Mi prometido ama a mi hermana – Arco 6 – Capítulo 18

Traducido por Kavaalin

Editado por Sharon


Si me preguntaran si traté de matarla o no, respondería con confianza, que no. Pero, si me preguntaran qué estaba tratando de hacer, no podría responder.

Porque en ese momento, estaba tratando de borrar la existencia de mi madre. Era un sentimiento diferente al de tratar de robar la vida de alguien, pero no podía explicarlo bien.

—¿Crees que eso es excusa?

La opresiva voz de mi padre sonaba distante. Era la sensación habitual de no tener sentido de la realidad. Aunque sabía que no estaba en un sueño, era como si fuéramos personajes ficticios que aparecían en una historia. Apenas tenía la sensación de estar viva.

—¿Estás escuchando, Ilya?

Tumbada en la cama, mi madre respiraba en silencio, pero no dormía. Ella sólo me estaba mirando fijamente. Mi padre y yo estábamos parados al lado de la cama, el mayordomo estaba justo detrás de mi padre y dos sirvientas esperaban en las esquinas de la habitación. Una de ellas era Merge.

Si en ese momento, Merge no hubiera irrumpido en el cuarto, creo que habría estrangulado a mi madre.

Cuando saqué de la habitación de Silvia las botellas que contenían el té, la sirvienta que estaba presente fue a informar al mayordomo de la situación. Según ella, justo después de que salí de la habitación de mi hermana, ella había corrido a buscarlo. Entonces, el mayordomo que había sido informado de las circunstancias, ordenó a una sirvienta que había estado trabajando aquí durante mucho tiempo, Merge, que vigilara la situación. Debe haber juzgado que una sirvienta joven e inexperta no podría lidiar con eso.

Originalmente, sólo mi padre podía entrar en la habitación de mi madre sin pedir permiso. Pero, esta limitación no se aplicaba cuando ocurría una situación inesperada. En ausencia del cabeza de familia, la autoridad recaía en el mayordomo. Entonces, como era la habitación de su ama, podría haber pedido la autorización del mayordomo para que este le permitiera entrar. Había una razón por la cual Merge irrumpió sin esperar el permiso. No creía que supiera que algo estaba sucediendo en la habitación, pero podría haber sentido la inusual atmósfera. Y por eso; pudo evitar el peor de los desenlaces.

—No tenía intención de hacerle daño a mi madre. Estaba un poco confundida… lo siento mucho…

Me incliné profundamente, casi hasta el punto de caerme. Me tambaleé un poco, pero mantuve desesperadamente mi postura. Debía evitar a toda costa perder la conciencia. Si no aclaro todo, sería confinada en mi habitación. No importaba cómo, debí demostrar que estaba cuerda. Incluso si era consciente de que, en realidad, una parte de mí se había roto.

—¿Realmente piensas eso? Tenías las manos en el cuello de tu madre. ¿Y dices que no querías hacerle daño…?

Por el rabillo del ojo vi como mi padre balanceaba los brazos. Mi sombra en la alfombra se bamboleó junto con la luz que iluminaba la habitación. Casi parecía que intentaba escapar de las manos de mi padre. No sabía si me habían abofeteado o golpeado, pero un zumbido resonó en mis oídos. Esta vez caí en la alfombra.

Cuando automáticamente miré a mi padre al rostro, me encontré con sus ojos que me fulminaban con la mirada. Sus pupilas ambarinas se parecían a las de una bestia. No podía evitar sentirme asustada por ese resplandor lleno de hostilidad, esa mirada que era como si estuviera a punto de matar a su presa. Era sin lugar a dudas mi padre consanguíneo, sin embargo, parecía un extraño. En esos ojos que rezumaban odio, no podía sentir el más mínimo afecto hacia su hija. Algo resbaladizo y tibio se deslizó a lo largo de mi barbilla y cuando instintivamente lo toqué con mis dedos, me di cuenta de que era sangre. Me había roto el labio.

