Riku – Capítulo 10: Orden de transferencia

Traducido por Kaori

Editado por Kaori

Corregido por Sharon


A ella ni siquiera le importaba si las personas se sorprendían al verla porque eso no le servía para la guerra.

Aunque fuera humana y descendiente de una famosa Familia Espiritista, ahora usaba su poder como miembro del Ejército del Señor Demonio y era aceptada.

Si es fuerte podría seguir viviendo, pero si fuera débil, moriría y perdería el lugar donde pertenece.

Y sobre todo… Ella había logrado obtener ese lugar donde pertenecer.

Entonces, mientras fuera fuerte sería capaz de vivir y proteger el lugar al que pertenece, y si era débil, simplemente perdería ese lugar.

Por esas razones, ella puede balancear su alabarda.

Era cuando ponía su vida en juego como si fuera normal que se sentía libre. Se sentía a gusto.

—Pues bien, vamos a informar.

Riku llevaba la armadura que había pulido cuidadosamente. Era difícil diferenciarla de la sangre al igual que su pelo. Por eso, cada vez que la limpiaba, y sin notarlo, algunas manchas quedaban.

Como descendía de una Familia Espiritista, ella era objeto de desprecio y burla, pero no tenía ninguna intención de darle a esa gente más cosas para hablar. Además, no deseaba causar ninguna impresión por causa de su armadura manchada.

—¡Nos vamos!

Riku levantó su alabarda la cual había pulido con la misma idea con que limpiaba su armadura. Ya acostumbrada a su peso, la puso en su hombro mientras se dirigía al pie de la sala donde sus superiores la esperaban.

El viento que soplaba era refrescante y, de cierto modo, cálido. El cielo era igual que aquel día, un radiante y majestuoso cielo azul.

Después de verlo, Riku hizo una leve sonrisa.

Habían pasado 10 años desde ese momento, y ahora tenía 17 años. Los recuerdos de cuando tenía 7 se volvieron lejanos, pero ese día lo recordaba como si hubiese sido ayer.

Ese día, cuando había sido arrojada por un acantilado y llevada por las olas a la ciudad de Perikka. Cuando se encontró cara a cara con el Demonio más importante en su vida, quien la salvó de morir, Leivein.

—Oye, hay un rumor…

—Ah, la promoción de la humana. De verdad es muy injusto.

Riku escucho sus murmullos.

Debido a eso, su feliz estado de ánimo se fue volando de su cabeza. Por el rabillo del ojo vio a dos Demonios que la miraban llenos de burla. En realidad, a ella no le importaba… pero tampoco le gustaba que hablaran de ella a su espalda.

Y sobre todo, realmente odiaba ser devuelta a la realidad.

En ese instante tuvo ganas de usar su alabarda en ellos, pero se contuvo sabiendo que si fuera a causar problemas ella sería enviada al confinamiento. Su mano, que estaba a punto de agarrar el arma, entendió sus intenciones y regresó a su lugar. Riku se alejó rápidamente pretendiendo que no se había dado cuenta de nada.

—…

No todos los Demonios miraban con desprecio a Riku.

Por ejemplo, los que habían estado junto a ella a través de su vida en el Batallón del Dragón Demonio desde el momento en que tenía 7 años reconocieron su capacidad.

Para ser justos, no había muchos Demonios que fueran a hablar con ella, pero después de vivir juntos por tanto tiempo algunos pocos eran lo suficientemente dignos como para entrenar con ella.

Durante estos 10 años, el Batallón había logrado muchos méritos y aumentó en cantidad, por lo que los soldados recién reclutados eran bastantes. El Batallón del Dragón Demonio siempre estuvo compuesto por recién llegados, quienes eran hostiles hacia Riku.

Era obvio que esto pasaría.

Ignorando las miradas discriminatorias que le dirigían, alcanzó el lugar al que debía ir. Arreglando su pelo con su mano, golpeó la puerta suavemente.

Desde el interior de la sala, la nítida voz de un hombre le respondió.

—¿Quién es?

