Marietta – Extra 1: La charla de la mañana siguiente

Traducido por Den

Editado por Sharon

Corregido por Aurora Blue


Cuando el sol de la mañana iluminó la habitación por completo, Belvant abrió los ojos y sonrió al ver bajo la manta de la cama una cabeza pequeña cubierta de una cabellera rubio brillante, a penas asomándose.

—Marietta… —llamó con ternura el nombre de su amada esposa, al tiempo que acariciaba su cabeza con suavidad.

Sobre la mesita junto a la cama, la botella que contenía la medicina que el Líder de los Magos, River Link, preparó para disminuir el dolor de la “primera vez” de la dama, estaba por completo vacía. La botella grande, que no cabía en la mano pequeña de Marietta, estaba muy vacía!

Belvant intentó recordar el número de veces que había utilizado la medicina, pero fue imposible.

—No puedo recordar…

Qué bruto este hombre. ¡El dios feroz de Oltaire, es un bruto!

La inocente novia, quien fuera la que recibió en su cuerpo el deseo carnal hirviente de Belvant toda la noche, estaba aún dormida con una expresión fatigada en su rostro. Si no hubiera recibido la bendición del dios Madigard de una mejora en la resistencia, podría haber agotado toda sus fuerzas con lo agitada que estuvo la batalla entre las sábanas… Como mínimo, no podría sonreír como lo estaba haciendo ahora.

—¡Je, je, je! —Su mejilla se frotó sobre el brazo musculoso que utilizaba como almohada.

Fue una noche tan intensa, pero a ella no parecía importarle.

—Gracias, estoy tan feliz.

Después de que Belvant murmurara al cielo palabras de agradecimiento al dios de la guerra, Madigard, levantó con cuidado su brazo para no despertar a su pequeña esposa que estaba dormitando y puso una almohada en su lugar.

♦ ♦ ♦

—Nn…

Marietta despertó y se encontró sola, acostada en la vasta cama.

—¡Oh cielos…! ¿Sir Belvant?

Cuando se incorporó para mirar a su alrededor, sintió un dolor en la parte inferior de su abdomen y los recuerdos regresaron a su mente. La noche anterior había clamado el nombre de Belvant de forma miserable mientras este la penetrada incontables veces; sin embargo, no podía recordar nada después de la primera vez que se vino. Lo que sí tenía claro, era que había estado desnuda mientras lo hacían, pero en esos momentos tenía puesta su bata ordenada de manera pulcra. También las sábanas habían sido cambiadas por unas nuevas; se sentían suaves limpias.

—Me pregunto si lo de anoche fue solo un sueño…

Obviamente, ese no era el caso.

Para suerte de Marietta, no había sido un sueño. En el momento en que la pareja quedó exhausta de la actividad intensa de la noche, Belvant con sus sentidos ya recuperados, se encargó de limpiar su cuerpo y cambiar las sábanas que se hallaban sucias debido a los fluidos de la pasión compartida; terminando ellas en un estado ta desastroso, que no podía ponerse en palabras.

El General comenzado su vida en el Ejército como un caballero de bajo rango, así que tenía nociones de cómo cuidar a los heridos, limpiar, lavar la ropa e, incluso, reemplazar las sábanas por ellos.

Ah, su figura exhausta también es adorable, había pensado mientras admiraba a su esposa que había perdido el conocimiento debido al cansancio.

Estuvo preocupado y alegre mientras realizaba su labor, repasando con sus manos el delicado cuerpo de la joven, sintiéndose un poco como un pervertido. Pero no era clase de persona; era solo un marido muy amoroso.

—¿Sir Belvant…? Me pregunto a dónde fue….

Marietta hizo un puchero sintiéndose un poco sola al ser la única en darle la bienvenida a la mañana en una habitación a la que no estaba acostumbrada. Entonces, escuchó pasos acercándose desde el corredor y el sonido de la puerta de la habitación contigua abriéndose. Luego de ello, la puerta del dormitorio se abrió despacio y quien asomó la cabeza de manera silenciosa fue Belvant.

—¡Mi querido esposo! —exclamó Marietta con voz alegre.

—Ah, ¿te has despertado?

El General entró en la habitación y le sonrió con dulzura a su esposa, quien se enderezó y miró con asombro su recia figura.

—¿Sir Belvant, qué acabas de hacer? —preguntó contemplando ensimismada la parte superior de su cuerpo de Belvant que estaba desnuda y cubierta de sudor.

Los músculos tensos brillaban al ser alumbrados por el sol de la mañana.

Ah, ¡qué espectáculo tan fantástico de contemplar tan temprano en la mañana! ¿Qué bien he hecho para recibir esta clase de recompensa? 

Marietta, que se estaba conteniendo frente al encantador espectáculo, intentó calmar su corazón palpitante, pero no pudo evitar mirar con detenimiento el cuerpo de su marido.

—¿Ah? Acabo de realizar un entrenamiento matutino. Si no practico blandiendo todos los días, mis brazos serán incapaces de sostener la espada en el futuro. Lo siento por irme sin despertarte. ¿Te hice sentir sola?

—No. Un entrenamiento matutino…

Las pupilas de Marietta estaba fascinada admirando a Belvant; al punto, que podrían un agujero en su cuerpo..

¡Como se esperaba del Sir Belvant! Los músculos que usa…. ¡Ahhh! ¡Quisiere mirar esa maravillosa figura todo lo posible!, pensó, mientras imaginaba los animados movimientos de sus músculos.

—Lo siento por apestar a sudor.

¡No, no! ¡Mi querido esposo, siempre huele bien! 

Marietta sacudió la cabeza con firmeza y le dedicó a Belvant una sonrisa.

—Tomaré un baño caliente pronto. Y tú, Marietta… Tu cuerpo está más menos limpio, pero…

—Gracias por tu consideración. Si no te importa, me gustaría unirme a ti.

Ante las palabras dichas por su esposa con un tenue sonrojo en sus mejillas, la pasión que Belvant pensaba disminuiría después de los intensos ejercicios realizados durante toda la noche, ardió de nuevo.

¡Ah, Marietta! ¡Qué miserable de mí! Si tan solo supieras más acerca de las circunstancias de los hombres… Tu cuerpo inexperto sería destruido. 

—Quiero lavar tu espalda… ¡Ahhh!

El cuerpo de Marietta se tambaleó cuando se levantó para bajar de la cama. Belvant se apresuró hacia ella y la sujetó impidiendo que cayera.

—¿Estás bien? Es mi culpa, te forcé demasiado anoche. —El rostro de Belvant mostró un rastro de arrepentimiento.

Debido a que no tenía ninguna fuerza en sus piernas, la muchacha se aferró a los brazos de su esposo.

—Lo siento.

—No importa. Te ayudaré con cualquier cosa hoy, es mi deber como marido.

Luego de aquella declaración, tomó a la princesa en sus brazos y la llevó hacia el baño. Como ella estaba aferrada al pecho del General, los músculos que brillaban debido al sudor la hicieron sentir excitada y mareada.

Al llegar al cuarto de baño, Belvant quitó con suavidad la ropa de dormir de su cuerpo. La piel blanca que fue revelada estaba llena de incontables marcas rojas. Cuando Marietta lo vio, la sorpresa la dejó sin aliento.

—¡Oh cielos! ¡Esto es…! —Su voz tembló cuando preguntó—: ¿E-Estoy enferma?!

Marietta, quien no tenía idea de lo que era “una marca de beso”, se llenó de ansiedad al mirar la condición miserable de su cuerpo.

—No, estás equivocada —la calmó Belvant—. No es una enfermedad, puedes estar tranquila… Bueno, esto es, la prueba de que eres mía. Fui yo quien lo puso allí.

—¿Prueba?

—Sí. Incluso si lo digo yo mismo, sigo pensando que he ido demasiado lejos… Lo siento mucho.

Puso a Marietta, cuyos pies aún se tambaleaban, en su regazo y lavó todo su cuerpo con un paño cubierto de espuma del jabón.

—Ah, ¡puedo lavar esa parte yo misma! —dijo ella de forma apresurada cuando acercó su mano a zona íntima.

—No hace falta que seas tímida, ¿duele?

—Se siente un poco extraño. No obstante, no duele.

—Debes agradecerle a River Link más tarde.

—¡Ah! ¡Eso…! Sir Belvant, es vergonzoso. —La joven se sonrojó cuando las manos de su esposo se internaron más profundo.

—Está bien. Como soy tu marido, tengo el deber de cuidar cada rincón de tu cuerpo, así que mantén la calma y déjame lavarte.

Marietta, sintió una sensación palpitante por causa de las manos hábiles de su marido. La sensación le recordó el vergonzoso estímulo de la noche anterior.

—Ya está limpio —aseguró Blevant, pero al notar las mejillas enrojecidas de su esposas, sus ojos llorosos y su respiración entrecortada,

su lujuria se despertó y procedió a mover los dedos en aquella zona íntima de forma lasciva.

—Al parecer, me he equivocado. Es mejor si frotamos esta parte una vez más.

Cuando su dedo hizo círculos alrededor del sensible brote, el cuerpo de Marietta se retorció.

—Ahhh… Allí no…

—Ya que es un lugar importante, tenemos que lavar apropiadamente la piel… ¡Ah! ¡Se ha hinchado! Se siente bien después de haber sido lavado a fondo, ¿no es así?