Mientras me quedaba en el suelo con la mirada gacha, los puños de mi vestido se tiñeron de rojo. Aun así, esa cantidad de sangrado era extraña. Mientras pensaba en ello…

—Amo, ruego su perdón, pero…

Merge dio un paso al frente desde su posición cercana a la pared e intervino calmadamente.

—¿Qué? —respondió mi padre mientras mantenía su mirada, digna de un oficial enfrentándose a un criminal, fija en mí. Me preguntaba si pensaba que haría algo si me quitara los ojos de encima. Esta mirada penetrante lucía como si no quisiera dejarme la más mínima oportunidad, no se perdería el más mínimo detalle.

—La señorita parece… estar herida… en alguna parte.

Cuando reveló ese hecho, me estremecí. ¿Una herida? Me preguntaba cuándo había sucedido. Pero ahora que lo habían dicho, sentía una punzada dolorosa en mis brazos. Como llevaba un vestido de color más oscuro que de costumbre, no me había dado cuenta, pero parecía que las mangas se aferraban a mi piel al estar empapadas. No, ahora que lo pensaba, cuando le quité el cuchillo a mi madre… No, para ser exactos, cuando luché con ella para arrebatarle el cuchillo, había sentido que me algo rozó mi brazo. Pero en ese momento, no había sentido dolor. ¿O debería decir que no había sido mucho?

Sintiendo una mirada sobre mí, observé la expresión de mi padre y vi que estaba mirando mis manos. Como si esa poderosa mirada me estuviera perforando, sentí gotear un líquido desde la punta de los dedos de mi mano derecha.

—Amo, esto estaba en la habitación —le habló nervioso el viejo mayordomo. A continuación, con lentitud, se interpuso entre mi padre y yo. Sólo podía ver su espalda, pero sabía en que su mano sostenía un pañuelo y que el cuchillo descansaba sobre este. Se lo presentó respetuosamente, como si estuviera sosteniendo una reliquia familiar.

—¿Qué es eso?

No sabía a quién le estaba haciendo esa pregunta. Esa voz que parecía salir desde las profundidades hizo que mi cuerpo se congelara por instinto. Porque la voz de mi padre siempre me arrinconaba. Mi corazón latía velozmente. Temía que los demás lo escucharan. Así de profundo era el silencio que se había instalado dentro de la habitación. En este momento las miradas de todos los presentes recaían en mí.

—Es mío —sonó una voz solemne.

Después de estar observando cómo se desarrollaba la situación hasta ahora, mi madre habló súbitamente. No había alzado la voz, pero contenía una autoridad lo suficientemente poderosa como para destrozar la quietud de la habitación.

—¿Qué…?

Cuando me puse de pie mientras escuchaba la voz ronca de mi padre, la sangre cayó sobre la alfombra. Creía que sólo sería un rasguño, pero puede que no fuera así. De hecho, quizás era bastante profundo.

Lo suficientemente profundo como para dejar una cicatriz.

—¿Podría alguien llamar a una persona que pueda tratar su herida? —preguntó mi madre cuando sostuve mi mano derecha. También levantó la parte superior del cuerpo, pero el mayordomo se percató de su semblante pálido. La expresión de mi madre no parecía completamente recuperada, pero él permaneció imperturbable.

—Entendido —respondió. Puso el cuchillo en el bolsillo y salió de la habitación después de hacer una ligera reverencia. Nadie habló durante este intercambio. Mi padre lo vio todo en silencio.

—Ilya, ¿no sería mejor sentarse? Estás sangrando mucho —dijo una voz monótona en la habitación que se había quedado otra vez en silencio. Aunque su hija estaba herida, no parecía en absoluto alterada. Además, aunque había sido el tema de nuestra conversación hasta ahora, no parecía preocuparse en absoluto. Al menos, si alguien hubiera intentado matarte, ¿no deberías mostrar un poco más de nerviosismo?

—¿Dijiste que este cuchillo era tuyo? —le preguntó mi padre. Su tono era mucho más calmado que cuando me estaba hablando a mí.

