Una vez más en la luz – Capítulo 1: En la oscuridad

Traducido por Den

Editado por Yusuke


Débil, abrí los ojos.

Dentro de esta celda de la prisión subterránea se sentía como si no los ojos estuvieran cerrados. Ni un hilo de luz entraba en este lugar.

Humedeciendo mis labios secos con la lengua pensé: ¿Cuándo distribuirán la comida…? 

Una vez al día nos daban un vaso de agua y un trozo de pan.

Como un perro disciplinado, esperé y esperé ese momento.

Porque en este lugar, eso era el único estimulante que podía recibir.

—¿Qué será de mí?

Me mordí los labios ansiosa.

A pesar de ser la cuarta princesa, sin la protección de nadie, no recibí un juicio adecuado y me encerraron en la prisión subterránea.

Dentro de la oscura prisión, sola y habiendo perdido la cordura, solo pensaba en el problema que sucedió hace unos días.

El incidente que me llevó a esta prisión.

En ese día particular, el cielo era azul y la luz del sol era cálida.

Las hermosas flores de primavera y los árboles verdes eran demasiado hermosos para disfrutarlos sola.

Después de mucho tiempo, invité a Marianne a los jardines a la hora del té.

Como siempre, esa niña, que visitaba el palacio, parloteó contándome historias con una brillante sonrisa, y me sentí de la misma forma que respondí gratamente.

Fue un momento agradable. Nada era diferente de un día normal.

Entonces, de repente, en ese momento, esa niña vomitó sangre y se desmayó.

El mantel blanco de la mesa se volvió rojo con su sangre.

—Mari… ¿Marianne?

Como si estuviera soñando, la miré aturdida.

Me miró con ojos llenos de sangre. Derramaba sangre por la boca y le temblaban las manos.

—Hermana mayor…

Luego cerró los ojos.

Los caballeros me alejaron de ella, estaba de pie agitada y todavía sin saber lo que estaba sucediendo.

Las personas se apresuraron en decir que envenené a Marianne.

Mi padre, Su Majestad el emperador, amaba en extremo a Marianne, y rápidamente mostró su amor con sus acciones.

Me encerró en una celda en la prisión subterránea sin investigar la situación.

Fue la primera vez que agradecía no haber sido torturada porque pertenecía a la familia imperial.

La oscuridad, el silencio, y la soledad parecían carcomer mi cuerpo.

Si no traían agua y un trozo de pan a la celda una vez al día, me habría vuelto loca.

—¿Cuánto tiempo pasará hasta que las falsas acusaciones se resuelvan?

Ya había pasado una semana desde que estaba confinada.

¿Qué haré si tuviera que pasar el resto de mi vida confinada?

Pensando aquello, rápidamente sacudí la cabeza.

—Seguramente la falsa acusación se resolverá.

Sin embargo, no hubo ningún movimiento para sacarme de la prisión.

Mi corazón latía con ansiedad.

El sonido inusual resonó fuertemente.

Parpadeé.

—El sonido de pasos…

No eran los sonidos de mi corazón. Eran pasos que se acercaban.

Me esforcé en retener mi espíritu nublado.

—La comida… La comida debe estar llegando…

Me levanté a mitad de camino. Mi conciencia torpe sentía una alegría con solo un vaso de agua y un trozo de pan.

Sin embargo, como pensaba, era diferente a lo habitual. No se abrió la pequeña rejilla para perros para la comida, sino que inesperadamente se abrió la puerta de hierro de la prisión.

Me sobresalté y abrí bien los ojos.

La luz de las antorchas en el oscuro corredor me permitió ver. Eran los guardias de la prisión.

—Sal.

—E-Espera…

Los guardias de la prisión me levantaron bruscamente.

Temblé ante el movimiento brusco.

Hasta hace unos días, nunca habría recibido este trato porque era una princesa de este reino. Pero su actitud demostraba que sentían que estas acciones eran razonables.

