Vida en prisión de la villana – Capítulo 11: La crítica maliciosa de la noble dama en la cena

Traducido por Den

Editado por Sharon


El príncipe Elliot caminaba por el pasillo cuando se dio cuenta de que un joven salía por el bosque del patio trasero hacia la puerta interior. Había varios de esos hombres viajando de esta manera, pero por casualidad se dio que la vestimenta no era algo que un cortesano llevaría puesto.

—Oye, ¿no es extraño lo de allí? No puedo verlo como un sirviente del palacio real.

Sykes miró al hombre después de que el príncipe dijera eso.

—Ese es… Parece ser un empleado de la cafetería del centro.

—¿Por qué una persona así estaría dentro del castillo?

George lanzó una voz sorprendida ante el murmullo de Skyes. Elliot quería reirse por la extraña opinión del caballero, pero algo le impidió hacerlo.

—¿Qué…? ¿Qué es extraño…? ¡¿Uoh?!

Con solo pensar un poco, ese “algo” golpeó a Elliot y comenzó a correr.

—¡Ve al calabozo! —le gritó a los dos hombres que le siguieron de inmediato.

—¿Eh? ¡¿Qué sucede Su Alteza?!

Elliot señaló hacia la puerta de hierro que entró en su campo de visión.

—¡Piensa en la dirección de donde vino ese hombre! ¡Rachel está absolutamente involucrada en esto!

—¡Ah!

♦ ♦ ♦

Los tres estaban sin aliento después de correr hasta el calabozo, y lo que vieron ante ellos…

—Incluso si os quedáis viendo fijamente, no os daré ninguno.

Frente a ellos estaba Rachel, quien aplaudió y bendijo su comida caliente que todavía tenía vapor saliendo de ella, con un cuchillo y un tenedor en la mano.

Había una serie de platos elaborados ante ella que obviamente no podrían haberse hecho dentro de un calabozo. Todos parecían recién hechos, y la habitación estaba llena de una deliciosa fragancia.

—T-Tú… ¡¿Qué es esto?!

Mientras el príncipe daba un grito infernal, Rachel miraba su mesa.

—Nada realmente… ¿Su Alteza, lo ha probado antes? Es pastel de riñón, paloma al horno con hierbas y potaje de calabaza con gelatina de menta. Es un almuerzo bastante común.

—¡No estoy preguntando por tu menú! ¡¿Tú, por qué tienes comida de fuera?!

Rachel había comenzado a comer sin preocuparse por lo que decía el príncipe, y después de tragar el último trozo de carne de paloma, habló.

—¿Hay algún problema?

—¡Por supuesto que hay un problema! ¡Di la orden de que no te dieran de comer mientras estés aquí!

—Ah, ¿fue cuando Sykes te agarró por la cintura y empujó tu culo por las escaleras?

—Gu…

Limpiándose la boca con una servilleta, Rachel inclinó ligeramente su copa y bebió su vino.

—Lo más seguro, definitivamente dijisteis que debería morirme de hambre y que nadie me diera comida.

—¡Así es!

—Pero, ¿eso no se aplica a este momento?

—¿Eh…?

Rachel tomó su cuchillo y comenzó a cortar un trozo de su crujiente pastel de riñón.

—Ciertamente dijiste que nadie debía dar de comer a la prisionera, pero nunca dijiste que no podía pedir mi propia comida.

—¡¿Qué…?! Estú… ¡No seas estúpida! ¡Nunca he escuchado hablar de un prisionero que recibiera un pedido del exterior!

—¿En qué sección de la ley consta que un prisionero no debería recibir comida a domicilio en la prisión?

—¡N-No sé tal cosa! ¡Pero es sentido común…!

—¿Su Alteza, quien abandonó arbitrariamente un compromiso establecido por el rey debido a un argumento sospechoso y una evidencia sospechosa, habla de “sentido común”? Si está hablando del sentido común general, entonces, ¿cómo describiría encarcelar a alguien y luego no darles comida?

—Ku… Tu actitud ahora mismo, sabes que podría procesarte en este momento por tu falta de respeto y ejecutarte, ¿verdad?

—En ese caso, deberías ponerme en prisión hasta que me traslades al puesto de ejecución.

—Kuuuuuuu…

Con el príncipe incapaz de decir nada más, Rachel continuó acabando con elegancia su comida.

♦ ♦ ♦

—Hmm, me han prohibido el servicio a domicilio.

El príncipe había ordenado que ningún mensajero entregara comida a la prisión. Cualquier entrega sería detenida en la entrada.

Como a Rachel le encantaba buscar vacíos legales en las leyes, descubrió que la legislación posterior como esta era injusta… Bueno, de cualquier forma.

—Aun así, a Su Alteza se le escapa el punto como siempre. Un niño idiota que no hace nada en absoluto… en lugar de prohibir las entregas, normalmente lo primero que debe hacerse es preguntar cómo comuniqué mi pedido al exterior.

Esa es la línea normal de razonamiento. Elliot, es incapaz de dar ese paso adicional.

Aun así…

—Como pensaba, la comida recién hecha es realmente deliciosa… También me gustaría comer un poco de carne fresca…

Rachel pensó en el almuerzo anterior que le entregaron.

—No, no podré volver a la comida enlatada sin hacer algo para amortiguar el golpe.

Aunque era imposible llamarlo una comida de lujo, el estímulo fue bastante fuerte después de no probar comida cocinada durante tanto tiempo. Sólo quería probar un poco más…

Se le vino una idea.

—Eso es… Lo básico para vivir una vida relajada es vivir una vida de deducción, ¿verdad?

Rachel miró hacia la ventana larga y estrecha que estaba instalada para la ventilación.

♦ ♦ ♦

Un hombre mayor y uno de mediana edad que vestían ropas espléndidas estaban paseando por el patio trasero que no podía decirse que estuviera bien mantenido.

—Sin embargo, Elliot también es un problema… Algo como esto solo es posible porque Su Majestad está ausente por un período de tiempo extenso.

—Aunque el rey delegó los asuntos a otros, el príncipe causó este incidente casi inmediatamente después de que se fuera para evitar el juicio.

El tío del rey y asesor real, el  archiduque Vivaldi y el Primer Ministro, marqués August, se estaban consultando sobre los problemas actuales que los atormentaban en un lugar donde nadie podía escuchar… O simplemente estaban quejándose entre ellos.

El Primer Ministro August miró a su alrededor.

—Sin embargo, archiduque, nos ha llevado a un lugar extraño en nuestro paseo.

Esta zona del patio trasero podría describirse como desolada, no como un espacio ajardinado que la nobleza normalmente querría ver.

El duque era un hombre mayor, gordo y alegre, y como si estuviera siendo un poco travieso, echó el cuello hacia atrás y se echó a reír.

—Jajajaja. Aquí, aquí, este lugar da un sabor diferente a un jardín normalmente muy bien mantenido.

El archiduque usó sus dedos para tirar de unas malezas alargadas, y se asomó silenciosamente al otro lado.

—Por favor, mire Primer Ministro. En este jardín, encontrará más pájaros salvajes que en cualquier jardín público… Allí, últimamente mi favorito ha sido el pato grande que puede ver en la orilla del estanque.

El primer ministro también se escondió dentro de la maleza y quedó impresionado por lo que vio.

—Jo… Es bastante grande. Su pelaje también es bastante hermoso.

—Mmm. Recientemente comencé a llamarlo en secreto Enrique y…

El archiduque comenzó a dar una explicación sobre su pájaro favorito.

En ese momento, ambos escucharon un ruido extraño.

— ¡¡GYAAAAAAAAAAAAAAAAA!!

—¡¿Qué?!

