Riku – Capítulo 60: Cruda realidad

Traducido por Gorrión

Editado por Nelea

Corregido por Sharon


Roppu gimió sintiendo gran dolor a un lado de su cabeza.

En el callejón de la Capital Real se desarrollaba una batalla silenciosa.

Corriendo a toda velocidad tras Roppu, Rook lo perseguía mientras cargaba su arco. Cada tanto, él disparaba una flecha.

La puntería de Rook no era nada mala.

Recibió la guía de Celestinna, y tenía mejor habilidad que los soldados promedio por mucho.

Pero, desafortunadamente para él, Rook estaba disparando mientras corría. Y sin tener demasiadas flechas, era posible librarse de sus tiros. Aunque gracias a su gran puntería, varias flechas habían rozado a Roppu en su cabeza, mejilla y orejas.

—¡Deberías rendirte! ¡Conejo Demonio!

Escuchando a Rook gritarle, Roppu no dejó de correr.

Nadie se detendría sólo porque se lo dijeran. Con su vida en peligro y moviendo sus pies con todas sus fuerzas usando su experiencia como mensajero, se alejó de la plaza aunque fuera por un segundo más.

—¡Tú, di algo, conejo! ¡Déjame darte y muere de una vez!

Mientras se quejaba de cosas sin sentido, Rook siguió disparando. Aunque era capaz de mantener la persecución a pesar de no saber hacia donde correr o disparar, sus tácticas le parecieron confusas a Roppu.

Las estrategias a la Teniente Coronel a la que servía eran raras. Sin embargo, como se esperaría, no había cosas tan estúpidas como esta en sus planes.

Entonces, inconscientemente…

—…Realmente eres completamente diferente que tu hermana mayor —concluyó en silencio.

Esas palabras llenaron el callejón con ruido antinaturalmente.

Pero no tenía tiempo para preocuparse por más cosas. Continuando, al girar en una esquina se dio cuenta que ya no le estaban disparando flechas. Es más, cuando se giró no pudo ver la figura de Roppu en ningún lugar.

—¿Esto… es suficientemente lejos?

Que Rook dejara escapar al Demonio era un gran fallo.

Pensando en las posibilidades de una emboscada, Roppu lo observó discretamente desde la esquina del callejón.

Rook seguía ahí. A diez pasos de distancia, estaba de pie, estupefacto, como si su alma hubiera dejado su cuerpo.

—…

Se mantuvo de pie como si ya no le importara Roppu, y sin mostrar signos de girarse.

Sin disparar más flechas, ni cambiar su expresión. Incluso tras unos pocos minutos, no hizo absolutamente nada.

Debido a lo raro que actuaba Rook, Roppu se acercó a una distancia prudencial.

—Hey.

Sin vida, Rook finalmente abrió la boca.

Roppu se puso en guardia, pero el Espiritista no estaba en un estado en que se preocupara por ello.

Es más, quizá había olvidado que Roppu era enemigo.

Con un ánimo que se sentía como si algo hubiera estancado el aire, algo titubeante, Rook preguntó a Roppu.

—…Con hermana mayor… ¿De quién estás hablando?

♦ ♦ ♦

—¡Cállate, animal!

Escupiendo esas palabras en un grito, Riku usó toda su fuerza para soltarse de lo que la restringía.

Su brazo derecho estaba envuelto con la espada de Raimon que se había transformado en unas esposas.

En otras palabras, si se moviera sólo un poco el filo de la espada se clavaría más en su brazo, o podría cortarlo.

Como pensaba, en ese instante la espada se hundió en el brazo de Riku. A pesar de la forma que tenía ahora, seguía siendo muy afilada y le cortó el brazo brutalmente.

—¡!

Sangre fresca salió a borbotones del corte, salpicando como si fuese una fuente.

En el siguiente momento, un intenso dolor que haría que la mente de cualquiera se nublara cruzó su brazo. Durante su vida, Riku había sufrido numerosas heridas, pero como era de esperar, el dolor de tener un brazo amputado iba más allá de su imaginación.

Junto con el dolor, una sensación fría la asaltó por la gran cantidad de sangre que perdía. Sus piernas comenzaron a desfallecer. Pero, si se desplomara en un lugar como este, no habría ningún significado en sacrificar su brazo.