Al escuchar la familiar voz que no había escuchado desde hace días, todos sus sentimientos tristes desaparecieron de su cabeza.

Inhaló profundamente un poco de aire y respondió lo más alto posible.

—Desde el Batallón del Dragón Demonio, al Teniente General Leivein Adlar, la Subteniente Riku Barusak ha regresado.

—Entra.

—¡Sí!

Enderezó su espalda tanto como le era posible y entró a la habitación.

Y entonces vio al hombre mientras realizaba sus deberes oficiales.

Comparada con la primera vez, cuando conoció a Riku, ahora se había vuelto mucho más alto y le habían crecido dos alas espléndidas.

Él levantó la vista lentamente del documento que miraba y le dirigió una mirada afilada a Riku. Sus ojos no habían cambiado para nada.

—¿Es así? Has hecho un buen trabajo, Subteniente Riku.

La comisura de sus labios se arqueó ligeramente.

Al escuchar las palabras de agradecimiento de Leivein, el corazón de Riku comenzó a latir rápidamente.

Leivein quien la había salvado, era su benefactor y la persona a la que había jurado lealtad. De hecho…

Luego de escuchar esas palabras de Leivein, ella giró su alabarda, puso una rodilla en el suelo y se inclinó.

—¡Sí! Estoy muy honrada de sus palabras.

—He escuchado que, junto con Vrusto y unos 200 soldados, ganaron el control de Perika. Con toda resistencia eliminada, siendo una Ciudad comercial, será muy útil en el futuro. En esta ocasión, los Altos Mando estuvieron observándote. Charlotte-sama estará profundamente satisfecha con tu trabajo.

—¿Podría estar hablando de esa niña?

Que Riku no conociera a la persona que estaba en la posición más alta, era demasiado. Leivein estaba sorprendido.

Ahora que el Señor Demonio estaba sellado, su hermana menor, Charlotte, está al mando de la raza de los Demonios en su lugar.

Para Riku, ella sólo era un “Demonio importante”. Sin embargo, la persona más importante para ella era por lejos Leivein. Podría decir que lo demás no importaba.

Ante sus acciones, Leivein le lanzó una mirada severa.

—Es la hermana menor del Señor Demonio, y su sustituto. Debes llamarla Charlotte-sama. Llamarla “niña” es una falta de respeto.

—Sí, pido perdón

—… Bueno, está bien. Por los logros que has tenido en este tiempo, se ha decidió que serás promovida desde Subteniente a Primer Teniente. Debido a esto, se ordenó una orden de transferencia.

—¿Orden de transferencia?

En el momento que escucho eso, sintió un impacto similar al de ser golpeada por un palo en la cabeza. Sin pensarlo Riku se había acercado a Leivein. Debido a la gran fuerza que había puesto en sus manos cuando toco la mesa, una gran cantidad de documentos cayeron al suelo.

—¿¡Por qué!? ¿Por qué no puedo estar en el Batallón del Dragón Demonio!? Si ese es el caso, no necesito ser promovida a Primer Teniente. Mi vida fue salvada por el comandante Leivein. Es por eso que tengo que luchar por …

—Cálmate Primer Teniente Riku Barusak. No te preocupes, todavía serás alineada en el Batallón del Dragón Demonio. Después de un año, serás capaz de regresar.

Al oír eso, ella se quedó quieta como una roca. Eventualmente sería capaz de regresar, así que no entendía porqué era necesaria esta transferencia.

—Después de un año se me permitirá volver, ¿verdad? Si ese es el caso, entonces ¿para qué ser transferida…? —le preguntó.

—La razón de su traslado es para que puedas adquirir experiencia, ya que en el futuro serás una figura importante. Después de todo tendrás muchas dificultades al estar en un lugar donde no estás acostumbrada. Dejaré que te reúnas con tus subordinados… Deberías estar agradecida conmigo por recomendarte.

Por el bien de adquirir experiencia… Alguien que se convertirá en una figura importante…

Había escuchado todo lo que dijo, pero lo que realmente entró en sus oídos fue cuando dijo que la recomendó a ella. Su respetado y amado Leivein la había recomendado.

