Vida en prisión de la villana – Capítulo 35: La noble dama tiene una mascota

Traducido por Den

Editado por Sharon


En el jardín trasero del castillo, un anciano que vestía ropas elegantes y entalladas y otro hombre en la flor de su vida paseaban. Con solo escuchar sus voces pudo saber que era el duo del archiduque y el Primer Ministro.

—Oí sobre ello. Aparentemente ese ceramista prometió reemplazar de inmediato el jarrón que se partió por la mitad el otro día.

—Oh, cielos, se sintió mal por mí después de escuchar la historia. Está priorizando esta orden sobre las otras que ya ha tomado… Después de eso, descansará por un tiempo. A decir verdad, me tranquiliza un poco.

Mientras los hombres hablaban, llegaron a la orilla del estanque. El archiduque alzó la mirada hacia un árbol que crecía a la orilla del agua.

—Oh, las frutas han madurado.

Racimos de pequeños frutos rojos del tamaño de la mano de un niño habían crecido por toda la copa del árbol. Era una cosecha bastante buena, lo que hizo que el archiduque entrecerrara los ojos de la alegría.

—Planté este manzano silvestre hace casi diez años pensando que una fruta deliciosa junto al bebedero atraería más pájaros.

—Su Alteza… escuché que la gente realmente no come manzanas silvestres debido a su sabor, pero ¿a los pájaros les gusta?

—Esta es una raza polinizada especial de manzanas silvestre. Las mezclé con algunas manzanas McIntosh [1] normales. Planté algunas de las Mclntosh típicas y… hmm, el lote de este año está casi listo para comer. Ya casi puedo ver la marca de los dientes.

—Así es, eh… Mmm, ¿no hay algo ahí arriba?

El archiduque miró rápidamente hacia donde señalaba el Primer Ministro.

—Oh, qué adorable pelusa blanca.

—Sí, esa pelusa luce muy suave… ¿Un mono?

Los dos hombres se miraron antes de frotarse los ojos y volver a mirar hacia el árbol.

Efectivamente, en la copa del árbol había un mono saltando de una rama a otra. Todo su cuerpo estaba cubierto de un pelaje claro y poco abundante. También tenía una cola de casi treinta centímetros de longitud. Por alguna razón, llevaba una cesta en su espalda; estaba recogiendo y eligiendo las manzanas de aspecto más delicioso y a las que les daba la luz del sol, las arrojaba en su cesta.

—¿Un mono…?

—Realmente es un mono. Nunca antes había oído hablar de uno paseando por el palacio real.

Era probable que ayudara a su dueño a llevar herramientas. Pero aun así, ¿por qué estaba correteando por el palacio real por su cuenta…?

El mono siguió mostrando un buen trabajo en su recolección, solo se detuvo en un momento dado para mordisquear una fruta. Arrojó a un lado la pepa después de terminar de comer la dulce carne… En ese momento se dio cuenta de que los dos hombres lo miraban.

Un minuto después, el mono y los hombres siguieron mirándose el uno al otro.

El primate al final comenzó a arrancar algunas frutas atractivas cerca de él y de repente les tiró cinco o seis a la cara.

—¡¡Uwah!!

—¡¿Por qué?!

Después de que terminara de tirarles manzanas, les guiñó un ojo y les mostró un pulgar arriba con una sonrisa plasmada en su cara.

Era como si estuviera diciendo algo como: “¿Tienen hambre, chicos? Invito yo, así que coman.”

Una vez que llenó la cesta, se balanceó por las ramas y saltó del árbol.

—Oh, cielos, ese mono… es muy varonil.

—Bastante. En realidad, te hace latir el corazón.

El archiduque y el Primer Ministro le observaron cuando aterrizó en el suelo y, con su misión cumplida, lo vieron alejarse mientras corría por el césped usando las manos y los pies, dirigiéndose directamente a la ventana de ventilación por la que Enrique había desaparecido hace mucho tiempo.

Desde el interior pudieron distinguir las palabras de una joven.

—Bueno, Haley, recolectaste un montón. Buen chico, gracias.

Se miraron el uno al otro.

—Parece más confiable que Elliot, ¿verdad?

—Parece que la señorita Rachel por fin encontró a un buen hombre para ella.

♦ ♦ ♦

El príncipe Elliot estaba de muy mal humor.

—Maldición… no pude proteger a Sykes…

El resto de sus seguidores también lloraban por la información.

—Fui a despedirme de él durante su partida ayer… Parecía que habían drenado por completo su espíritu, como un toro que finalmente se dio cuenta de que está a punto de entrar al matadero… Ah, las lágrimas son…

Wolanski miró hacia el techo con una expresión afligida.

—Al menos… al menos si la señorita Evans comenzara a frotarse contra él, Sykes podría resistir…

—No, no lo hará.

Elliot cargó toda su irritación en su puño y lo estrelló contra su escritorio.

—¡Maldición, esto es culpa de Rachel! ¡¿Llamar a Martina no va contra las reglas?! Y pensar que el daño al palacio real y la Orden de Caballeros sería tan grande… Además, todos siguen diciendo que esa mujer es nuestra responsabilidad…

Los desagradables pensamientos que se arremolinaban hicieron que todos en la habitación se callaran. El único ruido que perturbaba el silencio era el resoplido de un hombre.

Esa atmósfera sombría dentro de la oficina de Elliot solo se vio interrumpida gracias a la repentina entrada del chambelán que traía un escrito urgente del archiduque.

—¿Qué quiere Su Excelencia el archiduque?

—Es Rachel otra vez…

—Me lo imaginé…

Una vez terminó de leer, Elliot tiró a un lado el escrito, volviendo a golpearlo con la mano.

—Esa bastarda esta vez está tomando la fruta del patio trasero… ¡Ha entrenado a un mono para recolectar las manzanas de un árbol!

—¿Eh…?

♦ ♦ ♦

Dándose cuenta de los pasos torpes de Elliot a los que se había acostumbrado, Rachel apartó la mirada del libro que estaba leyendo mientras estaba recostada en su sillón reclinable.

—Su Alteza llega más tarde de lo habitual.

—¡Gracias a ti! ¡¿Así es como reaccionas cuando tu príncipe ha venido? ¡Levántate y haz una reverencia!

—Lo haría si pudiera, pero tengo este niño.

Elliot miró dentro de la celda después de escuchar la respuesta extraña e indiferente de Rachel… Y encontró a un mono pequeño durmiendo sobre su regazo.

Movía un poco la boca, y parecía que estaba durmiendo profundamente encima de un colchón en lugar del regazo de la hija de un noble. O bueno, algo igual de bueno.

—Oye, no estás diciendo que no puedes levantarte y saludarme porque no quieres despertar a ese mono, ¿verdad…?

—No se puede evitar. Para los dueños de mascotas, ellos son más importantes que cualquier otra cosa en el mundo.

—¡¿Cómo que no se puede evitar?! ¡No creas que ese tipo de autocomplacencia funcionará en la sociedad normal y corriente!

—Su Alteza no debería estar haciendo un argumento tan sensato, da un mal presentimiento~.

—¡Ya ni siquiera estamos hablando sobre mascotas! ¡¿No es un insulto dirigido hacia mí?!

Todo el alboroto terminó haciendo que el mono que dormía encima de ella abriera los ojos. Notó a los invitados extraños mientras todavía se sentía un poco somnoliento.

Su mirada y la de Elliot se encontraron.

—Entonces Rachel, ¿quién es ese tipo?

—¿Este niño? Es un mono de cola blanca. Haley, ¿puedes decir hola?

Siguiendo sus palabras, el mono miró a su maestra antes de volverse hacia Elliot y levantar la mano derecha.

“Hola.” 

—No es eso, Haley. Eso es para las personas cercanas a ti.

Dándose cuenta de su error, Haley se puso de pie y comenzó a golpearse el trasero mientras se pegaba a Elliot.

“No vuelvas a venir aquí.” 

—Tampoco es así. Haley, mira bien a la otra parte y saluda.

El mono miró de cerca a Elliot antes de levantarse. Se llevó ambos pulgares a los oídos y mientras mantenía los otros dedos desplegados, sacó la lengua para darle una frambuesa.

“Tonto, tonto.” 

—Lo siento, Su Alteza. Parece que no puede recordar cómo hacerlo.

—¡Y sin embargo, sus malas intenciones las comunica bien! ¡¿Este mono es tu pariente o algo así?! ¡¿Cómo le has estado enseñando?!

—Con mucho cuidado y mucho amor.

—¡¿No le enseñaste modales?! ¡¿Sentido común?!

—Adulador.

Elliot señaló hacia el mono que ahora bostezaba.

—¡En primer lugar, ¿por qué está aquí?!

Rachel se llevó la mano a la mejilla y sonrió soltando una risita.

—Parece que se sintió solo en mi mansión, así que vino a verme.

Cuando la escuchó decirlo como si fuera lo más normal del mundo, calculó mentalmente la distancia entre la mansión ducal Ferguson y el palacio real. Eran cerca de treinta minutos en carruaje.

—¡Estás mintiendo! ¡¿No hay una distancia considerable entre tu casa y el palacio?! ¡Nunca debería haber llegado aquí!

El mono sacó un mapa dibujado a mano que había sido doblado por la mitad.

—Aparentemente una doncella le dibujó un mapa y él siguió el camino trazado.

—¡¿Qué está haciendo el guarda de la entrada?! ¡No dejes pasar a un mono!

—Las entradas aquí son prácticamente de puertas abiertas, ja, ja, ja.

—¡¿No es este el palacio real?! ¡No es algo de lo que deberías reírte! —Elliot tosió y recuperó la compostura—. Recibí una queja de que tu mono cogió frutas plantadas para los pájaros sin permiso —dijo. Luego señaló hacia el mono que lo miraba sin comprender—. ¡No puedes tener una mascota mientras estás en prisión! ¡Échalo!

—No puedo echarlo porque no puedo salir.

—¡Entonces deja que vaya a casa solo!

Al escuchar las órdenes del príncipe, Rachel y el mono se abrazaron.

—¿Lo escuchaste, Haley? Su Alteza quiere obligarte a salir a la ciudad solo… ¿no es eso terrible? ¿No tiene nada de empatía? ¿Y si te pierdes y terminas muerto en la calle? ¿Qué pasará con este país si esa persona se convierte en nuestro próximo rey? Nuestro futuro es realmente sombrío.

—Ook…

—¡¿No logró llegar hasta aquí por su cuenta?! ¡Si este pequeño animal pudo llegar al palacio real de alguna manera, ¿no puede volver a casa sin ningún problema?! —Elliot comenzó a gritar furioso al maestro y sirviente que estaban abrazados con lágrimas en los ojos.

—Oh, qué sorprendente. Llegó a una conclusión lógica.

—Ook.

—¡¿Esas eran lágrimas de cocodrilo?! ¡Qué mascota tan hábil!

Mientras Elliot estaba furioso, Haley se acercó a los barrotes de hierro. Subió y le regaló una manzana silvestre.

—¿Hm?¿Qué?

—Ook. Ookeke.

El príncipe tomó inconscientemente la manzana con la mano mientras el mono le decía algo que no entendió. Rachel abrió el libro que estaba leyendo antes y le ofreció una traducción.

—”Porque también cogiste una, ahora eres cómplice”, es lo que está diciendo.

—¡¿Realmente es un mono?!

El mono volvió a subir al regazo de Rachel cuando se recostó en su sillón reclinable.

Tumbado sobre ella, comenzó a usar su pecho como almohada y miró a Elliot.

—¿Hmm?

Manteniendo la mirada, el mono acurrucó su cabeza contra el pecho de su maestra a propósito, enfatizando lo que estaba sintiendo mientras le dirigía al príncipe una sonrisa significativa.

—Este chico…

El mono fue un paso más adelante y le sacó la lengua, llevándose el pulgar a la nariz y agitando sus dedos extendidos en una burla.

—¡H-Hijo de puta!

Rachel miró a Elliot, quien había comenzado a gritar de la nada.

—¿Qué sucede, Su Alteza?

—¡Este primate está tratando de ridiculizarme!

—¿Está insinuando que un mono le dijo algo?

—¡No, pero este tipo me acaba de hacer cómplice!

—Solo le dije eso voluntariamente. Por favor, use un poco de sentido común.

—Que tú digas que use el sentido común…

—Un mono no puede hacer algo así. Su Alteza tiene un complejo de acoso.

—¡Maldición…! ¡Fu! ¡Obviamente un mono no está a mi mismo nivel!

Elliot fingió su firmeza mientras miraba al mono. Pero este le devolvió una sonrisa provocativa después de observar cómo Rachel lo regañaba.

—Este hijo de puta…

Mientras apretaba los dientes, el mono notó algo detrás de él y echó un vistazo.

Margaret había llegado…

Los ojos del animal se abrieron de par a par, sorprendido. Pero pronto una risa malvada escapó de su boca mientras volvía a dirigir su atención a la mirada fulminante de Elliot.

“¡Wow, ¿tienes ese tipo de pasatiempos?! ¡Uwaa, qué mal gusto!” 

—¡Bastardo! ¡Ven aquí para que pueda matarte a golpes!

—¿Otra vez? ¿Qué sucede, Su Alteza…?

—¡Este primate está haciendo todo lo posible para que Margaret y yo parezcamos estúpidos!

—¿Eh? ¡¿Yo?!

Al escuchar su nombre de repente, Margaret se sorprendió bastante. Pero al ver al mono en la sala, esbozó una sonrisa brillante.

—¡Uwaa, qué mono tan lindo~!

La voz emocionada de Margaret inundó la habitación y el animal hizo una linda expresión mientras agitaba su esponjosa cola.

—¿Qué hizo este niño?

—¡Ugh…!

No hay forma de que el corazón del príncipe le pudiera permitir decirlo en voz alta.

—Es imposible para mí decírselo a otra persona de muchas maneras…

—Su Alteza… en este corto período de tiempo, ¿qué tan bien llegó a entender a un mono…?

Los seguidores del príncipe también comenzaron a  mirarlo con recelo.

—No, eso no…

Y al escuchar su penoso intento de dar una explicación, Rachel decidió darle el golpe final mientras estaba decaído.

—Los monos no pueden hablar en un idioma en específico, así que es claro que no puede entender detalladamente lo que le están tratando de decir… pero tal vez Su Alteza piensa sin notarlo que el mono está diciendo algo porque se identifica muy bien con él.

—¡Ugh…!

Elliot estaba rechinando los dientes, rodeado de personas que no entendían nada, mientras el mono frente a él tenía una sonrisa malvada y sacudía su puño.

“¿Ya has terminado? Oye, ¿ya terminaste?” 

—¡Bastardoooo! ¡Ya es imperdonable, así que prepárate para convertirte en el óxido de mi espada!

Sin importarle que la hoja se mellara, Elliot desenvainó y comenzó a balancearla al azar frente a los barrotes de la celda.

—¡¿Qué sucedió, Su Alteza?!

—¡Por favor, deténgase! ¡Tranquilícese!

—Ah, si solo Sykes estuviera aquí para momentos así…

Los seguidores estaban haciendo ruido mientras trataban de inmovilizar a Elliot que estaba hecho una furia.

—¡Elliot, por favor cálmate!

El príncipe estaba tan fatigado por el esfuerzo, que cada inhalación que daba era un resoplido laborioso. Margaret se aferró desesperada a su cintura hasta que el príncipe por fin comenzó a retroceder un poco.

—¡¿Qué pasó?!

—Ese primate… ¡ese primate me está jodiendo…!

—El mono simplemente está tumbado, sin hacer nada.

—¡Ese chico es un astuto pedazo de mierda! ¡Solo cuando nadie más está mirando, él…!

Elliot miró hacia la celda mientras hablaba, pero al hacerlo, se encontró con que ese mono sospechoso ya no descansaba en el regazo de Rachel.

—¿Eh? Ese chico… ¡¿dónde…?!

Los ojos de Elliot comenzaron a buscar en la sala. Poco después encontró al mono en el suelo, justo al lado de los barrotes de la celda.

Este estaba de cuclillas, levantando con cuidado el dobladillo de la falda de Margaret para poder mirar su ropa interior. Cuando notó la mirada de Elliot, señaló una tela blanca como para transmitir un mensaje.

“Son blancas”. 

—¡¿Son blancas?!

—¿Qué es blanco?

—¿Eh? No, eso…

Elliot estaba atrapado tratando de darle una respuesta a Margaret cuando escuchó su grito, pero al parecer ella no se había dado cuenta del mono. No había ninguna manera de que admitiera que un animal le había dicho el color de sus bragas.

Estaba actuando de forma sospechosa y, además de sus aliados cercanos, incluso la mirada de Rachel estaba comenzando a doler.

Pero ¿cómo podría explicarlo cuando nadie creería que un mono podía mostrar un comportamiento tan humano? Comenzó a morderse el labio preocupado por lo que podía decir…

De repente se dio cuenta de que el mono estaba apoyando su codo contra su pierna, y cuando sus ojos se encontraron, el mono extendió las manos y se encogió de hombros.

“Te encuentras en una situación bastante difícil”

—¡¿De quién crees que es la culpa, primate?!

—¡KYAAAA!

Elliot comenzó a blandir violentamente su espada hacia sus propios pies. Margaret gritó mientras sus seguidores se apresuraban a hacerse a un lado.

—¡Su Alteza cálmese!

—¡Que alguien llame a un médico! ¡Un médico!

El mono pudo esquivar la hoja de la espada, retrocediendo hacia la seguridad del otro lado de la celda y saltando al seno de Rachel.

—Haley, ¿estás bien?

—Ook… ook, ook, ookeke…. ¿Ook? Ook, ook…

El mono estaba haciendo una expresión adorable mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas, y con la cabeza enterrada en el pecho de Rachel, hacía todo tipo de señas y movimientos con las manos para indicar cuánto lo había asustado Elliot.

—Oh, pobre Haley. Debes haber estado muy asustado… ¿tenías miedo?

—Ook…

—¡Su Alteza, pelearse con un mono normal y corriente es muy rastrero!

—¡Oh, lo haré! ¡¿Este primate cree que puede seguir divirtiéndose…?!

—¡¿Qué dice que ha hecho este mono?! Tiró de la ropa de algunas personas y se llevó un par de cosas. ¡¿Tales crímenes y va directamente a por su espada…?!

—¡Eso es cierto, Elliot! ¿No es correcto todo lo que acaba de decir Rachel?

—Margaret, yo estaba…

—Su Alteza… ¿tal vez debería calmarse un poco? Vamos, regresemos a su oficina y tomemos un poco de té…

—¡¿Ustedes también?!

Nadie le creía.

—Ookeke…

—Ya, Haley. ¿Sufriste una experiencia terrible? ¿Quieres llorar? Buen chico, buen chico, estoy aquí.

—Elliot, sabes que no puedes intimidar a un mono, ¿verdad? ¡Hmph!

—Su Alteza, esta espada ya no podrá cortar nada… ¿cómo se lo va a explicar a su instructor?

Mientras todos sus seguidores se unieron para reprenderlo, su mirada estaba clavada en el mono que todavía se aferraba al pecho de Rachel. En un ángulo donde nadie más podía verlo, ese primate estaba sonriendo perversamente, declarando su victoria.

—¡Soy el único que quiere lloraaaaaaar…!

Su grito resonó en toda la prisión.

♦ ♦ ♦

Cuando el grupo de Elliot regresó, el archiduque que acababa de cruzarse con ellos, dijo:

—¿Cómo fue? ¿Le preguntó a la señorita Rachel sobre el mono?

—Eso…

Cuando todos sus ayudantes se volvieron para mirarlo, su resentimiento se convirtió en otro grito.

—¡Está bien!

—No quise decir eso…

—Así fue…

 ♦ ♦ ♦

Rachel sacó algunos suministros que Haley había traído cuando llegó el otro día. De ellos le dio una fruta tropical rara llamada plátano.

—Sí, aquí tienes tu recompensa, Haley. Hiciste un buen trabajo.

—¡Ookeke!

Rachel es la dueña, así que por supuesto entiende la verdadera naturaleza de Haley.

♦ ♦ ♦

Unos días más tarde. 

El archiduque estaba sentado en su escritorio, haciendo rodar una manzana silvestre frente a él.

—Digamos que es la parte de Su Alteza… le están dando su estipendio anual al mono.

—De todos modos, no creo que él hubiera querido su parte…


[1] La McIntosh Roja o Mac es una variedad de Malus domestica,​ tipo de manzana de piel roja y verde. Se recoge a finales de septiembre y es el cultivo de manzana más popular de Nueva Inglaterra, muy conocida por la compota rosada que se hace a partir de manzanas McIntosh sin pelar.

6 respuestas a “Vida en prisión de la villana – Capítulo 35: La noble dama tiene una mascota”

  1. Ya había visto el manga y vine porque me encantó.
    Realmente Rachel es alguien digna de admirar. Espero con ansias los próximos capítulos 💕

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