No quiero ser amada – Capítulo 162: Suicidio por veneno

Traducido por Maru

Editado por Sharon

---

Después de bajarse del carruaje, Leticia entró de inmediato a la mansión brillantemente iluminada. Cuando los empleados en el edificio la notaron y fruncieron el ceño, Leticia lentamente sonrió.

Esto estaba bien, ya que estaba de mal humor.

—¡¡Aah!!

Leticia abofeteó a la criada que estaba junto a ella. Cuando la criada se derrumbó en el suelo y agarró su mejilla abofeteada, miró a Leticia.

No le gustó esa mirada que le dio.

—¡Argh! ¡¿P-Por qué está haciendo esto?! ¡Deténgase, por favor!

Mientras Leticia agarraba su cabello y lo sacudía, la criada terminó llorando mientras suplicaba. Sin siquiera un poco de remordimiento, tiró aún más fuerte de su cabello. Los gritos de la criada resonaron por todas partes mientras su cabello era arrancado de su cuero cabelludo. Un puñado de cabello castaño quedó en su mano mientras se lo arrancaba de la cabeza y lo esparcía por el suelo.

Todo sucedió antes de que nadie pudiera siquiera intentar detenerla.

—Qué extraño. Ya sabes que esto iba a suceder, pero todavía estás en mi contra así. ¿Por qué? ¿Por qué sigues siendo así?

Leticia miró a la doncella que lloraba y sonrió feliz. A pesar de que su rostro sonriente parecía un ángel, los actos que tomó no fueron diferentes a los de un demonio.

Mientras todos miraban la escena en estado de shock, una voz fuerte sonó desde atrás.

—¡¿Qué estás haciendo en mi casa ?!

Los empleados rápidamente se hicieron a un lado. La persona que caminó enfadada hacia Leticia era la esposa del conde Clovis.

Los empleados se alegraron de que hubiera aparecido, pero también miraron con lástima a la dueña de la finca.

Incluso mientras la condesa regañaba enfadada con voz fuerte, Leticia no parecía ni un poco asustada. En cambio, le habló con una sonrisa en su rostro.

—La criada de este lugar se estaba saliendo de la fila, así que le estaba dando una lección.

—¿Qué?

—Condesa, creo que debería tener más cuidado al enseñar a sus subordinados. No pude contenerme más ya que esto se repite cada vez que entro a esta mansión.

—¡¿Cómo te atreves, pequeña y sucia zorra?!

Zorra.

En el momento en que la condesa pronunció esa palabra, el área circundante se volvió mortalmente silenciosa. Esa fue la palabra en la que todos pensaron cuando entró, pero nunca se atrevieron a soltarla.

Leticia, que miraba fijamente a la condesa, le dedicó una sonrisa feroz.

—Tenga cuidado con sus palabras, señora. Si yo estoy así, entonces usted es más lamentable por perder a su marido por una simple puta como yo, ¿no es así?

—¡Cómo te…!

La condesa no pudo contener su ira y movió la mano. Sin embargo, Leticia la agarró de inmediato.

—¡C-cómo te atreves…!

Como solo había vivido una vida de clase alta desde su nacimiento, esas fueron las únicas palabras que pudo decir. A pesar de que su esposo la engañaba sin disculpas y prácticamente le mostraba a Leticia cuando ella entraba y salía de la casa sin ningún temor.

Leticia no pudo evitar reírse de eso.

—Realmente deseaba no decir esto, pero no me dejas otra opción. —Leticia ladeó la cabeza. Sus labios de color carmesí se acercaron al oído de la condesa mientras susurraba—. Estoy segura de que sabe que mi padre, así como la esposa del anterior vizconde Olbach, se suicidaron bebiendo veneno. Si sigue actuando así, puede terminar igual que ellos, señora.

El rostro de la condesa perdió rápidamente su color. Sus piernas temblaron por un momento, y luego cayó en los brazos de la sirvienta al colapsar.

Leticia sonrió al verla caer por este nivel de amenaza y fue directamente al estudio.

---