Vida en prisión de la villana – Capítulo 43: Los recién casados mantienen una conversación

Traducido por Den

Editado por Sharon


Esto sucedió antes de que el rey y la reina decidieran regresar a la ciudad.

Cuatro días antes de que Martina le hiciera algunas “preguntas” al príncipe Elliot de una manera que algunas personas describirían como tortura, hubo una pequeña pelea entre una amorosa pareja en la fortaleza fronteriza…

♦ ♦ ♦

Como preparación para posibles ataques al fuerte fronterizo, era bastante común que los soldados vivieran en literas dentro de la fortificación.

Aunque las tensiones no eran tan serias en la frontera oriental, tampoco era un lugar donde querrías construir una casa, ya que estaba bastante lejos de otras ciudades y el área circundante no era más que páramos.

Por eso, era el lugar perfecto para que la pareja recién casada Abigail viviera dentro de su nueva casa.

Martina Abigail puso la comida en la mesa de muy buen humor, mientras su nuevo esposo, Sykes Abigail, miraba al frente deslumbrado.

Definitivamente no había ni una gota de miedo en su mirada… era lo que seguía pensando para sí mismo.

—¿Qué? Estás de buen humor. ¿Pasó algo bueno? —Al escuchar su pregunta, Martina miró tímidamente a su querido marido con ojos rasgados.

—¿Hm? Nada en particular… Solo quería invitarte a un banquete.

—¿Es así? —Aunque respondió con una sonrisa brillante, todavía se sentía un poco incómodo con el comportamiento de Martina.

Un banquete fue lo que dijo, pero no podían cocinar nada en su casa, lo que los obligaba a depender de las comidas distribuidas por el equipo de cocina del fuerte. Lo que había servido seguramente no era su comida casera.

El bacon, las patatas y el guiso de verduras de hojas solían estar en el menú… No era más extravagante de lo habitual.

Era sospechoso.

El sensor Martina de Sykes sonaba como una alarma en su cabeza.

Pero no recordaba haber hecho nada recientemente.

Si siquiera mirara a otra mujer, lo golpearía en el acto, y los otros soldados del fuerte solo lo descartarían como “el mal hábito de Martina”. No había rechazado ninguna petición particular suya, y ayer no hubo nada fuera de lo común cuando se fueron a la cama.

Por ahora, simplemente comería lo que había frente a él y luego se juntaría con la unidad de patrulla de larga distancia en el fuerte y le pediría a algunos de sus amigos que sabían leer el estado de ánimo de Martina que la examinaran mientras estuviera fuera…

—¿Y bien? ¿Está delicioso? —le preguntó Martina súbitamente, con una amplia sonrisa todavía en su rostro, mientras él estaba ideando su futuro plan de acción en la cabeza.

—¿Eh? Oh, está muy rico. ¿Hay algo especial el día de hoy?

—Mhm.

Dejando una olla vacía, Martina caminó detrás de él con un movimiento natural… y luego colocó suavemente sus manos sobre sus hombros y comenzó a darle un masaje.

—Porque… dependiendo de tu respuesta, esta será tu última comida. —Sykes despegó sus pies del suelo en un rápido movimiento, tratando de salir corriendo hacia la puerta, pero las manos de Martina sobre sus hombros lo tenían completamente inmovilizado en su asiento—. ¿Qué sucede, Sykes?

—¡¿Cómo debería reaccionar ante algo así?! No puedo evitar intentar escapar cuando alguien me dice de repente que me va a matar! —Desde detrás de su cabeza, el tembloroso Sykes comenzó a sentir una aura gélida en la parte superior de su columna.

No… en realidad la temperatura estaba aumentando. Luego disminuyó… Sus instintos le decían que estaba cada vez más cerca de ser asesinado aquí.

—A-Algo… Y-Yo no he hecho nada recientemente por lo que deberías estar enfadada!

—Cierto, estaba contenta de que Sykes estuviera siendo un buen chico últimamente… pero es algo del pasado.

—¡¿Qué pude haber hecho hace tiempo?! —Marina le golpeó ligeramente la mejilla con algún tipo de libro.

—Esta mañana, estaba haciendo un poco de limpieza… cuando encontré esto. —Con manos temblorosas, Sykes recibió el libro en cuestión por encima del hombro… «¡Su Alteza me tiene como objetivo! [1]»

—¡¿Qué?! ¡Debería haberme desecho de él cuando estaba empacando! —gritó sin querer lo que estaba pensando. Mal movimiento.

La fría sensación en su espalda de repente empeoró.

—Después de todo, lo reconoces…

—M-Martina…

Mientras desprendía una fuerza opresiva que le impedía darse la vuelta, la adorada novia se dirigió a él con una voz demasiado dulce:

—Yo también fui descuidada… Siempre me ocupaba de las sucias cerdas que se atrevieran a llamar a Sykes, pero nunca le presté atención a los hombres…

—¡No, te equivocas! ¡No tengo sentimientos románticos hacia los hombres!

—Pero, si te obligó la primera vez… entonces Su Alteza sería el culpable. Podría aceptar algo así… Podría – estar – tranquila.

Sykes reunió todo su coraje y fuerzas para darse la vuelta y enfrentarla.

—¡Espera, Martina! ¡R-Realmente no tengo ningún interés en otros hombres! Esto… Es algo que escribió alguien… nada así ha sucedido nunca entre Su Alteza Elliot y yo…

—¿Hoh? —Martina sonrió renovada—. ¿Entonces realmente es así?

—¡Sí! ¡Solo es una historia que alguien creó egoístamente por su cuenta! Su Alteza Elliot está profundamente enamorado de Margaret, ¿sabes? ¡En primer lugar, él nunca estaría interesado en mí!

—¿Margaret…?

—Ah…

La sonrisa muerta de Martina era realmente espeluznante.

—Oye, Sykes, ¿debería estar celosa de Margaret también?

—¿Eh? No, realmente no había nada entre nosotros…

—¿Ohhh? Pero ¿hay algo de lo que debería estar celosa? —El agarre de Martina alrededor de sus manos comenzó a tensarse como un tornillo de banco; a este paso se las destrozaría—. Una cerda como ella está ocupando el espacio limitado de la memoria de Sykes con su sucio nombre, ¿verdad?

—¡¿No es eso irrazonable?! ¡Ay! ¡Detente, duele!

—Oye Sykes… si hay esa clase de espacio allí, ¿no sería mejor que mi nombre lo ocupara?

—¡Ya entendí, ya entendí! ¡Haré lo mejor…! ¡Haré lo que pueda!

—Sí, por favor, hazlo —soltó una risita y sonrió… Sin embargo, la fuerza en su agarre no desapareció.

—¿Martina…?

—Bueno, el tema principal sigue siendo sobre Su Alteza. ¿Oye, él es feroz? —No cedió.

—¡Ese libro es una mentira! ¡Nada es verdad! ¡Créeme!

—¡Por supuesto! ¡Por supuesto que creo en Sykes! Pero, ¿cuál es la verdadera historia?

—¡No me crees en absoluto!

—Sykes es mi todo… Incluso si mi oponente es Su Alteza, nunca me rendiré.

—¡Pero nunca ha habido nada entre Su Alteza y yo!

—Pero… entonces ¿por qué Sykes tiene ese libro? —Martina quitó su agarre sobre Sykes sólo para recoger el libro de tapa dura y partirlo por la mitad con una sonrisa trastornada—. Oye Sykes… ¿amas tanto a Su Alteza que querías tener a mano tus recuerdos amorosos en todo momento?

Las dos mitades de igual tamaño del libro estaban una encima de la otra… y con el doble de grosor y las partes de “Él y yo” del título tocándose, Martina lo rompió en cuatro. Por primera vez, ese misterioso poder suyo había ido más allá del ámbito de la fuerza humana. Toda la sangre de Sykes se heló.

—¡Es diferente! ¡Lo compré por casualidad, no sabía de qué trataba!

—Je… ¿se aman tan apasionadamente…?

—Eso… e-es ficción… por favor, créeme…

Martina lo observó en silencio por un momento mientras él se arrodillaba en el suelo, temblando y suplicando perdón.

Poco después, la chica se agachó y apoyó las manos encima de las suyas.

—Bien, lo entiendo.

—Martina…

—Hasta que no lo haya confirmado por completo, le preguntaré a tu cuerpo.

—¡CRÉEMEEEEEEEEEEE!

♦ ♦ ♦

En el cuartel general ubicado en el centro del fuerte, el personal entró uno tras otro, todos con una expresión contraída.

Habían llegado informes de calamidades que se produjeron una tras otra desde la habitación en el bloque de oficinas del gobierno más cercano a la casa Abigail.

—¿Por qué? ¡¿Qué pasó esta vez?!

—¡No lo entiendo! Hasta que la persona misma informe…

—¿Qué piensas?

Por el momento, los hombres decidieron evacuar a la gente de la zona próxima, al menos hasta que las cosas con las personas involucradas y el hombre al que esperaban lograran aparecer.

Más tarde, una sonriente y alegre Martina llevó a su marido a la sala médica.

—¿Q-Qué pasó hoy? Desde la mañana… —le preguntó temeroso el oficial médico.

La chica pelinegra se echó a reír.

—Je, je, Sykes durmió en una mala posición…

Era fácil de entender incluso si un examen médico. Las heridas del andrajoso Sykes, que Martina había traído, no eran de una caída.

No obstante, el médico no profundizaría demasiado en eso.

—Ya veo… Bueno, ¿puedes colocarlo ahí?

—Sí~.

La vida es preciosa, así que no debes preguntar cosas para las que no quieras respuestas.

Además, Martina seguía en su modo de diosa malvada. La evidencia de eso era…

—Está bien… Sykes, ¿puedes ser un buen chico y quedarte en el consultorio del médico? —lo cargó y lo dejó en una cama cercana.

Sykes era más grande físicamente, pero aún así Martina pudo llevarlo con facilidad al estilo princesa hasta la sala de médica.

Los resultados del diagnóstico podrían describirse como un traumatismo contundente causado por algún tipo de agresión, pero Martina prefería llamarlo “persuasión”… El temeroso médico de rostro azul nunca dio una razón por la que le ordenó un mes de reposo absoluto en cama a Sykes, ni dijo nada cuando colocó el letrero de “Prohibidas las visitas” en su cama.

Den
Me da un poco de pena Sykes…

♦ ♦ ♦

—Ahora bien. —Martina hizo crujir los nudillos y se volvió hacia su oficial al mando—. Lo lamento general, pero me voy a la capital para unas pequeñas vacaciones. ¿Podría cuidar de Sykes por mí?

El comandante de las tropas orientales frunció el ceño involuntariamente. Sin duda, detrás de esto no había una buena razón para de repente solicitar irse…

—¿Para qué es…? ¿No volviste con Abigail la semana pasada?

—Sí, así es.

Martina sonreía dulcemente, mientras apretaba los restos de papel de un libro en una bola de masa bien compactada.

—Sólo es por un tiempo. Hay algo que necesito confirmar con cierta persona.

Más tarde, el General lamentó profundamente no haberle hecho más preguntas después de enterarse de lo que sucedió en la capital.

No obstante…

Al mismo tiempo, era bien consciente de que incluso si hubiera sabido todo de antemano, no podría haberla detenido, por lo que decidió no preocuparse demasiado por eso.


[1] «¡Su Alteza me tiene como objetivo!» es el libro que escribió Rachel con sus ideas fujoshis.

5 respuestas a “Vida en prisión de la villana – Capítulo 43: Los recién casados mantienen una conversación”

  1. Pena el Skyes x2, aunque me gustan las protas dominantes ese nivel de violencia ya no es bueno, gracias por el cap!! Ahora esperar a que regresen los reyes 😁

  2. Ummm a veces no puedo evitar reir con Martina y Sykes, pero me da penita. Gente, no esta bien pegarle a sus parejas (?
    De cualquier manera, gracias por el capitulo uwu

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