Riku – Capítulo 27: Un futuro idealista

Traducido por Gorrión

Editado por Nelea

Corregido por Sharon


—… Riku Barusak no vivirá hasta el próximo invierno.

Con palabras que no podían ignorarse, Riku se detuvo.

Pero no miró hacia atrás. Con un ánimo que decía la severidad de la situación y el tono de voz de Shibira, el tema sólo podía ser descrito por la palabra “serio”. En otras palabras, era algo que Shibira había visto en el futuro. Dejando escapar un pequeño suspiro, sin voltearse, Riku le preguntó a Shibira.

—…¿Es eso así? Por cierto, ¿podría haber alguna forma de evitarlo?

—No lo sé. Pero la única forma de resolver ese problema con certeza es dejando el Ejército del Señor Demonio.

Riku estalló en risas por su respuesta. Sabía que sus palabras eran serias, pero por eso mismo no había manera en que no se riera.

—Eso es imposible.

Con una sonrisa en su rostro, abrió la puerta. Al otro lado había un pasillo con un suelo de piedra. Como era de noche, la luz de la luna que venía de la ventana brillaba en el oscuro suelo.

Riku se dio la vuelta lentamente. La habitación estaba llena de luz suave que parecía bañar a Shibira. Una vez más le extendió su mano a Riku.

—Si no tienes a dónde ir, puedo refugiarte en este Santuario. Una vez que todo esto acabe, puedo teñir tu cabello e introducirte a la sociedad. Puedo ayudarte en eso.

Esa mano estaba llena de buena voluntad. Pero Riku sacudió la cabeza. Mientras levantaba ligeramente la mano derecha, se dirigió al oscuro pasillo.

—Gracias. Pero tengo que rechazarlo… Vamos, Teniente Segundo Vrusto.

—¡Oye, espera un segundo!

Riku comenzó a caminar por el pasillo mientras sus pasos resonaban.

—… Si vas directo por ese corredor llegarás a la salida. Que tengas buena fortuna, Riku Barusak.

El sonido de Vrusto siguiéndola apresuradamente tras ella y la voz calmante de Shibira resonó por detrás del pasillo. Justo como Shibira había dicho, mientras entrecerraba los ojos, notó que había una puerta de madera al final del corredor.

—Ojou-chan, ¿está realmente bien? —susurró Vrusto cuando la alcanzó con una expresión extraña.

Riku inclinó la cabeza hacia un lado.

—¿Qué está realmente bien?

—Ah, quiero decir… ¿No sería mejor hacer lo que Shibira te dijo? Si dejas el Ejército del Señor Demonio, podrás vivir por más tiempo. Parece que no morirás por una enfermedad o algo así.

—Ah, estabas hablando de eso.

Riku aflojó los labios.

Si ella dejara el Ejército del Señor Demonio, escaparía del futuro donde muere. En otras palabras, su muerte que ocurriría en este año sería durante la guerra.

¿Qué clase de lugar sería? ¿Quién la mataría? No lo sabía.

Lo único que sabía era que si el futuro que Shibira había visto se hacía realidad, entonces Riku moriría en la batalla.

—Por supuesto, no pienso morir.

—Pero si sigues en el Ejército del Señor Demonio…

—No me hagas repetirlo.

Riku miró fijamente a Vrusto con tanta dureza que el Demonio pensó que tenía su alabarda apuntándole en el cuello.

—Voy a luchar por el Capitán hasta mi último aliento. Además… No hay manera de que pueda tirar todo por un futuro que podría realmente no suceder.

Dicho eso, llegaron al frente de la vieja puerta de madera.

El futuro del que Shibira había hablado era sólo el que tenía más posibilidades de suceder. Tal vez si dejara el Ejército del Señor Demonio ella podría escapar de la muerte, pero al hacerlo la convicción de Riku Barusak moriría.

En lugar de vivir el resto de su vida matando su convicción, prefería seguir con ella hasta el final.

Tal vez sólo fuera idealista. Tal vez el camino en el que ella viviría era la elección correcta.

Pero si su cuerpo vivía a costa de su corazón, no tendría sentido vivir. Esa era su determinación y no permitiría que nadie decidiera por ella.

—Yo decidiré mi propio futuro.

Después de cerrar la boca con fuerza, empujó la puerta de madera.

♦ ♦ ♦

La casa del Señor que gobernaba la ciudad de Derufoi era muy grande.

Con muchas habitaciones sin usar, el esfuerzo de mantenerlas todas limpias era demasiado. Pero no importaba lo influyente que fuera el dueño, siempre habría una habitación sucia.

Una habitación subterránea llena de celdas cerradas con llave sería el ejemplo más habitual.

Dentro del lugar lleno de hedor, instrumentos de tortura y esqueletos alrededor, Charlotte estaba tendida en el suelo. Todavía no había sido sometida a torturas, pero pronto lo harían para que soltara información crucial del Ejército del Señor Demonio.

—Este deshonor… No hay manera de que pueda aceptar eso.

Charlotte se mordía los labios.

Su hermano mayor, el influyente Señor Demonio, de repente fue sellado. Sin saber nada, ella se convirtió en su sustituto.

Sentada en el Trono donde su hermano mayor había estado hace pocos días, dando órdenes a sus subordinados, la hacía sentir incómoda.

Durante estos 200 años, mientras se acostumbraba a su nueva posición, se había estado preparando para rescatar a su hermano… Había ocultado sus sentimientos y trabajado sólo por el bien del Ejército.

