¡No quiero ser Princesa! – Capítulo 109: El Caballero de la Guardia de todos los días

Traducido por Lucy

Editado por Ayanami


Soy un caballero de la gloriosa Orden de la Guardia Real del Reino de Wilhelm. Se me ha asignado, con amabilidad, el deber de vigilar la habitación de Su Alteza el Príncipe Heredero. Él, cuyos ojos siempre habían sido, de alguna manera, fríos, en el último tiempo ha estado mostrando un semblante en extremo gentil. 

—Eh, tú. ¿Qué piensas de Su Alteza ahora mismo?

Durante la guardia, justo cuando lo miré, mi colega del lado opuesto de la puerta me llamó. El hombre que está emparejado conmigo sustituyó a su predecesor hace medio año, y como mi compañero tiene el mismo deber de defender la habitación de Su Alteza. 

—¿Qué dices? ¿En qué sentido?

Cuando le devolví la pregunta sin entender a qué se refería, mi compañero se encogió de hombros. 

—En el sentido literal. He pensado que Su Alteza ha cambiado. Es una persona excelente que nunca nos impone exigencias desmedidas. Nunca me ha inquietado seguirlo, pero es demasiado perfecto, siendo sincero tenía miedo. 

—¿Tenías miedo?

Cuando fruncí las cejas ante las inquietantes palabras, mi colega se rió con torpeza, diciendo que no era así. 

—Qué piensas cuando escuchas la frase “persona perfecta”. En realidad, no es miedo en sí, pero siento que me criticaría por los más mínimos errores. Por qué no puedo hacerlo, me asusté, con el aspecto que mostraba, de no tener un interés especial en nada, no parecía un ser humano. Por supuesto, venero a Su Alteza el Príncipe Heredero, pero, aun así. 

—Ah…

De forma inconsciente, estuve de acuerdo. Es cierto que puede verse así. Su Alteza Friedrich muestra resultados perfectos en todo. La belleza rígida y la mirada gentil que es, de alguna manera fría, seguro no eres el único que lo encuentra aterrador. Cuando vi las características físicas y técnicas de la espalda de Su Alteza que podía derrotar a diez mil soldados, tampoco pude dejar de temblar de miedo. Desde el fondo de mi corazón, sentí que me alegraba de estar en el mismo bando. 

—Pero sabes, en los últimos meses, Su Alteza por fin me parece humano. 

—¿Humano?

Cuando miré en dirección a mi compañero que hablaba con una voz brillante, asintió con firmeza. 

—Sí. Es así. Cuando lo vi por primera vez, me sorprendí tanto que creí que me iba a desmayar. El día de la ceremonia de compromiso, llevó a la princesa consorte a su habitación y no se fue hasta el día siguiente. Si fuera la misma persona de antes, ese tipo de cosas serían imposibles. 

—Eso en verdad fue sorprendente…

Recordé la ceremonia de compromiso de hace unos meses. La historia de que Su Alteza declaró durante la ceremonia de compromiso que no tomaría ninguna concubina se extendió por todo el castillo como un incendio. Como había sido una persona sincera desde el principio, eso en sí mismo no era sorprendente, pero lo que sí lo era, fue la historia del soldado allí presente. 

—Su Alteza estaba sonriendo lleno de felicidad. 

