El Perseguido – Capítulo 21: Disfraz

Traducido por Shisai

Editado por Sakuya

Corregido por Shiro


Mientras se besaban, de repente, Ye Ying Zhi lo cargó y se dirigió con él en brazos al dormitorio.

Acto seguido, Chi Yan se encontró sobre la cama y, con una sonrisa forzada, levantó una mano para alejar al «hombre» que sobre él se inclinaba.

—Ying Zhi, tengo hambre, comamos primero. —Se obligó a mirarlo, sus pestañas temblaban como las alas de una mariposa sobresaltada.

Aunque, insatisfecho, Ye Ying Zhi no tuvo más remedio que soltarlo. Entonces, alcanzando a Chi Yan para levantarse de nuevo, notó su puño cerrado y preguntó:

—A-Yan, ¿qué tienes en la mano?

—Es el colgante de jade de mi abuela, quería dártelo —dijo abriendo su puño.

—Claro, ¿por qué no me lo pones? —Sonrió y se sentó junto a él.

Asintiendo con la cabeza, Chi Yan abrochó el colgante alrededor del cuello de Ye Ying Zhi, pero, como lo esperaba, este no surtió efecto alguno en el tercer maestro Ye. Debió suponerlo, él había dormido todas las noches en su cama, con el collar justo en el cajón de al lado; de este haber tenido algún poder, ya habría notado un indicio de ello.

—Creo que será mejor que lo guarde. Me temo que podría romperlo y eso te destrozaría, después de todo, es algo precioso que tu abuela te dejó —dijo tocando el colgante mientras lo miraba.

Chi Yan lo observó quitarse el collar y volver a colocarlo en el cajón.

Aunque afirmó estar hambriento, ver la mesa llena de comida pareció quitarle el apetito, sin mencionar que todo lo que llevaba a su boca le sabía insípido. Lo único que podía agradecer era que, a pesar de que todo lo demás era una mentira, las comidas, al menos, eran reales. Había comprado las costillas de cerdo el día anterior, seleccionando con sumo cuidado cada una de las piezas. Las había guisado con verduras varias; sabían bien.

Tengo que agradecerle al tercer maestro Ye por cocinarme todos los días sin queja alguna.

Una explosión de melancolía siguió a ese pensamiento, pero fue al instante avasallada por un temor inflexible.

Después de la cena, Chi Yan, distraído, lavó los platos, los secó y se quedó parado en la cocina. Luego, fue a la sala de estar, encendió la televisión y comenzó a cambiar los canales. Su corazón se encogió, y su ansiedad llegó al punto de ebullición mientras observaba pasar el tiempo.

Era viernes y, por lo general, no rechazaría los avances de Ye Ying Zhi. Además, temía que él notara algo fuera de lo normal, y sería extraño decirle que no.

El tercer maestro Ye estaba sentado a su lado, leyendo las noticias en su teléfono celular y ocasionalmente lanzándole miradas. Notó que Chi Yan estaba acurrucado en la esquina del sofá, con la cabeza baja y lleno de tristeza mientras navegaba por los canales. Se veía lamentable y miserable, lleno de problemas.

—¿Qué ocurre, bebé? Vayamos a la cama si no quieres ver televisión —le dijo mientras lo abrazaba.

Chi Yan se mordió el labio y no dijo nada, permitiendo que lo cargara y apagara el equipo.

La casa quedó en silencio en un instante.

—¿Nervioso? Tu cuerpo se ha puesto tan rígido —le susurró al oído mientras le acariciaba la espalda—. ¿Cuántas veces han sido ya? ¿Y todavía te pones nervioso? —siguió inquiriendo con una sonrisa mientras lo dejaba sobre la cama.

Los ojos de Chi Yan se agrandaron mucho en cuanto su espalda tocó la suave superficie. Sus nervios se tensaron, y aunque su cuerpo todavía reaccionaba a cada uno de los toques, abrazos y movimientos de Ye Ying Zhi, esta vez se percató de que carecía por completo de calidez, respiraciones y latidos.

Para él, ahora resultaba obvio que la persona que le hacía el amor no era humana, pero, a pesar de tener que aceptar esa fría verdad, su cuerpo todavía se excitaba de manera instintiva. Ye Ying Zhi lo conocía demasiado bien, todo estaba bajo su control.

Con los ojos cerrados, resignado, Chi Yan volvió su rostro hacia un lado para evitar mirar a la «persona» sobre él, y no pudo evitar que una lágrima escapara por el rabillo de su ojo, aunque si era miedo u otra emoción lo que la provocó, era un misterio.

Ye Ying Zhi se inclinó y besó la lágrima; sus labios fríos. Chi Yan se estremeció, y para ocultarlo, extendió sus brazos, impotente, alrededor de la «persona» íntimamente conectada a él…

♦ ♦ ♦

En medio de la noche, Chi Yan abrió los ojos. Su mirada era tranquila y alerta, sin ningún atisbo de somnolencia. Entonces, con mucho cuidado, miró a Ye Ying Zhi, quien parecía dormir profundamente a su lado, y envolvió a su alrededor con más fuerza la manta.

Él no sabía si el tercer maestro Ye necesitaba dormir, o si solo estaba fingiendo.

No entiendo por qué está haciendo esto. ¿Para qué engañarme de forma tan elaborada? Si mi vida es lo que quiere, ya habría muerto cientos de veces.

Pero nada de eso era importante ahora. La cosa no debía haberse dado cuenta todavía. Y él tendría que esperar, en silencio, hasta que saliera el sol.

Ocupado con sus pensamientos, se durmió, a pesar de que creyó que no sería capaz de hacerlo, y se despertó con el olor a huevos fritos y café.

Hablando de eso, desde que Ye Ying Zhi entró en su vida, aparecieron muchos electrodomésticos en su casa, como: una cafetera, un extractor de jugos, una máquina de hacer yogurt, etc. Qué diferentes podían ser dos personas; incluso siendo un fantasma, el tercer maestro Ye sabía cómo disfrutar la vida más que él.

¿Cómo habrá hecho para comprar y retirar todas las cosas que ha comprado por internet?

Sin embargo, el mero atisbo de la silueta del otro hizo que el cuerpo de Chi Yan se tensara, interrumpiendo sus pensamientos, y el miedo que se había desvanecido un poco se precipitó de nuevo. El rostro amable y hermoso al que estaba acostumbrado, se había tornado fantasmal y aterrador para él.

Llevando dos platos de comida, Ye Ying Zhi los dejó sobre la mesa y besó su frente como de costumbre:

—Buenos días, ve a lavarte y siéntate a comer.

Rígido, Chi Yan aceptó el beso de la mañana y caminó con torpeza hacia el baño, tras lo que abrió el grifo y se agarró a los lados del lavabo, solo entonces se dio cuenta de que le temblaban las manos.

Empezó a sentirse orgulloso de cómo había manejado las cosas el día anterior, y le alivió pensar en cómo esa situación pronto terminaría.

Dando una excusa de poco apetito, Chi Yan apenas tocó su desayuno, y se levantó para cambiarse.

Ye Ying Zhi estaba lavando los platos cuando se percató de que estaba vestido prolijamente, listo para salir.

—¿Vas a salir hoy? —preguntó con curiosidad.

—Sí, surgió un problema en el trabajo y mi supervisor me llamó para que fuera —dijo y bajó la cabeza para evitar su mirada.

—Vuelve pronto. No queda mucha comida, compra lo que quieras comer —contestó asintiendo y sin presionarlo.

—Está bien —murmuró con la cabeza gacha.

Después de irse, Ye Ying Zhi se paró en el balcón, y mirando al auto salir por las puertas, levantó las comisuras de los labios en una sonrisa, pero su mirada era sombría en demasía.

—Mentiroso. Qué chico tan malo.

Shisai
Un día eres su querido amante y al siguiente, eres degradado a ser una «cosa». No sé qué lado tomar.

3 respuestas a “El Perseguido – Capítulo 21: Disfraz”

  1. Shisai ando igual que tú a que bando escoger por un lado mi parte racional y que evita lo posible lo relacionado a lo paranormal pero la parte que ama las historias/mangas/novelas esta en que apoya al seme .

    Ye por ser lo qué es y por su misma naturaleza sabe reconocer las mentiras/engaños/miedos fingidos solo espero que QwQ que lo que viene a continuación no me rompa el kokoro.

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