La Villana Revierte el Reloj de Arena – Capítulo 99: Mentira por mentira (7)

Traducido por Maru

Editado por Sharon


La abominable visión agravó la ira de Mielle, y los caballeros le apretaron fuertemente los brazos. Aria levantó las comisuras de la boca como para burlarse de ella. No dejó de verla ni de luchar contra sus captores.

De repente, sintió dolor en la mejilla y su visión cambió en un instante. Y hubo un silencio en el salón que era ruidoso con la dura lucha de Mielle.

Ella no sabía qué estaba pasando. Volviéndose lentamente, vio a Aria abrir los ojos y taparse la boca con la mano, como si estuviera realmente sorprendida.

—Si haces más alboroto, te llevaré a la Prisión Imperial Subterránea —le advirtió el príncipe heredero. Como si hubiera tocado algo sucio, sacudió la mano y avanzó.

—¡Oh, Dios mío, mira esa mejilla hinchada…!

Dejando atrás los comentarios burlones de Annie, Mielle fue arrastrada llena de vergüenza. La conmoción, el miedo y la confusión de la primera violencia provocada sobre ella detuvieron sus pensamientos.

Se suponía que el interrogatorio se haría en el salón, por lo que se enfrentó a los sirvientes y doncellas de la mansión varias veces mientras pasaba por el pasillo y las escaleras que conducían. Todos miraron con asombro su mejilla roja e hinchada. A diferencia de cuando se trataba de Aria, el caminar frío del príncipe heredero también les causaba preguntas.

Tan pronto como llegó al salón, vio a Caín parado frente al cuarto, como si la hubiera estado esperando. Miró largo rato la mejilla de su hermana, sorprendido por su mala apariencia.

Asher describió la situación con una leve sonrisa.

—Ella no siguió las instrucciones, haciendo un escándalo, y se atrevió a intentar a atacar a la víctima, la señorita Aria. Todavía parece no tener ningún sentimiento de culpa. La detención en la mansión parece más cómoda de lo que pensaba.

Caín, que vaciló un momento, desvió la mirada de Mielle.

—Por favor, entre.

Al verse obligado a responder sin poder hacer nada, la expresión de Caín era muy complicada. Quería enfadarse, pero no podía. Asher lo miró de la misma manera en que veía a Mielle, y pronto entró al salón.

—¡Hermano…! —lo llamó Mielle con ansiedad mientras era arrastrada detrás del príncipe, pero él no pudo darle ninguna respuesta.

En el salón donde la puerta estaba cerrada, había dos caballeros, Asher, Mielle, y un noble desconocido. Sobre la mesa había refrigerios preparados de antemano por los sirvientes siguiendo las instrucciones de Caín. Asher miró el documento que le entregó el noble con cara de malestar, y se llevó una mano a la boca.

—No son adultos jóvenes, sino señoritas que aún son menores de edad quienes tomaron alucinógenos… Es bastante impactante.

—¡Bueno, yo…!

Cuando Mielle trató de poner una excusa ante las palabras de Asher, los caballeros que la sostenían por los brazos aumentaron su fuerza. Parecía significar que no debería poner una excusa hasta que el propio príncipe heredero le hiciera preguntas.

¡Estoy tratando de decir que no, pero ni siquiera puedo mencionarlo! 

Mielle estaba amargada y resentida por todo el asunto.

—¿Cuántas mujeres tomaron alucinógenos además de tu persona?

De hecho, no comprobó si era cierto o no, pero estaba convencido de que habían tomado alucinógenos. Cuando le preguntó sobre los involucrados, Mielle negó con la cabeza vigorosamente y lo negó.

—¡Nadie tomó alucinógenos…!

—¿En serio?

La expresión de Asher era muy apática, como si estuviera escuchando una historia inútil. El noble que estaba a su lado no pareció valorar mucho la respuesta de Mielle.

—Sin embargo, dado que no hay pruebas de que no sea cierto, no se puede probar.

—Tampoco hay pruebas de que lo hiciéramos, ¿verdad?

