Riku – Capítulo 45: ¿Debemos contraatacar?¿Debemos rendirnos?

Traducido por Gorrión

Editado por Nelea

Corregido por Sharon


En su oficina, Theodore revisaba la situación con su catalejo.

Si el pequeño bote con los mensajeros no regresa, sería necesario movilizar la flota de inmediato.

Sin embargo, parece ser que no había nada de qué preocuparse.

El pequeño bote regresó con seguridad a la Isla Sherr junto a los cuatro buques mercantes. Mirando desde su catalejo, pudo confirmar que los dos soldados se encontraban en el pequeño bote que guiaba a los buques mercantes.

No podía ver bien sus caras, pero llevaban el uniforme de la Isla Sherr. En otras palabras, los cuatro buques mercantes no eran hostiles. Theodore soltó un suspiro de alivio.

―… Así que al final, era verdad.

Nelea
Hahaha, iluso

Sintiéndose avergonzado por sospechar demasiado, comenzó a pensar en lo que debía hacer cuando llegaran. No había manera en que los echara después de dejarlos quedarse. Tenía muchas cosas que hablar con ellos, como cuánto tiempo planeaban quedarse, cuánta comida querían y si necesitaban ayuda con algo más.

―Realmente, ahora tengo que ir a hablar con ellos… Haa…

Theodore decidió que por ahora, debería empezar cambiandose de ropa.

Se dirigió al vestuario dándole la espalda a la ventana.

Ya que iba a hablar con ellos, necesitaba vestirse como el líder del Templo, sobre todo porque estará tratando con comerciantes y debían tener mercancía en sus barcos.

No podía dejar que unos mercaderes que huían de los Demonios lo menospreciaran. Por muy bien que manejara la conversación, si su ropa estaba desordenada era posible que el comerciante le despreciara.

Además, era posible que pudieran tener más encuentros en el futuro. Como estaban huyendo, también era probable que tuviera éxito al negociar. Mirando desde ese punto de vista, no había manera de que pudiera dejarse despreciar en sus primeras impresiones.

Sin embargo… Si hubiera seguido observando los barcos un poco más, tal vez, los siguientes acontecimientos podrían haber sido diferentes.

Pero pensar en lo que hubiera pasado no tiene sentido después de todo. Cuando Theodore se dio cuenta de la conmoción, ya era demasiado tarde.

Justo en el momento en que miraba al espejo para ajustar el cuello del uniforme y ponía su cabello en orden, un subordinado se precipitó dentro del cuarto con tanta fuerza que casi tiraba abajo la puerta.

Theodore soltó un suspiro cansado.

―¿Qué pasa? Mi cabello se ensució. Aunque pronto tendré una reunión…

―¡No es el momento de decir eso! ¡Nos engañaron! ¡La nave tenía Demonios!

Theodore detuvo la mano con la que ataba la corbata.

Al principio, no podía entender el informe.

Pasó un tiempo hasta que la última parte del reporte, palabra por palabra, penetrara en su mente. Pero una vez que entendió el significado, resopló, negando la posibilidad.

―Qué cosa tan estúpida… ¿No tenían los documentos?

―N-No. Mataron a los mensajeros e intercambiaron lugares con ellos.

―… No puede ser posible.

Gorrión
Te la han metido doblada, compa

Theodore corrió a su despacho.

Mirando por la ventana, vio el puerto con el que ya se había familiarizado teñido de sangre.

Desafortunadamente, la mayoría de los muertos en el puerto eran los soldados del Templo. Muchos Demonios se acercaban con sus espadas o lanzas alzadas. Theodore se desmoronó débilmente sobre el suelo.

―C-C-Co-cómo… Esto es imposible.

Sin poder desplegar su orgullosa flota, los Demonios ya habían desembarcado.

Los soldados que estaban completamente desprevenidos para la batalla parecían estar siendo pisoteados por los Demonios. Especialmente por el Demonio pelirrojo que los conducía; cortaba a los Espiritistas más alegremente que cualquiera de los demás.

Incluso desde la distancia era posible verlo cortando a unas diez personas con sólo un giro de su alabarda. Mirando al Demonio pelirrojo actuar como un demente, un escalofrío le atravesó y comenzó a temblar. No podrían ganar contra él.

Lo sabía no por lógica, sino por instinto.

―Esto… esto… Tal vez sería mejor si nos rendimos.

Antes de que pudiera notarlo, ese tipo de palabras ya estaban saliendo de su boca.

Atesoraba más su propia vida que el honor de los Espiritistas.

Por lo tanto, lo mejor sería rendirse para prolongar su vida aunque fuera sólo por una hora más, y esperar la oportunidad para huir.

Sin embargo, el que pensaba eso era sólo Theodore.

―¡¿Qué estás diciendo?! ¿No deberíamos ir a luchar contra ellos?

El subordinado de Theodore pretendía resistir hasta el amargo final. Tenía una expresión llena de sorpresa ante Theodore, quien ya había renunciado.

―Incluso sin luchar, es obvio. Mira eso. Ese Demonio pelirrojo está matando a diez hombres con un solo movimiento. Si se tratara de una batalla naval, sería otra historia, pero… ¡no hay manera de que podamos ganar contra ese monstruo en tierra!

―¿No hay un gran número de Espiritistas en este Templo? ¡Ahora es el momento de usarlos!

―Tonterías. ¿Dices que deberíamos hacer que los prisioneros peleen?

Theodore empezó a temblar violentamente con la declaración de su subordinado.

De hecho, podrían ganar si utilizaban a los Espiritistas encarcelados allí. De una forma u otra, ellos habían acumulado entrenamiento diariamente.

