en luz y resplandeciendo espléndidamente salió de la mano de Leti. Su brillo era diferente a la fría luz blanca de la Espada del Caballero. La Espada de la Luz era cálida y gentil. Leti llevó la espada al pecho de Astrid y la empujó dentro de él.

— ¡Detén esto, Rey Caballero!

— ¡Le concederé a Astrid la Espada de la Luz y te expulsaré de su cuerpo!

Lo que Leti estaba haciendo era una verdadera Ceremonia de investidura. Era la misma que hicieron el rey Christian, el rey Alexander y el rey Karlheinz. El Rey Caballero otorgaría a su caballero una de las Espadas Prometidas, que a su vez le daría al caballero el poder más grande imaginable. Leti no planeaba regalar ninguna de las Espadas Prometidas, pero este era un caso especial y tenía que hacerlo para salvar a Astrid.

Una ceremonia de investidura normal hubiera terminado rápida y apaciblemente, pero debido a que las palabras para el Juramento se habían simplificado y que la conciencia de Astrid aún estaba bajo el control de la Energía Fantasma, hubo mucha lucha y resistencia.

— ¡Astrid Gale! ¡No eres la Energía Fantasma! ¡Eres Astrid Gale! —Exclamó Leti.

Su llamada alcanzó a Astrid y Leti lo sintió responder. El abrecartas, la verdadera forma de la Energía Fantasma, salió lentamente del cuerpo de Astrid y cayó al piso y la Espada de la Luz entró por completo dentro de este. Los brazos de Leti cedieron y esta cayó sobre él. Estaba agotada, pero le quedaba algo más por hacer.

—…Sólo una cosa más…

Leti extendió su mano y la mantuvo sobre la Energía Fantasma. Llamó a la Espada del Fuego Infernal para purificarla y quemarla hasta convertirla en cenizas. Leti se dio vuelta y se tumbó en el suelo de piedra lleno de agua de lluvia. El agua enfrió su cuerpo, acalorado por toda la acción que había ocurrido hace unos momentos.

Ya no podré usar este vestido… y era mi favorito…

Estaba agotada y no tenía la energía ni para levantar siquiera un dedo.

— ¿…Su…Alte…za? —La voz de Astrid rompió el ensimismamiento de Leti. Astrid ya parecía estar bien, así que le pidió un favor.

—Si puedes moverte, ve a buscar un doctor para Duke y mi hermano. En cuanto a mí, déjame descansar un momento. Estoy agotada.

♦ ♦ ♦

La lluvia pronto se detuvo. Una vez que las nubes de lluvia se disiparan, las estrellas serían definitivamente fascinantes.


  1.  La montura de amazona es un tipo de montura especial donde ambas piernas pasan por un lado del caballo. Confeccionada para que las mujeres pudieran montar, ya que antiguamente se consideraba inadecuado y/o vulgar que las mujeres “abrieran” las piernas por cualquiera que fuera el motivo.

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[Sakuya: Hola hola, soy la editora de Okobore x3 Regresamos con la historia *w*, 50 páginas no son pocas jaja asi que un hurra por nuestra traductora Kavaalin n.n]

♥ ❤ ♥

6 respuestas a “Princesa Restante – Tomo I – Capítulo III: El caballero y el asesino”

  1. Si!! En serio yo queria que Astrid fuese parte de la orden de Leticia y no queria que muriera y asi fue!!
    Estoy sumamente feliz y emocionado con esto, sin duda me encariñe con Astrid.

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