Marietta – Extra 4: Los celos de Adlan (2)

Traducido por Devany

Editado por Sharon

Corregido por Aurora Blue


Los sirvientes se movieron con diligencia ante la llegada repentina de su señor e iniciaron todos los preparativos para atenderlo a él y a su hermosa prometida (la cual, cargaba con delicadeza sobre sus firmes brazos), con la mayor prontitud.

Adlan no se sentía preocupado. Al igual que él era eficaz y asertivo, en cuanto a los asuntos del estado se tratara, todo el personal de la residencia, partiendo desde el mayordomo jefe, atendían las necesidades de la mansión con la mayor eficiencia.

—Sir Adlan… Por favor, bájeme en este instante, se lo ruego —El rostro de Sierra era de un rojo brillante, mientras golpeaba los musculosos y sólidos brazos de Adlan—. ¡Hey! ¡Sir Adlan…!

El corazón de Adlan estaba agonizando de deseo, como respuesta al tono frágil con el que Sierra hacía la petición.

¡Kuuuuh! ¡Demasiado tierna! ¡Quiero comérmela! ¡Quiero lamer su rostro y recorrer todo su cuerpo! ¡¿Cómo puede poner esa carita desvalida desde tan temprano en la mañana, consiguiendo agitar mi corazón, sin siquiera proponérselo?! ¡Este tierno gatito! 

—Sí, por favor, solo espera un poco más —respondió, intentando calmarse, con todos aquellos pensamientos dando vueltas en su mente.

Con una situación tan dulce como esta, no hay forma de que pueda bajarla ahora, ¿cierto?

Adlan mostró una suave sonrisa y procedió a besar al adorable gatito plateado de húmedos ojos azules, quien se encontraba acurrucado entre sus brazos, gimiendo por aquel roce. Se las arregló de forma espléndida para no dejar salir aquel pensamiento interno. Después de todo, era un joven noble tranquilo.

Con la unilateral victoria de Adlan por la batalla sobre si sacrificar o no a Sierra durante su estadía en el palacio real donde la muchacha fue cargada como una princesa, su corazón se llenó del deseo de huir en el momento en que cruzó el vestíbulo de la residencia Carlkus. Cuando llegaron al salón de recepción, fue depositada sobre el sofá con extrema delicadeza.

—Sé una buena chica y espera mientras bebes el té, ¿de acuerdo? —pidió Adlan mientras besaba su frente. Luego, salió de la habitación para emitir instrucciones al mayordomo.

En la mesita frente a Sierra, una jarra con té y bocadillos estaban dispuestos de manera elegante. Aun con lo inesperado de su visita, el té se apreciaba recién hecho y había una buena cantidad de sandwiches y comida ligera.

—Y pensar que tendré un descanso hasta pasado mañana por la noche. Me pregunto qué es lo que está pensando… Todo esto es tan repentino. Además, ¿qué es lo que puedo hacer por Sir Adlan? ¿Disfrutaremos de nuestro tiempo libre mientras tomamos el té, como él prometió?

¡No, no! ¡Definitivamente, no terminará sólo con beber té!, pensó Sierra. Sin embargo, estaba feliz de ser mimada por su amado prometido. Aunque mi intento de actuar como una niña mimada fracasó, me alegro de que Sir Adlan sea tan cariñoso. 

Sus pálidas mejillas enrojecieron cuando recordó que aun llevaba consigo la novela romántica favorita de Marietta, que esta le había pedido que leyera. Presionó sus mejillas con sus frías manos para calmarse; luego, bebió de su taza de té.

Como era de esperar, lo que dijo el General Fargus no funcionó. Actuar malcriada y pedir cariño le sienta bien solo a la adorable princesa Marietta… Sierra, ¡cuida tu posición!, se reprendió, sintiendo verdadera verguenza. No servirá de nada si no tienes la disposición para ello, no te dejes llevar sólo porque te las arreglaste para conseguir un espléndido prometido como Sir Adlan.