Solo eso era suficiente.

Sin decir nada, Riku puso una rodilla en el suelo.

Haciendo una respetuosa inclinación, que era una de las normas entre los demonios, alzó la vista hacia Leivein.

—Muchas gracias, Capitán Leivein. Cuando regrese, sin duda seré más fuerte y por sobre todo, un soldado capaz.

—Umm

Sin decir nada más, él extendió su mano indicándole que podía retirarse.

Riku dejó la habitación rápidamente, dándole la espalda a Leivein.

Una vez decidida la transferencia, tenía una montaña de cosas que preparar. Con el fin de no poner en ridículo la imagen del Batallón del Dragón Demonio de Leivein, necesitaba prepararse lo mejor posible.

Por eso, Riku estaba muy entusiasmada al respecto.

—Estoy mirando con interés en lo que te convertirás, Riku.

La voz resonó desde su espalda.

Sin darse cuenta, Riku volvió la cabeza hacia atrás.

Los ojos de Leivein no habían dejado los documentos, pero Riku estaba muy feliz.

Leivein siempre la había llamado por su nombre y posición. Que dijera su nombre únicamente la llenó de un sentimiento de nostalgia.

Tenía la impresión de que era mucha la confianza que tenía en ella.

Esto la hizo estar aún más motivada y debido a eso, terminó dejando escapar una leve sonrisa.

—¡Sí!

Haciendo una última reverencia, salió de la habitación.

Juró en su corazón que sin lugar a duda respondería a sus expectativas.

♦ ♦ ♦

[Traducido por Reino de Kovel]

Piguro entró en la habitación con un humor diferente del de Riku.

Leivein, como siempre, se centraba diligentemente en los documentos. Pero esta vez, en el momento en que Piguro entró en la oficina, él había levantado la cabeza para mirarlo.

—¿Qué pasa?

—Habían muchas opciones. No, demasiadas opciones.

Se acercó a Leivein con su monóculo brillando por la luz.

A diferencia de Riku, el humor de Piguro estaba por los sueños.

La madre de Piguro fue la nodriza de Leivein. No solo eso, el padre de Leivein le ordenó que se convirtiera en amigo de su hijo y que lo protegiera como su guardaespaldas cuando era un niño.

Después de las promociones de Leivein, el pequeño Batallón del Dragón Demonio, ahora estaba a cargo de Piguro. Hizo grandes cambios: aumentó el tamaño del lugar y el número de Demonios que servían bajo sus órdenes ahora llegaban a mil.

Era lo apropiado para un Teniente General.

Pero debido a un incidente, ocurrió el peor de los casos posibles.

—¿Por qué le diste la recomendación a Riku Barusak? A pesar de que te dije que recomendaras a Momein o a Shiruk en vez de a esa cosa.

Aunque habían pasado 10 años, todavía no confiaba en Riku en lo absoluto.

Por supuesto, él reconocía su valor en combate. Su figura balanceando la alabarda mientras corría en el campo era un como el diablo de las batallas. Incluso entre los Demonios no había muchas personas que tuvieran tanto poder.

También había algunos que le temían y la admiraban, llamándola ‘El Diablo Rojo’.

No obstante, Riku Barusak era una humana. Más aún, pertenecía a una Familia Espiritista. Era obvio que no podía se podía confiar en ella. Por eso, creía que sería mejor recomendar a algún Demonio, como Shiruk o Momein.

—Es muy sencillo. A pesar de su fuerza, todavía puede mejorar. Tengo la intención de hacerla mi mano derecha.

—¡Cometes un error! ¡Como si fuera a dejar que una humana espiritista sea tu mano derecha!

Con un sonido fuerte, Piguro golpeó la mesa.

Ser su mano derecha significa que era similar a ser algo como su asistente.

La segunda persona más importante en el ranking del Batallón del Dragón Demonio era Piguro, pero eso era porque nadie ocupaba la vital posición de ‘Asistente’. Él quería que Leivein designara a alguien para ocupar ese lugar lo más pronto posible, pero no podía dejar que ella la tomara.

