El Perseguido – Capítulo 20: Infatuación (3)

Traducido por Shisai

Editado por Sakuya

Corregido por Shiro


Chi Yan no podía verlo, pero en el momento en que tocó el talismán, comenzaron a salir volutas de gas negro de las yemas de sus dedos.

El anciano sabía que tenía razón cuando vio lo que estaba sucediendo, pero negó con la cabeza y no dijo nada. La cosa no le había hecho daño al joven incluso después de tanto tiempo, por lo que no actuaría precipitadamente. Era mejor que él se diera cuenta por sí solo.

Solo que… A partir de ese gas negro, podía deducir que ese ente podría ser más difícil de tratar de lo que esperaba.

♦ ♦ ♦

Chi Yan no se sintió diferente al principio, solo un poco aturdido, como si hubiera esforzado demasiado su cerebro.

Escondido en su bolsillo, el talismán absorbió con lentitud el gas negro y sus bordes se fueron enroscando y quemando gradualmente. Por fin, cuando detuvo el automóvil, el amuleto desapareció de pronto en una nube de humo, como si hubiese sido abrumado, y el gas negro que había extraído hasta ese momento se introdujo de repente en el cuerpo de Chi Yan; quien gimió y se agarró la cabeza mientras distintas imágenes, las cuales no sabía si eran reales o falsas, parpadearon en su mente.

El primer recuerdo que recibió fue el fallecimiento de sus padres. Estaba en el velatorio y sus lágrimas fluían mientras miraba sus retratos funerarios. Muchas «personas» pálidas e inexpresivas desconocidas tiraban de él, a las que le temía de forma innata. No quería irse con ellos, así que se acurrucó con fuerza en el abrazo de su abuela… Ella pensó que solo estaba inconsolable y lo abrazó con ternura.

Luego, cuando fue empujado por un tramo de escaleras, el miedo surgió en el rostro de su abuela al ver una huella en su espalda. Fue en ese momento que le colocó el colgante de jade alrededor de su cuello, visitaron distintos templos y santuarios sagrados y se arrodillaron frente a innumerables estatuas de deidades, pero ninguno de ellos pudo ayudarlo…

—Tengo una idea. ¿Quieres intentarlo? —le dijo al tiempo un sacerdote.

El autobús nocturno y los fantasmas que lo rodeaban… Se vio a sí mismo agarrando la pequeña botella que colgaba de su pecho.

Yo mismo lo llevé a casa…

Se vio a sí mismo colocando la tableta negra con reverencia sobre el altar, tras lo que levantó un vaso y le dijo:

Tercer maestro Ye, por favor, cuídame el próximo año.

Tercer maestro Ye… ¿Quién es ese?

Chi Yan no estaba completamente consciente, las dudas en su mente estaban creciendo y no le daba tiempo a pensar. Sus pesados pasos lo llevaron hacia su casa, mientras que su corazón se llenó de aprensión y malestar.

Al entrar en el bloque, el ascensor que tomaba todos los días lucía como una bestia electrónica de acero, esperando a tragarse todo, y su rostro pálido y sudoroso se vio reflejado en el frío interior.

De repente, Chi Yan se sintió helado, su camisa estaba empapada de sudor frío, y dudó en entrar al ascensor. Fue solo cuando alguien llegó que él se animó a seguir a aquella persona, presionando el número correspondiente a su piso.

Ya podía recordar al sacerdote Zhang, y cómo le había pedido que preparara el altar para la tableta y las cenizas. Él era quien ahora llevaba las cenizas; pero ¿y la tableta?

¿Adónde se fue la tableta? ¿La guardó Ying Zhi? ¿Quién es la persona a la que le he estado rezando? ¿Y por qué olvidé todo esto?

Al pensar en esto, sintió un escalofrío al recordar lo que sucedió cuando fue hospitalizado por gastritis aguda, cuando le preguntó a Ying Zhi sobre la pequeña botella.

La suave sonrisa en la cara de su amante.

—Te lo di cuando nos conocimos el año pasado —dijo claramente.

«Yo te la di».

Fue como si otra capa de niebla se despejara de su cerebro.

Finalmente vio las palabras en la tableta:

El espíritu de Ye Ying Zhi

Entonces, ¿quién es la persona que apareció en mi vida? El Ye Ying Zhi con el que he estado viviendo todos los días durante los últimos meses. El hombre sobre cuyos hombros él dormía, con quien hacía el amor todas las noches.

No se atrevió a continuar la línea de sus pensamientos.

Para cuando se dio cuenta, ya había salido del ascensor y estaba justo delante de su casa. La puerta se abrió con un leve chasquido, y aunque no se atrevió a entrar, el hombre en el interior extendió una mano y lo condujo adentro.

—¿Qué te pasa hoy, tonto? Ve a cambiarte y vayamos a cenar —dijo sonriendo antes de volver a la cocina.

El pequeño departamento estaba lleno del aroma a comida. No podía entender cómo esa tierna escena podía ser falsa.

Chi Yan dejó escapar un suspiro, y las manos que tenía detrás de la espalda comenzaron a temblar a medida que caminaba en silencio hacia el estante de la televisión. Allí, levantó el teléfono que le había comprado a Ye Ying Zhi, ingresó su cumpleaños para desbloquearlo y lo apagó. Entonces, abrió la cubierta trasera y descubrió que el lugar donde debería haber estado una tarjeta SIM, estaba vacío.

¿Quién me ha estado llamando? ¿Cómo puede hacerlo sin una tarjeta SIM? A menos que… no sea realmente humano.

El hombre había comenzado a traer los platos y lo llamó como de costumbre:

—A-Yan, ayúdame a servir el arroz. ¿Por qué no te has cambiado? ¿Estás esperando que lo haga por ti?

—Está bien —dijo Chi Yan. Re-armó el teléfono y lo volvió a encender.

A continuación, sin decir palabra, fue a su habitación y comenzó a cambiarse, con manos temblorosas, sacó la tarjeta de su bolsillo. En lo que terminó de vestirse, intentó calmarse y lucir como de costumbre. Por último, antes de salir, hizo una breve reflexión y decidió sacar del cajón el colgante de jade.

Ye Ying Zhi ya había puesto la mesa y servía el arroz, tras lo que se sentó a esperarlo en la mesa del comedor.

Chi Yan apreció la escena familiar y vaciló. Al final, apretó los dientes, se armó de valor, y caminó hacia el hombre. No obstante, en lugar de sentarse, enterró la cara en el pecho de Ye Ying Zhi y lo abrazó, quien sonrió y le alborotó el cabello.

—¿Qué sucedió hoy? ¿Me extrañaste? ¿O acaso te acosaron?

Chi Yan no dijo nada.

No percibió calidez, ni latidos. Todo había sido una ilusión.

El último fragmento de hálito negro que se arremolinaba en su corazón finalmente se disipó.

Todas las pequeñas sospechas que había ignorado, de repente, se magnificaron y le trajeron claridad.

Su amante apareció en su vida y su pasado era un misterio. Sumado a eso, no salía de casa, se negaba a comer y solo él podía verlo. Todo parecía ser un estratagema para hechizarlo y enamorarlo.

El cuerpo de Chi Yan comenzó a temblar sin control. En ese instante, todo lo que quería hacer era escapar de ese abrazo y correr como alma que lleva el diablo.

Sin embargo, no se atrevió.

Ye Ying Zhi, de pronto, frunció el ceño, pero no dijo una palabra, en su lugar, estrechando sus brazos alrededor de esta persona.

Chi Yan miró con atención el cuello expuesto de Ye Ying Zhi. Si bien era de un blanco pálido mortal, al menos no había manchas que delataran que era un cadáver.

Bueno, su cuerpo ya desencarnó, dijo para sí mientra pensaba en la botella de vidrio que contenía sus cenizas.

Sintió que Ye Ying Zhi levantaba la cara y le plantaba suaves besos sobre sus ojos cerrados.

El pasado aire de ternura que traía consigo el gesto parecía haber cambiado. Se estremeció, su garganta se secó, y por más que intentaba tragar para hablar de manera coherente, la tarea titánica terminó en fracaso.

Tercer maestro Ye, me equivoqué… Por favor, perdóname… 

Quería rogar, buscar la absolución, pero el miedo anegaba las palabras que tanto quería articular. Tenía temor de que todo terminara si exponía la verdad. Prefería continuar viviendo en abnegación.

Todo había cambiado en solo un día. Ahora solo le quedaba un rayo de esperanza: la tarjeta que descansaba en su bolsillo..

Mañana… No entres en pánico, no muestres tu mano… Solo un día más.

Finalmente, mantuvo los ojos cerrados y, controlando sus escalofríos, aceptó los besos que le plantaron en el rostro y cuello, como si fuese una ofrenda de sacrificio.

Shisai
¡Ya sabe la verdad! ¿Qué sucederá ahora? ¿Chi Yan podrá soportarlo? ¿Y qué hará Ying Zhi cuando se dé cuenta que su secreto ha sido descubierto? No se pierdan el próximo capítulo, aquí, en el Reino de Kovel.

Sakuya
Pero que recuerde, él nunca lo trató mal y siempre lo protegió.

Una respuesta en “El Perseguido – Capítulo 20: Infatuación (3)”

  1. No lo hizo pero esto esta mal visto desde el punto de vista del sacerdote/monje y la sociedad en general. Si fuera un guardián que no fuera algo malo tal vez lo dejarían conservarlo a su lado pero no haran. QwQ pobre coshita me da en el kokoro ya que apesar de que sabe la verdad el también debe tomar en cuenta que su amante nunca lo trató mal y QwQ quiero que se libre pero al mismo tiempo no lo deseó, ;_; me deja con una mezcla de sentimientos mientras espero el próximo capítulo.

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