—Sí, eso es correcto.

—¿Para qué planeabas usarlo?

Pero, de alguna manera, se sentía como si sus palabras estuvieran llenas de más tensión de lo habitual. Parecía que nunca hubiera pensado que mi madre poseería un objeto así. De hecho, era imposible imaginar a esta madre mía que siempre emitía una atmósfera amable con un cuchillo en las manos.

—Los propósitos de un cuchillo son numerosos.

Mi madre se rió ligeramente. Como era una máscara perfecta, no me había dado cuenta hasta ahora. Esta madre mía siempre deslizaba una sonrisa en sus labios, como si nunca se hiriera, nunca sintiera angustia, nunca fuera deshonrada. Para volverse tan hábil, ¿había vivido toda su vida mientras ocultaba sus emociones?

—Mi madre intentó…

Cuando la miré al rostro, esas palabras se escaparon por voluntad propia.

—Ilya…

Una voz tranquila llamó mi nombre. Cuando instintivamente volteé la cabeza, mi madre me estaba sonriendo con la cabeza inclinada. Sabía lo que eso significaba incluso sin tomarme el tiempo para pensarlo. Al mostrar una expresión cariñosa y una sonrisa brillante, estaba tratando de callar mis palabras.

—Ilya —llamó mi nombre una vez más, pero esta vez no volteé para confirmar su expresión y me di vuelta para mirar a mi padre.

—Mi madre intentó…

—¡Ilya!

La voz aguda que intentaba cubrir mi propia voz alteró el ambiente de la habitación. Sin embargo, después de que esa voz llena de impaciencia resonara en la habitación, se formó un silencio tenso.

—Mi madre trató de suicidarse.

Como tenía que decirlo con claridad, tenía la intención de hablar con un tono mucho más alto de lo habitual. Pero mi voz tembló. Ni siquiera ahora podía creer que mi madre hubiera intentado quitarse la vida. A pesar del hecho de que había presenciado ese momento, que había sostenido en mis brazos su cuerpo manchado de sangre y había visto la luz dejar sus ojos… incluso si había asistido a su funeral, si alguien me dijera que todo esto sólo había sido una ilusión, le creería.

—¡¡Ilya!!

Mi madre siguió llamando a mi nombre. Como si estuviera pidiendo mi ayuda. Pero que gritara era lo mismo que afirmar mis palabras. Por esta exacta razón, mi padre movió su línea de visión desde mí hasta mi madre y le preguntó con el ceño fruncido.

—¿De qué está hablando…?

—¿Qué has hecho, Ilya…? ¿Qué has hecho…?

No hubo necesidad de molestarse en confirmarlo. Sabía que mi madre me estaba mirando con ojos acusadores. Sus labios debieron haber perdido sus colores y su rostro se volvió blanco como el papel, estaba segura.

Si fuera la misma de siempre… no, si fuera la misma de ayer, seguramente habría hecho lo que mi madre quería que hiciera. Sin embargo, ya nadie podría ayudarme… Porque la vida que debería haber salvado, había tratado de hacerla desaparecer con mis propias manos. Apretando con fuerza mis dedos temblorosos, después de parpadear una vez, miré a mi madre al rostro. Como era de esperar, sus labios temblaban. Ese rostro teñido de dolor sólo podía pertenecer a una víctima. Esa figura lastimera que hacía que todos quisieran extenderle una mano amiga se superponía con la de Silvia.

—Madre, ¿no está bien que… me proteja?

Cada respiración era como un doloroso jadeo. No quería llorar, pero de hecho… no podía. Mi boca se distorsionó de tal manera que puede que tuviera la misma expresión que la de un niño pequeño a punto de hacer un berrinche.

—Después de todo, madre tú, a mí… tú… no… me amas, ¿verdad?