Me mordí suavemente los labios.

Sí, para ellos, en este mundo yo era una mujer malvada que intentó asesinar a su hermana menor.

—Las falsas acusaciones pronto se resolverán.

Así me reconforté.

Fue demasiado deslumbrante para mis ojos cuando salí de la prisión subterránea a la superficie. Eso fue por un momento, después de adaptarse a la luz, pude ver el hermoso paisaje del palacio imperial.

Era el tercer mes de florecimiento.

—Ah, ah.

Me estremecí sorprendida.

El sol era hermoso y cálido.

Así que el mundo exterior era un lugar maravilloso y misterioso. 

El cielo azul, las flores, y la fresca brisa que no había visto en una semana parecieron ser más preciosos que nada en el mundo.

Pero no tuve tiempo de admirarlos.

Los guardias de la prisión me arrastraron rápidamente.

Mis manos acariciaron los extremos del jardín en vano.

El lugar al que me trasladaron fue la sala del trono del emperador. Cuando los guardias de la prisión llamaron a la puerta, esta se abrió sin vacilar.

Mis hermanos y mi padre estaban reunidos adentro.

De pie, a la izquierda de padre estaban el primer príncipe, Lakias, y el segundo príncipe, Elsis. A la derecha estaban la tercera princesa, Adrianne, y el sexto príncipe, Relisis.

Y justo detrás de padre, estaba sentada la quinta princesa, Marianne.

—¡Mari!

Pude sentir mi ansiedad persistente en mi mente desvaneciéndose como si se la llevaran. Había estado preocupada continuamente por lo que le había sucedido después de la hora del té en el jardín. Sin su rostro pálido, Marianne parecía estar muy bien.

—Gracias a Dios, estás bien…

Sentí que iba a llorar.

Eran miembros de la familia que amaba y que no había visto en días.

—Padre, hermano mayor, hermana mayor y hermanos menores…

Estudié lentamente sus rostros.

Quería correr hacia ellos y decirles que era inocente.

Pero tropecé por un momento y no lo hice.

La mirada que me dirigieron fue excepcionalmente fría. La voz profunda de padre rompió la atmósfera.

—El juicio del criminal comenzará.

Al no poder creer las palabras que acababa de escuchar, abrí los ojos de la sorpresa.

—¿J-Juicio…?

Mi voz tembló terriblemente.

Había oído hablar de un juicio imperial.

Era un juicio titular, que generalmente consistía en la discusión de la familia imperial sobre los derechos y los errores de cada uno.

Esto se debía a que la ley no se atrevía a tener prioridad sobre la nobleza de la familia imperial.

Pero esta era la primera vez que experimentaba un juicio imperial.

No, nunca pensé que sería el personaje principal del juicio.

—La criminal, la cuarta princesa, Alisa. —Padre me habló con voz fría.

—¿Admites el crimen de envenenar de tu hermana menor, Marianne, por celos?

—¿E-Envenené a Mari por celos? —dije aturdida.

¿Simplemente qué acabo de escuchar? 

¿Por qué razón estaría celosa de ella? 

Como solo permanecí con la boca abierta sin decir nada, mi hermana mayor Adrianne, la tercera princesa, gritó nerviosa.

—¡Responde la pregunta, criminal!

Esa fuerza fue tan intensa que me sorprendió, retrocedí y dije:

—Y-Yo…

Mi cerebro no estaba funcionando correctamente. La razón de ello puede ser porque estuve confinada en una celda durante una semana y apenas comí un vaso de agua y un trozo de pan.

Era hora de que lo explicara, pero mi boca no estaba funcionando correctamente.

Como no podía hablar, mi hermano menor, Relisis, se rió de mí con frialdad.

—No puedes poner excusas porque conoces tu crimen.

Fue como si ese lindo y amable niño estuviera sosteniendo una daga en su boca. No había nada más que desprecio en los ojos que me miraban.