Qué clase de broma es esa, pensé. ¿Su Alteza, que no podía deshacerse de una impresión falsa, incluso cuando mostraba una sonrisa suave, estaba sonriendo lleno de felicidad? Justo cuando pensé que era imposible, Su Alteza volvió arrastrando a una sola mujer. Como era natural, no pude llamarlo. De hecho, justo antes de entrar en la habitación, me obligó a guardar silencio solo con su mirada, no pude oponerme a la fuerza de sus ojos. Con el jefe de la corte preocupado, la noche había pasado, y alrededor del mediodía del día siguiente, recibí una sorpresa cuando Su Alteza salió de su habitación con un aura de buen humor como nunca antes lo había visto. Me preguntaba qué es lo que había pasado, pero cuando escuché la historia del Jefe de la Corte solo me sorprendí más. El día anterior, a quien Su Alteza llevó a su habitación fue nada menos que a la princesa consorte con la que tuvo la ceremonia de compromiso. Además, ya tenía la Flor Real en su pecho. La existencia de eso significaba que era imposible tratarla como su prometida. La ceremonia de la boda todavía estaba lejos, pero ella ya tenía las calificaciones de la princesa consorte. Tengo que tratarla como la única Princesa Consorte de Su Alteza. Sin embargo, sólo lo pensé. Mientras todo el mundo estaba aturdido por todas las cosas que sucedían, la Princesa Consorte regresó con facilidad a la residencia ducal de su familia. No quiero recordar la cara de Su Alteza en ese momento. Justo antes, estaba de tan buen humor que estaba tarareando, pareciendo que iba a empezar a cantar (¡qué hizo Su Alteza!) y, sin embargo, en el momento en que supo que la Princesa Consorte no estaba allí, sentí como si una ventisca soplara alrededor. Por nuestro propio bien, no podemos dejar que la Princesa Consorte se vaya. Ese incidente nos hizo pensar eso desde el fondo de nuestros corazones. 

—Su Alteza está encaprichado con la Princesa Consorte…

Mientras mi compañero murmuraba eso, asentí confirmando que era justo así. 

—Es cierto. Al principio, pensé que estaba posando delante del Primer Ministro, pero es por completo diferente. Escuché la historia del responsable de la seguridad de la fiesta de celebración de la victoria. Todo el tiempo estuvo con la princesa consorte, aparentando estar sonriendo… He oído que con el brazo pegado a la cintura de ella la miraba con una cara encantada. 

—También he oído eso. Y que, con todas las miradas puestas en ellos, incluso le besó la frente. También he oído que retiene con ferocidad a los hombres fascinados por la Princesa Consorte. 

—Ah, un chico me dijo que pensó que lo matarían a pesar de que solo le gustara un poco. 

—No puedo evitar sentirme infantil. Ni en mis sueños más salvajes he pensado que Su Alteza actuaría así. 

—Cuando Su Alteza está con la Princesa Consorte, pone una cara muy dulce, ¿verdad? Cuando lo vi por primera vez, no podía creer lo que veían mis ojos. 

—¿Tú también? En realidad, estaba pensando en eso. Me preguntaba quién era él. No es bueno hablar así, pero ya está enamorado con locura. 

—Tengo justo la misma impresión. Pero sabes, gracias a eso, ya no me parece que Su Alteza dé miedo. Así parece que de verdad es humano como nosotros. Después de todo, parece que también puede amar a alguien. 

—Puedo entender lo que dices. 

Podía estar por completo de acuerdo con las palabras de mi compañero. Su Alteza siempre había tratado a todos por igual. Era correcto como la persona que estaba en la cima, pero en otras palabras solo significaba que no consideraba a nadie como alguien especial. No había manera de que yo, que soy un simple soldado, entendiera los pensamientos de Su Alteza, así que puede que lo haya malinterpretado, pero era suficiente para pensar que era una persona distante y diferente a nosotros. 

—Por eso me gusta cómo es Su Alteza ahora. Derramando todo su afecto sólo en la Princesa Consorte. Siendo honesto, el amor de Su Alteza parece en extremo pesado, pero nunca sabes. 

—¿Acaso la Princesa Consorte no se escapa de vez en cuando como resultado? No importa cómo lo vea, Su alteza la ama. 

—Sí, podemos ver el increíble y raro espectáculo de él intentando de forma desesperada que ella lo ame. 

—Es cierto.

Sonreí con ironía, ante las palabras de mi compañero. Es bastante interesante ver cómo Su Alteza intenta, de forma desesperada, ganarse el amor de la Princesa Consorte. Es un espectáculo raro. Incluso…

—La Princesa Consorte también ama a Su Alteza, ¿verdad?

Cuando señalé eso, mi colega se echó a reír por un momento. 

—¡Ja, ja, ja! Solo las personas en cuestión no lo entienden, ¿no es así?

—La Princesa Consorte está demasiado enamorada de Su Alteza, ¿no? Todo el mundo entendería eso viendo su cara llena de felicidad cuando está con él. 

—¿Por qué él no se da cuenta?

—En lugar de no darse cuenta, ¿no quiere que le hagan darse cuenta? Tengo esa corazonada. 

—Bueno, la Princesa Consorte parece indiferente.

Cuando asentí a esas palabras, recordé el intercambio que había visto hace un rato.

—Acabo de ver a la Princesa Consorte. 

—¿Eh? ¿Dónde? No me digas que se ha vuelto a escapar… Por favor, para. Su Alteza se enfadará de nuevo.

Al igual que mi compañero hizo una mueca, negué con la cabeza para indicarle que era diferente. Era un asunto terrible, pero la Princesa Consorte ya se había escapado varias veces. Todavía estaba fresco en mi mente que he sido reprendido por Su Alteza cada vez… es de verdad aterrador. Me había propuesto no dejarla ir nunca más, en absoluto, pero de alguna manera huyó sin problemas. Aunque parece elegante y muy hermosa, ¿de verdad es la hija de una preeminente casa ducal? Es tan enérgica que tengo dudas al respecto. 

—Estaba en el pasillo cerca de aquí. Por alguna razón, ella estaba observando a Su Alteza desde detrás de un pilar.

—¿Ja? ¿Observando a Su Alteza? ¿Por qué?

—¿Me pregunto…? No entiendo muy bien, pero ella estaba preocupada mientras le robaba miradas a Su Alteza. Él también, a pesar de darse cuenta no la llamó. A su alrededor, se respiraba una atmósfera rosada difícil de soportar. Sentí pena por Lord Alexei que, por casualidad, estaba allí. 

—¿Lord Alexei estaba ahí? Que mala suerte. 

Hablando de él, es el asistente de Su Alteza y el hermano mayor de la Princesa Consorte. Que ambos estén enamorados con locura, en estos días, es una historia famosa entre nosotros los soldados, así que de seguro él es el más incómodo. Y de hecho, tenía una cara llena de molestia. 

—Cuando Su Alteza y la Princesa Consorte están juntos, no ver ni oír nada es lo básico. De lo contrario… tendrás acidez. 

Asentí con seriedad a mi compañero, que también tenía una cara seria. La Princesa Consorte pasaba mucho tiempo con Su Alteza, así que, a menudo, soy testigo de este tipo de cosas. Para mantener el espíritu en orden era esencial desarrollar una técnica para evitar verlos. 

—Son muy cariñosos, ¿verdad?

—Su Alteza lo tiene fácil. En realidad, es un matrimonio por conveniencia, ¿no? Sin embargo, para casarse con su amada, es demasiado afortunado. Pero sabes, mirándolo, estoy empezando a pensar que sería bueno casarse. 

—Te entiendo. Estoy lleno de deseos de casarme cuanto antes… Creo que el reinado de Su Alteza será seguro y pacífico.

—¿Verdad? En el pasado era impensable para mí, pero ahora puedo creerlo. Me alegro de que Su Alteza sea el Príncipe Heredero de nuestro país. Si va a amar con sinceridad a su esposa como ahora, no llevará a este país en una dirección extraña. 

—Así es. Entonces, después de todo, lo que podemos hacer es…

Interrumpí las palabras y fijé mis ojos en mi compañero. Él volvió a asentir con seriedad. Lo que podemos hacer por Su Alteza, es decir…

—No dejes que la princesa consorte se escape, ¿no es así?

—Exacto… Aaah…

Nuestros suspiros se filtraron al unísono. Aun así, no fue desagradable. 

Ayanami
Y con esto llegamos al final... del cuarto volumen 😉 nos vemos con más aventuras de nuestra Lidi y si amado (provisional) jajaja en el siguiente tomo bye bye ♥

2 respuestas a “¡No quiero ser Princesa! – Capítulo 109: El Caballero de la Guardia de todos los días”

    1. ¡Muchas gracias por leerla! Nos hace mucha ilusión de que te guste <3. Seguimos trabajando para traerles todas las actualizaciones que podamos

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