Mielle estaba furiosa por la insistencia de Asher, pero él lo negó.

—Hay pruebas.

—¿Qué? ¡Eso es ridículo…!

Asher le recitó personalmente sus pecados a Mielle.

—Insististe firmemente en que habías visto a la señorita Aria que no estaba en la mansión en ese momento, y no harías tal argumento a menos que hubieras tomado un alucinógeno. En realidad, fuiste tú quien empujó al conde.

El noble respondió afirmativamente a las palabras de Asher.

—Quizás el ingrediente todavía estaba en su cuerpo. Tal vez lo escondió en su habitación al entregarlo.

—Cierto. Escríbalo así.

—Sí, señor Asterope.

El noble comenzó a escribir algo en los papeles siguiendo las instrucciones de Asher. Parecía escribir que Mielle aún no había escapado del alucinógeno.

Ella comenzó a luchar en respuesta.

—¡Bueno, eso es suficiente! ¡Para! ¡Realmente no tomé alucinógenos! ¡Solo tú crees eso! ¿Por qué no me escuchas? ¡¿Por qué nadie me cree…?!

Era muy triste verla resistir con lágrimas esparcidas por sus ojos. Parecía realmente injusto. Si el investigador no fuera Asher, cambiaría un poco de opinión y podría intentar liberar la injusticia.

—Bueno… Te perdonaré si dices la verdad de ahora en adelante. Me duele el corazón cuando una jovencita profiere un dolor tan grande. ¿Es cierto que viste a la señorita Aria ese día, de verdad?

Inesperadamente, le preguntó a Mielle con un rostro muy serio, como si no fuera el mismo de antes. Parecía que iba a darle una última oportunidad.

Eso no puede ser cierto. Además, incluso la pregunta es extraña. De todas las preguntas, ¿por qué volvería a esa?

Surgieron dudas. Era inevitable, se trataba de la pareja de Aria. Por otro lado, cualquiera diría que el actual Asher quería ayudarla. Vacilando un poco, miró la habitación de reojo. Estaban los dos caballeros, e incluso el noble desconocido que podían atestiguar que Asher se echó para atrás más tarde.

Por supuesto, si estuviera cuerda, se habría dado cuenta rápidamente de que no podrían ponerse de su lado, pero ahora estaba en un estado mental estrecho y no podía pensar correctamente. Entonces ella confió en Asher.

—¡Oh, sí! Realmente la vi. Ella estaba en la habitación. La llamé. Mi padre también estaba en el pasillo.

—Bueno, ¿qué quisiste decir con que me viste?

—Eso es…

Recordó el recuerdo que había gritado en la corte, y Mielle, que vaciló un rato, asintió con la cabeza. Creía en las palabras de Asher de que la perdonaría si era honesta con él.

—Le vi aparecer de repente y llevarse a mi hermana.

—¿Se fue como una visión?

—Eso es… Sí…

—Parecía magia, ¿no? Aparecí en un momento importante, me llevé a la señorita Aria y desaparecí.

—Dios mío. ¡Eso es, eso es correcto! ¡Parecía mágico! ¡Realmente se había ido! ¡Me pregunté si lo había visto mal durante mucho tiempo! ¡Pero también apareció en el lugar!

Asher describió la situación en ese momento con tanta precisión como para ser retratada, y Mielle asintió con la cabeza en una afirmación excesiva. Estaba claro que había aparecido mágicamente y se había llevado a Aria.

¿Realmente se movió en el espacio? Era una suposición ridícula, pero suponiendo que así fuera, todos los acertijos encajaban. ¡Todo lo que tenía que hacer era moverse por el espacio para aparecer donde no podía llegar a tiempo!

Si se revela este hecho, mi pecado también desaparecerá. La evidencia será inútil. Si es así, recuperaré el título de santa, y la mujer malvada vulgar volverá a su lugar.

Mientras miraba a Mielle, quien sonrió alegremente ante sus pensamientos, por un momento, Asher, que parecía serio, sonrió. Todo el cuerpo de Mielle se puso rígido ante la mirada de burla.