No puedo pensar correctamente.

Fue entonces cuando una de las doncellas de mi palacio salió de un rincón de la habitación.

Su cara estaba rígida.

Padre le hizo un gesto.

—Dime lo que viste en detalle.

—Sí, responderé.

Parpadeé con fuerza.

¿Qué vio?

No importa lo que diga, pensé confiada. En verdad, no hice nada. Pero lo que dijo fue inesperado.

—El día que la princesa Alisa y la princesa Marianne estaban tomando el té juntas…

Pausó por un momento, como si no se atreviera a hablar.

—Vi a la princesa Alisa echar un polvo blanco en la taza de té de la princesa Marianne.

—¿Qué…? —murmuré ausente.

Sin duda, Dios es mi testigo. Nunca toqué su taza de té.

Pero las personas escuchaban sus palabras con rostros silenciosos como si estuvieran escuchando un hecho consumado.

La doncella siguió hablando.

—Vi esto y pensé que era algo similar al azúcar. Y pensar que era veneno…

Después de escuchar esas palabras, padre asintió con la cabeza y la echó.

—Los resultados de la investigación de tu habitación indicaron que habían restos de veneno en polvo en tu armario. Era el mismo tipo que se encontró en la taza de té de Marianne.

—Eso, eso…

No pude seguir hablando.

Porque era una razón desconcertante.

—Como sabes, el asesinato de la familia imperial es más severamente castigado que cualquier otro crimen. Más aún cuando un miembro de la familia imperial intenta asesinar a otro miembro de la familia imperial.

La voz de padre resonó en mis oídos.

Solo entonces volví a mis sentidos.

Abrí la boca que tenía entreabierta y dije:

—Yo…

—¿Tú?

Se sintió como si mi cabello se tiñera de blanco.

Cuando me recosté en la celda oscura con la sensación de que me volvería loca con cada día que pasaba, esto no era lo que me había imaginado.

Cuando descubrieran que me acusaron falsamente, creí que dirían:

—Fue difícil, ¿verdad? Lo siento. —Y me abrazarían.

Pero ahora, mi familia me miraba con desprecio y hostilidad.

Nadie estaba de mi lado.

No había ninguna razón para que esto sucediera. No cometí ningún crimen.

—No… hubo ni usa sola vez en que tratara de asesinar a Marianne —dije con una voz temblorosa.

Tan pronto como logré acabar la oración, de muchas partes pude escuchar palabras que decían que era increíble.

—¡Descarada!

—Que insolente…

Pero estaba desesperada. Miré a mi alrededor, y a la persona que todavía no había hablado. Dirigí mi mirada hacia el príncipe Lakias.

Era mi hermano de sangre, estábamos unidos por el vínculo que compartíamos con la misma madre.

Incluso si todos los demás en este mundo no me creían, pensé que él me creería.

Esa era mi firme convicción.

—Hermano mayor L-Lakias.

No podía caminar correctamente porque me temblaban las piernas.

En cambio, me arrastré hacia el príncipe Lakias.

—Yo… nunca cometí tal acto. Lo sabes.

Como no había hablado aproximadamente en una semana, las palabras salían torpemente.

Sin embargo, traté de transmitir mi voluntad.

—¿Por qué querría lastimar a Marianne? Por favor, por favor, créeme…

Lakias me miró durante mucho tiempo. Nacido del mismo vientre, tenía una apariencia similar a la mía. Mis ojos verdes y sus ojos azules se encontraron.

No sé durante cuánto tiempo nos miramos. Se acercó a mí.

—Ah.

Sentí que iba a llorar.

Sí, realmente creía en mí.

Debe saber que no lastimé a Marianne. 

Estaba de mi lado, y me salvaría de este lugar.

Y me abrazaría diciendo: “Fue difícil, ¿verdad? Lo siento.” Y me acariciaría.

Pero…

Me pegó una bofetada.

