El Perseguido – Capítulo 8: Choque

Traducido por Shisai

Editado por Sakuya

Corregido por Shiro


Chi Yan se despertó y vio que el día era brillante y soleado. La luz del sol entraba por la ventana y llegaba hasta su manta, calentándolo. Mientras estiraba su cuerpo, sintió algo duro que se le enterraba. Al alcanzarlo se dio cuenta de que era la tableta negra. Los recuerdos de la noche anterior se precipitaron a su mente, y rápidamente se sentó, dirigiendo su mirada a la entrada del dormitorio. El tocador todavía estaba firmemente apoyado contra la puerta, y el colgante de jade estaba en su mano. No había sido solo un sueño, pero no entendía cómo había sobrevivido.

Se sentía incrédulo hacia cómo había logrado dormirse en medio del estrépito. Solo recordaba vagamente haber llamado en llanto el nombre de Ye Ying Zhi, pero no tenía idea de cuándo se había quedado dormido. ¿Había sido el agotamiento debido al susto lo que había hecho que su cuerpo entrara en el modo de protección, desconectando su cerebro?

Negando con la cabeza, dejó la tableta y verificó la hora. Eran las 8.30 a.m. y la red móvil estaba de vuelta. Había dormido durante bastante tiempo.

Había cinco llamadas perdidas en su teléfono, alrededor de las 6 p.m. El número era familiar y cuando llamó, se dio cuenta que pertenecía a la tienda de donde había ordenado. Le dijeron que nadie respondió a la puerta al momento de hacer la entrega ayer por la tarde, y que tampoco pudieron contactarlo por teléfono, así que dejaron el paquete en la caseta de vigilancia.

Le habían llevado la comida a las 6 p.m., pero no escuchó que tocaran. Así que el paquete que recibió a las 7 p.m. era algo más… Les aseguró que no los culpaba antes de colgar.

Tras mover la cómoda a su lugar original, salió de la habitación y volvió a colocar respetuosamente la tableta sobre el altar. La cosa no logró entrar ayer, aunque no estaba seguro de si había sido por las cenizas de Ye Ying Zhi, el colgante de jade o el hecho de no abrir la puerta de la habitación.

Todo parecía normal en la sala de estar, y las puertas estaban bien cerradas. Sin embargo, el paquete que había dejado afuera había desaparecido.

Comprobó su apariencia, y sus ojos rojos e hinchados le devolvieron la mirada. Lucía como si hubiese sufrido una intimidación o una gran injusticia. En ese momento, recibió un mensaje de Xu Jiang para recordarle la cita en la tarde.

Chi Yan sabía que no estaba de humor para una cita a ciegas, y después de la experiencia del día anterior, había renunciado a toda aspiración romántica y solo esperaba vivir una vida pacífica, tranquila y solitaria. Pero se sintió mal de plantar a su amigo, ya que había organizado la reunión de hoy especialmente para él. Rápidamente sacó un poco de hielo y lo envolvió en una toalla para reducir la hinchazón.

Para evitar una incomodidad más tarde, decidió adelantarse.

—Eraser, no creo ser apto para el matrimonio —le dijo por teléfono.

—¿Recuerdas a Luo Sheng? Ese tipo que hablaba sin parar sobre querer quedarse soltero, y míralo ahora, casado y con un bebé que tiene casi dos años —le replicó su amigo con exasperación.

—Bueno, sabes lo que dicen “perro que ladra no muerde” —contraatacó.

Xu Jiang podía decir con toda seguridad que entendía bastante bien a Chi Yan ya que habían sido buenos amigos durante muchos años, y sabía que era “extraño” en algunas áreas debido a la influencia de su familia. La manera en la que lo criaron le hizo ser muy supersticioso desde una edad temprana, y por eso a menudo visitaba algún templo para orar. Si un día anunciaba que se convertiría en monje, honestamente no estaría muy sorprendido. Por lo tanto, aunque estaba un poco frustrado, aún respetaba sus deseos.

Más tarde, con sus chistes animando la atmósfera, Chi Yan pasó el almuerzo sonriendo, y no habló mucho, ni siquiera intercambió números con las chicas. Estaba muy agradecido por la comprensión de su amigo y los llevó de regreso a la escuela en su auto antes de regresar a casa solo.

A mitad de camino, de repente sintió una oleada de inquietud. Ahora eran las 2.30 p.m. y no había pasado nada en el apartamento durante el día, pero ¿quién sabía si la cosa volvería más tarde después de que se pusiera el sol? Nada había sucedido la noche previa, pero no había garantía de que estaría a salvo hoy.

¿Y si la cosa lograba abrir la puerta de su habitación esta noche?

Ante ese pensamiento, casi no pudo continuar manejando. Tembloroso, se detuvo en la banquina y llamó a Xu Jiang.

—¿Qué pasa Chi Zi? ¿Te estás arrepintiendo ahora después de ver lo bonitas que son mis subalternas? —le respondió.

Sí, claro, apenas se acordaba de sus caras, sus pensamientos estaban llenos de preocupación sobre la noche anterior.

—Viejo Xu, ¿volverá tu compañero de cuarto esta noche? ¿Puedo quedarme hoy contigo? —le inquirió ignorando su pregunta. Sabía que su compañero de cuarto estaba casado y tenía una casa propia, y que por eso rara vez se quedaba en el dormitorio.

—No, él no va a volver, pero tampoco me quedaré. Mi mamá me dijo que regresara a casa. Estaba empacando. Chi Zi, ¿pasa algo con tu casa? De ser necesario, puedo esperar a que vengas e informar a mi compañero de cuarto. Puedes dormir en mi cama.

Sopesó sus opciones. A pesar de estar solo en el dormitorio, seguiría rodeado de muchos otros estudiantes. Era mucho mejor que tener que volver a su departamento, donde la cosa ya había estado.

Chi Yan ya no vaciló y mintió diciendo que el apartamento de arriba estaba arreglando una fuga de agua. Rápidamente fue a su casa para empacar, y después de pensarlo un momento, incluso guardó la tableta de Ye Ying Zhi en su bolsa. En la universidad, se encontró con Xu Jiang quien le pasó las llaves. Él lo llevó a su casa y rechazó la oferta de quedarse a cenar de parte de su madre, corriendo de regreso al dormitorio antes de que oscureciera.

La habitación de su amigo estaba en el sexto piso. Estaba amueblada con dos camas tipo loft y mesas debajo de ellas. Básicamente estaba viviendo solo, ya que su compañero de habitación solo almacenaba algunos libros y cosas en el lugar y apenas se quedaba. Xu Jiang había limpiado la habitación para él, y dejó las ventanas abiertas para ventilar.

Una vez en la habitación, cerró las ventanas y la puerta. Luego se distrajo con los juegos de su teléfono y, a las 10 p.m., se preparó para ir a la cama como un estudiante.

De vez en cuando, podía escuchar a la gente hablando o caminando por el pasillo, esos sonidos le hicieron sentir a gusto. Soñoliento, pronto se durmió.

En medio de la noche, llamaron fuerte a la puerta. El sonido persistente lo despertó, y adormilado, buscó su móvil, eran exactamente la una de la madrugada.

Rápidamente se despertó por completo, al darse cuenta de que era “esa cosa” la que llamaba a la puerta. Los golpes familiares y rítmicos despejaron todo el sueño de su cerebro, haciendo que su estómago se retorciera. Buscó el interruptor de la luz, pero no importaba cuántas veces presionara, no encendía. La ley establecía que no debería haber una política de luces apagadas (donde se cortaría la electricidad después de que iniciara el toque de queda) en el dormitorio de doctorado.

Solo podía contar con la tenue luz de su teléfono, apuntando en dirección a la entrada para ayudarlo a ver. Su mano derecha agarró con fuerza la pequeña botella de vidrio llena de cenizas.

Con un crujido, la puerta se abrió.

El pasillo que debería haber estado bien iluminado, estaba completamente oscuro. No había una mota de luz, como si se tratara de las profundidades del infierno. Chi Yan sin poder evitarlo dejó escapar un grito, su cara húmeda, lágrimas cayendo inconscientemente. Jadeando de miedo, solo podía mirar impotente en dirección de donde vendría esa cosa. No tenía idea de si debía enfrentarlo o escapar. Sabía que la cosa estaba allí, aunque no pudiese verlo.

A pesar de estar rodeado de otros humanos, sus alaridos no llamaron la atención de nadie, como si estuviera en una dimensión diferente a la de ellos.

Solo una sombra lo abrazó suavemente, su mano deslizándose hacia arriba por su cuerpo por debajo de su camisa para acariciar suavemente su espalda. Su rostro se inclinó hacia él, y como ayer, le limpió las lágrimas y trató de presionar sus labios. La cosa, que entró, se detuvo al borde de la cama, congelado y tal vez incluso más asustado que Chi Yan en ese momento.

Sin embargo, no tenía idea de todo lo que estaba pasando. Solo sintió vagamente que el ente se detenía frente a la mesa, sin hacer nada en absoluto. Entonces, de repente, la cosa simplemente desapareció.

Sus sentidos en tales cosas han sido perfeccionados al ser observado a lo largo de los años, permitiéndole sentir cuando algo lo estaba mirando o si estaba limpio el espacio a su alrededor. Tentativamente, intentó volver a encender el interruptor. Con un suave zumbido, los tubos fluorescentes se iluminaron y la luz inundó la habitación.

La puerta de la habitación estaba cerrada y, a través del pequeño panel de cristal de la misma, pudo ver que el corredor estaba bien alumbrado.

Todo había terminado, la cosa había desaparecido. Chi Yan dejó escapar un suspiro de alivio, cayendo hacia atrás sobre la pared, solo entonces descubrió que su camisa estaba empapada de sudor. Descansó por un rato, limpiándose la cara con la manga, antes de mirar con audacia a su alrededor, pero todo lo que vio fue la ordenada mesa de Xu Jiang, y la familiar tableta negra colocada en una esquina. En ella decía: “Espíritu de Ye Ying Zhi”.

3 respuestas a “El Perseguido – Capítulo 8: Choque”

    1. Pobre x’d

      Tal vez sería más reconfortante para el si supiera que el otro está ahí. Creo aún no tiene la suficiente energía para aparecer frente a el o algo así, espero que pase pronto.

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