La capaz sirvienta, tal vez por su falta de experiencia amorosa, tenía muy poca confianza en sí misma.

—Siento haberte hecho esperar.

Sierra aun estaba sirviendose su té cuando Adlan regresó y se sentó junto a ella. De inmediato, abrazó su cintura.

—Uhm… —La doncella lo miró desconcertada por el inesperado contacto.

—Sierra, ya que por hoy y mañana estaremos descansando, pasemos algo de tiempo juntos tranquilamente. Puesto que estamos comprometidos, ¿no crees que necesitamos conocernos más?

—Sí… E-Eso es correcto. —Asintiendo ante la idea de que tendrían todo ese tiempo para estar juntos y saber más el uno del otro, dejó su taza de té sobre la mesa y corrigió su postura—. Entonces, Sir Adlan, ¿hay algo que quiera preguntarme?

—¡Ja, ja, ja! Esto no es una entrevista, no hay necesidad de que seas tan rígida. —Tomó la mano de Sierra mientras se reía, besándole las puntas de sus dedos. Luego, coloco uno aquellos tiernos dedos en su boca.

—Ahh…

La lengua de Adlan lamió lentamente, provocando que el cuerpo de Sierra temblara de sorpresa ante tal húmeda sensación. Aunque quisiera huir, la otra mano de Adlan aferraba con firmeza su cintura, impidiéndole escapar.

—¡Nng…! ¡Ahhh! —Un suave gemido salió de los labios de Sierra. El Vicecomandante le dedicó una leve sonrisa, al tiempo que se burlaba de su dedo. Sus ojos verdes no apartaron su mirada de ella—. ¡Yahhh…! ¡Nng…! —volvió a gemir. Giró su rostro sonrojada por la vergüenza. Su dedo, que estaba siendo torturado con pequeños mordiscos, le provocó varios suspiros.

Con un lascivo sonido, la boca de Adlan por fin soltó el atormentado dígito.

—Ah, lo siento. Se me resbaló la boca —dijo, remojándose los labios repasando su lengua sobre ellos. La muchacha lo miró con la cara rojo brillante—. Mientras sigas reaccionando así, este tipo de comportamiento pecaminoso… Por favor, no lo hagas.

—¿Hm?

Este tipo de comportamiento… ¿pecaminoso?

Adlan había susurrado aquellas palabras muy cerca de su oido; por lo que, aprovechando la cercanía, procedió a mordisquear su pequeña oreja.

—¡Ah, ah! ¡Ya,! Sir Adlan, basta! ¡Ahhh! —pidió Sierra elevando la voz con un chillido..

—¡¡Ja, ja, ja!! —Adlan se rió, a la vez que su respiración se volvía más áspera—. Con esto, ¿ya estás más relajada?

Al verla a punto de colapsar, levantó su cuerpo y lo acomodó en su regazo y continuó riendo unos minutos más.

—Sir Adlan… —Para evitar sus protesta, el aludido cubrió los labios de Sierra con los suyos—. Nn… Nnnn…

¡Callarme de esa manera no es justo!, farfulló Sierra, incapaz de pronunciar palabras.

Adlan no se vio ni un poco perturbado hacia los intentos de su prometida de golpear su musculoso pecho. Sujeto la parte posterior de su cabeza, impidiéndole escapar, mientras devoraba sus labios con avidez. Introdujo su lengua en la abertura que se creó cuando la joven respiró por aire y aumentó la intensidad del beso. La boca de Sierra continuó siendo atormentada, y a esta no le quedó más remedio que confiarse a los brazos del hombre.

—Ah… Lo siento, creo que exageré —se disculpó una vez la soltó, sin de verdad, sentirlo—. No se puede evitar, ya que Sierra es demasiado hermosa. —Frotó su mejilla contra la cabeza de cabello plateado, a la vez, que lo acariciaba con ternura—. Oye, Sierra. No sabes lo adorable que fuiste en ese momento. ¿Sabes lo feliz que me hizo? Por alguna razón, siempre sentí que yo era el único perdidamente enamorado, mientras que tú solo tenías ojos para la princesa… Por eso, hoy me hiciste muy feliz —susurró utilizando una voz demasiado dulce; para nada, lo acostumbrado en él.