—¿Por lo menos sabes lo que estás diciendo?. Si Riku Barusak se convierte en su asistente, se volverá la número 2 del Batallón… Sabes lo que eso significa, ¿verdad?

La humana Riku, quien lo único que realmente tenía era fuerza física, estaría por encima de él. Tendría que pedirle consejos y reportarle todo… Sólo pensarlo le daba dolor de cabeza.

Además, si dejaba que una humana se convirtiera en su asistente, sin duda las otras divisiones del Ejército se reirían y los mirarían en menos. Es por eso que había hecho una lista con otros Demonios para esa recomendación.

Sin embargo, al final, Leivein ignoro su propuesta.

—Esa cosa es fuerte. Pero sabes que no tiene sentido si sólo es fuerte. También hay otros factores, como la reputación.

—Por eso la recomendé, para que lo adquiriera.

Leivein bebió de una vez el vaso de agua que tenía cerca. Uno no podía evitar preguntarse cuánta sed debía de tener para hacer eso.

Él bajó el vaso vacío, el cual hizo ruido cuando golpeó la mesa.

—Esa cosa definitivamente no me morderá. Es solamente un fiel perro que cuidadosamente domestiqué.

—El Batallón del Dragón Demonio ya es una existencia unificada. Para que alguien nos traicione…

—Es imposible. No me digas algo que ya sé. Esa cosa es mucho más inteligente. Especialmente en el campo de batalla. Incluso después de que quitemos el sello del Señor Demonio, ella será útil para el Ejército. Pero no tiene estatus, y nadie la apoya. Además, desciende de Espiritistas. Por lo tanto, ¿qué debemos hacer para enfrentar esos problemas? Simplemente obtener todo por la fuerza. Conseguir una gran cantidad de logros para que no les quede otra opción más que aceptarla. De esa forma, ella atraerá muchos seguidores. Es lo mejor que se puede hacer.

Terminando de decir eso, de inmediato volvió sus ojos a los documentos.

Piguro no pudo responderle.

Su relación con los Espiritistas, que evitaba que consiguiera más promociones, debía volverse imperceptible e insignificante tan pronto como fuera posible.

Si no lo lograban, entonces no solo su promoción a mano derecha, sino su ingreso al Ejército del Señor Demonio se vería amenazada.

Para solucionar este problema, Leivein la recomendó. Si Riku es capaz de hacer que otra Fortaleza reconozca su fuerza, entonces podrá tener una carrera exitosa en el Ejército del Señor Demonio, un lugar donde la fuerza es lo más importante.

El principio que lideraba sus decisiones era razonable, pero Piguro no podía aceptarlo.

—¿Por qué…? ¿Por qué favoreces a esa chica? Si se trata de fuerza, entonces hay otras personas.

Leivein no respondió, siguió mirando los documentos en su mesa.

Dando un suspiro, cansado de la conversación, Piguro abandonó la habitación. Pero antes de que lograra tocar la puerta, esta se abrió ampliamente por Riku, quien lucía apurada y su pelo desordenado.

—¡De verdad lo siento mucho Capitán Leivein! Ah, el Mayor Oficial Piguro también está aquí.

—… ¿Qué pasa Primer Teniente Riku Barusak?

Piguro no pudo disimular su mal humor.

Riku notó el mal humor de Piguro. Pero como él era así casi todo el tiempo, no pensó mucho en ello. Así que se inclinó ante Leivein.

—Si, en realidad… Me olvidé preguntar dónde estoy siendo transferida.

—¿Eres estúpida?

Piguro se tocó la cabeza con su mano.

Tal vez no tengo muchas oportunidades… No, sin duda, después de volver de la transferencia, ella habrá acumulado muchos logros.

Pensar en cómo esa estúpida se volvería pronto su superior sólo empeoró el estado de ánimo de Piguro.

4 respuestas a “Riku – Capítulo 10: Orden de transferencia”

    1. To también espero lo mismo, yo se que en el fondo de su corazón, muuy en el fondo, hay otro corazón aun más pequeño que le tiene un poco de aprecio a ella xd

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