Vida feliz – Capítulo 60: Recoges lo que siembras (punto de vista de Cecil)

Traducido por Soyokaze

Editado por Ayanami


La relación familiar entre el anciano Georg y yo era prácticamente nula. Nunca tuvimos una relación real, ya que, a pesar de tener lazos consanguíneos en una cuarta parte, no me consideraba parte de su familia.

En un inicio, se esperaba que yo fuera el heredero de la casa Steinbert, pero me descartaron inmediatamente por ser el contenedor de magia destructiva que, además, se salía de mi control una y otra vez. Por lo que me trató como un objeto defectuoso.

Honestamente, me daba igual ser el sucesor y no, era como si no hubiera querido heredar el ducado. Era sólo que me irritaba y frustraba en gran medida el que no me reconociera como parte de la familia. Era un hecho que, algún día, le haría tragarse sus palabras. Es por eso que, con las circunstancias actuales, puedo decirle estas palabras:

—¡Lo tienes bien merecido! 

Hasta ahora, había sido humillado y menospreciado cruelmente. ¿Acaso está mal que quiera restregárselo en la cara?

Estando confinado detrás de una puerta enrejada, le dije tales palabras al hombre que comparte una cuarta parte de su sangre conmigo, sin mostrar expresión alguna en mi rostro.

Aunque tampoco estoy tan feliz de juzgarlo con lo que le dije. Simplemente, pensé que ese era el final justo para alguien que tiende a usar a otros a su conveniencia y a mirarlos por encima del hombro.

El anciano, que había sido restringido para que fuera incapaz de moverse y usar magia, me miró y su rostro arrugado se contrajo todavía más.

Me dirigió una mirada asesina llena de odio, pero supongo que la carencia de afecto e interés de ese hombre hacia mí no me matará ni me hará falta, así que no me importa.

Además, no importa con cuánto odio me mire, en su condición actual, no me puede hacer nada. Si tratara de hacer algo, los guardias vendrían de inmediato. Lo mismo va para mí, si quisiera hacerle algo o incluso tuviera la intención de dejarlo escapar (por ser un familiar), la estricta seguridad me impediría hacerlo; es prácticamente imposible.

—Tú, viejo avaricioso. Deberías haber estado satisfecho con ser la cabeza del ducado y estar en la posición más alta de la organización de magia negra. ¡Pero no!  Te ganó la ambición y es por eso que acabaste de esta manera. 

Si se hubiera quedado tranquilo sin hacer nada, podría haber pasado sus últimos días llevando una vida plena. Su codicia hizo que tratara de usurpar el reino, y éste fue el resultado. ¡Qué hombre tan patético!

Como sea, es un hecho que el viejo no hizo más que desperdiciar su vida durante los diez años que tardó en organizar la revuelta. Mejor debería haberse quedado quieto y no tratar de hacer daño, de haberlo hecho, otra historia sería. Es una lástima.

—¡Cierra la boca!

—Tenías la mente cerrada y ni siquiera hiciste el más mínimo esfuerzo por entenderme. Tu creías que la única verdad era la tuya y nunca te abriste a nuevas posibilidades. Es por eso que me hiciste a un lado, cometiste el error de creer que mis poderes eran incompletos y me aislaste así sin más.

—¡Quién hubiera imaginado que un fracaso como tú tenía tales poderes! ¡Debiste de haberlos usado desde el inicio! ¡Si lo hubieras hecho…!

“¿Y qué si lo hubiera hecho…?”  Pensé para mí al escucharlo. Si hubiera controlado mis poderes antes, para él no habría sido más que una mera pieza de ajedrez que hubiera podido utilizar a su antojo. ¡Así que no, gracias! ¡Me aterra el pensar que podría haberme visto envuelto con una persona con ambiciones tan banales!

Además, no es como si no hubiera tenido poderes. Yo ya era fuerte desde el inicio.

—¿¡Y lo dices tú, que te rendiste conmigo desde el comienzo!? ¡Qué desfachatez de tu parte! Además, fue gracias a Liz que pude controlar mis poderes, no gracias a ti.

No importa que tan talentoso sea alguien, es estúpido actuar sin medir las consecuencias. Aún ahora, pienso que lo que ella hizo aquella vez fue algo estúpido: mira que meterse en medio de una tormenta de magia descontrolada. Y para colmo terminó llena de heridas. 

Además, transferirme su magia para diluir la mía, es algo difícil y poco común que no muchos pueden lograr, aun así, ella no dudo en hacerlo. Fue realmente muy peligroso, hice uso de mi magia y me estuvo acompañando en todo el proceso.

Pero eso no fue todo. Sin duda, recibí mucha ayuda de Liz… Prácticamente me salvó y fui capaz de controlar mi magia. También es gracias a ella que pude reír libremente al final. En cuanto a su padre, bueno, no es que estuviera muy feliz que digamos, pero al menos me aceptó.

En fin, recibí mucho de parte de ella.

Y yo… Dije que le pagaría con intereses la deuda que tengo con ella desde hace mucho. Sin embargo, mi deuda y los intereses sólo siguen aumentando. Debería pagarle, aunque sea un poco.

No, aun sin ser cuestión de prestar o pedir prestado, de todas formas, quiero compensar a Liz, quien se enfrentó a mí cara a cara, sin evitarme como lo hacían todos los demás.

—Tus ambiciones me daban igual y no tenía el más mínimo interés de saber cuáles eran. Pero… desde el momento en que involucraste a Liz y le hiciste daño, dejó de haber un futuro para ti. Así que deberías pasar lo poco que te queda de vida arrepintiéndote de todo lo que has hecho.

El día de su ejecución no está lejos. Hasta entonces, debería reflexionar sobre sus propias acciones. Bueno, dudo mucho que lo haga.

Me alejé de su celda, sin reaccionar ante la mirada del anciano que se veía de alguna forma, desesperada. Y es porque yo… ya no lo considero mi abuelo.

Y, como tenía otra cosa que hacer, ya que había venido alguien más conmigo a la prisión, salí del calabozo para guiarlo, pero… probablemente, lo mejor hubiera sido no haberlo traído. Gilles venía detrás de mí, manteniendo la cabeza agachada todo el tiempo, ni siquiera trató de hablar conmigo ni una sola vez.

Gilles no necesariamente me odiaba totalmente, pero hablaré de eso más adelante. Ya que, en estos momentos, él parecía tener la guardia baja, y es por eso que quiero aclarar que no tengo el más mínimo interés de entrometerme en sus asuntos.

Oh, bien. Entre unas cosas y otras, reconozco que Liz se haya quedado bajo su cuidado, sin embargo, el Gilles de ahora, no menciona nada ni muestra emociones sobre ello, es casi como si no le importara. 

¿Acaso estará enojado? ¿O posiblemente está triste?

¿Quizás, está cabreado con la persona que está en el calabozo a donde nos dirigimos? ¿O estaba acongojado por haber matado a su padre?

Hum… Cualquiera de las dos opciones es posible. 

Soyokaze
De hecho ambas opciones son correctas

Como sea, lo más seguro es que Liz ya lo haya tranquilizado, es por eso que no estoy tan preocupado por él. Ella, por su parte, parecía algo incómoda, ya que su cara estaba levemente ruborizada. ¿Gilles habrá hecho algo para hacerla reaccionar así? 

Soyokaze
Oh, sí que lo hizo.

—Hemos llegado… —Llamé a Gilles. Afortunadamente, justo cuando el ambiente se estaba poniendo demasiado incómodo, llegamos a nuestro destino, así que me sentí aliviado. Gilles levantó su rostro. 

¡Uf! ¡Su cara da miedo! Este patrón es exactamente igual al de un amo cuyo sirviente lo hizo cabrear. Y no fui yo el que lo provocó, sino el idiota que tenemos enfrente.

—¡Ah…! Pero si es el sirviente de la señorita Lizbeth —dijo el hijo del conde que estaba esposado tras las rejas, levantando lentamente su cara, al tiempo que elevaba la comisura de sus labios.

Cuando sus miradas se encontraron, el hijo del conde sonrió. Me pregunto cómo puede estar tan tranquilo en una situación como esta. Se me hace extraño.

Este idiota que, sin ser el cabecilla de la rebelión, secuestró a Liz y actuó por su cuenta tratando de dañarla, causando un gran alboroto, ahora estaba encarcelado.

Sentí que los sentimientos personales de Welf habían influido un poco en su encarcelamiento, pero supongo que no hay problema, ya que fue lo que dispuso su majestad en el juicio. Al parecer, el emperador también tiene a Liz en gran estima.

No sería ejecutado, sólo bajarán su rango y, en el peor de los casos, sería exiliado a un país extranjero o pasaría el resto de sus días en prisión. A pesar de su situación, lejos de reflexionar por lo que hizo, parecía no importarle en lo más mínimo… Supongo que un idiota seguirá siendo un idiota sin importar lo que le pase.

Gilles mostró una cara inexpresiva ante la reacción indiferente del hijo del conde, lo cual se me hizo extraño, ya que era imposible que no estuviera enojado.

—¡Hey tú! ¿Entiendes la gravedad de lo que le hiciste a Liz-sama? —Le preguntó Gilles, simple y llanamente, y, poniendo la llave en la cerradura, abrió la reja y entró al calabozo.

Yo simplemente había pedido prestada la llave para él. Se podría decir que lo hice por consideración.

Cuando le expliqué las circunstancias al soldado que tenía la llave, me la prestó de buen modo. ¿O quizás, lo hizo debido a la atmósfera intimidante que despedía Gilles?

Por norma general, está prohibido abrir la reja y entrar en la celda, pero teniendo labia y si se exponen razones válidas disfrazadas o no, se puede obtener el permiso. Especialmente, si se da la impresión de que su majestad, siendo su majestad, permitió torturar a una persona de bajo rango que no parece tener información relevante que pudiera proporcionar, entonces, se hacen de la vista gorda. Es por eso que se nos permitió llegar hasta esta situación.

Su majestad, al escuchar de Liz que había sido atacada, se vio bastante apenado. Supongo que es por eso que nos permitió hacer lo que vamos a hacer.

El hijo del conde se sorprendió cuando Gilles entró a la celda, pero como se suponía que no le podrían hacer nada, se quedó impasible. Pero… yo no tenía idea de que esa actitud descarada haría enfadar tanto a Gilles.

—Ja, ja… Al final, no pude hacerle nada. ¡Maldición! Si tan sólo la hubiera atado bien, podría haberla hecho mía. ¡Qué lástima!

—¡Tú, hijo de puta…! —Le grité indignado.

Se me hace increíble que dijera tales cosas, y me frustra. Pero lo que más me sorprende… ¿Acaso ese tipo no tiene cerebro? Mira que escupir tales palabras y empeorar su situación.

¿Acaso no se da cuenta de que está cavando su propia tumba?

—¿Eso piensas?

Por otro lado, Gilles respondió con esa frase, sin inmutarse. Al contrario de su aparente tranquilidad, hizo que mi miedo aumentara todavía más y no lo podía creer, sin embargo, tengo la impresión de que no le muestra ese lado cruel a Liz.

—Déjame preguntarte algo. ¿Qué prefieres? ¿Vivir en la deshonra o morir con la deshonra?

—¿Cómo?

Gilles agitó sus manos, antes de que él respondiera. El dobladillo de su túnica se agitó y se vislumbró un destello plateado. Apenas y pude ver la hoja de su cuchillo que se dirigía a una velocidad impresionante hacia el hijo del conde.

El sonido de algo duro que es atravesado, resonó en la prisión.

El cuchillo quedó clavado en la pared de piedra sin caerse al piso, involucrando al hijo del conde. Bueno, más precisamente le hizo una pequeña abertura en el espacio entre su cuerpo y la uña del dedo meñique. Parte de su ropa cayó al piso y otra parte quedó fuertemente atravesada en la pared.

Sentí un resquicio de reacción mágica, seguramente, su velocidad se incrementó con algún tipo de magia, como magia de viento o algo así. Aun así, fue intimidante que el cuchillo quedara clavado en la pared. No estoy seguro si eso se debió a su tremendo control, a su fuerza física o a la resistencia de su cuchillo.

Pensemos detenidamente…

A pesar de que este tipo fue aislado, sigue siendo el hijo menor de la familia Sévéne. Era alguien que había sido educado expresamente para seguir las órdenes de la familia Steinbert.

Los miembros de la familia Sévéne eran educados desde muy pequeños para ser guardaespaldas y para ocuparse de los asuntos oscuros de la familia a la que sirve entre otras cosas.

Y Gilles nació precisamente en esa familia, y no es que sólo tenga un excelente control de su magia, nada asegura que pueda hacer otras cosas bajo sus órdenes.

—Fue mi error el no haber podido proteger a Liz-sama. En parte se debió a mi falta de habilidad. Aquella vez, debí incapacitarte en un instante y matar a tu cómplice que había restringido a Ruby-sama —murmuró Gilles sin tapujos.

Liz… sí que te conseguiste un sirviente capaz.

—La próxima vez la protegeré, y para eso eliminaré la ansiedad sobre cosas que todavía no han pasado o que podrían pasar.

—Gilles, por favor, no te excedas. Lo mejor es que dejes de mancharte las manos, si te encuentras con Liz estando cubierto de sangre, va a ser demasiado para ella.

—Liz-sama me aceptará, aunque me ensucie las manos.

—Pero no necesitas mancharte las manos necesariamente, piénsalo bien.

—Lo sé. No pienso volverme adicto a derramar sangre… Pero este fue un caso especial. Fue sólo una pequeña represalia hacia el bastardo que trató de aprovecharse de mi importante ama —dijo sonriendo.

Ésta es la primera vez que veo sonreír a Gilles. Seguramente, se liberó de lo que había estado oprimiendo todo este tiempo.

Parece que Gilles se desinhibió en exceso con el rumbo que decidió tomar. Siento que eso me va a provocar dolor de estómago. De hecho, ya me está doliendo.

Mientras más razono, más puedo ver claramente que, en algún momento, se descontrolará. Sin duda, este tipo hará cualquier cosa por Liz. Dado que ella le dijo que lo aceptaría sin importar lo que hiciera, en cierto sentido, eso ocasionó que su restricción se liberara.

Después de imaginarme cuál iba a ser el final del hijo del conde, dejé algunas instrucciones y me fui de ahí. 

Hijo del conde, en verdad, eres un tipo lamentable por haberte hecho enemigo de una persona como él. 

De momento, junto mis manos, lleno de lástima, ante los alaridos que escuché a mis espaldas.


Ayanami
Sí, debe ser castrado ¬.¬ eliminemos futuras amenazas n.n

2 respuestas a “Vida feliz – Capítulo 60: Recoges lo que siembras (punto de vista de Cecil)”

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