No es mi guardia sombra, es mi amante – Capítulo 4: Compartir la misma cama y almohada

Traducido por Shisai

Editado por Shiro


Después de que Xia Qian’an llevó a las dos mujeres de vuelta al Patio de Bambú Verde, dejó de preocuparse por ellas y se encerró en su pequeño estudio durante medio día. Después de todo, fue la señora quien quiso darle mujeres. Independientemente de la reacción del séptimo joven maestro, Chunyu y las demás tuvieron que organizar un alojamiento para las dos.

Qiu Shui las llevó a una habitación lejos de la del joven maestro y volvió los ojos al caminar frente a ellas. No le importaba qué fortalezas tenían estas dos, si a él no le gustaban, a su gente tampoco.

No creas que puedes entrar al campo de visión del joven maestro. ¿Cómo puede el joven maestro, quien tiene un temperamento ligero, dejar que te acerques?

Qiu Shui no admitiría que estaba celosa. Cada vez que servían al joven maestro, tenían que hacerlo a unos pasos de distancia. Entonces, ¿cómo podría éste dejar que estas dos extrañas subieran a su cama?

—Estas dos habitaciones son para cada una de ustedes. Si no tienen una orden del séptimo joven maestro, no se muestren frente al él. El séptimo Joven Maestro odia el contacto con otros, incluso conmigo. —Qiu Shui volvió la cabeza, las miró inexpresiva, dijo esto y se fue.

Ruo Yi y Ruo Qing se miraron, pero no les importó. Tenían que terminar la tarea que su señora les dio. ¿Cómo podrían obedecer las órdenes de otro?

♦ ♦ ♦

En la sala pequeña de estudio, Xia Qian’an se durmió con An Jiu. El guardia sombra levantó a su Maestro con cuidado y lo colocó en el suave sofá del pequeño estudio. El joven inconscientemente agarró su manga, sus cejas estaban ligeramente arrugadas y sus ojos estaban rojos e hinchados.

Para la comodidad de su Maestro, el hombre se arrodilló junto al suave sofá sobre una rodilla. Ahora, realmente entendía el corazón de su Maestro, y cuanto más entendía… más Xia Qian’an parecía ocupar su corazón.

Sólo en este momento, An Jiu podía mirar al joven sin ningún escrúpulo, podía abandonar su camuflaje y revelar su lado feo.

—Maestro…

Si uno no prestara atención a su voz baja, ésta sería ignorada. Sin embargo, podía percibirse en su voz algunos escrúpulos, depresión y moderación; que no podían ser ignorados o escuchados.

El hombre miró a su Maestro dormido, con los ojos llenos de emociones oscuras.

Cuando Xia Qian’an se despertó, ya era tarde. No había comido al mediodía y lloró durante media tarde. Después de dormir, tenía hambre.

—Hambriento… —dijo a medida que se incorporaba en el suave sofá, y se quejó del hambre que lo había despertado—. Ah… An Jiu, por favor, lleva algunos bocadillos a mi habitación. Tomaré un baño.

Xia Qian’an se levantó lentamente y no se atrevió a mirarlo. Había llorado delante de él. Fue embarazoso…

—Maestro, no comió nada al mediodía. ¿Le gustaría cenar primero?

—Mejor me baño antes de comer. Puedes traerme algunos bocadillos para amortiguar mi estómago… —Pensando que An Jiu podría no haber comido tampoco, agregó—: Bueno, trae de más.

—Sí, señor —respondió respetuosamente, luego se fue.

Cuando Xia Qian’an estuvo empapado en agua caliente, su ceño se aflojó. Cerró los ojos, se recostó contra la bañera y se dejó caer. El agua caliente empapaba sus hombros.

En ese momento, Ruo Yi abrió la puerta y caminó suavemente hacia la pantalla. Sólo llevaba una fina capa de gasa ligera, su vientre rosado y su piel blanca eran indistintas, y la sombra púrpura en su rostro agregaba más belleza. Ella estaba a pocos pasos de Xia Qian’an, se detuvo y lanzó un suave llamado:

—Séptimo joven maestro.

Sin embargo, éste se sorprendió por la repentina aparición de la voz femenina.

—¡Ah! —Xia Qian’an gritó en el siguiente segundo, estaba tan asustado que no pudo abrir los ojos. Su rostro se puso blanco, su cuerpo tembló ligeramente y sus delgados labios, que originalmente eran pálidos, se enrojecieron.

Tenía miedo a los fantasmas desde que era un niño. De repente escuchó voces extrañas, y dado que sus pensamientos aún eran un poco erráticos, lo primero en lo que pensó fue en ese tipo de cosas.

Tan pronto como An Jiu se acercó a la habitación de su Maestro, escuchó el grito de éste, y sintió el pánico en su voz.

Su guardia, con una mentalidad luchadora, corrió a la habitación y vio a una mujer con ropa desaliñada tratando de acercársele.

—Maestro.

—An Jiu, pon eso… ¡Tíralo! —La voz de Xia Qian’an tembló y tuvo miedo de abrir los ojos.

Ruo Yi no sabía por qué las cosas habían llegado a este punto, sólo había llamado al séptimo joven maestro, y luego éste de repente gritó. Al segundo siguiente la echaron y no vio quién lo hacía.

