Reencarné en una mujer egoísta – Capítulo 8: La aparición de una pequeñita

Traducido por Devany

Editado por Tetsu


—Madam, el té está listo.

—Gracias. Wirbel volverá pronto, ¿cierto?

Una pieza de Mille crepe reposaba sobre un plato en el centro de la mesa.  Hasta que Wirbel apareciera, se decidió recubrir el postre con una capa transparente que lo mantuviera fresco hasta su llegada. Cabe destacar, que dicha capa fue creada con magia.

La magia resultaba ser un recurso muy conveniente. Aún así, ya que la gente parecía depender tanto de ella, consideré que ellos no han avanzado mucho en cuanto a habilidades físicas se refiere. Cuando los humanos encuentran una dificultad, crean herramientas que les faciliten la tarea. Pero, en este mundo, absolutamente todo se resuelve con magia.

Bueno, eso tampoco era malo. No había necesidad de crear herramientas si la magia solucionaba todos tus problemas. Y aunque esto evitó los problemas relacionados con los avances en maquinaria y ciencia, de igual manera desarrolló otros. Ninguna de las dos formas era necesariamente la correcta.

—Berta, caminemos un poco por el jardín antes de que Wirbel regrese.

El vergel [1] era impresionante. A diferencia de los jardines normales, este poseía todo tipo de árboles. Incluso había árboles frutales creciendo en gran número dentro de sus límites.

—Vamos a conseguirle a Wirbel su fruta favorita, una que esté lo suficientemente madura como para que pueda comerla.

Para mi sorpresa, Amalie conocía las cosas favoritas de Wirbel. Según mis recuerdos ella no solía decirle más que duras palabras. Nunca le regaló ni le dio una muestra de afecto a su hijo. Y aun así, ¿lo amaba? Amalie probablemente no sabría la respuesta, pues sus emociones en cuanto a esto eran confusas. Pero ella estaba preocupada. Por más que intentara ignorar la existencia de su niño, inevitablemente terminaba preocupándose por él.

La tonta de Amalie no se dio cuenta de que aquello era amor. Vivió asustada de todo. Y lo que más la aterraba, eran sus emociones, las cuales reprimió por el miedo a sí misma. La razón de esto era… su madre. Aquella mujer que siempre la abrazaba mientras le regalaba una suave sonrisa murió cuando Amalie aún era muy pequeña.

¿Y cuál fue el resultado? En su vida adulta fue incapaz de mostrar una sonrisa, tratar a los demás con delicadeza o siquiera darles un abrazo. Para ella, recordar aquello no era más que una experiencia aterradora. Inconscientemente evitaba mostrar ese comportamiento porque recordaba a su madre. Y por desgracia el trauma de haberla perdido le hacía recordar a la mujer que le enseñó esas muestras de cariño, como una completa loca.

— ¡Por favor, espera!

— ¿Eh?

Aun si me encontraba perdida en mis pensamientos, dirigí mi mirada hacia la repentina voz.

¡Santos cielos! ¡P-Pero que li-linda!

Una niña pequeña estaba en el jardín. Se acercó a mí con una sonrisa inocente y dando pasitos nada firmes.

—Huele bien.

Se aferró a mi falda y resopló satisfecha. Dar esos pequeños pasos le había costado muchísimo esfuerzo.

¿Qué fue eso? ¡Era demasiado tierna! Me debatí entre la idea de si estaba bien que la tomarla entre mis brazos, y el anhelo de cargar a tan bella criatura.

—Se-Señorita A-Anneliese.

A penas me agaché para levantar a la niña, escuché una voz temerosa y tartamudeante. Vislumbré a una criada desconocida. En cuanto volteé a verla, ella se petrificó. Y cada vez que me movía un poco, su cuerpo temblaba.

¿¡Tanto así le asustaba!? Creo que es que exagerado temerme como si se hubiera encontrado un oso del bosque. Ah, cierto, hay bestias mágicas en este mundo. Entonces, sería mejor decir que el espanto que ella mostraba estaba al mismo nivel que el que tendría encontrándose con una de esas bestias.

¡¡Pero esperen!! ¡¡¡Eso quería decir que yo era como una bestia mágica para ella!!! Haber sido comparada con eso fue doloroso…

—Señora, huele bien.

La niña entre mis brazos se acercó y olfateó mi cuello.

Claro. Tal vez, como preparé dulces… ¿El olor se había quedado impregnado en mi ropa?

—Es el olor de Mille crepe.

— ¿Mide Creep? —sus palabras pronunciadas con esos dulces desaciertos demostraban que aún era muy joven.

—Sí, es un pastel con sabor a leche.

— ¡Anne come patel!

Sus ojos me observaban desde abajo, resplandecientes por mi explicación tan sencilla. Oh, ¿cómo podría decirle que no a esos ojitos llenos de esperanza? ¡Definitivamente no me era posible! Además, no me importaría compartir un poco de comida con ella. Al contrario, ¡lo acogía con satisfacción!

Pero lo pensé un poco mejor. Esa niña, se trataba de nada más y nada menos que de la señorita Anneliese. ¿No habría problema si Amalie le brindaba un alimento? Amalie, después de todo, había sido una mujer llena de peligrosas artimañas.

Tenía la sensación de que no estaba bien. Medité unos segundos pensando sobre lo que debería hacer.

—Madam, ¿le sucede algo?

—Berta… ¿Puedes ir y preguntarle a la señora Bianca si puedo invitar a la señorita a la fiesta del té con Wirbel?

—Por supuesto.

Berta comprendió la situación inmediatamente. Se despidió y le dio ánimos a la doncella de la pequeña que seguía allí con nosotros, paralizada por el miedo. Luego se dirigió al edificio principal.

—Señorita Anneliese, ¿te gusta la fruta?

— ¡A Ane guta!

—Entonces, ¿podrías pasarme la fruta que crece en este árbol?

Levanté a la señorita cerca de la fruta, y su pequeña mano la recogió.

— ¡La tengo!

—Muchas gracias. La lavaré para que podamos comerla más tarde, ¿de acuerdo?

Tomé unas cuantas más para Wirbel y se los entregué a la criada que se encontraba esperando detrás de mí.

—Cierto, aún no me he presentado señorita Anneliese. Soy Amalie, la madre de Wirbel.

— ¿Mamá de Wibby? [2]

—Así es. ¿Wirbel la ha tratado bien?

Asintió con la cabeza.

¡Wibby es muy amable! ¡Es más amable que Arty! ¡Lo quiero mucho!

Así es, así es. Como era de esperar de Wirbel, se ganó la atención de su linda hermanita. ¡Qué pena, señorito Arthur! El corazón de tu linda hermanita ya le pertenece a Wirbel.

—Señorita Anneliese, sentémonos en esa silla y esperemos a que regrese Wirbel.

Ella estuvo de acuerdo.


Aclaraciones:

[1] Vergel: Huerto o jardín con variedad de flores, plantas y árboles frutales.

[2] Sobre los honoríficos: en estos momentos Anneliese trata a los dos -Wirbel y Arthur- como onii-chan (si vieron la versión en inglés, seguro que lo saben). Sin embargo, ni dejarlo como estaba ni la traducción literal (“hermano mayor”) parecen las correctas para ser usadas en español. Por eso se cambió los honoríficos por apodos, que de igual forma muestran el cariño que le tiene la niña a los personajes. Esperamos que esto no les cause ninguna molestia.

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