Por supuesto, cada tanto tomaba un descanso, pero eso era todo. Intentó ser siempre lo que se esperaría de la hermana del Señor Demonio.

Este era el resultado de la primera vez que se relajó… Fue diferente a la suavidad forzada de sus subordinados. La dulzura con la que el muchacho se acercó, era como si fuera su querido hermano mayor.

Estaba avergonzada de haberse sentido atraída por ese chico aunque fuera un poco.Debido a eso, muchos soldados élite del Ejército de Señor Demonio fueron asesinados.

—… Esto es un castigo.

Era un castigo que se sentía fuera de la realidad. Las lágrimas fluían de sus ojos. En el momento en que una de sus lágrimas como perlas atravesaba su mejilla hasta el suelo…

—Lo siento, he llegado un poco tarde a salvarte.

Con un ruido sordo, la puerta de la celda se abrió.

Los ojos de Charlotte estaban abiertos se abrieron por la sorpresa.

Allí se encontraba el muchacho Espiritista que había sido amable con ella.

Mostrando una sonrisa torcida, se acercó a Charlotte.

—¡¿Qué estás haciendo?!

—Se necesitó mucho esfuerzo para calmar a Cellia. Pero como era de esperar… Creo que matarte está mal.

El muchacho de pelo plateado desató la cuerda que la ataba sin vacilaciones. Y entonces, suavemente levantó a Charlotte, que estaba sentada en el suelo, en sus brazos. A causa de las palabras desbordantes de gentileza, Charlotte tembló.

—¿Por qué…? Tú, eres un Espiritista, ¿verdad? —preguntó Charlotte mientras sollozaba.

Algo como un Espiritista salvando a un Demonio era completamente nuevo.

De hecho, todos sus acompañantes fueron… Todos fueron exterminados por Cellia Buryuuser. También otros Demonios fueron asesinados por otros Espiritistas. Su hermano fue sellado sólo porque no pudieron matarlo. No había manera de que un Espiritista fuera gentil con un Demonio. Era obvio que había algo detrás de las escenas.

—Sí… soy un espiritista. Pero no te veo como un demonio perverso —dijo el chico de cabello plateado con voz suave.

Estas palabras fueron directamente a su corazón.

Gorrión
Dios por favor, que alguien lo mate, Riku, apúrate

Sharon
Oh, por el amor de Dios. Ojalá mueras Charlotte, ya me hartaste en menos de dos capítulos

Eran palabras suaves en todo sentido sin doble intención. Charlotte sintió sus mejillas y luego todo su cuerpo calentarse. Su corazón que había estado llenando de su afecto, la comenzaba a dominar.

—Yo… Quiero cambiar el estado actual de la relación entre Demonios y Espiritistas. Por eso… Quiero que me prestes tus fuerzas. Quiero que vivas.

En el momento en que estas palabras dejaron los labios del niño, un sonido como un trueno sacudió el suelo.

Sí, fue el sonido de Kurumi sacrificándose bajo tierra.

Pero ni Charlotte ni el muchacho lo sabían. Ambos se sorprendieron por el repentino sonido vibrante y el temblor.

—¿Q-Qué fue eso?

—¿Eh, terremoto? ¿Hay terremotos en este mundo? ¡¡Aunque no debería ser posible que ocurra uno en este momento!!

El rostro del muchacho se desmoronó.

Charlotte miraba fijamente al niño perplejo. Mirando cómo entraba en pánico ante el evento inesperado hacía que uno quisiera reírse. Aunque había pensado que era el tipo de persona que siempre estaba completamente tranquila, había terminado viendo otro lado de él.

Era muy diferente a la actitud de un santo… Era obviamente una reacción más adecuada a su edad.

—¿Por qué te ríes?

—Aunque yo pensaba que eras como un santo antes, ahora sólo puedo pensar en ti como nada más que un humano.

Con Charlotte riéndose de él, su cara de repente se puso roja. Por supuesto, esto sería debido a su vergüenza. Era como si el vapor saliera de sus orejas.

—Eso es grosero. Soy un ser humano para empezar.

—Está bien. Los seres humanos son seres humanos. Y los Demonios son Demonios.

—S-Sí, eso es correcto. Pero, ser discriminado así… No creo que sea bueno.

Aclarándose la garganta para volver a comenzar su charla, el muchacho sostuvo las manos de Charlotte. Y entonces, escogiendo sus palabras con cuidado, habló.

—Por favor. Soy humano, y tú eres un Demonio, pero… Si cooperas conmigo, podemos hacer un mundo que todos puedan sonreír. Por favor, ¡¡préstame tu fuerza !!

Charlotte mostró una sonrisa irónica por su ideal infantil.

Si fueran las palabras del santo de unos momentos atrás, tal vez habría accedido a sin decir nada. Pero este niño, con las palabras inmaduras de un muchacho, no hizo que su corazón se moviera.

Un mundo donde todos pueden sonreír sería realmente fabuloso. Era el mundo que ella y su hermano mayor siempre soñaron. Pero una vez que se sentó en el trono, notó algo. La realidad y los ideales son diferentes. Para lograr algo, alguien tendría que ser lastimado.

Al final, todo eso no era más que un ideal con el que soñaba cuando era niña.

—Si fuera tan fácil construir un mundo de paz, nadie estaría sufriendo ahora —declaró, rechazándolo sin rodeos.

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