Solo soy la hija “normal” de un duque – Capítulo 12: Sirviente, negociaciones y cactus

Traducido por Lugiia

Editado por Yonile


[Punto de vista de Arc]

La señorita parece haber alcanzado su límite y se queda profundamente dormida sobre la bestia sagrada. Él regresa a su lugar con ella en su espalda y la recuesta hábilmente en el cojín, envolviéndola con la cola para que no tenga frío.

Señorita, ¿dónde encuentras a alguien que use a la bestia sagrada como colchón en medio de una conversación con el Rey?

No, definitivamente existe una persona.

No sería extraño que le creciera cabello por sus agallas. Más bien, podrían ser de acero.

Una persona confirma ella se ha dormido…

Oye, no seas envidioso. Deja de hacer una expresión de disgusto, idiota. ¿No estabas peleando con Su Majestad hace un momento? ¡El coraje excesivo de la señorita es definitivamente tu culpa!

—Rufus, ¿es cierto que los cactus fueron convocados por el espíritu de tu hija?

—Sí. Fue mi hija la que presentó los formularios de petición y los documentos de contabilidad que se utilizarán a partir de ahora.

—¿Qué…?

Mi señor… No, ya se ha convertido en mi estúpido señor, ¿verdad? ¡Estúpido! Deja de presumir con tu rostro. ¡¡Tú!! ¡¡Padre excesivamente cariñoso!!

¡Esa información no era necesaria! ¡Presume de tu hija todo lo que quieras en casa! ¡Aquí sólo causarás problemas!

—¿No es increíble?

—Ah… sí.

Su Majestad obviamente no tiene palabras. Está temblando.

—También habló con la bestia sagrada, es una princesa bastante inusual. Los niños que se encuentran con él por lo general comienzan a llorar…

Tiene razón, ¿sabes? La señorita es extraña en muchos sentidos, pero esa es la reacción normal. En el pasado, la bestia sagrada me aulló y sigue siendo un trauma. Los niños que vienen al castillo normalmente reciben un bautismo.

Mi estúpido señor ya es extraño por mantenerse sereno esa vez. No, ha sido extraño desde mucho antes. Incluso estaba bien cuando la bestia sagrada jugaba a morderle la cabeza. Su Majestad también se alejó aquella vez, qué nostálgico.

—Eso es porque Rosalía es valiente.

Tú, el de allí, no pongas nuevamente esa cara de engreído. Sólo quieres presumir de ella. La diferencia entre valiente e imprudente es muy pequeña, así que deja de alardear de tu hija aquí y hazlo en casa.

Si lo dejo en manos de este estúpido señor, no arreglaremos las cosas.

Recito un pequeño conjuro en mi boca. Es magia de transmisión. Una magia que transmite un mensaje directamente al oído del destinatario.

—Su Majestad, las negociaciones…

El receptor responde de inmediato con la misma magia.

—¿Qué?

—Has estado mezclando tu trabajo egoístamente con el nuestro justo antes de la fecha límite, ¿no?

—¿De qué podrías estar hablando…?

Su complexión no ha cambiado, pero sus ojos sí.

—¿Era sólo mi imaginación? Entonces, ¿está bien decírselo al señor?

La tormenta de hielo estaría asegurada. Mi estúpido señor no muestra misericordia a sus oponentes. Últimamente, ha estado aún más agravado por el exceso de trabajo… mi primer paso en ese momento sería arrodillarme. Vivir es importante.

—¿Qué quieres…?

—Aprueba los cactus antes de asegurar más personal. Son inesperadamente inteligentes, sus espinas tampoco duelen mucho. También podría servir como una medida contra las personas sospechosas.

—¿Te pinchaste?

¡Ah, idiota! ¡¡Habló de forma normal!!

—¿Pinchar? ¿Estás hablando de un cactus?

Con la mano de Su Majestad como señal, los guardias sombra se retiran. Ya no hay necesidad de seguir hablando en secreto, así que disipo mi magia.

—Sí, sobre los cactus. También, haz a la señorita y al joven maestro secretarios temporales hasta que el personal esté asegurado…

—¿Eso está bien…? —pregunta Su Majestad.

—Mis hijos son superiores a los demás.

Cállate, padre extremadamente cariñoso. Es cierto que tus hijos están en un nivel diferente.

—Te lo garantizo. Soy incompetente comparado con la señorita.

Desvío la mirada un momento. ¡No, creo que ser normal es lo mejor! ¡Una paz común es maravillosa!

—Entiendo. Te doy permiso…

Su Majestad suspira. Las negociaciones han terminado.

—Arc, no eres incompetente ni nada de eso. El papeleo está fuera de tu área de especialización —me dice el señor rápidamente, a punto de abandonar la sala.

Mi Señor, que es incapaz de leer el estado de ánimo, tampoco consolará a los demás. Más bien, no puede. Si eres incompetente lo dirá y no te obligará a hacer cosas que no puedes hacer. Si lo reconoce, lo aceptará tranquilamente. Es un tipo problemático, pero no puedo odiar eso de él.

—Sí, sí. Muchas gracias.

El borde de mi boca se afloja de forma natural.

—Por cierto, ¿te pinchó un cactus?

¿Vas a sacar el tema otra vez? Siempre te has preocupado por las cosas que no son importantes.

—Una espina voló hacia mí cuando estaba desanimado por mi incompetencia.

—¿No es eso peligroso…?

—Verás, me curó la rigidez de mis hombros…

—Voy a pincharme.

Mi estúpido señor abandona con rapidez la sala de audiencias.

¿Podrías esperarme? No me dejes atrás.

—Déjalo para después. Le pregunté al espíritu de la señorita sobre ello y me dijo que los cactus no atacarán a los que no tienen malas intenciones. Aparentemente me pinchó porque notó mi fatiga. La señorita estaba preocupada, pero no debería haber ningún herido entre los que se quejaron, ¿verdad?

—No había ninguno,

Así, los cactus fueron admitidos oficialmente. No hace falta decir que no sólo el señor, sino también Su Majestad, se pincharon para curar sus hombros rígidos.

¿Qué están haciendo las dos personas más importantes del país? ¡Diablos!

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