Vida feliz – Capítulo 59: Pase lo que pase

Traducido por Soyokaze

Editado por Ayanami


Yo era la persona que estaba más preocupada por la tercera visita que recibí hoy.

Después de tocar discretamente a mi puerta, Gilles me preguntó a toda prisa con una voz ronca si estaba despierta. Debido a eso, le respondí con una voz confusa, y el mensaje que le transmití es que estaba consciente de él.

Gilles también debía estar preocupado por mí, ya que me desmayé en sus brazos. Además, de alguna forma, noté que su voz sonaba amarga.

Le permití que pasara y abrió la puerta al instante. Como era de esperar, su cabello verde apareció ante mi vista. Gilles, que había entrado a mi cuarto con la cabeza algo gacha, al verme, sus ojos se relajaron un poco y su expresión mostró alivio. Aun así, su semblante no se veía nada bien.

—¿Gilles…?

—Liz-sama…

—¿S-sucedió algo?

Incluso mientras se acercaba, su hermoso rostro mostraba una expresión sombría. Se veía decaído, como si algo lo hubiera estado atormentando todo este tiempo.

Esa expresión permaneció mientras avanzaba y se detenía junto a mí, que estaba sentada en la cama. O mejor dicho, parecía que, para él, era doloroso verme, ya que cuando nuestros ojos se encontraron, su mirada cayó al suelo. 

Le pedí que tomara asiento con la mirada, y Gilles, sin levantar la cabeza, se sentó a mi lado.

—Acabo de regresar del crematorio… Es algo cínico, pero era mi padre, al fin y al cabo.

—Sí…

—Debido a que no había ningún lugar donde lo pudiera enterrar… —Dijo Gilles tranquilamente y con una exagerada indiferencia. Pero, contrario a su actitud, su angustia era bastante notable —Y no es como si fuera la primera vez que mato a alguien…

Un pequeño murmullo se filtró en el cuarto silencioso, como si fuera una exhalación inadvertida. La resonancia de ese murmullo también era parecida a un suspiro. Fue un sonido muy sutil, pero mis oídos lo captaron con toda claridad.

En parte por acto reflejo, ante su confesión que casi no tenía que ver conmigo, dirigí mi mirada a Gilles. Al hacerlo, él estaba agachando la cabeza para finalmente posarla encima de ambas manos, las cuales estaban entrecruzadas y apoyadas encima de sus muslos; de ese modo no pude ver la expresión de su rostro.

—Fue lo mismo contigo, no te asesiné en ese entonces, Liz-sama, pero… después… yo mismo me deshice de todos aquellos que iban tras tu vida. Arrebaté la vida de muchos con el fin de protegerte

—Entonces… ¿F-fue por mi culpa?

—¡Por supuesto que no! Todo lo que hice fue por decisión propia—. Negó Gilles rotundamente, levantando lentamente su cabeza.

Su expresión, que era tensa y se podía decir que estaba totalmente fuera de lo habitual, al encontrarse con mis ojos, se distorsionó e hizo un sonido raro. Era evidente que su hermoso rostro estaba lleno de infinita tristeza.

—Creí que… lo había superado, sin embargo… maté a mi propio padre con estas manos. Solo son eso, tal hecho… se siente cada vez más y más doloroso.

—Es normal que te sientas así.

—No, no lo es. Yo… yo estaba justificando mis asesinatos con el pretexto de protegerte. Es doloroso, precisamente porque soy consciente de que fui yo quien asesinó a mi padre.

¿Cómo debo tomar lo que me dijo? 

Entonces, Gilles forzó un movimiento en sus mejillas tensas y sonrió. No sabría decir si lo que su sonrisa describía se consideraría algo bueno o lamentable.

No sabía cómo contestarle, y Gilles, notándolo, sólo agachó su mirada y se limitó a dedicarme una sonrisa con su atormentado rostro.

—Además… lo que más miedo me da, incluso más que haber matado a mi padre… es que tú me llegues a odiar, Liz-sama.

Gilles, que sonreía burlándose de sí mismo, extendió ligeramente su mano hacia mis mejillas. Cuando llegó a la parte que me iba a tocar, se abstuvo de hacerlo y, a pesar de que estaba sonriendo, parecía como si, en realidad, estuviera llorando.

—Más que matar personas, lo que me aterra es que no veas en mí más que a un asesino y que termines odiándome… Soy cruel y egoísta, ¿no estás de acuerdo?

Entonces, me quedé mirando directamente al sonriente Gilles que seguía torturándose a sí mismo.

—Gilles…

Probablemente, en los ocho años que hemos estado juntos, es la primera vez que lo veo actuar de esta forma.

Despacio, extiendo mis manos hacia el rostro sombrío de Gilles, quien se mordía los labios. Fue un movimiento tan lento que, si quisiera, sería muy sencillo para él rechazarme. Sin embargo, aceptó mis manos sin moverse ni un poco. 

Mi busto no era tan grande como los tazones, sino más bien pequeño como las copas de sake, era como un diminuto montículo que ni siquiera sobresalía. Aun así, atraje a Gilles hacia mi pecho plano. Lentamente, lo fui acercando hacia mí, sosteniéndolo con mucho más cuidado que a una muñeca, era más bien la forma en la que se sostenía a un niño indefenso. Entonces, froté gentilmente su temblorosa espalda, cuando confirmé que su cabello verde estaba completamente envuelto entre mis brazos.

El crecimiento de ambos no se podía comparar a aquella vez cuando nos conocimos. Nuestro desarrollo no podía ser más desigual, mientras mi cuerpo seguía siendo pequeño, el de Gilles era grande y robusto. Cuando lo sostenía entre mis brazos, también me di cuenta de que su espalda era ancha.

Sin embargo… 

A pesar de su gran tamaño, al Gilles de este momento lo sentí muy pero muy pequeño.

—¡No! No hay forma de que yo llegue a despreciarte. ¡Te lo aseguro!

Gilles es muy importante para mí, tanto, que mi deseo es que siempre se quede a mi lado y que me acepte tal como soy. Es tan importante que no quiero que se separe nunca de mí lado y quiero creer que Gilles también siente lo mismo hacia mí.

Por todo eso, es imposible para mí llegar a odiarlo.

Guilles alzó su rostro lentamente, con un movimiento pausado y me le quedé viendo por un pequeño instante.

Luego, noté que Gilles está llorando. ¿En qué momento empezó a llorar?

Gilles no necesariamente expresaba sus emociones con palabras, me bastaba sólo con ver su cuerpo estremecerse y sus ojos llenarse silenciosamente de lágrimas para darme cuenta de sus sentimientos. Sus ojos verdes cubiertos de lágrimas se veían muy nítidos y sus sentimientos complicados los hacían temblar.

Cuando limpié con mi dedo índice las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas desde la comisura de sus ojos, su rostro se contrajo y derramó todavía más lágrimas. Quise decirle que no llorara, pero las palabras se negaban a salir de mis labios; sin embargo, me dolía en el alma verlo así.

Con una voz que casi no me salía, lo llamé por su nombre, dándole unas palmaditas ligeras y constantes en su espalda, justo como lo hice en aquella ocasión hace mucho tiempo.

—Estaré a tu lado… No me importa, para nada, que tus manos se hayan manchado de sangre, sé que eso lo hiciste por mi bien. Tal cosa no hará que me separe de ti, te lo aseguro. Todo lo que hagas lo aceptaré sin cuestionarte. Pase lo que pase estaré de tu lado. Eso es porque eres muy, pero muy importante para mí. —Susurré

Gilles se acurrucó en mí con sumo afecto, y con sus emociones a flor de piel, fue acercando su cara a la mía sin dejar de llorar. Me dio las gracias con una voz ronca, rozando ligeramente el lóbulo de mi oreja con sus labios.

No fui consciente de su acercamiento sino hasta unos instantes después de lo que había ocurrido. Sentir el tacto de sus labios humedecidos por las lágrimas, me hizo entender por primera vez que algo estaba pasando en mi propio cuerpo.

