El Perseguido – Capítulo 16: Disparates

Traducido por Shisai

Editado por Sakuya

Corregido por Shiro


Por lo general, los infantes hablaban de manera indirecta, pero esta niña era bastante elocuente.

—Tu madre y tu hermano deben haberse equivocado. Este tío siempre ha estado aquí —le dijo Chi Yan mientras se inclinaba y acariciaba su cabeza. Lo encontraba divertido, pensando que solo los peques portaban un semblante tan serio cuando buscaban tener razón en tales cosas.

Ye Ying Zhi se rió entre dientes y estaba a punto de tocarle la cabeza también, pero retiró la mano, pensando en algo.

—Hay muchas bacterias en la mano, no es bueno para los niños —explicó cuando vio la mirada inquisidora de Chi Yan.

Al escuchar la respuesta se puso incómodo al recordar cómo la había tocado sin pensarlo, y en silencio deslizó su mano detrás de su espalda.

—Sé buena, deberías ir a casa ahora. No deambules sola y no es seguro hablar con extraños —le aconsejó Ye Ying Zhi.

La niña asintió, y todos escucharon a una mujer que gritaba:

—¡Wenwen!

Ella miró y vio a su madre. Dando un rápido vistazo a ambos, la niña se dio vuelta y corrió hacia ella.

—Wenwen, ¿con quién estabas hablando ahora?

—Los dos tíos en el bote de esta tarde. Ese tío dijo que el otro tío siempre había estado allí. No estaba mintiendo, mi hermano debe haber visto mal.

 La joven madre sintió un escalofrío en la espalda.

—¿Dos tíos? —ella repitió.

La niña asintió con sus ojos bien abiertos.

Pero, ahora solo había visto a una persona con su hija…

Ambos ya estaban lejos, acercándose cada vez más al lago. No había farolas a lo largo de ese camino, solo estaba iluminado por la luna y la luz de las casas alrededor. Estando tan oscuro y lejos de la calle, no había nadie más aparte de ellos en el camino que Ye Ying Zhi había elegido.

Después de caminar durante unos 20 minutos, Chi Yan vio a un niño saludando con la mano en la distancia. Estaba demasiado oscuro y lejos para que pudiera distinguir el género, pero por el tamaño, podía ver que era un infante.

—Ying Zhi mira, hay otro niño saludándonos —dijo, volteándose y queriendo llegar hasta allí, pero fue detenido por un brazo que se estrechó alrededor de su cintura.

—¿Qué niño? Debe ser tu cerebro creando una imagen de la niña que acabamos de ver —alegó sonriendo mientras lo atraía hacia él con el abrazo.

Chi Yan miró otra vez y, de hecho, el niño que vigorosamente los saludaba había desaparecido.

—Si te gustan tanto los niños, ¿por qué no das a luz uno mío? —le susurró al oído Ye Ying Zhi.

—¡¿Alguno de nosotros puede quedar embarazado?! —exclamó, fulminándolo con la mirada.

Su amado solo se rió, y regresaron sobre sus pasos abrazados.

♦ ♦ ♦

Se escuchó el sonido del agua gotear, como si algo húmedo se estuviera acercando cada vez más…

En el medio de la noche, Chi Yan se despertó con temor de nuevo, respirando con dificultad. Fue el mismo sueño.

Tembló de miedo con la sensación de que algo lo estaba mirando.

El pánico era abrumador y no le importaba molestar a su amante ahora. Se acurrucó más cerca de él y llamó su nombre suavemente:

—Ying Zhi…

Sus ojos Ying Zhi se abrieron de inmediato, y se volvió para abrazar a Chi Yan con calma.

—No temas, está bien, estoy aquí —dijo con dulzura.

Chi Yan negó con la cabeza: sintió que algo aún más aterrador iba a suceder.

Los sonidos provenían de la puerta. Y no solo la de la unidad, sino también la del piso de abajo.

Pero lo extraño fue que la puerta de la habitación de la planta baja, que se suponía que estaba vacía, se abrió con un chirrido. Para Chi Yan, el sonido era claro como campanas. Los golpes continuaron afuera del apartamento, mientras que otro ruido venía de las escaleras, como si algo se arrastrara por el suelo.