—¡Ah, ah, ah…! Aaaaaaah!

Mientras era molestada por un Belvant de rostro amable de forma lasciva, Marietta finalmente dejó de retorcerse, y su cuerpo se volvió blando en el regazo del hombre. Entonces, él procedió a terminar de lavarla con agua caliente.

—Eres realmente adorable. Quiero lavarte todos los días.

—Incluso cuando te he dicho que no… ¡Eres tan cruel! —protestó ella con las mejillas hinchadas y la cara roja, una vez volvió a sus sentidos.

—Lo siento —se disculpó Belvant, luego la besó.

♦ ♦ ♦

—Sir Belvant, esto es tan delicioso —dijo Marietta con una sonrisa mientras disfrutaba de su desayuno en la mesa del jardín, con el agradable viento soplando alrededor.

—Me alegra que te guste —La voz de Belvant salió un poco desanimada.

Había planeado tener otra ronda al salir del baño, pero lo que les esperaba en el dormitorio era la asistente, Sierra, junto al grupo de doncellas que servían a Marietta. En cuanto lo vieron entrar, le arrebataron a la princesa de sus brazos.

—Esperen… —Las replicas se ahogaron en su boca ante las palabras de Sierra.

—General Fargus, si atesora a la princesa, entonces por favor absténgase de realizar esas actividades durante el día.

—Pero…

—La princesa es diferente de un caballero cuyo orgullo es su excesiva resistencia. Como una princesa que nació dentro de una familia real, es una persona realmente delicada. En este momento, necesita comer y descansar.

—Sin embargo…

—Para vivir en felicidad por muchos años, por favor, trate de considerar la condición de la princesa con calma y deje de lado su deseo inmediato. Si es el General Fargus, que es el orgullo de Oltaire, seguramente podrá hacerlo, ¿verdad?

—No, incluso yo…

—¿De acuerdo?

Tras tan buenos argumentos, el General Fargus fue derrotado de forma miserable.

Sharon
¡Hahaha! Nadie puede contra Sierra~

Después de tomar un buen desayuno durante la refrescante mañana, Belvant no perdió el tiempo y colocó a Marietta en su regazo mientras bebía de su té con tranquilidad. Él la observó con devoción y afecto, al mismo tiempo que pensaba en los planes que tenía para ambos.

—Sir Belvant…

—¿Qué ocurre?

—Estoy tan feliz ahora mismo. Desde ahora en adelante y, hasta siempre, podré pasar mi tiempo junto a usted de esta forma, ¿verdad?

—Así es.

—Sir Belvant, ¡te quiero!

Mirando la deslumbrante sonrisa de Marietta, el pecho de Belvant fue envuelto por un profundo afecto.

—También te amo. Estoy realmente encantado de haberte convertido en mi esposa.

—¡Oh, querido…!

El rostro de la joven se puso de un rojo brillante mientras aquellas palabras de amor la bañaban de calidez. El rostro de su esposo era dulce y hechizante; un rostro, que solo le mostraría a ella.

—Marietta, ¿estás satisfecha?

—Sí.

—Entonces, ¿nos vamos? —Después de que Belvant se levantara de la silla con Marietta en brazos, se dirigió hacia la doncella que los miraba preocupada—. Sierra, no nos molestes hasta la cena. Cuidaré bien de Marietta.

—General Fargus…

—No haré nada que pueda lastimar a mi esposa. Cree en mí aunque sea un poco.

—Entiendo —suspiró Sierra. No había nada que pudiera decir para objetar. No, cuando los brazos de la princesa estaban enlazados alrededor del cuello del Genera, sin intenciones de querer soltarse. —Por favor, cuide de la princesa —imploró resignada.

—Entiendo —asintió Belvant y se encaminó de regreso a la residencia con su esposa en brazos.

Ahhh. La princesa ya se ha casado, ¿eh? 

La joven doncella, quien había estado al lado de la princesa por tanto tiempo, ahora se sentía un poco sola. Sin embargo, pensó que el General Fargus, que amaba tanto a la señorita Marieta podría hacerla muy feliz.

Aunque, todavía habría ocasiones en las que tendría que vigilarlo, pensaba dejar la decisión a la princesa.

Espero que sean felices por siempre, murmuró en su mente mientras observaba a las dos figuras retirarse.

5 respuestas a “Marietta – Extra 1: La charla de la mañana siguiente”

  1. Ehhhhhh me sorprende q a estas alturas resulta q Marrieta se pone tímida x ser lavada cuando ya la experiencia no era nueva y ella era tan entusiasta sobre ayudar a Belvant a lavarse 🤔🤔🤔
    Lan-sama gracias x patrocinar la droga 😆😆😆
    Gracias por la droga 😆😆😆

Responder a Marlen Rodriguez Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido