El Perseguido – Capítulo 19: La alegría de ayudar a los demás

Traducido por Shisai

Editado por Sakuya

Corregido por Shiro


Sobre la habitación 308 del Tercer Hospital General ya había rumores de que estaba embrujada, y recientemente se añadió una nueva historia a su repertorio. Se dijo que una noche, un doctor en turno entró al cuarto que había quedado sin usar durante mucho tiempo. Encendió las luces y se quedó allí por un largo lapso de tiempo antes de apagar todo y salir; 20 minutos más tarde, entró una enfermera y encendió las luces durante cinco minutos antes de salir. Pero cuando los dos fueron interrogados sobre lo que sucedió, no lograban recordar lo que habían hecho, como si se hubieran comportado como sonámbulos.

Según, este incidente fue incluso reportado al jefe del hospital, el cual con discreción contrató a un maestro para echar un vistazo. Este dijo que se trataba de un caso en que una deidad buscaba ayuda médica, y no solo no era nada malo, por el contrario era algo bueno, ya que esto ayuda a construir un buen karma. Esto también era un reconocimiento de las habilidades del personal del hospital que estaban siendo “invitados” a ayudar.

Por otra parte, poco después, los rumores de encuentros fantasmales en la habitación 308 gradualmente se desvanecieron.

♦ ♦ ♦

Un día, mientras salía de la oficina, Chi Yan vio a un guardia de seguridad deteniendo a un anciano. Bueno, técnicamente no es un anciano, sino más bien un hombre de mediana edad en sus cincuenta o sesenta años. Llevaba una blusa y un pantalón gris tradicional y una bolsa de papel marrón en el pecho, luciendo muy ansioso. Súbitamente infundido con un deseo de ayudar, se acercó y preguntó si había algo con lo que pudiera auxiliar.

Los guardias de seguridad eran amables con los empleados, y le explicó que el anciano quería entrar al edificio para fotocopiar algo, pero como se trataba de una edificación de oficinas privada, le había dicho que fuese a una tienda donde sacaran fotocopias y solo estaba tratando de darle instrucciones de cómo llegar allí cuando Chi Yan se les acercó.

Él supuso que el anciano provenía del hospital cercano, se preguntó si había traído a un miembro de su familia para recibir tratamiento y ahora necesitaba fotocopiar los documentos necesarios para el registro. Vagamente recordó ver dos tiendas que sacaban fotocopias cerca del hospital.

Si bien ya eran más de las cinco, el ambiente todavía era cálido y húmedo por el calor veraniego de julio. Mientras Chi Yan miraba la frente salpicada de sudor del anciano, pensó en los abuelos que lo habían criado. La tienda estaba cerca, pero la ruta allí era complicada y no era fácil de explicar. Ye Ying Zhi dijo que todavía había restos de costillas de ayer, por lo que no tenía que ir de compras al supermercado.

—Tío, sé de una tienda a cinco minutos a pie. Déjame mostrarte el camino —le dijo, decidido a ayudar al anciano.

Él comenzó a guiarlo, y el anciano lo siguió detrás. Al principio, continuó agradeciéndole en el camino, pero después de un tiempo, se tranquilizó mientras caminaban. Sin embargo, Chi Yan podía sentir su mirada como si lo estuviese midiendo.

—Tío, ¿por qué estás tan ansioso? —le dijo, tratando de romper la incomodidad con una conversación.

—Para salvar una vida —el anciano respondió brevemente, y no le quitó los ojos de encima.

Chi Yan se sentía incómodo siendo observado, y no sabía qué más preguntar. Por fin, llegaron a la tienda de artículos de papelería. Pero cuando el anciano sacó los documentos de la carpeta, no eran certificados de nacimiento o registros médicos, sino una pila de talismanes de ocho trigramas o algo de ese tipo.

—Imprima cinco copias A4 de cada página. Una sola cara por favor —le dijo el anciano al personal. Sonaba como si tuviese experiencia dando tales instrucciones.

A Chi Yan se le ocurrió que el hombre no era el familiar ansioso de un paciente enfermizo, y lamentaba haber sido un entrometido. Estaba a punto de tomar la oportunidad e irse, cuando el anciano, que estaba mirando su pecho, se giró y le dijo:

—Joven, no sé si debería preguntar, pero ¿por qué llevas las cenizas de otra persona contigo?

Él se sintió asustado por las palabras “las cenizas de otra persona”, y no tenía idea de qué estaba hablando.

—Bien, usted continúe, me voy —dijo, en lugar de contestar su pregunta. Chi Yan se dio vuelta para salir de la tienda.

—Espera, déjame hacer otra pregunta. ¿Estás viviendo solo? —inquirió tras detenerlo.

—No —contestó pacientemente pero con brusquedad. Estaba arrepintiéndose de ayudar a este viejo extraño.

Escuchó historias de traficantes de personas que intentan atraer a las niñas fingiendo pedir instrucciones, pero su objetivo principal eran muchachas jóvenes solteras. Chi Yan no se ajustaba a los criterios, pero sintió que algo andaba mal.

El anciano escuchó la desconfianza e impaciencia en su voz y suspiró. Le entregó una tarjeta con su nombre:

—No estoy tratando de interferir, pero joven, no estás consciente de que estás en un grave peligro. Espero que no sea lo que creo que es. Hoy estoy ocupado, así que tendrás que ir por ti mismo. Ven a buscarme si tienes alguna pregunta.

En un apuro por escapar, Chi Yan arrojó la tarjeta sin cuidado en su bolsa y se fue rápidamente, sin darse cuenta que en la parte posterior de la tarjeta había un talismán triangular amarillo pegado.

Era un amuleto para calmar espíritus del corazón puro.[1]

[1] 清心符 Talismán que protege de espíritus malignos y aclara la mente, creo :S

Shisai
No sé nada sobre talismanes taoístas… ¿alguien conoce los nombres?

Una respuesta en “El Perseguido – Capítulo 19: La alegría de ayudar a los demás”

  1. LOL no me esperaba eso que construyen buen karma en el hospital.

    O.O entonces el prota ya sera capaz de despertar del hechizo y no sé nada de talismanes(Eso es algo que no conozco, sé reconocerlos si atraren/alejan/ ayudan a la mente al sentirlos o tocarlos con las manos pero de ahí en más no sé nada).

    Ya se declaro la guerra con ese talisman y e.e espero a ver qué pasa ya que quiero ver la reacción del seme al respecto.

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