Cuando dije esas palabras, sentí como si me arrancaran el corazón. La sangre brotó de mi pecho abierto, todo lo reflejado en mis ojos estaba teñido de rojo. Cuando afirmé esto, mi madre me miró fijamente con los ojos bien abiertos, pero su rostro se volvió borroso y mi visión osciló. Después de que el tiempo retrocediera, mi madre no me había dicho “no te amo”. Ya era un evento del pasado perdido. Pero ahora lo entendía incluso sin que me lo dijeran. Porque yo sabía esa verdad. Incluso si mi madre no lo recordaba, yo no podía olvidarlo.

Y por eso, tenía que protegerme.

Si pensaba en los sentimientos de mi madre, sabía que debía actuar como si nada hubiera pasado y callarme. Sería mejor si me callaba sobre el hecho de que había mezclado una droga dentro del té de Silvia y fingir que nunca había sucedido. Pero si hiciera eso, me convertiría en una simple ladrona que robaba las hojas de té de mi hermana pequeña. Si la historia se transformaba en que había atacado a mi madre después de ser reprendida por robar, todos lo creerían y aceptarían.

Esta explicación tenía mucha más credibilidad que tratar de detener a mi madre de quitarse la vida. Además, sabía que no tenía más opciones que hacer eso para aplacar este asunto. No sabía qué tipo de veredicto daría mi padre de ser de otra manera; tal vez mi madre hablaría en mi favor y todo esto no terminaría siendo un desastre demasiado grande.

Sin embargo, esa era sólo una ilusión mía. No sabía qué acciones tomaría realmente mi madre. Existía la posibilidad de que siguiera usando su máscara de dama y me condenara junto con mi padre.

Después de todo, ella había observado en silencio cómo mi padre me golpeaba. Ni siquiera había alzado la voz para detenerlo cuando este levantó el puño.

—Madre, como tú no me defenderás… Tengo que protegerme yo misma…

Ni siquiera podía decir si el líquido que caía gota a gota sobre la alfombra y formaba un pequeño charco era la sangre que caía de mis brazos o las lágrimas que caían por mis adoloridas mejillas. Pero lo que empapaba la alfombra de color oscuro definitivamente provenía de mí. Con todas las vidas que había vivido, todo lo relacionado con la honestidad y la pureza había desaparecido de mí ser. Entonces, tal vez, podría ser que incluso estas lágrimas se habían vuelto oscuras y turbias.

—Ilya, ¿de qué demonios estás hablando?

En lugar de mi madre quien se había sumido en el silencio, mi padre me interrogó con un inusual tono desconcertado.

—Padre…

—¿Qué?

—Padre, ¿alguna vez lo has pensado? ¿Que podrías estar causando dolor a alguien?

—¡¿Qué?!

—Padre, ¿sabías del sufrimiento de mi madre?

—¿Qué demonios estás tratando de decir…?

Debería haberme escuchado, pero ¿pretendía no entender? Fui mirada por esos furiosos los ojos llenos de dureza y por un segundo me quedé sin palabras.

—Ilya, ¿podrías detenerte ya?

En ese momento, la voz de mi madre resonó, sonando como si estuviera a punto de llorar.

—¡No sabes nada…!

Es verdad. Mi madre no sabía que había leído la carta que le había confiado a la sirvienta. Eso era normal. Porque la había leído después de su muerte. ¿Estaba confundida hasta el punto de no darse cuenta de que había usado la palabra “princesa” cuando intentó suicidarse? Pero en esta situación, tal detalle era sólo un asunto insignificante. La línea de visión de todos los presentes se congregó sobre mi madre mientras temblaba impotente. Su figura mientras cruzaba ambas manos frente a su pecho se parecía a la de Silvia. Mi madre y Silvia no tenían una conexión de sangre. Pero tal vez debido al largo tiempo que habían pasado juntas, sus gestos y expresiones faciales eran similares. Cuando me di cuenta de eso, mi visión se volvió borrosa una vez más. Sentía un amor claro en esos gestos triviales. Me hacía darme cuenta de que podían ser una familia, incluso si no estaban relacionadas por sangre.

—Merge —la llamé.

—S-Sí —respondió su voz temblorosa.