Aquello la sorprendió.

Eso quiere decir que el señor Adlan estaba muy contento por mi comportamiento anterior,se maravilló Sierra: Entonces, ¿es tal y como dijo el General Fargus?

—¿Hay algo que quieras decirme Sierra? ¿Algo que quieras que haga? Si lo hay, no dudes en decírmelo.

—¿Aunque sea algo egoísta? —preguntó ella con cautela—. Aun así, ¿estaría bien?

—Está bien. Ya que es una buena oportunidad, ¿me dirías cómo te sientes, Sierra?

—Uhm… Yo, es que… siento envidia de la princesa —contestó de manera tímida.

—¿De la princesa Marietta?

—Sí… Yo también quiero que Sir Adlan me mime, como lo hace con ella el General Belvant.

Sierra envidiaba la forma en que la ingenua Marietta era mimada por Belvant. Como persona de carácter serio, el cual se asentó fuerte en ella, desde su llegada a Oltaire al verse visto asumiendo el control de todo lo referente a la princesa, pensó que estaría bien depender de alguien y ser consentida de vez en cuando… Y, si fuera así, quien mejor que Adlan, con quien disfrutaba estar.

—Quieres ser mimada… por mí… ¡Whoa…! Esto es malo…

Mientras murmuraba aquellas palabras, la poco conocida timidez de Adlan hizo que su cara se viera aún más roja que la de ella.

¡¿Qué clase de prueba letal es esta?! ¡Es demasiado adorable…! ¡¿Qué debería hacer?! Sólo quiero que esté aquí, de esta forma, conmigo. La mente del valiente soldado y estratega estaba en completo caos. Ya no necesito una boda, sólo quiero confinarla en mi habitación, mimarla y mantenerla a mi lado para siempre. No quiero mostrarle la figura consentida de Sierra a nadie más; mucho menos a otros hombres. ¡Quisiera aislarla hasta que llegue al punto en que no pueda vivir sin mí nunca más…! ¡Basta, Adlan! ¡Estás hablando de confinamiento!

—Por eso, quiero que Sir Adlan me sostenga fuertemente entre sus brazos o algo parecido… Uhm, ¿eso no es bueno? —continuó Sierra, ajena al conflicto interno de su prometido. Lo miró con timidez, lo que provocó que él estuviera a punto de experimentar una hemorragia nasal.

—¡No es nada malo en absoluto! —aseguró—. Mira, te daré muchos abrazos. ¡Mira, mira! ¡Abrazooo, abrazooo…!- —La apretó con fuerza, viéndose demasiado emocionado.

—S-Sir Adlan… —Pese a lo extraño de su comportamiento, Sierra estaba disfrutando bastante del momento de intimidad. Tomó de su camisa y suspiró alegre, soltando un risa satisfecha.

¡Uwaaa! ¡Demasiado linda! ¡Tan tierna! ¡Preciosa!

Adlan se sentía embobado, sin freno alguno. Frotó su mejilla en la cabeza de la muchacha, al tiempo que aspiraba su esencia. Sus manos comenzaron a recorrer su cuerpo desde su cabello hasta sus nalgas, de forma repetitiva, convirtiéndose casi en un lobo peligroso que acechaba a su presa.

Sierra, sin embargo, después de ver a Marietta siendo consentida muchas veces de esta forma, pensó que era algo normal; así que, se dedicó a disfrutar de aquellas atenciones frotando de manera distraída su cara contra el pecho de Adlan. Comportándose, como una niña mimada y sintiéndose dulce por dentro.

¡Je, je, je! ¡Soy tan feliz…! ¡Sir Adlan, te amo…!, exclamó Sierra en su corazón.

¡Linda, linda, linda, linda, linda, linda, linda, linda, linda!, continuó con su letanía el aludido, al tiempo que persistía en su ataque de caricias.

Devany
Adlan quedó como disco rayado por su lindura XD

—¡Ejem! Por favor, discúlpenme… —interrumpió el mayordomo de la residencia Carlkus, cortando los avances de Adlan. El hombre que siempre había sido caracterizado por ser alguien tranquilo, fresco y sereno, se veía algo incómodo, ya que la situación actual era un tanto impropia.—. Hemos terminado de preparar la habitación —informó, poniendo el deber por encima de su incomodidad.

Adlan inhaló el aroma de Sierra con todas sus fuerzas, antes de levantarla cabeza y expresar su agradecimiento al criado:

—Gracias por su arduo trabajo, estaremos allí en un minuto —confirmó, asintiendo satisfecho ante el duro trabajo de sus sirvientes—. Ahora, Sierra, ¿vamos a nuestra habitación? —Se levantó con ella en todavía en sus brazos, no queriendo separarse de la mujer que amaba ni por un minuto.

—Sir Adlan, puedo caminar sola.

—No. No planeo dejarte ir hoy, así que prepárate.

Dedicandole una deslumbrante sonrisa, caminó con ella bien sujeta a su cuerpo.

Devany
Oh, Baia. Vine aquí a ayudar y no estaba preparada para encontrarme smut. No es que esté decepcionada, pero no saben lo roja que estuve mientras traducía este capítulo y su segunda parte. La gente a lado mío empezaba a sospechar.

♦ ♦ ♦

—Esta es nuestra habitación, ¿qué te parece?

—Bueno… Es muy bonita.

Sierra fue llevada a la recién preparada habitación de los cónyuges. Sus habitaciones privadas estaban equipadas con muebles refinados y una enorme cama con dosel en la que sería el cuarto compartido. Ella miró con atención la cama mientras su tez se volvía cada vez más roja.

—Tu ropa está aquí dentro.

Adlan continuó llevándola en brazos mientras le mostraba el interior del armario. Dentro de él, se hallaban vestidos y ropa preparados de último momento.

—Qué vestidos tan maravillosos. ¿Son para mí?

—Correcto. ¿Te gustan? De ahora en adelante, puedes usarlos cuando gustes.

—¡Oh, querido…! —Viendo cómo también había varios tipos de cosméticos preparados para ella, Sierra sonrió contenta. Era lo que hubiera esperado recibir tratándose de su prometido, el Teniente General de Oltaire, quien poseía la habilidad de sobresalir sobre los demás mientras elimina cualquier obstáculo en el camino. A pesar de ello, aquellas atenciones la hicieron muy feliz—. Muchas gracias.

—No hay problema… Ahora, este es el baño —sonrió Adlan, y continuó el recorrido sin pensar en bajarla si quiera.

—¡Oh, Dios mío!

La joven doncella levantó la voz sorprendida al ingresar en aquella habitación. Había una enorme bañera dentro del espacioso cuarto; la cual, se encontraba llena de agua caliente, y con rojos pétalos de rosa flotando sobre ella.

—Es un baño de rosas, ¿verdad? ¡Qué buen aroma…! ¿También contiene aceite de rosas?

—Como parece ser popular entre las mujeres, pedí que lo prepararan.

Aquellos pétalos habían sido arrancados de las rosas que decoraban la entrada del vestíbulo por las propias sirvientas, quienes se rieron entusiastas de una manera sugestiva al seguir las indicaciones de su amo.

Devany
Esto terminara en resultados sexuales ( ͡° ͜ʖ ͡°) Y las sirvientas lo saben

—Entonces, ¿entramos en el baño? —propuso Adlan.

—Sí… ¡¿Eh?!

—Lavaré tu cuerpo.

—¡¿Eh?! Lo siento, pero no puedo dejar que Sir Adlan me lave…

—No hay necesidad de ser tan reservada. Mira, en el armario hay varios cambios de ropa que puedes usar, así que estará bien. Ahora, ¿deberíamos desnudarnos?

