La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 62: Yo también soy tuyo

Traducido por Shroedinger

Editado por Sakuya


¿Podría ser ejecutado ese terrible hombre? ¿Era eso posible? Los ojos de Rashta temblaron. Era difícil saber si Sovieshu estaba tratando de hacerla hablar o si estaba siendo sincero. Pero si realmente hablaba en serio, ¿por qué no lo hizo cuando apareció por primera vez el Vizconde Roteschu?

Tiene que ser una mentira.

—Rashta. —Sovieshu volvió a pronunciar su nombre con cuidado—. Si alguien te está amenazando por algo que estás ocultando, por favor, dímelo. Una vez que empiezas a dejarte arrastrar por las amenazas, no hay fin.

Rashta estaba conmocionada. ¿Y si ella le decía la verdad? Él ya sabía que era una esclava y la aceptó a pesar de su historial. Quizás si le dijera que tuvo un bebé con otro hombre en el pasado…

No.

Rashta aplastó ese pensamiento. Recordó a Alan, el hombre que pensaba que era amable y gentil. Alan, un hombre que parecía dispuesto a renunciar a todo por su amor. Alan, quien la abandonó en el último momento.

Sovieshu puede ser diferente, pero no quería arriesgarlo todo con esa sola suposición.

—Rashta no tiene nada que ocultar, Su Majestad.

—¿Es eso cierto?

—Por supuesto.

Rashta soltó una risa tintineante. Sin embargo, la expresión de Sovieshu seguía siendo firme.

—¿Su Majestad…?

Ella lo miró con inquietud. ¿Sabía que estaba mintiendo? Él apartó un mechón de su cabello con los dedos, pero aún parecía preocupado.

—Su Majestad, Rashta está absolutamente bien. Nada de lo que sentirse culpable.

No fue hasta que Rashta repitió que Sovieshu finalmente asintió.

Pero ¿quién está investigando al Vizconde Roteschu? 

¿La emperatriz, o quizás otro noble? Rashta apretó los puños.

Quienquiera que fuera el enemigo, no encontrarán su secreto. Cuando quedó embarazada en la finca de Rimwell, el Vizconde Roteschu, avergonzado y humillado, la encerró para evitar que los forasteros supieran de ella. Aunque le causó dolor y angustia en ese momento, significaba que sólo unos pocos conocían sus secretos. Sólo tenía que vigilar de cerca al Vizconde Roteschu, a Alan y a Rivetti.

—Su Majestad, por favor no culpe al Vizconde Roteschu por nada. —Rashta juntó las manos y miró a Sovieshu con los ojos muy abiertos—. Si es odiado sin motivo alguno debido a Rashta, Rashta no podrá soportar la culpa.

—Bien. No hay necesidad de preocuparse.

Con una sonrisa de alivio, Sovieshu le dio unas palmaditas en el hombro a Rashta y se volteó.

—Espere, Su Majestad.

Mientras lo veía irse, se puso de pie y se acercó directamente detrás de él. Sovieshu la miró y Rashta volvió a abrir los ojos.

—Su Majestad, ¿puede descansar con Rashta?

Aunque recibió las garantías de Sovieshu, todavía estaba ansiosa por saber que alguien estaba intentando desenterrar su pasado. Quería que Sovieshu la consolara.

—Lo siento, Rashta. —Consultó su reloj y respondió de inmediato—. Me temo que no puedo. Tengo trabajo que hacer.

—Ah…

—¿Qué tal esto?

Habló con voz tranquilizadora, luego llevó a Rashta de regreso al sillón y le colocó una manta suave sobre las rodillas.

—Relájate aquí.

♦ ♦ ♦

Después de que Sovieshu salió de la habitación de Rashta, se dirigió directamente a su oficina. Su secretario en jefe, el Marqués Karl, estaba esperando dentro. Sovieshu se instaló en su escritorio antes de ir directamente a los negocios.

—¿Cómo va la investigación?

El Marqués Karl le acercó un papel.

—Hice la investigación como dijiste. Pero no hay nada que valga la pena mencionar todavía.

—Ya veo.

Sovieshu frunció el ceño y golpeó la madera con los dedos.

—Tiene que haber algo…

Los amos y los esclavos fugitivos nunca tuvieron buenas relaciones, mientras que el Vizconde Roteschu visitaba a Rashta con frecuencia. Cuanto más se conocían, más plausible parecía la afirmación del Vizconde Roteschu de que “Rashta no es mi esclava”. Sin embargo, Sovieshu no estaba convencido. Y así, sospechando que el Vizconde Roteschu pudiera estar chantajeando a Rashta, Sovieshu ordenó al Marqués Karl que investigara.

—¿Qué dice la señorita Rashta, Majestad?

—No hay tal cosa.

—¿Incluso si te encargas de ello?

—Sí. Ella no quiere ser una carga para mí. —Sovieshu suspiró y negó con la cabeza—. No importa cuánto lo piense, ella sigue siendo ingenua.

—¿Y si tuvieras una excusa plausible para enviar lejos al Vizconde Roteschu?

—Mis intenciones serían obvias.

—Es verdad.

Sovieshu chasqueó la lengua. Habían pasado varios meses desde que el Vizconde hizo su explosiva afirmación, pero sus comentarios no se habían olvidado por completo. Si el Vizconde de Roteschu fuera expulsado sin ningún motivo, sólo consolidaría la creencia entre los nobles de que Rashta era de hecho una esclava fugitiva. Rashta también había pedido encarecidamente que Sovieshu no tocara al Vizconde Roteschu.

Sovieshu suspiró y agitó la mano.

—Tendremos que esperar y ver. Te puedes retirar.

—Bueno… Su Majestad.

Sin embargo, en lugar de dirigirse hacia la puerta, el Marqués Karl vaciló.

—¿Qué es?

Sovieshu sacó un montón de papeles de un cajón, lo cerró y volvió a mirar al Marqués Karl. La expresión del Marqués era sombría. Lo miró inquisitivamente y el Marqués habló en voz baja.

—Mientras investigaba al Vizconde Roteschu, noté a algunas personas inusuales.

—¿Gente inusual?

—No soy el único que investiga al Vizconde Roteschu.

—¿Es cierto eso?

La boca de Sovieshu era en una línea dura.

—Sí.

—¿Quién es?

Ante la pregunta, el Marqués Karl apretó la mandíbula. Aunque fue él quien planteó el tema, parecía que le resultaba difícil responder.

—¿Quién es?

Sólo después de que Sovieshu se repitió, el Marqués Karl respondió enérgicamente.

—Se parecía a Lord Koshar.

El rostro de Sovieshu se endureció.

—¿Ese alborotador otra vez?

—También parece haber otra investigación de la Condesa Eliza, que parece haber sido ordenada por la emperatriz.

Sovieshu chasqueó la lengua de nuevo con expresión de fastidio.

—Dijo que no estaba interesada en Rashta en absoluto. No solo la Emperatriz está espiando a Rashta, sino también la familia de la Emperatriz.

—¿Qué debo hacer? Aún no hay nada sobre el Vizconde Roteschu de la investigación.

Un surco se formó entre las cejas de Sovieshu, y murmuró para sí mismo.

—Esto es un problema.

Koshar, una vez más, era un problema.

La propia Emperatriz prestó especial atención a la imagen pública y personal de la Familia Imperial. Incluso si se enterara de algo sobre Rashta, no haría nada que pusiera en peligro su reputación.

Pero su hermano Koshar era diferente. Era el tipo de persona que haría llover volantes a todos los nobles tan pronto como obtuviera pruebas claras de que Rashta era una esclava. Y si había otros secretos, seguro que los revelaría todos también.

—Sal.

Sovieshu quería pensar solo, así que despidió al Marqués Karl de la habitación. Cuando la puerta se cerró con un ligero ruido, Sovieshu se quedó junto a la ventana y entrecerró los ojos.

Ser una esclava fugitiva era una gran vergüenza en la sociedad, para Rashta y el futuro bebé. Cómo mínimo, Rashta era una concubina y simplemente podía dejar la alta sociedad si las cosas se salían de control, pero el bebé nunca podría hacer eso.

Qué haré… 

Volvió a abrir los ojos y miró por la ventana con una expresión grave. Le preocupaba el trato que recibiría su hijo por tener una madre esclava.

♦ ♦ ♦

Después de escuchar los asuntos de los ciudadanos en la sala de audiencias, me quedé sola el tiempo que necesitaba y dejé mi asiento tan pronto como terminó. El Duque Tuania quería cancelar su divorcio con la Duquesa Tuania y reunirse con ella, y había querido ver los documentos necesarios.

—Si no estás ocupada, tengo algo que decirte.

Sin embargo, antes de que pudiera irme, Sovieshu me llamó primero. Me di la vuelta, se levantó de su trono y se acercó a mí. Dos guardias estaban apostados fuera de la sala de audiencias, pero aparte de eso, estábamos solos en el pasillo. Sovieshu habló en tono molesto.

—¡¿Tu hermano tiene algún sentido de la razón?!

Sus palabras resonaron con fuerza en la sala de audiencias vacía, e inmediatamente bajó la voz.

—Ha estado haciendo otra cosa desde el incidente con la droga abortiva.

—¿Algo más?

—¿No lo sabes?

—Lo sepa o no, tienes que decirme qué es para que pueda decidir.

—No lo sabes.

Levantó las cejas y su voz se convirtió en un murmullo.

—No, no tendrías nada que ver con esto. Si estuvieras involucrada, no estarías haciendo lo mismo.

¿Lo mismo…? 

—Lord Koshar está investigando al Vizconde Roteschu.

¡Ah! ¿Mi hermano también? Por dentro estaba sorprendida, pero mantuve mi rostro inexpresivo. Mientras tanto, Sovieshu entrecerró los ojos en acusación.

—Estoy seguro de que también está investigando a Rashta.

—¿Es así?

—Cómo la Emperatriz.

En lugar de responderle, miré en silencio a los ojos oscuros de Sovieshu. El sonido del reloj enjoyado en la habitación parecía excepcionalmente fuerte en la cámara. Sovieshu me miró y luego se volvió.

—Cuida tu honor como Emperatriz.

Eso ya lo he hecho. Si hubiera decidido renunciar a mi honor, ya le habría arrancado el cabello a Sovieshu varias veces. Podría hacerme sentir mejor por un tiempo, pero sabía que solo causaría una tormenta más grande.

—Lo haré. Cómo siempre.

No quería discutir con él, así que simplemente acepté. Cuando me di la vuelta de nuevo, Sovieshu habló.

—¿Por qué diablos estás tan infeliz?

Lo miré y continuó con sincera curiosidad.

—Esa chica no tiene nada y tú lo tienes todo.

—Se ha llevado a Su Majestad el Emperador.

Tú, mi esposo. Sovieshu soltó una risa vacía.

—Ya soy tuyo. No digas tonterías.

Hice un ruido de incredulidad. ¿Sovieshu era mío? 

—¿Y le presté Su Majestad a la señorita Rashta?

—¿Qué?

—A menos que lo haya hecho, Su Majestad no es mío.

Sovieshu me miró con una mirada extraña.

—… Estás celosa de Rashta.

—Te quiera o no, ya estamos legalmente casados.

—Hubiera sido bueno escuchar que estás celosa porque me amas.

Lo miré con incredulidad.

—Pero, por supuesto, no dirás eso. Porque no me amas.

Sus palabras me tomaron por sorpresa.

Aunque sus ojos oscuros temblaban de dolor, estaba satisfecha de verlo. Era como la sensible planta mimosa cuyas hojas se doblaban sobre sí mismas cuando se tocaban.

—Si no tienes nada más que decir, me retirare.

Giré mis talones y Sovieshu me llamó una vez más.

—Emperatriz.

¿Qué era ahora? Cuando miré hacia atrás, Sovieshu se había quitado la sensible máscara y la había reemplazado con el apuesto emperador.

—Me iré por dos días para investigar la pérdida del poder de los magos.

—¿Vas en persona?

—Creo que es serio.

—Ya veo.

De repente me preocupé por sus palabras. Los magos eran la fuente de poder del Imperio de Oriente. Aunque el ejército militar era una fuerza considerable, no eran tan poderosos como los magos.

—Vuelve sano y salvo.

Esta vez hablé con el corazón.

Sin embargo, Sovieshu no respondió. Pensé que ignoró lo que dije, pero luego habló lentamente.

—¿Te gustaría venir conmigo?

—¿Para la investigación?

—No trabajaré todo el viaje. Tal vez tome un descanso en el camino de regreso.

Hizo una pausa mientras lo miraba, y luego enumeró lugares famosos por su turismo y recreación. Quería holgazanear después del trabajo. Negué con la cabeza.

—No puedo.

La expresión de Sovieshu se tornó en decepción.

—¿No puedes?

—Ya estuve fuera unos días en mi cumpleaños.

Sovieshu me observó sin comprender.

—Si los dos nos vamos ahora, no habrá nadie para mantener a la audiencia hasta más tarde.

—Son sólo dos días.

—Los que han estado buscando audiencia llevan días esperando fuera del palacio.

♦ ♦ ♦

—La Emperatriz pone el trabajo por sobre Su Majestad.

Rashta apretó la mano de Sovieshu y habló una y otra vez. En lugar de responderle, Sovieshu simplemente cerró los ojos.

Rashta miró fijamente su rostro sombrío. Por lo general, parecía un emperador majestuoso, pero cuando cerró los ojos ante la idea de que la Emperatriz lo rechazara, parecía un hombre común.

¿Qué tipo de palabras dijo la Emperatriz para dejarlo así? 

Rashta miró el perfil del Emperador, que era pintoresco incluso cuando estaba enojado, y luego le volvió a murmurar en voz baja.

—¿Cómo pudo la Emperatriz hacerte eso?

Los ojos de Sovieshu todavía estaban cerrados. Rashta besó suavemente su mejilla y le susurró su confesión.

—Siempre eres lo primero para Rashta.

—La Emperatriz está simplemente ocupada.

—Rashta no puede reemplazar a la Emperatriz, pero…

Ella se calló y Sovieshu abrió los ojos y la miró. Ella apoyó la cabeza contra su hombro.

—¿Te importaría que fuera Rashta?

—¿Tú?

—Rashta no puede ayudar con el trabajo, pero Rashta puede ayudarte. Y ayudándote ayuda al país.

—No será un viaje divertido.

—Está bien.

Miró a Sovieshu y sonrió alegremente.

—Es importante ir con Su Majestad.

Rashta se acarició el estómago con tristeza con una mano.

—Y no quiero estar sola en el palacio cuando te hayas ido. Da miedo. ¿Quién podría intentar lastimar a nuestro bebé…?

Sovieshu recordó el intento de envenenamiento y asintió.

—Lo pensaré.

—Gracias, Su Majestad.

Rashta volvió a inclinar la cabeza sobre los sólidos hombros de Sovieshu y lo abrazó. Recordó el consejo que le había dado el Duque Elgy.

Rashta todavía no es la emperatriz. Rashta necesita moverse y obtener el apoyo de la gente común.

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