Sustituta vs Príncipe – Capítulo 9

Traducido por Nidhogg

Editado por Ayanami

Corregido por YukiroSaori


Pocos días después del baile…

Incluso en el territorio de la frontera, el aviso del segundo príncipe fue transmitido en todas partes. La noticia informaba que no había encontrado una novia.

Debido a que se nos ordenó ser puestos bajo arresto domiciliario, hemos vivido recluidos en nuestra mansión.

Arrugas aparecieron en el rostro de mi padre y su cabello se estaba cayendo. Decidí perderme en mi jardín, donde me quedé inmersa.

Al quitar las hierbas, recordaba mi sombrero, mientras secaba el sudor de mi frente.

Cada vez que tomaba un descanso en un banco, miraba al lado vacío. Al clasificar las hierbas, inconscientemente, escogía sus favoritas.

A la hora del té, mi madre debía poner las galletas frente a mí, mientras decía que le preocupaba que cogiera un resfriado al trabajar en el jardín.

El tiempo que permanecí en el palacio real fue menos de un mes, pero los recuerdos que creé con Su Alteza y Peko fueron muy divertido. Incluso si intentaba empujarlo al fondo de mi memoria para olvidarlo, regresaban con fuerza.

Había pasado una semana desde que mi falsa vida había terminado.

La puesta de sol se acercaba y un mensajero del palacio real llegó.

Parece que su majestad decidió el castigo. Miré el rostro de mi padre. Iba a decirle algo, cuando mi madre me interrumpió con pánico.

—¡Anessa! ¡Están llegando!!

—¿Qué sucede? Solo es el mensajero.

—¡Incluso si lo dices, echa un vistazo por la ventana! ¡Otro carruaje se está deteniendo frente a la puerta!

Desde la ventana lateral a donde corrí casi de inmediato, vi a qué se refería. Las puertas de un maravilloso carruaje tirado por caballos, con decoraciones blancas y doradas, se abrieron. Lo primero que salió fue un par de zapatos de cuero fino, que aterrizaron sobre el banquillo para descender.

¡Era su alteza!

Me pregunto si hay algo que quiera decir directamente, ya que ha venido por sí mismo. 

Ya no podía escapar.

Me apresuré y fui por mi padre para encontrarme con él.

Bajo la puesta de sol, su cabello dorado resplandecía con un brillo rojizo. Tal parece que llegué un poco tarde a la ceremonia de la adultez, pues ya había ocurrido. Sus pómulos se veían más marcados y el aire infantil que tenía antes se había ido.

¿La sombra en sus ojos se debe al cansancio o al atardecer?

Su alteza, el príncipe Ikuta, tenía el cabello atado. Lucía como un joven adulto.

No podía verle a la cara mientras hablaba con mi padre, así que bajé la mirada. Una cabeza dorada como oro puro, brillantes ojos como diamantes y un traje formal blanco. Un cinturón bordado minuciosamente, y una correa recorriendo su hombro, además de una espada con incrustaciones de gemas que deslumbraban la vista. Aunque parecía decorativa, ¿será efectiva en combate?

Mi padre guió al príncipe a la mansión, mientras hablaban.

Frente al resplandeciente y digno invitado que se sentó en el sofá que estaba frente a nosotros, nos sentimos confundidos acerca de si debíamos sentarnos a su lado, pero su alteza instó en que ocupáramos el sofá opuesto.

Cuando trajeron el té, nos ordenó que nos uniéramos a él y su caballero.

—Lamento que tuviera que visitar una zona tan remota. Si me hubiera llamado, hubiera ido al palacio real de inmediato.

—Fue divertido mirar las afueras del reino y por el afecto que tengo hacia el barón Dalton, quería ver su territorio, una vez más.

—¿Ha visitado mi territorio? Aunque, vergonzosamente, no poseemos ningún tipo de producto especial.

—La naturaleza es valiosa, porque las ciudades, los pueblos y sus habitantes sufrieron más daños a causa de los demonios que las pequeñas aldeas. La reconstrucción de toda Rionia se encuentra lejos, pero la gente es brillante aquí. ¿No está de acuerdo en que los humanos somos realmente fuertes?

—S-Sí, tiene razón… Rezo todos los días por mi gente, también recé por su viaje, porque encuentre un buen lugar para visitar… pero, también estaba esperando su juicio con miedo.

—Eso es cierto. Su Majestad decidió su castigo.

Mi padre contuvo la respiración. Los castigos reales solían ser duros.

¿Habrá sido enviado por el mismo rey? Mirando nuestros pálidos rostros, sonrió un poco.

—Barón, su majestad es consciente de su lealtad y habilidades, así que ha tomado una decisión sobre este asunto… ¡Confiscaremos la mitad de sus propiedades!

—Creo que sabe que tengo una propiedad miserable. No hay nada en mi casa. Le mostraré una lista, pero estoy seguro que no estará satisfecho en absoluto. —Parecía extraño, pero mi padre lucía un poco aliviado… ¿pensaba que el castigo podía ser peor?

—Por supuesto, miraré la lista, pero la mitad de los bienes fue la decisión… las palabras del rey son absolutas, ¿lo entienden?

Entendí el alivio de mi padre un poco después. Era absurdo. Incluso si un aristócrata pobre entrega la mitad de sus bienes, no conseguiría comprar siquiera un anillo de la familia real.

Incluso si aumentaran el impuesto anual en la recaudación de impuestos, solo podría cubrir una pequeña parte, así que su majestad fue realmente clemente. El caballero que lo acompañó al territorio le dijo que no hiciera público el asunto. Aunque comprendí que era debido a que sería un escándalo, y a que aún no se ha hecho la selección de la novia, mi familia no sería señalada como traidora si no se daba a conocer al público.

Mi padre estaba tan impresionado que saltó del sofá y frotó su frente contra la alfombra. Cerré los ojos y también me arrodillé junto a mi padre y mi madre.

—¡Muchas gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!

—Por favor, levanta tu cabeza. Solo he transmitido las palabras del rey, dígaselo a Su Majestad directamente si lo que quiere es agradecerle.

Mientras escuchaba su voz, pensé acerca de nuestra familia, todos los problemas que estábamos cargando y cómo éramos incapaces de levantar la cabeza por la vergüenza.

No había posadas donde la realeza pueda quedarse cerca de las fronteras. Era inevitable albergar a su alteza, el príncipe, en nuestro hogar, la casa del señor feudal Dalton.

Nuestra mansión era lo mejor que podíamos ofrecerle, pero era como ofrecer a un caballero un pequeño establo como habitación.

El chef hizo todo lo posible para conseguir los mejores ingredientes para prepararle una cena deliciosa. Es probable que el príncipe se desmaye con nuestros pobres platillos. Las sirvientas y criados también estaban preparando la mansión en un gran lío, con prisa y precisión. Solo podía rezar para que estuviera lo suficientemente decente para su alteza.

El cocinero me pidió que fuera al jardín a recolectar hierbas frescas y, al ocaso, fui donde una de las sirvientas para pedir ropa de cama limpia para la habitación del príncipe. No había espacio para las sábanas con arrugas. Era bueno ser una pobre aristócrata capaz de hacer las cosas por su cuenta.

¿La cama huele a moho porque no se ha usado? Ha sido un largo tiempo desde que no entra la luz del sol a la habitación. ¡Muy bien, pondré una bolsita perfumada y esperaré que mejore! ¿El candelabro se está desprendiendo? ¡Démosle la vuelta! ¿Una mancha en la alfombra? ¡Corramos los muebles y escondámosla! ¿Un jarrón en el medio del piso se ve extraño? ¡Es la tendencia en este lado remoto de la frontera!

Para cuando logré que se viera mínimamente decente, estaba exhausta. Me gustaría dejarle la cena a mi padre, pero no se me permitirá hacerlo.

Regresé a mi habitación y escogí un vestido del armario. No tenía prendas a la moda como Theresa. El vestido marrón claro era mi favorito, porque el lodo no se podía distinguir. Até mi cabello y me puse un maquillaje ligero.

Una mujer desafortunada me miraba desde dentro del espejo. Incluso si tengo el mismo rostro, es un hecho que mi personalidad no era tan brillante como la de mi hermana… Cuando sonreí con amargura, la desafortunada mujer hizo la misma expresión.

No podía creer que me atreví a ir al palacio como candidata a novia para un joven y hermoso príncipe. Estaba tan avergonzada, mi rostro estaba de un rojo brillante.

Nunca quise estar cerca de la familia real. Nunca he querido vivir en un castillo. Nunca he querido relacionarme con la aristocracia de alto rango. Todas esas cosas innecesarias no tenían nada que ver conmigo.

Pero, por alguna razón, me sentía triste al pensar que puede que no le gustara a su alteza.

Nunca había bebido alcohol, pero lo probé.

Incluso mi padre, quien había estado ansioso los últimos diez días, estaba fuera de control debido a su corazón cálido. A pesar de que estaba frente al príncipe, parecía haber bebido demasiado vino y estaba un poco agitado. Era imposible escapar de los efectos del alcohol en poco tiempo. Los ojos de mi madre se estrecharon. Sabía que esto llevaría a una prohibición de alcohol por el resto de mi vida en esta casa.

Había otros borrachos además de mi padre. Había un barril que ya ni siquiera llenaría una botella en frente del capitán Jack. Si él era así, el caballero que era su subordinado tampoco se quedaba atrás. Estaba cambiando de un vaso a una jarra. La sirvienta estaba sirviendo vino y cerveza al chambelán [1] y sus dignatarios, por lo que la bodega de nuestra casa pronto estaría vacía.

Abandoné la escena y me retiré, dejando el caos de gente bebiendo y cantando.

Me sentí aliviada por no tener que hablar directamente con su alteza.

Cuando regresé a mi habitación, la luz de la brillante luna entraba por la ventana. Había olvidado cerrar las cortinas.

La luna relucía en medio del cielo, era una noche perfecta para soñar… pero hacía frío. Aún no me había disculpado directamente con él, porque era una cobarde y prefería esconderme.

Mañana regresarían al palacio real. Me gustaría encontrar el valor para entonces.

Me fui a la cama, pero no podía dormir, así que salí de la habitación en secreto.

Siempre que mi corazón estaba inquieto, iba a mi jardín favorito.

Me senté en el banco y saqué el pequeño marcapáginas del bolsillo de mi pijama. El papel se había ido porque lo estuve guardando durante mi confinamiento. Mientras estiraba la esquina doblada, miré la flor prensada en uno de los lados.

En el patio de la mansión también crecían los Lirots a los pies del banco donde descansaba. Con pequeños pétalos azules, parecían intensificar su color a la luz de la luna. Un aroma fresco llegaba con la brisa de la noche.

—Buenas noches, ¿no es hermosa la luna?

Su alteza, pensé. Estaba tan sorprendida que no pude darme la vuelta, pero no fue necesario. El sonido de los pasos sobre la tierra se acercaba a mí.

—Te resfriaras si usas ropas tan ligeras —dijo, y puso su chaqueta en mis hombros para abrigarme.

Su alteza Ikuta, se sentó a mi lado. Estaba vestido con pantalones negros y una camisa blanca. Me pregunto si cambió sus ropas en su habitación. Pensé que todas las ropas de la realeza estaban bordadas en oro y plata, pero al parecer también tenían ropas sencillas. Solo un anillo de Hokubu brillaba en su mano.

Su alteza era como un niño y en el palacio real siempre usaba ese estilo de cabello, así que la tensión se alivió un poco.

—Muchas gracias por su preocupación, pero ¿por qué está su alteza aquí? ¿Tiene algún asunto pendiente?

—No, disfruté del vino y la comida, pero sentí que estorbaba al estar allí, así que me retiré primero. Ahora mismo el festín está en su apogeo.

El solo imaginar el desastre que habrá mañana era deprimente.

—Son mis subordinados quienes fueron agresivos, haré que mañana lo limpien todo —me consoló, adivinando lo que estaba pensando.

Si los caballeros se ponen violentos, dejemos que ellos paguen la cuenta.

—¿Y tú? Vi la silueta de alguien que se dirigía al jardín, así que la seguí… ¿Por qué estás aquí tan tarde?

Esos oscuros ojos azules me miraron directamente.

Esta es, seguramente, la oportunidad que el Dios Mia me dio para disculparme con él.


[1] Chambelán: Históricamente, correspondía a una persona noble que acompañaba y servía al rey.

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