—¡Espera, por favor espera…! ¡Kya! —Las manos de Adlan comenzaron a desvestirla sin esperar su confirmación.

—Pronto seremos marido y mujer, y te lavaré el cuerpo todos los días. ¿No hacen Belvant y Marietta lo mismo?

—Bueno… Como la princesa siempre terminaba desmayándose cuando el General Fargus la acompañaba en la bañera, se detuvieron. Además, el General no era muy habilidoso al lavar su cabello y su cuerpo, así que terminaba tardando demasiado en ello…

No era solo eso. Más bien, terminaban haciendo otras cosas en el baño, pensó Adlan. Sin embargo, no se sintió capaz de decírselo.

—¡Soy bueno lavando! Así que, quédate tranquila. —Sonrió con suficiencia—. Además, esto también es importante para asegurar una buena intimidad en el matrimonio.

—Siendo así… Entonces, también lavaré el cuerpo de Sir Adlan —estuvo de acuerdo, Sierra, alentada por la palabras de Adlan—. No habrá problema, también soy buena lavando.

La criada, tan habilidosa como era, le sonrió a su prometido estando ya en ropa interior.

¡Sierra! ¡Tan linda…! ¡Te amaré mucho esta noche! ¡Te comeré apropiadamente para que no puedas escapar nunca más…! 

El interruptor que había estado apagado por mucho tiempo en la cabeza de Adlan, fue prendido.

—¿Ah…? ¡Fwahhh…! —exclamó cuando la levantaron y depositaron en la bañera de repente.

—El baño se siente bien, ¿no? —Adlan se unió a ella en la tina y se sentó tras su espalda.

—Sí, Sir Adlan… ¿Nng…? —Las manos de su prometido se adueñaron de sus hombros y le dieron un suave masaje.

—¿Cómo lo sientes? Ya que has acumulado tanto estrés estos últimos días, podría doler si aprieto demasiado fuerte.

—Es perfecto, se siente absolutamente bien… de verdad.

Mientras tocaba a tientas, Adlan masajeaba el cuerpo de Sierra. De igual manera, Sierra, cuyo rostro estaba enrojecido por la verguenza, tomó un paño y comenzó a lavarlo de manera torpe, atormentando de vez en cuando la mitad inferior del cuerpo de su prometido. Con entusiasmo se abocó a su tarea mientras Adlan masajeaba sus adoloridos músculos.

—Sir Adlan puede hacer cualquier cosa, ¿eh? Incluso eres hábil con los masajes.

Maravillada, siguió con la mirada las grandes manos de Adlan que se deslizaban sobre su cuerpo. Cuando incluso sus tobillos y muslos empezaron a ser masajeados por este, sus labios de forma involuntaria soltaron extraños sonidos mientras temblaba. Se suponía que debía ser un simple masaje; sin embargo, el movimiento de esas manos cada vez más audaz, empezaba a hacerla dudar.

—Si masajeo de esta manera, será más efectivo y ayudara a mejorar tu circulación sanguínea.

—¿E-Es así? Ahhh…

Adlan sonrió complacido por el efecto que sus manos conseguían en Sierra, cuya respiración empezaba a volverse cada vez más áspera.

—¿También te sientes un poco rígida aquí? —preguntó en un tono de falsa preocupación, cuando sus manos subieron hasta los senos de la joven—. Debes haberle dado mucha carga a tus hombros porque están demasiado duros.

—¡Ahhh…! —Sierra soltó un largo gemido en el momento en que sus pechos fueron acariciados.

Adlan sujetó aquellos montes de carne grandes, redondos y blancos, al tiempo que sus dedos presionaban su suave superficie para masajearlos.

—¿Qué piensas? ¿No te sientes bien cuando hago esto?

—Sí, muchas gracias…

¿Qué debo hacer? Sir Adlan sólo me está dando un masaje; sin embargo, me siento tan rara. Esto es vergonzoso… 

Debido a que las palmas de las manos de su prometido se sumaron al movimiento constante sobre sus senos, las puntas de estos terminaron siendo frotadas con entusiasmo. Tal estímulo, consiguió que se pusieran rígidas.

—Ah, todavía está tieso por aquí —comentó Adlan, y pellizcó las rígidas puntas, para luego masajearlas con su dedo pulgar e índice.

—¡Ah, ah, ah, ah…! —Sierra dejó escapar roncas respiraciones con cada toque. La sensación de que su parte inferior se apretaba iba en aumento.

De repente, sintió que las sensaciones se multiplicaban, cuando miró hacia abajo, vio que una de las manos del hombre habían bajado para burlarse de su zona íntima. Con un nuevo gemido, se retorció en su timidez.

No hay forma de que pueda pedirle que pare cuando está haciendo todo esto como muestra de amabilidad. Aah… Pero… No puedo soportarlo más.

Con el cuerpo temblando, trató desesperadamente de soportar la obscena estimulación. Cuando inconscientemente chocó sus rodillas con las de Adlan, las manos de este abandonaron su cuerpo.

Se acabó… 

Sin embargo, cuando comenzó a respirar aliviada, las yemas de los dedos de Adlan se deslizaron por su abertura.

—¡Hiiuu! —La muchacha terminó soltando un extraño sonido. Avergonzada, mostró un intenso sonrojo en su rostro.

—Ah… Estás así de mojada… ¿Acaso fue por el masaje?

—E-Estas equiv… —Sacudió la cabeza con fuerza, negando el hecho, pero Adlan continuó con un peligroso brillo en los ojos.

—Creo que deberíamos empezar a ser honestos entre nosotros. Sierra, ¿En serio no sentiste que terminaste, estando así de mojada? —¡La linda doncella había caído en la trampa del señor S!—. Entonces, hagamos algo travieso esta vez para que Sierra esté satisfecha.

♦ ♦ ♦

¿Cómo pudo olvidarlo?, se lamentó Sierra con amargura.

Cómo pudo olvidar la forma en que la personalidad de Adlan se transformaba por completo apenas llegaban a la cama. En el momento en que sus cuerpos fueron uno por primera vez, él continuó abrazándola toda la noche bajo el pretexto de enseñarle los asuntos de su dormitorio, hasta que ella perdió la conciencia. Incluso mientras su conciencia iba a la deriva, él continuó susurrándole palabras de amor con una voz apasionada, sin detener el vaivén de sus caderas.

Esta vez, tampoco fue la excepción.

—¡Uaaa! ¡Sir Adlaan…!

—Sí, todavía está apretado. Como eres tan linda y adorable, continuaré masajeando con esmero tu rosada y apretada zona íntima, Sierra. —Adlan sonrío desplegando toda la varonil seducción que lo caracterizaba mientras presionaba en Sierra contra la cama, entrando en ella repetidas veces, de manera lenta, pero apasionada—. No hay necesidad de ir tan rápido, todavía nos queda mucho tiempo por delante… Estoy tan feliz de poder ser tan cariñosa con mi adorable Sierra… ¿No piensas lo mismo?

Los verdes ojos que la miraban fijamente brillaban como si emitieran luz propia.

Entonces, Adlan sujetó con firmeza el cuerpo de Sierra y se impulsó para sentarse sobre sus talones arrastrando a la joven con él. .

—¡¡Fuwaaaa!! —gritó Sierra sorprendida por la nueva posición. Terminó sentada sobre el regazo de Adlan con sus piernas rodeando su cintura y el miembro del hombre penetrando profundo en su interior—. ¡Sir Adlan, tan profundo! —se quejó—. ¡Está… tan adentro!

—Sí. Esto se siente extremadamente bien, ¿verdad, Sierra?