—He estado escuchando en serio durante un tiempo, pero ¿qué diablos está pasando aquí?

—Creo que el tema del alucinógeno es cierto.

Los caballeros que sostenían los brazos de Mielle suspiraron ante las palabras del noble. Parecía como si consideraran sus palabras como la tontería de un lunático.

—Sí, eso es lo que pienso. Lo hizo la última vez, pero no me lo esperaba. ¿Crees que tiene sentido decirme que desaparecí como el humo? Creo que has estado bajo su efecto durante mucho tiempo. Magia, eso es ridículo.

—Es una droga terrible para una señorita tan joven. No sé cuántos nobles más tendremos que investigar.

—Por ahora, deberíamos empezar con las señoritas que participaron en la fiesta. Es cierto que tomaron un alucinógeno, así que no tengo que acompañarte en el futuro. Investiga a fondo y averigua de dónde vino.

—Sí, de acuerdo. En este punto, lo eliminaré por completo.

Los ojos de Mielle comenzaron a temblar como un velero que se encontraba con un tifón, el cual miraba la presencia del barco con una actitud desdeñosa y le daba un final simple.

Dijo que me perdonaría si era honesta con él, pero ¿por qué llegó a esa conclusión? El príncipe heredero lo describió claramente como si lo supiera, ¡estuvo de acuerdo conmigo y lo llamó magia!

—Dijo que me perdonaría si era honesta… Le dije la verdad, pero ¿por qué está hablando así…? —balbuceó Mielle al ver que había algo mal.

—Dije que te perdonaría, pero no dije que no tomaría acciones legales. Además, no podemos asegurarnos de que sus palabras sean ciertas, ¿no es así? —le respondió Asher, lanzándole una mirada fría.

—Sí señor. Lo que es seguro ahora es que la señorita Mielle ha tomado el alucinógeno.

Entonces Mielle, que se dio cuenta de que lo que Asher había dicho era una trampa, perdió el habla y cayó al suelo presa del pánico.

—Es suficiente por hoy. Como lo vio antes, tengo un asunto importante que atender.

—Oh, ahora que lo pienso, no es el momento de perder el tiempo en este trabajo inútil. Entiendo.

Después de eso, se levantó de su asiento, descartando esta importante tarea que cambiaría por completo la vida de innumerables personas. El noble que venía con él también puso en sus brazos un documento completamente escrito que decía: “La investigación se hizo sin problemas”, y Mielle, que también fue detenida por los caballeros, se vio obligada a levantarse. Fue una investigación corta que solo encajó de acuerdo con un resultado predeterminado.

—¡No, espera un minuto! ¡Por favor! ¡Realmente no!

Nadie escuchó el grito de Mielle. Después de un breve interrogatorio, Aria se acercó a Asher con una mirada muy sorprendida mientras salían del salón.

Su apariencia casi no había cambiado en comparación con cuando dijo que se estaba preparando para salir. Parecía haber sentido curiosidad por el resultado. Quizás había sentido curiosidad por el rostro de Mielle, por las lágrimas que se le habrían caído.

—¿Terminaste con eso?

—Sí, era tan obvio que ella había tomado un alucinógeno que no tuvimos que hacer un largo interrogatorio.

Los criados y doncellas también estaban alrededor. Al escucharlo, no pudieron ocultar sus rostros asombrados. Parecían ansiosos por hablar sobre esta noticia.

¿Qué sería más interesante de contar? ¿Que había intentado matar a su padre, o que había tomado drogas? Cada uno de ellos podría querer armar un rompecabezas fragmentado y discutir las cosas horribles que había hecho Mielle.

La regla no escrita de que lo que sucedió en la mansión no se debía transmitir a quienes no estaban relacionados se olvidó, ya que el príncipe heredero y Aria les perdonarían.

—Ya veo… esperaba un poco que no fuera… —La mirada de Aria hacia Mielle, que estaba sosteniendo sus brazos, estaba teñida de pesar.

Para consolarla, Asher sugirió el cambio de entorno.

Su mirada fría que parecía molesta, la cual había tenido hasta el momento, había desaparecido, y miró a Aria con ternura como si fuera otra persona.

—¿Por qué no salimos a dar un paseo ahora que la investigación y los preparativos han terminado? Sería bueno tomar té.

—Pero… estoy preocupada por Mielle… ¿cómo puedo ser la única disfrutando tal lujo?

—No te preocupes. Ella no será castigada por nada que no haya hecho. Me preocupa que te afecte.

Aria miró a Mielle y vaciló, pero volvió a asentir con la cabeza. Era verdaderamente detestable.

¿Quién me llevó a esta situación infernal? Quien realmente necesita ser consolada soy yo, pero, ¿por qué los que no pagan ningún precio ponen esas caras de aflicción?  

Además, Caín, que era el único que ayudaría, solo ocasionalmente miraba a Asher.

¿A dónde fue su promesa cuando dijo que actuaría como el jefe de familia del condado y encerraría a Aria?

Parecía estar demasiado ocupado todos los días haciendo lo que tenía que hacer el conde. Aunque Aria era muy amigable con el príncipe heredero, no podía decir nada.

Todo era patético. Todos eran tontos. La mujer malvada que realmente iba a ser castigada se reía de felicidad. Tenía un aura muy oscura sobre sí misma. Con tal sensación de privación e injusticia, no había otra forma de resolverlo, y pudo ver a alguien entrando en la mansión.

Era una figura muy familiar: el mayordomo de la familia del duque a quien ella había estado esperando. Tenía una carta en la mano. Además, no ordenó a un sirviente que la llevara, sino que la trajo él mismo. Estaba claro que contenía algo importante.

Cuando el mayordomo vio a Mielle, capturada por los caballeros, se sintió brevemente avergonzado e inmediatamente le entregó la carta a Caín.

—Tengo una carta para ella.

—¿Qué carta? —le preguntó Asher a Caín, ya que todos estaban presentes en el lugar. Mielle se puso nerviosa y tragó saliva, y su hermano, con rostro decidido, sacudió la cabeza.

—Es un asunto personal. No tienes que saberlo —respondió Caín con una expresión como si tuviera una espina clavada en la espalda. Era la primera vez que podía enfrentarse a Asher de manera tan directa, y él se rió ante la reacción excesiva.

—Oh… ya veo. Era una carta de la familia del duque, así que pensé que su destino no eras tú, sino la señorita Mielle, y debí haber entendido mal.

Llamó a sus comentarios un malentendido, pero su expresión era de sospecha.

Lo mismo sucedió con Aria, cuyos ojos estaban fijos en la carta. Su rostro todavía estaba sonrojado al expresar su preocupación por Mielle.

Al final, Mielle, ansiosa de que la carta que la salvaría cayera en manos de los demonios, abrió la boca con voz temblorosa.

—¿Este, este es el final de la investigación…? Quiero volver a mi habitación…

La combinación de presión psicológica y deseo de vivir la hacían verse muy triste y patética. Podían pensar en ella como si fuera una santa.

—Se ve muy mal. Será mejor que hagamos que descanse un poco —dijo la bondadosa Aria ante su apariencia lamentable, y Asher dio su permiso para que Mielle pudiera regresar pronto a su cuarto y restaurar su estabilidad.

Después de un tiempo, apareció Caín, quien pidió visitarla, con la carta. Parecía muy serio como si hubiera leído el contenido de antemano.

—¿De verdad vas a aceptar esto?

—¿Hay otra forma de hacerlo? Si hay rebelión, quedaré libre de mi pecado, así que no hay otra manera.

Caín se mordió los labios ante la respuesta de Mielle y se sintió abrumado por la ansiedad.

—Sería mejor si esperaras y luego volvieras a intentar otra prueba después de la rebelión…

—No, no puedo seguir así hasta entonces. Puedes ayudarme a huir. Además… tengo algo que decirle a Isis.

Estaba segura luego del interrogatorio de Asher. Tenía que contar lo que había visto ese día sin ninguna influencia extraña.

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