Riku – Capítulo 44: La otra cara de la Isla Sherr

Traducido por Gorrión

Editado por Nelea

Corregido por Sharon


La Isla Sherr era una isla solitaria en mares lejanos.

A lo largo del año, el clima era siempre frío, y en invierno el agua de mar se congelaba.

Los Espiritistas que entrenan en este ambiente severo debían abstenerse de todos sus deseos: bebidas alcohólicas, tabaco, dulces y sus ansias sexuales.

Quienes eligen este lugar para entrenar practicarían las técnicas que usarían durante toda su vida. En esta isla aislada del mundo, durante muchos años Los Espiritistas se convertirían en aquellos que ganarían su reputación en el Reino Shiidoru.

… Sin embargo, eso no era más que la apariencia externa de esta isla.

El Jefe del Templo, Theodore Bernaal, dio un largo suspiro.

En su isla que carecía de deseos o cualquier otra cosa, el goce no existía. Se dicen hermosas palabras sobre dedicarle todo al entrenamiento, sin embargo la Isla Sherr no tenía nada noble. Al final… Era sólo una colonia penal.

Los Espiritualistas eran una existencia noble.

Sin ensuciarse las manos con injusticia y corrupción política, apoyan el exterminio de los Demonios y mantienen la seguridad del Reino Shiidoru, sin duda admirados por la población. Si el pueblo conociera a un Espiritista que se ensucia las manos cometiendo un crimen, la autoridad de Su Majestad declinaría.

Para evitarlo, los “honorables Espiritistas” que cometieran un crimen irían voluntariamente a esta isla desconectada del mundo. Una vez allí, era imposible que volvieran a la Capital Real.

En realidad era una deportación.

Por supuesto que había Espiritistas que querían escapar.

Pero debido a las intensas corrientes de agua y a la altura de las olas, terminaban renunciando. A veces, aparecía alguien para rescatar a algún exiliado. Sin embargo, se podría decir que los presos eran la vergüenza de los Espiritistas.

Como ya no podían participar en la vida pública, se escondían aquí. Tenían barcos mercantes que sacaban de contrabando a las personas que les daban el oro suficiente. Pero no era común porque, en el instante en que se descubriera a esa persona, una flota bien entrenada los atacaría. Aunque alguien viniera a ayudar, sólo se convertirían en restos de algas junto al prisionero.

―Y… Eres la recién llegada que vino hace tres meses, ¿verdad?

Mostrando una cara cansada, Theodore miró a la chica frente a él. La niña aún era muy joven y llevaba un estuche de instrumentos como si fuera lo más importante para ella.

―Sí. Mi nombre es Popii Buryuuser.

Era una chica pura no importa por dónde se mirara.

En general, por su apariencia parecía poco fiable, pero se podía ver la fuerte determinación en sus ojos. Theodore soltó palabras de admiración.

―Un Oury-san de Buryuuser, ¿verdad? Escuché los rumores. Si no me equivoco… Desafiaste al Heredero Barusak. —dijo Theodore. La cara de Popii se retorció.

―…Yo sólo quería que Rook-sama despertara —habló con un suspiro solitario y frustrado.

―Pero que te opongas al Heredero de otra casa cuando no eres más que un miembro de los Buryuuser, es un grave problema. Por eso te enviaron aquí.

―…Sí. Pero no me arrepiento. Si hay algo que lamente… Es no haber podido cambiar la mente de Rook-sama. Sólo eso.

Theodore ya sabía la razón por la cual Popii fue exiliada.

Al parecer, le había dicho a Rook Barusak cosas como “Sería bueno tener a alguien más cooperativo” o “Mira tus alrededores antes de empezar a pensar”. Esto le molestó poco a poco y así, hace tres meses, recibió una queja de la Familia Barusak, y se decidió exiliarla.

―Una niña que haría todo por un hombre… Pero parece que lo has exagerado.

―…Yo no… lo lamento.

El ambiente del entorno se volvió más oscuro.