Los dos hombres se dieron cuenta de que algo volaba por el aire frente a ellos y “Enrique”, soltó un fuerte grito antes de detenerse y caer al suelo. Los pájaros del alrededor entraron en pánico, levantando un fuerte clamor de graznidos mientras se elevaban en el aire, y ambos notaron que algo rodaba a lo largo del estanque abierto.

El moribundo y convulsivo “Enrique” se movía lentamente en una dirección por una voluntad que obviamente no era la suya.

Si miraras de cerca, podrías ver la punta de una flecha sobresaliendo del pecho perforado de Enrique, y alguien tirando de una fina cuerda atada al extremo.

El archiduque y el Primer Ministro persiguieron la cuerda que siguió moviéndose silenciosamente, y llegaron a un viejo muro de piedra de un edificio cercano. Era difícil de ver, pero había una hendidura horizontal de unos 10 centímetros en el suelo que formaba un amplio agujero, y las dos personas llegaron demasiado tarde ya que el cuerpo de “Enrique” fue empujado hacia dentro.

Ambos se miraron en silencio cuando la voz áspera de una mujer joven resonó fuera del agujero.

—¡Uwa, esto es enorme! ¡Bien, muy bien, esto es algo que vale la pena comer!

De alguna manera pudiendo adivinar la identidad de la persona a partir de su voz, el Primer Ministro se agachó.

—¿Disculpe, está bien? ¿Qué demonios está haciendo?

—¿Eh? ¿Yo?

Después de dar una respuesta un tanto confusa cuando le preguntaron, la chica siguió adelante y les explicó exactamente lo que estaba haciendo.

♦ ♦ ♦

Elliot y sus ayudantes estaban caminando por el pasillo cuando, desde la otra dirección, su tío abuelo Vivaldi llegó corriendo como un niño. El Primer Ministro lo seguía desde atrás, llamándolo.

—¿Hm?

Elliot y los demás no entendieron lo que estaba pasando, así que se detuvieron y miraron cómo el archiduque llegó corriendo por el pasillo mientras lloraba y agarraba a Elliot por el cuello de su camisa.

—¡Elliot, bastardooooo!

—¿Eh? ¿Yo? ¡¿Qué hice?!

—Tú… Por tu culpa…

—¡¿Qué?! ¡¿Tío abuelo, que es lo que he hecho?!

Sería fácil despegar a un hombre tan intemperante[1], pero el rey y la reina estaban ausentes en este momento, y no sería prudente tratar a los que están en la cima de forma ruda mientras los deberes del rey han sido delegados en otros. Ni Sykes ni George podrían tocar al tío del rey, así que ambos miraron el rostro del príncipe para averiguar lo que debían hacer.

—Uwaaa… Por tu culpa, Enrique está… Enrique está…

—Eh, Enri… ¿Quién?

—¡Rachel se ha comido a Enrique!

—¡¡Racheeeeeeel!!

♦ ♦ ♦

Elliot y los demás se dirigieron rápidamente hacia el calabozo donde el guardia de la prisión estaba sentado en la entrada de la prisión mirando a la nada.

Se puso rápidamente de pie al ver al grupo del príncipe, pero a su lado se podía ver humo saliendo.

—¡¿Oye, qué demonios es eso?!

—Eso es…

El guardia volvió a mirar la puerta abierta que expulsaba humo con una cara abatida.

—La dama está jugando con una hoguera.

—¡¿Una hoguera?! ¡¿En un calabozo?!

—Porque estaba ajustando el poder del fuego, parece que no hay peligro de que la zona se quede sin oxígeno…

—¡No me importa eso! ¡Una hoguera en una prisión, ¿en qué está pensando?!

El guardia de la prisión se rascó la cabeza.

—Dijo que iba a hacer una barbacoa porque consiguió un poco carne fresca de pato.

Den
El guardia está bastante tranquilo XD

Sharon
El guardia ya quiere jubilarse

—¡Esa bastardaaaaa!

El humo dentro de la mazmorra se aferraba al techo, subiendo las escaleras y saliendo por la puerta, por lo que sorprendentemente el espacio subterráneo en sí no estaba lleno de humo.

Dentro de la prisión de adoquines restaurada, Rachel había hecho una pequeña hoguera usando algunas de sus cajas vacías y rotas como leña. Una placa de hierro estaba encima de las llamas donde crepitaba un poco de carne mientras se cocinaba. Sykes no podía entender la situación, pero el olor hizo que su estómago rugiera.

Elliot ignoró el ambiente, pensando en varios tsukkomis, antes de señalar a Rachel con el dedo mientras ella continuaba volteando la carne seria.

—¡Rachel, no hagas una hoguera y una barbacoa en una mazmorra!

Rachel no miró al príncipe, concentrándose por completo en la carne a la plancha frente a ella, y en su lugar le dio una breve respuesta.

—No existe tal regla.

—¡Por supuesto! ¡¿En qué parte del mundo hay una prisión que permita que un idiota juegue con una fogata?!

Elliot gritó dando un pisotón en el suelo. Rachel lo miró de reojo antes de continuar mirando su carne y estimar el tiempo antes de que estuviera hecha.

—De hecho… Eso sería individualmente. Si tuvieran hambre y sin comida, ¿no se les permitiría?

—Nunca escuché que existiera tal cosa, incluso en los viejos tiempos de este país.

—Bueno, ya que el primer paso de la historia anterior implicaría la rara casualidad de que el prisionero tenga un arco.

—En otras palabras, solo tú, ¡solo tú podrías imitar esto…!  Elliot habló con una cara terriblemente disgustada. —Le dijiste a mi tío abuelo que tenías que cazar tu propia comida ya que no te estaba dando ninguna comida.

—Sí, ciertamente dije eso.

Rachel parecía feliz tomando el pato asado, y Elliot la señaló con el dedo una vez más.

—Bueno, entonces ¡si dejas de actuar tan egoísta, recibirás tus comidas! ¡Concesiones máximas!

Elliot solo podía seguir lentamente la forma de pensar de esta mujer malvada, pero no tenía la paciencia… Para evitar que volviera a ocurrir la desgarradora escena de su tío abuelo llorando y gritando caóticamente, tendría que cesar sus tácticas de inanición[2].

Rachel era irritante… Pero por ahora era mejor darle lo que quería. Sin embargo, su autocomplacencia ahora había creado un desastre, y cuando el rey regresara, Elliot podría acusarla de todos sus crímenes.

Ella se había estado burlando de él todo este tiempo, y Elliot estaba comenzando a pensar que incluso la pena de muerte no sería lo suficientemente buena. Esos pensamientos nacieron de no saber que aún no era seria.

Al principio, solo estaba tomando un descanso para liberar sus nervios estresados, pero de tal forma, Rachel había decidido causar el mayor daño posible aquí. A los nervios del príncipe.

Ya estaba aislada de todas formas. Incluso si este chico permanecía en silencio, en el mejor de los casos, probablemente arrojaría un poco de pan viejo más tarde.

Hacia el príncipe Elliot, que pensó que estaba haciendo una oferta generosa, Rachel se dio la vuelta lentamente mientras comía la deliciosa comida que se había preparado.

—No quiero ningún alimento de Su Alteza… No sé lo que podría contener, así que no lo necesito.


[1] Intemperante es ser inmoderado y no tener templanza.

[2] Inanición es un estado de extrema debilidad y desnutrición por falta de alimento

6 respuestas a “Vida en prisión de la villana – Capítulo 11: La crítica maliciosa de la noble dama en la cena”

  1. Por fin una protagonista de armas tomar. Ya era hora, era urgente para mí, leer un personaje inteligente y genial a la vez. Realmente se nota que nada detiene a Rachel, menos con un contrincante como lo es el príncipe. Ojalá que cuando vuelva el emperador, lo ponga en su sitio. Muchas gracias por traernos esta historia. De verdad que es refrescante saber que hay personajes femeninos fuertes y con gran carácter.

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