Por un momento, no registré lo que me había pasado.

El dolor vino después de la sorpresa.

Mi mejilla izquierda ardía como si estuviera en llamas.

—Te has vuelto loca de los celos.

Me miró con sus ojos azules.

Lakias, mi hermano mayor me había golpeado en la mejilla. Abrí y cerré la boca continuamente.

Después de mirarme con desprecio, se volvió hacia mi padre.

—Padre, no hay necesidad de esperar para ver más. Esta prisionera desvergonzada se niega a admitir sus crímenes.

Sus palabras fueron similares a una condena.

—¿Por qué no la castigamos con una pena de muerte?

Abrí bien los ojos.

¿Pena de muerte? ¿Una pena de muerte? 

¿V-Voy a ser ejecutada? 

Con ojos temblorosos, miré a todas las personas en el lugar.

Esperando que lo que había escuchado fuera una mentira.

Pero solo me miraron con rostros fríos.

Como si estuviera aferrándome a mi última esperanza de vida, miré a Marianne.

Si fuera ella, lo sabría. La verdad de que no la lastimé. ¿Por qué le haría daño, o sentiría celos?

Cuando nuestros ojos se encontraron, Marianne se mordió los labios. Luego apoyó la cabeza contra el hombro de padre.

—Padre, tengo miedo. Estoy asustada…

Era normal que el rostro de su familia se volviera sombrío.

Padre ordenó con una voz nublada de la rabia:

—La ejecución será en una semana. Hasta entonces no le den nada más que agua podrida a la prisionera.

—¡No…!

Sacudí la cabeza.

Podría ser… ¿Podría ser que me enviarán de nuevo a esa celda? 

Quería evitar eso.

Preferiría morderme la lengua aquí mismo.

—Ah, entonces esto es todo.

¿Por qué no morderme la lengua y morir? Al menos no habría más ocasiones de dolor.

Lo puse en práctica de inmediato.

Hasta que mi hermano mayor Elsis me agarró de la barbilla, después de ver que trataba de morderme la lengua.

Porque como era un fiscal de mente rápida, parecía haber predicho mis acciones.

—Insecto, recibirás tu debido castigo.

Sus fríos ojos verdes azulados albergaban ira.

Me dolía la barbilla que me había agarrado como si fuera a romperla.

Se rió frívolamente cuando vio mis lágrimas que no pude contener.

—¿Duele?

—Huk, hukk…

—Marianne sufrió más dolor que tú. Pero tú insolentemente…

Mientras lloraba, grité internamente.

No fue mi culpa. 

Yo no hice eso. 

¿Por qué nadie me cree? 

Miré a Marianne.

Por favor, esperaba que me salvara.

Si creyera en mí, entonces todo esto cesaría.

Pero, después de eso fue como si me hubiera caído un rayo.

Escondida detrás de padre, me miró sonriendo grotescamente.

Como si fuera emocionante que no pudiera evitarlo.

Como si estuviera muy feliz por mi muerte.

Con un rostro diabólico, se deshizo de mí entumecidamente.

Luego, una vez más, me encarcelaron en la prisión subterránea donde no había luz.


Den
Aquí yo otra vez con una nueva novela, jajaja XD. Me encantan las novelas coreanas y si pudiera traduciría un montón de ellas pero no puedo, lamentablemente u.u. Aunque odio cómo tratan siempre a nuestras protagonistas, qué rabia de verdad. Pero, bueno, espero que disfruten tanto como yo esta novela 😉

10 respuestas a “Una vez más en la luz – Capítulo 1: En la oscuridad”

  1. Como sufro cuando acusan injustamente y ni chance les Dan de defenderse TwT que familia ni que nada 😭😭😭

    Gracias por su trabajo, me gusta mucho 😍

  2. Lo unico bueno de las novelas koreanas es que mientras peor traten a la prota al principio mejor sabra cuando todo de vuelva para mejor

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