Naturalmente, en lugar de práctica real, la mayoría desarrollaban sus conocimientos sobre las Técnicas Prohibidas. Sin embargo, también había Espiritistas con mucha experiencia en combate. Si los usaban bien, podrían ganar.

Aún así, Theodore no podía decidirse.

―P-Pero … ¿Está realmente bien usar a los prisioneros?

―Si no los usas ahora, ¿cuándo los vas a usar?

―U-um…umu.

Gorrión
Tiene demasiado miedo para hablar bien

Nelea
Es un iluso miedoso, pero al menos es listo. O más bien tiene buen instinto. ¿Qué esperas? Ya ríndete

Ya no quedaba más tiempo. Los salvajes demonios se acercaban al Templo en ese momento. Torció su expresión y dio la orden cansadamente.

―… Entonces, seleccione a la gente que desea de los prisioneros. Y también, debes tomar el papel de guiarlos en la lucha.

―¡¡Ha!! —Con esta breve respuesta, su subordinado salió del cuarto como el viento.

Nelea
Me retracto, no es para nada listo. Y ahí va otro que izó su bandera de destrucción

Sólo Theodore quedó en la oficina, pensando.

Tenía absoluta confianza en su subordinado, pero no creía que fuera tan fácil. Había mucha gente con grandes poderes en las Técnicas Prohibidas Demoníacas, pero les faltaba entrenamiento. Aunque los usaran para enfrentarse a los Demonios élite que luchaban en el puerto, ni siquiera podía imaginar que pudieran ganar la batalla.

―Mumumu… ¿Qué se supone que tengo que hacer…?

Quería creer que su subordinado ganaría, pero también tenía que considerar que podía perder.

Si fueran a ser derrotados, incluso si implorara a los Demonios, su impresión de él sólo empeoraría. Si eso sucedía, el cuello del General enemigo, que era él mismo, estaría en peligro.

Por cualquier medio, necesitaba pensar en una forma de salvar su propia vida.

―¿… Debería darles el tesoro transmitido por generaciones en el Templo? No, no, no puedo imaginar que se retirarán con algo como eso. ¿Quizás servirles comida, emborracharlos…? No, los Demonios estarían atentos a la comida. Sería problemático si llegaran a pensar que tiene veneno. Umumu… Entonces, ¿debería entretenerlos con música o bailes? Hm, ¿música?

En este momento, en la mente de Theodore, brilló una gran idea. Inconscientemente, sonrió.

―Eso es correcto, estaba eso. De acuerdo, vamos con ello.

Theodore sonrió alegremente. Definitivamente no se fiarían de la comida estando en el campo de batalla. También era posible que fueran cautelosos durante las danzas.

Pero si había una actuación musical, bajarían la guardia. En vez de confiar en una batalla incierta, ahora confiaba en ese plan en el cual el enemigo nunca pensaría.

Theodore arregló los preparativos para llamar a una persona.

Gorrión
¡Ese viejo está senil!

♦ ♦ ♦

¿Cuántas personas maté?, pensó Riku de repente mientras giraba su alabarda.

Desde que desembarcaron en la Isla Sherr con éxito, había blandido la alabarda sin detenerse. Sin embargo, todas las personas que venían a detenerla eran tan débiles que era deprimente.

Comparados con los Espiritistas de la Batalla de Myuuz y Karkata, eran tan débiles que Riku estaba aburrida.

Mientras corría en dirección al Templo, no dejó de usar su alabarda para cortar Espiritistas. En menos de un segundo, había abierto los vientres de diez enemigos, haciendo que sus órganos vitales volaran hacia el suelo.

Pero eso no le importaba. Mientras evitaba la suciedad que salía de ellos, ella siguió adelante.

―¡Ojou-chan, no hagas como si todo esto fuera aburrido! —gritó Vrusto desde atrás para reprender su forma de actuar.

Sin embargo, el entusiasmo en su rostro tampoco era mucho. Parece que él también estaba aburrido de que todos fueran pequeños aperitivos. Blandía su espada sin mostrar ninguna emoción.

―¿Aunque el Teniente Vrusto también se aburre? —resopló Riku.

―Eso es porque me obligaron a quedarme dentro de la nave todo el tiempo por mi cara. Y cuando finalmente pensé que podría pelear, solo hay debiluchos.

Sin importar cómo se mirase, el rostro de Vrusto era de un lobo. Aunque la cubriera con vendajes o un sombrero para evitar destacar, era absolutamente imposible verlo como un ser humano, sin importar el esfuerzo que se hiciera.

Por eso, lo mejor fue que permaneciera escondido en una de las habitaciones hasta que la nave desembarcó. Así, desde que marcharon de Fert, había estado encerrado.

―Por más que diga eso, no significa que esté bien poner esa cara aburrida. Si bajas la guardia, tendrás problemas, ¿de acuerdo? Mira, llegaron refuerzos mientras hablábamos. Ojou-chan, mira hacia adelante.

Sin necesidad de que Vrusto dijera nada al respecto, el frente empezaba a ser ruidoso. Muchos Espiritistas avanzaban hacia ellos desde el Templo gritando. Era como si una gran ola se acercara. No eran muchos, pero como cada uno rebosaba de deseo, parecían más.

Con sus ojos ardiendo, no parecía que fueran a retroceder en lo absoluto.

Emitían la fuerte sensación de que pelearían hasta el final o hasta que ganaran.

―Oh, por fin apareció la gente que parece tener espíritu.

Riku se lamió los labios.

Era como si… estuviera a punto de ir a probar su calidad.

Gorrión
Como el que va al supermercado a comprar cabezas de calidad

Nelea
Y pide probaditas, ¿no? Como cuando pides de un tipo y la señora que te atiende te da un pedacito de otro para que compres de ese, hahaha

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