Chi Yan estaba congelado, su cerebro estaba perdiendo la poca razón que le quedaba por el miedo que le producían los dos sonidos y apenas lo soportaba, aferrándose a Ye Ying Zhi.

Él le acarició la espalda, tratando de calmarlo. Plantó besos sobre sus temblorosos párpados, y ajustó las mantas a su alrededor.

Sin embargo, Chi Yan sintió que el crujido se hacía cada vez más claro, y se oía más y más cerca de ellos. La cosa parecía haber cambiado de dirección, y ahora estaba trepando por la pared detrás de su cama. Incluso podía escuchar el sonido de uñas arañando contra la superficie. Entonces todo quedó en silencio, pero él lo sabía, se había detenido en el techo de la planta baja, directamente debajo de la cama.

Ni siquiera se atrevió a salir corriendo por la puerta, el golpeteo rítmico afuera todavía se escuchaba.

Chi Yan no se atrevió a hacer un sonido, e incluso respiró con cuidado, temeroso de que la ”cosa” debajo de ellos escuchara.

—Ying Zhi, ¿oíste eso? —se inclinó y susurró lo más suave que pudo en su oreja.

En la oscuridad, no podía ver cuán insondable se había vuelto la mirada de Ying Zhi. Sus labios se curvaron y murmuró:

—¿Cómo se atreven? —Pero sus manos continuaron acariciando y consolando a su amante.

—¿Qué dijiste? —preguntó Chi Yan.

—Dije que las ratas hoy en día son demasiado atrevidas. Gracias a Dios que no tenemos en casa. Y me pregunto quién es ese idiota molesto tocando a nuestra puerta. Iré a echar un vistazo —replicó.

Su actitud descuidada también afectó a Chi Yan, quien sintió que algo de su miedo y nervios se iban.

—No creo que sea una rata. Escucha, no es un sonido que un roedor haría —agregó.

Haciendo caso omiso de su agitación, Ying Zhi colocó a Chi Yan bajo las sábanas antes de salir de la cama.

—Bueno, hay más tipos de animales salvajes en un lugar como este. También podría ser una comadreja amarilla o un pangolín.

¿Comadreja amarilla? ¿Pangolín? [1]

Chi Yan, habitante de la ciudad, no tenía conocimiento de primera mano de estos animales, además de sus nombres, ni siquiera tenía idea de cómo se veían. Tras las palabras de Ye Ying Zhi, pensó que realmente podría estar pensando demasiado, asustándose por nada.

Pero el continuo golpeteo que comenzó después de su pesadilla aún le daba miedo.

—Ying Zhi, no vayas. Quédate aquí conmigo. Regresemos a dormir y cuando nos despertemos todo estará bien nuevamente —le dijo mientras lo abrazaba.

Él se dio vuelta y le acarició la cara, y se acordó del pasado, cuando Chi Yan había estado tan asustado que las lágrimas corrían por su rostro.

—Iré a echar un vistazo, como ayer. Debe ser la misma persona de antes, otra vez tocando la puerta equivocada. Si no voy hasta allá, no se irá. ¿Cómo dormirás con semejante alboroto? —le explicó.

Chi Yan se sintió un poco mejor pero no podía soportarlo, sabiendo que había algo debajo de su cama, no se atrevía a quedarse solo allí.

—Entonces iré contigo —afirmó mirándolo.


[1] 

¡Tarán! Les presento a un Pangolín x3

Sakuya
Shisai sostiene un cartel que dice Abrazos gratis

Una respuesta en “El Perseguido – Capítulo 16: Disparates”

  1. Se ve tan adorable el Pangolín pero no lo abrazo e.e esas garras son filosas sin duda alguna y que si lo abrazo se quedaría mi olot impregnado a él y su pareja después no lo reconozca. Chi al menos por más hechizado que te tenga Ye aún en lo más inconsciente de tu cerebro recuerdas a qué cosas prestarle atención. Cada vez se vuelven más difícil para el seme esconderle las cosas a su uke; espero con ansias e intriga el próximo capítulo.

Responder a Nekoi Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido