¡Vamos a romper este compromiso! – Capítulo 35.5: Charla Ociosa: La situación de cierto duque

Traducido por Kavaalin

Editado por Nemoné


Debo proteger al reino. Esa es mi misión al haber nacido como un aristócrata. Sin embargo, yo…

Mi nombre es Eins Gawain. El señor feudal del ducado Gawain.

—Padre, ¿por qué lo hiciste? El reino no se derrumbaría tan fácilmente, no había necesidad de llegar a tal extremo.

Esa vulgar boca pertenecía a mi segundo hijo, Allen. Finalmente, después de tanto tiempo, había sido capaz de encontrarlo y traerlo a casa, junto con su hermana melliza, Ange.

—Estoy seguro de que no se derrumbaría de inmediato. Sin embargo, la desconfianza que sienten los nobles hacia el príncipe León, aunque no sé si sea correcto llamarlo así, es verdadera. En lugar de dejar que esa insatisfacción creciera con el tiempo y terminara estallando, resultaría menos dañino si lidiábamos con ella mientras aún sea pequeña.

—Incluso suponiendo que fuera así, debieron de existir otras formas, ¿no?

No sé si se debía a que siempre había vivido como plebeyo, pero me gustaba que este chico no hablara dando rodeos como lo hacían los nobles.

—Allen, por favor no molestes tanto al duque.

Debido a que Allen estaba criticándome tanto, su madre, quien también era la mujer a la que amaba, Alicia, se metió en la conversación para detenerlo. Hace mucho tiempo, debido a mi inutilidad, había perdido a esta importante mujer e hijos. Y ahora, aunque debería de haberles pedido perdón de rodillas, los había usado para proteger mi orgullo como aristócrata.

Una vez tuve una esposa de un matrimonio político. Sin embargo, a pesar de habernos casado, no fuimos capaces de desarrollar confianza entre nosotros. Ni hablar del afecto. Pensaba que si teníamos hijos esto podría cambiar, pero ella no pensaba lo mismo. Se negaba a dar a luz a sus propios hijos. Al escuchar sus razones, quedé atónito. Se negaba a tener hijos para no destruir su cuerpo. Esto habría sido motivo suficiente para un divorcio, pero fue en ese momento que mi esposa me hizo una proposición.

—Ten hijos con mi dama de compañía y diremos que son míos.

Al principio obviamente me negué. Sin embargo, el divorcio no era bien visto por la sociedad. Así que comencé a reconsiderar la idea. Si mi esposa no quería tener hijos, este método sería lo mejor, ¿verdad?

Esa dama de compañía era Alicia. En realidad, ella era prima de mi esposa, pero su casa había caído en la ruina. Y quien la había salvado y convertido en su dama de compañía había sido mi esposa. Debido a que ambas se parecían, probablemente el engaño no sería descubierto. El primer hijo que había sido concebido de esta manera fue Alex. Una vez que el ducado finalmente tenía un sucesor, incluso los empleados se habían alegrado.

Sin embargo, cuando Alex tenía cinco años, mi esposa abandonó la casa para perseguir a un amante. Al final, ni siquiera después del nacimiento de Alex se había preocupado de él. Quien siempre había velado por él había sido su verdadera madre, Alicia. Por esa razón, naturalmente me había hecho cercano a ella. Fue entonces que terminé enamorándome completamente de Alicia.

Después de que me divorciara rápidamente y volviera a estar soltero, comenzaron a llegarme propuestas de matrimonio. Las rechacé diciendo que era una tontería que intentaran casar a sus hijas con un sujeto que había hecho que su anterior esposa saliera huyendo. Pero desgraciadamente, Alicia se terminó enterando.

Alicia, capaz de tomar decisiones rápidas, abandonó la casa tres días después. Dejándome sólo una carta.

Para el duque,

Hasta ahora siempre he estado bajo su cuidado. Por casualidad escuché hablar de darle la bienvenida a su nueva esposa. Y me temo que de quedarme en la mansión terminaría convirtiéndome en un obstáculo, ya que no creo ser capaz de soportar ver al duque y a su nueva esposa. Por lo tanto, aunque sea grosero hacerlo a través de una carta, por la presente me despido de usted. En verdad, muchas gracias. Siempre atesoraré los días que pasé junto al duque y a Alex.

Hasta nunca.

Alicia.

Esto pasó mientras me encontraba ausente por un viaje de negocios. Ni siquiera preguntando a los demás sirvientes pude saber de su paradero. Ni tampoco sabía que, en el vientre de Alicia, se estaba gestando la vida de un par de mellizos.

Continué buscando a Alicia durante muchos años.

En un momento determinado, me di cuenta que el príncipe León se había escabullido para ir a la ciudad. Yo, que me había encontrado con él casualmente, decidí seguirlo sigilosamente. Había sido sólo un capricho. Pensaba que sería preocupante si algo fuera a sucederle al príncipe. Y allí, vi a un joven con un rostro parecido al de Alicia.

Inconscientemente terminé siguiendo a ese chico. Pensándolo ahora, esa había sido una conducta algo escalofriante. Sin embargo, finalmente había podido encontrar a Alicia. Además de a los mellizos. Ese día, por primera vez en mucho tiempo, había sido incapaz de conciliar el sueño debido a la emoción.

Entonces fui y le expliqué a Alicia sobre el tema de las propuestas de matrimonio, que no había aceptado ninguna y le pregunté si estaría dispuesta a vivir una vez más conmigo. Alicia, con una cálida sonrisa en su rostro, asintió lentamente.

Podría vivir feliz con mi familia. Es lo que había pensado, pero en este momento algunos nobles comenzaron a moverse de forma preocupante. Y por consecuencia, terminé usando a esa importante familia mía como herramientas políticas.

Actualmente, me sentía terriblemente arrepentido por haber involucrado a Allen y Ange. Sin embargo, no me arrepentía de mis acciones.

Además, quedarme confinado para siempre en mi feudo me parecía más un regalo que otra cosa. Por fin podría pasar mi tiempo junto a Alicia. Que regocijante.

En cuanto a Allen y Ange, quería que vivieran libremente. Y que, de cuando en cuando, vinieran a visitarnos. ¿Sería muy egoísta de mi parte desear eso?

3 respuestas a “¡Vamos a romper este compromiso! – Capítulo 35.5: Charla Ociosa: La situación de cierto duque”

  1. O sea que fue culpa de Alicia!!! Si ella hubiera hablado con el duque y no hubiera sacado conclusiones precipitadas entonces no se hubieran separado, (el duque no era tan idiota después de todo)

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