Sentido Común de una Casa Guerrera – Capítulo 52: Las enseñanzas de mi Padre

Traducido por Lugiia

Editado por Sakuya


Tal vez ha vuelto a sus sentidos después de oír la voz del referí ya que Donaldy se pone de pie ferozmente.

— ¡Tiene que haber algún tipo de error! Es verdad… estaba siendo blando con ella. Si peleamos de nuevo, entonces definitivamente ganaré.

Viendo su violenta apariencia, los caballeros dejan escapar un suspiro de alivio mientras comienza a flotar una atmósfera concordando con su declaración.

Por otro lado, los miembros del Ejército sueltan risas despectivas mientras miran su condición.

—Ya veo… Entonces, intenta luchar contra ella de nuevo.

La voz de mi Padre, mientras dice eso, es fría y llena de una sensación de intimidación.

No pienses que habrá una segunda oportunidad.

Cualquier persona participando en este entrenamiento, puede darse cuenta que eso es lo que está diciendo implícitamente mi Padre.

Ya que eso es lo que él enseña.

No pienses que habrá una segunda oportunidad.

Porque en la batalla, sólo hay muerte o victoria.

Entrenar con la expectativa de que habrá otra oportunidad para batallar es un acto extremadamente tonto. No te hagas la ilusión de que es imposible que pierdas.

Siempre teme a la muerte.

Y siempre prepárate para tu propia muerte.

Eso es algo que mi Padre predica constantemente.

Sin darse cuenta del verdadero significado de sus palabras, Donaldy toma su espada y se coloca en posición. También extiendo mis nervios una vez más para poder reaccionar a la voz del referí en cualquier momento.

Y, entonces…

— ¡Comiencen!

Junto con la voz del referí mientras resuena, esta vez soy yo la que se mueve primero.

Para atacar la condición de falta de preparación del oponente, muevo todo mi cuerpo, dejando una imagen posterior en el espacio en el que estaba antes.

— ¿Eh…?

La voz de Donaldy, mientras murmura eso con un asombro total, parece venir de muy lejos. Sin embargo, no me importa. Tal vez sería más exacto decir que no entró en mi conciencia. Es como si un grueso muro lo ocultara, aislando mi conciencia del mundo exterior.

Mi conciencia sólo observa a mi enemigo para poder determinar cuidadosamente sus movimientos.

Mientras mi oponente permanece aturdido, levanto mi espada desde abajo, levantándola por encima mientras desvío la espada del oponente y la mando a volar. Siguiendo con ese movimiento, bajo la espada desde arriba, llevando mi hoja hasta el cuello del enemigo.

Es como si fuera algo decidido de antemano, algo que ha sido predeterminado… es ese tipo de batalla.

Esta batalla, que ha durado sólo unos segundos, causa que todos se sorprendan.

—La ganadora, Mel…

En medio de eso, la solemne voz del referí resuena.

Todos vuelven a sus sentidos con esa voz.

En un instante, el sonido regresa al mundo.

El sonido de las ovaciones que viene del Ejército.

Y, las voces desconcertadas de los caballeros.

Se siente como si cada uno de ellos es una ola que avanza, con ambas casi de igual tamaño.

Yo, siendo el objeto de esas voces, no pienso mucho en ello.

No quiero perder nuevamente. No obstante, a pesar de haber ganado contra alguien de quien hablé previamente de forma entusiasta, diciendo que ganaría con seguridad la próxima vez… no le doy mucha importancia.

Más bien, en cambio, recuerdo con indiferencia el combate de hace un momento, y lo que me viene a la mente son pensamientos como: Debería haberme movido de esta maneray,ese tipo de movimiento tampoco es tan malo. Termino reflexionando sobre mis propios movimientos.

— ¡Una vez más…!

Donaldy grita eso poniéndose de pie sin darme cuenta, mientras pienso aturdidamente en esas cosas.

Una atmósfera de simpatía emerge de la Orden de Caballeros, mientras que una atmósfera de objeción viene del Ejército.

Es, por así decirlo, una situación explosiva.

Sin embargo, mi Padre abre la boca para interrumpir las palabras de Donaldy.

—No digas frívolamente cosas como una vez más. Si fueras derrotado en el campo de batalla y estuvieras al borde de la muerte, ¿dirías lo mismo?

Por un momento, Donaldy se queda sin palabras ante la pregunta que se plantea claramente.

—Eso es…

—No seas engreído y pienses que eres alguien fuerte… no hay gente fuerte en el campo de batalla. Porque sólo los que ganan y permanecen son fuertes.

Ante las palabras de mi Padre, la conmoción se silencia sin que nadie lo note.

—El entrenamiento no es sólo eso. Permitirse ser negligente, y luego a su vez que esa negligencia exponga a tus aliados al peligro, es simplemente demasiado desagradable. Para empezar, el cuerpo humano es frágil. Aunque los accidentes son una parte indispensable del entrenamiento… si tienes pensamientos tan ligeros como para que haya una próxima vez, no prestarás la debida atención a tu cuerpo, que se convertirá en la raíz de que ocurra un accidente.

Esas palabras hacen que Donaldy baje su cabeza, avergonzado.

—Me estoy repitiendo… pero no vuelvas a hablar tan a la ligera. No importa cuánto lo intentes contra la corriente, no podrás ganar contra eso. Refréscate la cabeza.

Ante el rechazo de mi Padre, Donaldy no vuelve a hablar.

Los que están del lado del Ejército levantan la voz para decir palabras alegres que se asemejaban a ovaciones. Y luego las palabras de oposición parecen venir del lado de los caballeros.

Sus reacciones opuestas se contrarrestan entre sí, formando una atmósfera explosiva. Ya sea por irritación o por su grave enfado… más bien es lo último… una sensación de presión similar a la intención de matar viene de mi Padre.

— ¡No es sólo Donaldy! ¡Todos ustedes son descuidados!

Ruge… ese grito hace que todos cierren sus bocas una vez más.

— ¿Por qué razón están todos ustedes entrenando? ¡No se burlen de los demás, no estén satisfechos…! ¡Sean más codiciosos! ¡Sean modestos! ¡En el momento en que olviden todo eso, se convertirán en un matón que pueden encontrar en cualquier lugar! En ese lugar, donde nacieron o de quien descendieron no importa en absoluto. Todos están aprendiendo técnicas para matar a otra persona… Precisamente por ello, deben controlarse ustedes mismos. Y encima de eso, deben continuar puliendo sus espadas. Comprendan que se dirigirán al campo de batalla, donde nadie los respetará, y no podrán confiar en nadie más. ¡Es una batalla en la que están completamente solos! En este lugar, todos son iguales, y todos están en una ocupación donde la muerte está constantemente a su lado. ¡No lo olviden…! Si a pesar de eso todavía quieren avanzar en ese camino… no dependan de las palabras. ¡Muéstrenlo ustedes mismos a través de sus acciones! Eso es todo lo que diré, continúen…

Durante un momento, nadie se movió después de que las palabras de mi Padre rugieran como un trueno. Continuaron mirándolo fijamente.

Eventualmente, el referí declara respetuosamente el siguiente combate. Entonces, el entrenamiento comienza una vez más. Sin embargo, el ambiente se vuelve aún más tenso.

Todos tienen expresiones serias hirviendo con espíritu de lucha. Ahí no hay relación si son caballeros o soldados.

Y así, el entrenamiento continúa.

Una respuesta en “Sentido Común de una Casa Guerrera – Capítulo 52: Las enseñanzas de mi Padre”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido