Vida feliz – Capítulo 62: Una Visita

Traducido por Soyokaze

Editado por Ayanami


No es como si el trabajo de mi padre hubiese terminado sólo porque hayan puesto fin a la rebelión. Al contrario, parece haber aumentado todavía más.

A su trabajo habitual se le sumó el de castigar a los rebeldes y despedir a aquellos que trabajaban en la institución de magia, aparte de que se le encargó realizar los trámites para tomar el control de la misma. También tenía que investigar el origen de los fondos de procedencia ilícita que habían sido encontrados y para qué habían sido destinados, además de encargarse de la fundación de un nuevo laboratorio de magia, entre otras muchas tareas.

Claramente, mi padre estaba haciéndose cargo de asuntos que no le correspondían. ¡En verdad su trabajo parecía no tener fin!

Además, la gran confusión se debió a que fue la persona que estaba en la posición más alta de la institución mágica quien había incitado la rebelión. Así que fue inevitable que mi padre se viera envuelto en todo eso. Por lo cual, recibió una bonificación extra a su salario de parte de su majestad.

Bien, como sea, la razón por la que yo no salía de casa se debía a que estaba ayudando a mi padre, quien estaba muy ocupado con el trabajo, con varias cosas de la casa o, mejor dicho, se me ordenó que evitara salir tanto como fuera posible para no causar problemas.

Desde el punto de vista de otros, en realidad, no era extraño que mi padre tomara dichas medidas. Es lo que sentiría cualquier padre cuya hija haya sido secuestrada y herida por verse involucrada en sus asuntos.

Bueno, no me importa estar encerrada, pero estarlo conlleva otros problemas: otras familias se sienten con el derecho de interferir y eso es molesto.

Es natural acercarse para observar detenidamente cuando ves una habitación que, de inicio, estaba vacía, llena de muchos regalos y cartas. Había obsequios tales como flores, frutas y cartas, entre otras cosas. Pensándolo bien, en Japón se hace lo mismo… Sin embargo, la cuestión es que muchos eran de personas que prácticamente ni conocía. Bueno, no físicamente, pero al menos los nombres de los remitentes me eran familiares.

Después de todo, supongo que nos enviaban presentes debido a que tuvimos un buen desempeño para controlar la rebelión, principalmente a mi padre.  

Y también, de entre los rebeldes, el sumo sacerdote George, quien era el que estaba a la cabeza de la institución de magia, fue ejecutado. No estoy del todo segura ya que yo estuve en casa cuando pasó, pero seguramente la ejecución fue pública. 

La situación en la institución de magia estaba dividida, seguramente era debido a que aquellos que fueron miembros de la rebelión habían sido expulsados, y eso ocasionó que hubiera escasez de magos que pudieran ayudar.

En fin, aun si no había nada que hacer acerca de eso, ya no estaba el líder de la institución, y debido a eso, mi padre, al ser el segundo al mando, fue ascendido.

Con la ejecución del sumo sacerdote no había nadie que estuviera al nivel de mi padre en términos de poder militar y mágico. Aunque de inicio ambos eran extraordinarios en cuestión de poder.

En todo caso, eso significa que mi padre se convirtió en el mago con el cargo más alto, que es el de sumo sacerdote del reino. Y no me extraña, ya que se podría decir que es obvio que trates de asignarles esos puestos a aquellos aliados capaces que además te apoyaron todo el tiempo, ¿no?

Como sea, ese es el motivo por el que se nos acercan muuuchas personas que tratan de adularlo.

—¡Todo esto es demasiado molesto…!

La verdad es muy problemático, aunque nos lleguen tantos regalos que incluso abarrotan una habitación entera.

Y no es que se preocupen expresamente por mí, porque sólo están ansiosos por complacer a mi padre y ese es su principal objetivo. Sin embargo, eso no quita que esta situación sea toda una molestia.

—Liz-sama. Tienes visita —Gilles me avisó cuando estaba suspirando, sumergida en mis pensamientos. Así que cuando él me llamó me tomó desprevenida y me sorprendí por un instante, pero saqué fuerzas de mi interior y me forcé a sonreír.

—¿De quién?

—De Cecil-sama.

—Ya veo. Llévalo a mi habitación por favor.

—Como ordenes —Gilles me contestó sin titubear.

Me siento inquieta ante el comportamiento habitual de Gilles. Parece que soy la única consciente de lo que pasó entre nosotros, ya que mi corazón se acelera cada que lo veo, y él simplemente se comporta como siempre…

Su actitud tranquila es como si no hubiera pasado nada, y no niego que me sentiría incómoda si llegara a mostrar algún signo en su rostro, pero que actúe así igualmente me causa conflictos. ¡Qué complicado!

—Liz-sama… Tu listón está torcido. Permíteme acomodarlo para que estés presentable cuando vayas a encontrarte con la visita.

Me causa muchos conflictos que sea yo la única que parezca estar en agonía, ya que Gilles no parece darse cuenta de mis tribulaciones.

Gilles, con toda la calma del mundo, dirige sus manos hacia el cuello de mi vestido y me lo acomoda minuciosamente y le da forma al listón.

Estoy tan consciente que incluso hasta escucho el ligero crujido de mi ropa.

Confirmo: al parecer sí soy la única que es consciente de lo que pasó aquella vez. Inconscientemente me tenso ante su cercanía.

—¿Sucede algo? —Pregunta Gilles como si nada.

—No, nada —Contesto. Me causa un poco de insatisfacción que él ni siquiera se inmute. Pero está bien, lo más seguro es que, en ese momento, sólo quisiera consuelo y nada más, así que trataré de no pensar mucho en ello.

♦ ♦ ♦

—¿Te encuentras bien? —Me pregunta Cecil.

—Lo mismo te pregunto —Le respondo.

Cecil-kun vino expresamente a visitarme, pero lo mismo se aplica a él. En todo caso su visita seguramente es por pura cortesía, ya que estoy en buenas condiciones de salud… 

A diferencia de mí, pienso que él tiene más motivos para no estar bien. Digo, su propio abuelo fue ejecutado por traición al reino, ni más ni menos. 

Cecil no parecía tener emociones hacia el mago supremo George, sin embargo, si una persona que comparte lazos de sangre es ejecutada, seguro que los demás lo han estado mirando mal y son severos con él, y no lo dejarán tranquilo fácilmente. Me alegra que Cecil-kun no haya sido castigado, pero sin duda está siendo severamente criticado.

En cuanto a mí, mis heridas ya se curaron y estoy bien, siempre y cuando, no me toquen hombres que no conozca. Fuera de eso, no hay otras cosas que me afecten, pero ese no es el caso de Cecil, seguro que él se las está viendo más duras que yo.

—No estoy particularmente interesado en lo que los demás piensen de mí. Además, como le dije a tu padre, no considero haber sido de gran ayuda para ti —me dijo, encogiéndose de hombros cuando expresé mis preocupaciones hacia él—. Al contrario, están circulando más rumores extraños acerca de ti que de mí: como que eres una chica trágica y cosas así.

—Oh, alto ahí —le contesté, adoptando lo más que pude una postura de rechazo ante su pequeña sonrisa burlona.

Y es que, sin estar enterada de nada, de acuerdo a Gilles, se dice que entre los nobles y por todo el palacio se ha formado una percepción extraña sobre mí.

Circulaban rumores tales como que la hija del líder del comando que estaba a cargo de suprimir la rebelión, a pesar de haber sido secuestrada, había soportado valerosamente el mal trato del que fue objeto y que además era una tierna doncella que había jugado un rol importante en el abatimiento del principal cabecilla de la rebelión.

Bueno, estoy totalmente en contra con lo de “tierna”, ya que no tomé ningún reparo cuando pateé las bolas de ese maldito lord.

—No voy a negar que los rumores son completamente erróneos, pero llegar a ese extremo…

—Es cierto que embellecieron exageradamente las cosas, pero los hechos son los hechos. Es sólo que, para mi punto de vista, el título de “heroína trágica” no va para nada contigo.

—¡Hump! —Exclamé algo molesta. Fue muy descortés como me lo dijo, pero ciertamente no soy una chica débil. Aún con todo, me sentí inconforme con que me lo dijera cara a cara y sólo inflé mis mejillas como protesta ante su forma tan directa de recalcar las cosas.

Cecil esbozó una sonrisa amarga cuando le dirigí una mirada severa. Pero parecía tener plena confianza en lo que me dijo, así que no se veía que lo lamentara para nada.

Bien… No puedo negarlo, así que no puedo señalarlo, ya que es obvio.

—Es sólo que no eres la clase de mujer que tome las cosas de manera pesimista, no importa que tan dura sea la situación a la que te enfrentas.

—Así es, prefiero tomar acción en lugar de lamentarme…

—¿Verdad? Tú eres de las que afrontan las cosas. Es mil veces mejor a que fueras una mujer que no hace nada —me dijo Cecil-kun, agregando a la vez que por eso no debería enfadarme, tocando a la vez sus mejillas con las puntas de sus dedos aludiendo a mis cachetes inflados.

Me percaté que, en realidad, Cecil-kun era bastante amable cuando sonrió algo alegre. Bien, podríamos decir que es un gran avance de su parte, considerando que lo único que hacía cuando lo conocí era chasquear la lengua y mostrar mala cara.

—Cecil-kun… De algún modo, siento que has madurado.

—Lo mismo va para ti. Me retracto… quizás eras más madura antes que ahora. 

—¿Estás diciendo que me volví infantil? ¿No es eso cruel?

Se diría que eso de ahora fue inmaduro de mi parte. Ciertamente, creo que me he vuelto un poco infantil, pero si me tratan constantemente como una niña, ¿no es lógico que a la larga me comporte como una, lo quiera o no?

Probablemente, con la mueca que hice con mis labios me volví más infantil y entonces, Cecil-kun, siendo Cecil-kun, reaccionó acariciándome vigorosamente la cabeza. 

—¡Hump! —Me quejo. Siento como si Cecil sólo se estuviera burlando de mí. Para empezar, siento que ha madurado demasiado para un chico de tan sólo doce años.

Cecil-kun, me miró inquisitivamente por un instante, entrecerrando ligeramente sus ojos, como si de repente se hubiera acordado de algo.

—Hay algo que quiero preguntarte. ¿Pasó algo entre Gilles y tú?

—¿¡Cómo!? —Exclamé exageradamente sin pensarlo, haciendo que mi voz me traicionara. Debido a eso, confirmé sin querer sus sospechas.

—Es sólo que ustedes dos no se comportan como siempre. Y además, no le diriges la mirada.

—P-pero aunque me digas eso…

—¿Gilles hizo algo?

Terminé recordando lo que pasó entre nosotros el otro día ante las palabras de Cecil-kun y sentí como mis mejillas ardían. Traté con todas mis fuerzas de no recordarlo, pero los recuerdos seguían regresando a mi cabeza de nuevo.

No, no es así… Hacía eso como una especie de consuelo para mí misma.

—E-eh, verás, es que Gilles, ¿me besó?

—¿¡Queé!? —Cecil-kun exclamó sorprendido, abriendo los ojos como platos ante mí inimaginable confesión.

—Hey… ¿No te lo había dicho el otro día? Ustedes son demasiado cercanos. Eso mismo le dije a él.

—Sí, lo hiciste…

—¿Cómo fue que terminó en un beso?

Aunque le de vueltas al asunto, si lo pienso, es porque rechacé que me besara. Simplemente, se debió a que no lo odie, y si agregamos que Gilles parecía pasar por una situación muy dura… Simplemente, me dejé besar.

—Hum… ¿No se lo has dicho a Welf?

—Esteee…

—¡No se lo digas por ningún motivo! Ni a él ni a nadie más. Considera que ese tipo de relación entre amo-sirviente es un rotundo “no” por norma de estatus —me lo recalcó fuertemente, pero de inicio, nunca tuve la intención de decírselo a otros así que asentí.

No es como si pudiera decir así sin más lo del beso, ya que para mí es vergonzoso. Bueno, se lo dije a Cecil-Kun, pero por ningún motivo pienso decírselo a nadie más.

—Supongo que te dejas llevar fácilmente por las circunstancias…

—¡Ugh!

—Supongamos que fuera yo el que se te acercara. ¿Cómo reaccionarías?

—Me sentiría, ¿incomoda…?

Para empezar, dudo que Cecil-kun se me acercara con esas intenciones. Él no tiene sentimientos románticos hacia mí, incluso él mismo me lo ha dicho, así que es imposible.

Nos llevamos bien, pero no hay forma de que nuestra relación pase más allá de la amistad.

—Sería tu culpa si no me rechazaras claramente. Si odias este tipo de situaciones, simplemente tienes que rechazarlas y ya.

—No es como si odiara que tu lo hicieras, simplemente, me sentiría incómoda.

—Precisamente por eso digo que te dejas llevar fácilmente. ¡Tonta!

—¡Ouch!

Cecil-kun me dio un golpecito en la frente con sus dedos. No lo hizo tan fuerte pero aun así me dolió.

Cuando me le quedé viendo mientras gemía de dolor, su expresión era atónita. Su cara parecía decir algo así como “esta mujer no tiene remedio”.

—Sé un poco más precavida ante aquellas personas a las que les tengas confianza.

—De acueeerdo… Oye, Cecil-kun, te comportas como un hermano mayor. ¡Ouch!

—Te lo repito: no seas tan descuidada.

Fruncí mis labios ya que Cecil-kun me volvió a golpear con sus dedos y me froté la frente quejándome del dolor.

Sorpresivamente, Cecil-kun resultó ser una persona amable que se preocupa por los demás. ¡En verdad es como un hermano mayor!

Pero no se lo mencioné. ¡Capaz y se enoja de nuevo si digo algo más! Así que mejor decidí guardar silencio mientras me dedicaba a frotarme la frente para mitigar el dolor.

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