Ella perdió su imagen mientras estaba sentada en el suelo desconcertada. Las cuatro criadas escucharon el grito de su joven maestro y se apresuraron a ver esta escena.

—Maestro, su subordinado ya ha echado a esa persona.

—An… An Jiu, ven y ayúdame. No puedo levantarme. —La voz de Xia Qian’an temblaba, su rostro estaba pálido y obviamente no podía soportarlo.

—Sí, señor. —El guardia sombra se acercó a la bañera, dudó por un momento y se agachó para ayudar a su Maestro, quien todavía estaba sentado en la bañera.

—Mmm…

An Jiu tenía callos duros en las manos, y tocaron la delicada piel del joven, lo que hizo temblar su cuerpo. Una voz suave y pegajosa se desbordó de su boca entreabierta, tras lo que rápidamente la cerró, sus orejas ligeramente rojas. Él, quien nunca había tenido mucho contacto físico con los demás, pensó que este tipo de sentimiento era extraño, tan extraño que le daba miedo, pero quería que An Jiu lo tocara más.

El repentino sentimiento extraño hizo que Xia Qian’an ignorara el miedo en su corazón.

—Maestro, le he ofendido —An Jiu cerró los ojos y murmuró. Luego rápidamente recogió al joven de la bañera, secó el agua de su cuerpo, y lo ayudó a ponerse un abrigo, tomando sólo un minuto.

Después de la cena, Xia Qian’an no quería salir a caminar. Estaba asustado. Cuando An Jiu se escondió, no pudo evitar pensar en algo terrible, lo que lo hizo temblar.

—An Jiu, creo que no podré dormir esta noche. ¿Qué puedo hacer? —dijo patéticamente.

—El Maestro debe dormir en paz, porque este subordinado estará a tu lado. —Las palabras del otro lo tranquilizaron mucho. Cerró los ojos y volvió a abrirlos unos minutos después, con algo de miedo en ellos.

—An Jiu, ¿te acostarías conmigo? —miró al hombre parado junto a su cama con lágrimas en la cara. Tenía un miedo desesperado hacia los fantasmas. Pensó que cuando fuera un poco mayor, sus síntomas se debilitarían, pero no esperaba que tal incidente ocurriera, trayendo de vuelta sus temores.

El guardia se sobresaltó por un momento.

—Maestro, no está bien…

—Pero… pero tengo miedo de los fantasmas. No puedo dormir —dijo a toda prisa sin esperar su negativa. Originalmente, sólo lo mencionó casualmente. Ahora, cuanto más lo pensaba, mejor le parecía la idea. Entonces dijo en un tono que sonaba como si hubiera sido perjudicado—: An Jiu, ¿no cumplirás mis deseos?

—No, Maestro, este subordinado… —se negó rápidamente, pero antes de que terminara, Xia Qian’an ya se había movido sobre la cama, palmeando el espacio que había hecho con su mano derecha. Entonces parpadeó, lo miró expectante, y finalmente el otro se comprometió.

El joven estaba acostado mirando hacia el centro de la cama, agarrando la ropa de An Jiu a su lado con las dos manos. Estaban muy juntos. Para ser exactos, Xia Qian’an se movió inconscientemente hacia el hombre después de quedarse dormido.

En ese momento, el joven ya estaba durmiendo profundamente. An Jiu yacía en el borde de la cama, sin caerse pero sin ocupar demasiado espacio. Estaba tan rígido como el hierro. Dedicándose a escuchar en silencio la suave respiración de su amo, con los ojos abiertos, negros y brillantes como la medianoche, pero aún no quería dormir.

Como guardia sombra, el tiempo promedio de sueño era de una o dos horas, y dormían poco, para poder levantarse rápidamente en cualquier momento.

—An Jiu —murmuró Xia Qian’an con los ojos cerrados. Su voz era un poco baja y su pronunciación era un poco confusa, pero An Jiu podía escucharlo claramente.

—Sí, señor. —Volvió la cabeza para responder, su voz era muy baja. Su amo hablaba dormido. En ese momento, pensar que su Maestro estaba soñando con él se le hizo irresistible.

Entonces se centró en la cara, los ojos y la nariz de su amo, y luego en sus pálidos y delgados labios. La luz de la luna era un poco brillante esa noche, y el guardia sombra estaba hechizado. Su cuerpo estaba de lado, y su cabeza se inclinó lentamente, sintiendo el aliento de su amo ligeramente en su rostro.

Al segundo siguiente, los labios de los dos hombres se tocaron. An Jiu sintió la carne suave, y su corazón saltó medio latido, pero también volvió en sí. Sabiendo lo que había hecho, se movió apresuradamente, y pareció caer en una cueva de hielo, incapaz de dejar de tener frío.

Él había… ¿profanado a su Maestro? ¿Cómo pudo…? ¿Qué estaba haciendo?

—Maestro… este subordinado es culpable… Pero… este subordinado… no quiere dejarle… —An Jiu cerró los ojos y murmuró. Su voz era tan baja que uno no podía oiría.

—Mn…

A continuación, escuchó la voz de su amo, y su cuerpo se congeló instantáneamente. ¿Había descubierto el error que cometió?

Xia Qian’an acababa de susurrar inconscientemente, y luego frotó su cabeza contra el guardia.

Sabiendo que el joven no se había despertado, An Jiu se sintió aliviado.

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