—Llevas encima algo que te fue confiado por mi madre, ¿verdad?

Cuando la miré, ella tragó visiblemente y puso su mano sobre su pecho. La carta de mi madre probablemente siempre estaba escondida allí.

—Merge.

Cuando la llamé para apurarla, rápidamente miró en dirección a mi madre. Aunque se mantuvo callada, este gesto evidenciaba la respuesta. Mi madre me miró con una expresión un poco confundida. Probablemente se preguntaba por qué lo sabía. Probablemente fuera una promesa sólo compartida entre las dos. Pero teniendo en cuenta esto, aunque Merge no estaba al tanto de las circunstancias, fue precisamente porque las dos lo habían ocultado que se había desarrollado esta tragedia.

Una tragedia… Así es, indudablemente era una tragedia.

Esta vez, parecía que podría evitarla. Porque había rescatado a mi madre y yo había sobrevivido. Sin embargo, la próxima vez las cosas no saldrían necesariamente igual. Si hubiera una ley detrás de esta vida que había repetido ya tantas veces… En un incidente como este, creía que no sería extraño que mi madre, Silvia o yo perdiéramos la vida.

—Padre, madre le ha confiado una carta a Merge. Todo está escrito en su interior.

—¿Es verdad…?

Esta vez, cuando la mirada estricta de mi padre cayó sobre la sirvienta en quien mi madre confiaba, esta tembló lo suficiente como para que fuera perceptible. Cuando mi madre se había quitado la vida, ella había interferido en mi favor, pero eso seguramente había sido por la carta de mi madre. Tal vez no conocía todo el contenido, pero podría ser consciente de una parte. Silvia era, exactamente como mi madre había dicho, una genuina princesa. La sangre de la princesa de un reino extranjero corría en ella, haciéndola miembro de la realeza. Como tal, si considerabas cuán devota era Merge con Silvia… podrías entender más o menos el principio detrás de su comportamiento. Además, aparte de esta explicación, no podía encontrar otra razón de por qué había dejado de ser mi sirvienta personal.

Si consideraba el hecho de que, a nivel emocional, ella simplemente amaba a Silvia más que a mí y que, al priorizar este sentimiento, Merge podría haberle rogado a mi madre que le dejara cuidar de esa niña.

Independientemente de las apariencias, ¿no era la pequeña yo, quien no tenía más remedio que esforzarse al máximo, bastante lamentable?

—¡Ilya! ¡¿Cuál es el significado de esto?! ¡¿Qué te da el derecho de decir tal cosa?!

Desde la cama, mi madre levantó la voz. Como era una persona que rara vez gritaba, tal vez le dolió la garganta y por eso el final de su oración se volvió ronca.

—¿Derecho, dices? ¿No soy tu hija?

Sin embargo, no me defenderás, ¿verdad? Era lo que quería decir, pero las palabras no salieron.

—¿O se supone que debo decir que yo, no soy tu hija, madre?

Sentía que ya era inútil. Sabía que la gente no podía morir de tristeza, pero cuando sentía tanto dolor, creía que tal vez mi respiración se detendría. Cerré mis párpados y una tras otra, las lágrimas cayeron.

—Yo soy tu hija. Y, padre… También soy tu hija. Sin embargo…

Inhalé profundamente, me dolía la garganta. Mientras sollozaba convulsivamente, grité:

—¡¿Por qué…?! ¡¿Por qué no me amas?!

8 respuestas a “Mi prometido ama a mi hermana – Arco 6 – Capítulo 18”

  1. No sé si sentirme bien o mal por qué en lo que va de novela solo he llorado 1 vez y 2 el sentimiento de querer hacerlo
    La verdad que es una buena novela, muy trágica pero una obra de arte

  2. Esto duele indudablemente. No se si fui la única que se identificó en las últimas palabras que Ilya grito.
    Eso hace que mis lágrimas sean de dolor real
    😂😂😂😂 Esto me lastima pero aquí ando de masoquista jajaja xD

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