¡Eso es! Un sonido raro salió de mi garganta, como si mi voz estuviera atorada con algo. Sentí calor desde el lugar donde tuvimos contacto y no sólo ahí. Noté que ese calor se fue extendiendo por toda mi cara, empezando por mis mejillas hasta llegar a mis labios.

Tan sólo, bastó un ligero toque de sus labios para que una avalancha de diferentes emociones llegara a mí: sentimientos tanto de dolor como pena hacían que mi corazón doliera.

Entonces, por primera vez, fue Gilles quien me atrajo hacia él y me envolvió en sus brazos. Sus labios fueron tocando distintas partes de mi cuerpo. Cada vez que la parte suave de sus labios me tocaba, me transmitía su calor.

Aunque mi corazón latía precipitadamente, sentía como si fuera algo que le estuviera sucediendo a alguien más. Y la verdad, es que no estaba en situación de reaccionar debido a que todo fue muy repentino.

—¿Gilles…?

Gilles se detiene cuando mi cara se separa de él y pierdo mis fuerzas. Esta vez, nuestros papeles se invierten y ahora es él quien me sostiene a mí en su pecho, pero no tengo tiempo de preocuparme por ese detalle.

Mi rostro arde.

Gilles rodea mi espalda con sus manos y me abraza fuertemente. Mi rostro, que está pegado a su pecho, percibe los latidos precipitados de su corazón.

—Liz-sama… ¿En verdad puedo quedarme a tu lado? —Me preguntó con una voz temblorosa y con una mirada que parecía como si me suplicara, a lo que yo asiento despacio con la cabeza.

¿No debía ser algo lógico? Ya que, después de todo, Gilles es mi sirviente personal.

Gilles, que se sintió aliviado cuando asentí, relajó su mirada y nuevamente compartió su calor conmigo… yo no lo rechacé.

Gilles continuó abrazándome por un largo tiempo hasta que, finalmente, pareció calmarse, tiempo después, salió de mi habitación con una sonrisa en sus labios.

En cuanto a mí, aturdida, en cuanto se fue, me dejé caer en la cama así nada más.

¿Qué es lo que debería hacer?

Permití que sus labios me tocaran tanto como quiso, pero esos fueron besos normales. Me besó en el dorso de mi mano, en las mejillas, en la nariz… y también en los labios, aunque ahí es considerado como un beso boca a boca.  Pero, aunque lo sea, no me importó. 

Me dejé llevar por la situación. Sin embargo, ¿habrá sido lo correcto? No, aunque no lo hubiera sido, decididamente era una situación en la que no podía rechazarlo.

“No, no fue un beso normal”, pensé, recordando la sensación del beso mientras recorría con la punta de mis dedos el calor que sus labios habían dejado en los míos.

Me pregunto si fue lo correcto, dado que a eso no se le puede considerar un beso de adultos. Fue solo un roce entre nuestros labios. El sabor ni siquiera fue dulce, si acaso lo sentí salado, y eso es porque Gilles estuvo llorando a mares.

Cuando toqué inadvertidamente mis labios, terminé recordando lo que sentí en ese momento, como si sus suaves labios tocaran los míos de nuevo y me avergüenzo.

Bueno… En realidad, no es algo que me afecte dado que fue la primera vez que lo hace, pero no creo que sea correcto besar a una chica indefensa aprovechándose de su debilidad. Lo mismo se aplicaría al beso de Gilles.

Pero, de alguna forma, no me asusta que sea Gilles quien lo haga. Eso lo acabo de entender por experiencia propia…

Es extraño…


Ayanami
Siiiii!!! Hemos vuelto!!! \(≧▽≦)/ Y ahora con nuestra nueva y hermosa traductora Soyokaze ╰(✿´⌣`✿)╯♡, quien estará traduciendo esta hermosa novela desde el japonés, así que ha tener un poco de paciencia (>‿◠)✌, pero les aseguro que valdrá la pena, así que démosle nuestro apoyo incondicional a tan hermosa alma generosa, Soyokaze-sama sea bienvenida a este gran reino que es Kovel O (≧▽≦) O

3 respuestas a “Vida feliz – Capítulo 59: Pase lo que pase”

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