Así que apretó los dientes y tomó distancia.

—¡Como si quisiera seguir órdenes de alguien como tú! —escupió, respirando entrecortadamente.

Una piscina de sangre se acumulaba sobre el suelo. En ella yacían su brazo derecho y su espada plateada.

Honestamente ella solo podía asentir ante perder su brazo dominante, era muy lamentable. Pero, más que eso, no sería capaz de perdonarse por seguir las palabras de ese hombre y traicionar a Leivein.

El nombre auténtico enlaza tu alma.

Esas palabras no se podían resistir de ninguna manera.

—…Eres una estúpida, Riku —resopló Raimon. —¿Tanto quieres acabar con los Espiritistas que incluso sacrificarías tu brazo? La derrota de los Demonios ya fue decidida en la antigüedad.

Haciendo que su espada regresara a su estado original, comenzó a acercarse a Riku de nuevo.

—¿Quién sabe?

Riku intentó verse fuerte tanto como pudo.

Mientras más se acercaba él, más retrocedía. Cubriendo lo que quedaba de su brazo derecho con la mano izquierda, esperó la oportunidad de escapar.

Debería haber conseguido tiempo suficiente para sus subordinados. Pronto este lugar se llenaría de humanos. Era molesto, pero ya no podía luchar.

…Y al mismo tiempo, tampoco podía imaginar cómo escapar a salvo.

—Debería haber tenido algún as en la manga —resopló Riku.

Debido al intenso sangrado, su vista comenzó a volverse turbia.

Con el dolor, sintió que su conciencia comenzaba a desaparecer. Sus piernas se sentían débiles. Aunque sólo había perdido un brazo, acabó así.

Qué miserable, ¿por qué era tan débil?

Pero, si no hubiera hecho eso, no podría haber evitado que usara su verdadero nombre.

Riku jamás apuntaría su espada hacia Leivein por algo tan irrazonable como eso. Aunque tuviera que morir.

Si llegara a eso, preferiría hacer un intento de ataque suicida con su último aliento. Sin embargo, estando así, era imposible luchar.

Si pierde sus brazos, lo pateará hasta morir.

Si pierde sus piernas, lo morderá hasta la muerte.

Cuando pierda sus dientes, usaría lo que le quede de cuerpo para golpearlo hasta la muerte.

Usando su cuerpo, mataría a todos los que se pusieran ante sus ojos.

Gorrión
Riku está muy rota por dentro. ¡Hail, Riku!

Ese era la única forma de alargar su supervivencia por ahora.

—En ese caso, Rinkus Barusak.

Pero, su esperanza fue rápidamente arrebatada.

Raimon dijo el verdadero nombre de Riku de nuevo en una alta voz que llenó toda la plaza.

—Ve a aniquilar Demonios y después suicídate.

—Lo siento, pero ella no hará eso.

Una voz familiar y fuerte llegó a los oídos de Riku. Una mano poderosa cayó sobre sus hombros.

En ese instante, el frío que sentía se fue y comenzó a sentir un calor atravesarla desde sus hombros hacia todo su cuerpo.

Frente a Riku, apareció un dragón de alas negras para protegerla.

Sabiendo de alguna manera quien era el dueño de las alas de dragón, los ojos de Riku se entrecerraron mientras abrió su boca para hablar, aunque debido a la sorpresa no pudo articular palabra.

Raimon no pudo esconder su sorpresa ante la aparición de ese Demonio.

—…¿Qué…? —habló Raimon con un tono de perplejidad.

Definitivamente había ordenado a Riku matar Demonios al usar su verdadero nombre. Esas palabras definitivamente la habían alcanzado.

Pero no había signos de que ella estuviera actuando según la orden.

—Es simple, Raimon Barusak.

Estirando sus alas negras, el Demonio rió triunfante.

Siguiéndolo, los subordinados de Riku y los Demonios de la División Dragón aparecieron uno tras otro. Armados, miraban a Raimon y a los Espiritistas frente a Riku.

—Es porque Riku es mi subordinada.

Leivein alzó su gran espada.

Nelea
¡Sí! Leiven al rescate

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