Theodore no sentía ganas de hablar con esta chica y sus problemas de amor distorsionados. Era raro que enviaran a alguien a la Isla Sherr, por lo que sentía interés en que los recién llegados se concentraran en entrenar más que nadie.

Pero ahora ya no importaba. A pesar de que ella no había pensado en lo que hacía, parecía lista para ser rehabilitada. Si ese fuera el caso, no sería un problema.

―Ya veo. Entonces, empieza inmediatamente tu entrenamiento y a arrepentirte de tus acciones… Entrena hasta que tu hermosa piel se estropee y arrugue.

Sucedió en el instante en que Theodore la empujo con la mano.

Gorrión
Comienza la fiesta, ¡Bwahahaha!

El sonido de la puerta de la silenciosa habitación siendo golpeada tímidamente llegó a sus oídos. Cuando Theodore le permitió pasar, su subordinado entró con un rostro preocupado.

―Theodore Bernaal-sama, hay algo que debo reportar. En realidad…Cuatro barcos mercantes vienen en nuestra dirección… ¿Qué debemos hacer?

―¿Barcos mercantes? —preguntó extrañado al escuchar el informe.

Como la isla no es autosuficiente, para comprar cosas como víveres, artículos para la vida diaria y para que la gente ‘libre’ como el líder del Templo pueda comprar lo que quiera, un buque mercante pasa una vez por mes. Por lo tanto, que aparezca un barco no es algo antinatural.

Sin embargo, no habían pasado más de dos semanas desde que el último. Para que el próximo buque mercante llegará, era un poco demasiado… rápido.

―Es sospechoso… Quizás es alguien que vino para rescatar a un exiliado. No dejes que entre en el puerto.

―S-Sí. Pensé que sería así, pero… dicen que están huyendo de los Demonios.

―… ¿Estaban huyendo?

La brecha entre las cejas de Theodore se arrugó.

Los lugares pertenecientes al bando de los Demonios; como el puerto de Fert, que controlaban desde hace mucho tiempo y el recién capturado puerto de Perikka, se encontraban lejos. Si sus naves se encontraban cerca, es probable que vinieran a atacar. Sin embargo, había algo en la historia que no podía aceptar.

Theodore puso ambos codos sobre la mesa.

―Si los atacaron, ¿cómo podrían haber resistido cuatro naves?

―Yo también lo pensé. Pero los barcos no se ven muy nuevos, y también, parecen estar dañados. No sabemos si el daño fue causado realmente por ese ataque… ¿Deberíamos atacarles?

―No, no los hundan todavía… Si esta historia fuese verdadera, estaríamos abandonándolos. Si los Jefes de Estado se enteran que los nobles Espiritistas de la Isla Sherr no ayudaron unos buques cuando los Demonios los atacaron… No merece la pena arriesgarnos.

Aunque pensara eso, tampoco podía permitirles atracar en su puerto tan fácilmente. Después de reflexionar sobre ello, Theodore dio su orden.

―Hmm… Si son realmente comerciantes, deben llevar un permiso comercial con ellos. Id a verificarlo.

Si tienen las facturas comerciales, los recibirá. De otra forma no los dejará atracar. Si, a pesar de eso, se acercan, podrá considerar sus acciones como hostiles. Luego, todo lo que necesitaba hacer era usar su orgullosa flota para atacarlos.

―Entendido —dijo el subordinado y salió apresuradamente de la habitación.

En la costa de la Isla Sherr, había cuatro barcos mercantes anclados.

Junto a uno de esos buques, había un pequeño bote que fue a verificar si tenían las facturas comerciales. Los enviados que estaban en el botecito en la cubierta, vieron a las decenas de personas que los esperaban. Muchos tenían sus cabezas, brazos, piernas, y otras partes del cuerpo cubiertas con tela.

Tal vez fueron heridos en la batalla con los Demonios.