El musculoso Teniente General levantó el cuerpo de la joven antes de dejarlo caer sobre sobre su tieso y alto mastil en repetidas ocasiones. Ella gritó presa del placer todas y cada una de las ocasiones. Aunque era similar a una tortura, su cuerpo ya acostumbrado a la violenta penetración, disfrutó del viaje hasta lo más profundo de su ser.

—Te abrazaré con toda mi alma —declaró Adlan en medio de su pasión.

—¡Ahhh, aaaaah! ¡Yahhh…!

Mientras Adlan abrazaba con firmeza el cuerpo de Sierra y la poseía de manera implacable, Sierra elevó sus gritos con lágrimas cayendo por su rostro.

—¡Mírame…! —pidió—. Sostente con fuerza de mí para que tu cuerpo no se vuelva inestable. —Colocó las manos de la joven en su cuello, al tiempo que la sostenía de las nalgas y se levantaba de la cama.

—¡Kyaaaa! —Sierra se aferró a él con fuerza.

—Buena chica, sostente fuerte de esta manera, ¿sí? —aconsejó mientras empujaba el cuerpo de Sierra de arriba a abajo, penetrándola.

—¡Ahhh! ¡Yaaah!

—Esto también es agradable, Se siente tan bien ser abrazado de esta forma por Sierra…

—¡Nghhh! ¡Ahhh…!

—Sí, aférrate a mí más fuerte. Qué adorable. Sierra, te amo tanto…

—¡¡¡Ahhh!!! —gritó Sierra, al tiempo que el feroz orgasmo la dejaba agotada.

—Las entrañas de Sierra también me están sosteniendo tan firmemente —gimió Adlan, también llegando al límite—. Me gustas, te amo. Mi única e inigualable Sierra…

Al acostar a Sierra en la cama con su conciencia casi desvanecida, el rostro varonil de Adlan rebosante de deseo, cayó sobre ella.

♦ ♦ ♦

—¡¡Kyaaa, Sierra!! ¡¿Qué te pasó?! —gritó Marietta al verla cuando la doncella se presentó al día siguiente a trabajar—. ¡Sir Adlan, ¿qué le pasó a Sierra?! —le interrogó, con el rostro preocupado y exagerando sus atenciones sobre la joven dama—. ¡Sierra, resiste! ¡Hey! ¡¿Qué acaba de pasar?!

—Bueno… Eso… Lo hicimos, pero… Podría haber ido demasiado lejos…

—¡¡Sierra…!!

Sierra se veía completamente exhausta. Tanto, que ni siquiera tenía las fuerzas suficientes para mantener los ojos abiertos y mantenerse en pie.

—Adlan, ¿dijiste que te sobrepasaste? —preguntó Belvant con el ceño fruncido—. A esta edad, y haciéndole este tipo de cosas a una jovencita…

—¡Sierra, vamos a rezarle al Dios Marigold! —sugirió Marietta y tomo del brazo a la doncella—. Si él no viene a visitarte el día de tu boda para darte las bendiciones, ¡tu vida correrá peligro!

—Sí, princesa. Si no recibo la bendición para reforzar la resistencia, estaré perdida…

Ser llenadas de amor hasta la muerte… Las dos se estremecieron.

—¡Dios Marigold, por favor, escucha nuestro deseo!

—Dios Marigold, por favor, no quiero morir y dejar a la princesa…

¡¡¡Ja, ja, ja!!! ¡Concederé la oración de la doncella!

—Sir Adlan…, aunque seas un bruto, te sigo amando —murmuró Sierra.

Devany
¡Ven! ¡Ven a lo que me refería con intenso! ¡Debería incluirme más a menudo a ayudar en las +18! *se desmaya por desangramiento nasal*

Sharon
No sabía que Devany era una de las pocas almas inocentes que quedaban en Kovel XD Como siempre, Adlan y Sierra son una pareja tan linda~ Creo que al final terminé amándolos más que a la pareja principal...

5 respuestas a “Marietta – Extra 4: Los celos de Adlan (2)”

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