Mientras pensaban en eso, los enviados notaron una chica… La única persona sana. Su cabello rojo desprendía un sentimiento ardiente. Sólo ella no tenía ningún vendaje visible.

―Es un mal presagio… Una pelirroja a bordo del barco. Aún más, es casi una niña —susurró uno de los enviados al oído de su colega, quien asintió.

―Ah, ah. Por eso que fueron atacados por Demonios… Bueno, basta de charla. ¿Dónde está el Capitán de la nave? Hemos venido a ver si poseen las facturas de embarque para su mercancía.

―Si está buscando al Capitán, ella está ahí de pie, de gozaru.

Una chica con un paño envuelto en su cabeza señaló a la pelirroja.

Los emisarios pensaron que debí tratarse de un error. No podían creer que esa gente tuvieran los nervios necesarios para elegir a esa pelirroja de mal agüero como su Capitana, quien tenía el destino de la flota en sus manos. Para empeorarlo, su aspecto era débil.

Mientras se preocupaban sobre cómo deberían responder, la chica declarada como Capitana se acercó como si estuviera bailando.

―Buenas tardes. ¿Son los enviados de la Isla Sherr?

―Ah, sí. Hemos venido a confirmar la factura de embarque. Por cierto… ¿Eres realmente la Capitana?

La chica asintió como respuesta a la duda de los enviados. Con su mano derecha en la cintura, ella bufó.

―Yo conduzco este barco. Ahora… Si le mostramos la factura, ¿nos dejará entrar?

―Por supuesto. Te llevaremos allí. Primero, queremos ver los documentos.

―Bien. Espera un segundo.

En el momento en que la pelirroja murmuró esas palabras, el hombre a su lado perdió la cabeza. Mejor dicho su colega, que ahora era sólo una cabeza, voló dibujando un arco rojo mientras mantenía una estúpida expresión en su congelado rostro. Y luego, cayendo, rodó por la cubierta del barco.

Gorrión
Y voló...

Nelea
Y así bautizó el barco, hahaha

¿Eh?

Sólo pudo mirar la cabeza de su compañero que había caído al suelo con sorpresa. Sin llegar a comprender lo que sucedió, sintió un dolor ardiente en el pecho.

Con ese intenso dolor atacándole, el enviado sólo pudo gemir. Abriendo mucho los ojos, de algún modo movió su mirada hacia su pecho y notó que una hoja aguda había perforado su corazón. Gota a gota, la sangre descendía de la espada plateada.

―Sargento Mayor Roppu, quítale la ropa a ese tipo. Cabo Frants, tú a ese y ambos cámbiense. Oye, puedo ver tus orejas. Ten cuidado.

Junto con esas palabras, sacó la espada de su pecho. Sin poder aguantar más, se derrumbó en el suelo de la cubierta. Respirando con dificultad, de alguna forma seguía consciente.

―Teniente Comandante, ¿necesitamos esa ropa? Está cubierta de sangre.

―No se darán cuenta si no miran de cerca.

Las voces se distanciaban. Segundo a segundo, algo caliente fluyó por su pecho y el dolor comenzó a desaparecer.

De algún modo, manteniéndose consciente, el enviado levantó desesperadamente su rostro. Lo primero que vio fue el cielo azul.

En aquel paisaje aparentemente transparente, la chica roja sacudió la sangre de su espada. Su pelo rojo se movía con la brisa marina, y la luz del cielo azul se reflejaba en ella. Debido a esa luz de fondo, no pudo ver su rostro. Sin embargo…

―Es para acabar con ese templo. Ahora, cambia rápidamente de ropa.

Cuando se desvanecía, tuvo la impresión de que la chica estaba sonriendo.

Era una sonrisa inocente, pero inadecuada para su edad, llena con fragmentos de malicia.

Gorrión
Quiero la cabeza de la chica que Rook envió

Nelea
Y así Riku comienza a apoderarse de la isla hahaha

2 respuestas a “Riku – Capítulo 44: La otra cara de la Isla Sherr”

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