Indiferente a las Arenas Frías – Capítulo 20: Una Distancia Íntima

Traducido por Army

Editado por Ayanami


Con un conjunto completo de armadura de un Guardián Dorado, sigo enérgicamente detrás del tío hasta el palacio. Mientras nos acercamos a la ciudad real, el tío mira hacia atrás y me dice:

—Recuerda, más vale prevenir que lamentar.

Atrapé al tío escaneando rápidamente a los Guardianes parados en las puertas reales con ojos cautelosos.

—Debes prestar mucha atención al Guardián General, especialmente a lo que hace.

Solo después de asentir, con el ceño fruncido, entró por las puertas, arrastrándose hacia el Palacio Yong An, bajo la guía de un asistente.

Paso de forma tranquila, y entró en el palacio real. Miro al cielo negro como la tinta, luego a los brumosos edificios. Los grandes salones están envueltos por una niebla espesa, por lo que los objetos se ven borrosos. Pasó un cuarto de hora, pero ¿qué podría estar pasando?

El tío había dado un informe general. Hace un momento, la emperatriz viuda reunió a los Guardianes Dorados y guardias reales, el palacio estaba en alerta máxima. El Ministro de Defensa, Xie Yun, puso en acción a las tropas de defensa alrededor de la capital, y Heng Ziyu también tiene puntos estratégicos dentro de la capital bajo una fuerte guardia con sus propios hombres. Todas las puertas de la capital han aumentado la seguridad. El ambiente en la capital se ha tornado repentinamente tenso.

El tiempo pasa, las antorchas de las paredes del palacio, acompañadas por el amanecer del horizonte, iluminan las placas de los Guardianes Dorados.  Reflexionando en silencio sobre la situación actual. Seguramente, es un estado de emergencia, de lo contrario las diversas facciones no estarían tan ansiosas. Pero si realmente se redujera a eso, dudo que estos hermosos soldados puedan hacer algo.

Me muerdo los labios. ¿Podría ser que el emperador se va de esta vida?

Rápidamente, avanzo, tratando de encontrar un conocido o dos para ponerme al día con lo que está sucediendo. En el camino, veo el palacio bajo una estricta seguridad con Guardias patrullando cada cien yardas, más o menos. Ninguna de las puertas del palacio está abierta y parece que no puedo encontrar a nadie que conozca. Agarré a un soldado al azar y le pregunté. Él responde después de pensar:

—Acabo de ver al Guardián General dirigiéndose hacia el Palacio Tai Qing.

Hay filas y filas de soldados frente al Palacio Tai Qing y los médicos de la corte van y vienen con la cabeza baja. Cuando el Guardián General finalmente sale, rápidamente lo agarro y le pregunto. Estrictamente hablando, él es el primo más joven de Xie Yun. Se ve solemne mientras susurra en mis oídos después de asegurarse de que no hay nadie a nuestro alrededor.

—La condición de su majestad empeoró anoche. No creo que dure mucho más.

—¡¿Qué?!

Casi escucho un zumbido en mis oídos. Lo miré sin comprender, tratando de analizar la información. Todos saben que Su Majestad ha estado enfermo durante todo el año, pero esto ha llegado demasiado pronto para aceptarlo.

Con la guerra en un período crítico, todos están ansiosos, y sin mencionar a los lobos hambrientos que miran el trono, en resúmen, si Su Majestad muere, en el peor de los casos, Gran Rui desaparece. Su Majestad puede estar enfermo, pero aún posee el Mandato del Cielo. Mientras él esté aquí, el delicado equilibrio se puede mantener, y la reubicación no se complica en muchos sentidos. Miro el Palacio Tai Qing oculto en la oscuridad con mariposas en el estómago.

Al ver esto, me da una palmada en los hombros, suspirando.

—Son tiempos difíciles.

Me quedé fuera del Palacio después de que él se fuera, viendo cómo el cielo se aclara poco a poco y la luz del amanecer penetra en el este.

Un nuevo día.

Un nuevo comienzo

¿Pero esto significa fortuna o desgracia para Gran Rui?

Un asistente de rango púrpura viene corriendo por detrás, diciendo en voz baja.

—La emperatriz viuda te ha convocado, Sir Han.

Sin decir una palabra, dejé que me guiara al Palacio Yong An. Al ver los escalones blancos y su ominosa contra, mi cabeza comienza a palpitar de nuevo.

El asistente se vuelve hacia mí y me dice:

—Sir Han, la emperatriz viuda desea ver el colgante alrededor de su cuello. ¿Te importaría entregárselo?

Vacilo por un momento antes de quitármelo. Gracias a Dios cambié los colgantes anoche. Simplemente, me resultó un poco difícil de ver. Pensé que no debería seguir usándolo ya que escape de sus dominios, aunque creo que no escape en cierto sentido.

De pie en la parte superior de los escalones, mi cabeza comienza a punzar de nuevo, como si algo estuviera luchando para protegerse y no estallar, pero, por alguna razón, no puede. Me aferro a la balaustrada[1] cuando otra ola de dolor me atraviesa, desgarrando mi corazón y mis pulmones. Mi visión da vueltas. Jadeo por aire y me aferro aún más a la barandilla, todo lo que veo esta borroso.

Odio este lugar. Esto sucede cada vez que vengo.

Después de descansar contra la balaustrada durante mucho tiempo, el dolor se desvanece lentamente. Gotas de sudor cubren mi frente. Me quito el casco y lo limpio suavemente. Mi mente parece aclararse mientras respiro lentamente.

El asistente todavía no ha regresado, así que sigo esperando afuera en silencio. Pronto, escuché a alguien acercarse y, curiosamente, es Pei Yuan. Me agarra y tira de mí sin decir nada en el momento en que me ve.

Alejo su brazo y señalo el Palacio. Mira en esa dirección, pero siseó en voz baja:

—¡Su Majestad quiere verte!

Me toma por sorpresa y un sentimiento ominoso se aferra a mí.

¿Su Majestad?

Todos están en completo silencio en el enorme salón del palacio. Los asistentes y las sirvientas detrás de las cortinas están sin palabras, los funcionarios de la corte se han reunido en el centro.

La primera fila se compone, principalmente, de los de alto rango, incluido el tío que parece desprendido y pálido.

Heng Ziyu está de pie con las manos cruzadas a la espalda, con una expresión fría y rígida. Los otros funcionarios también parecen reservados. Bajé la cabeza y los ojos cuando entré en el gran salón, esas mariposas en mi estómago están aún más inquietas ahora: no tengo idea de por qué Su Majestad me convocaría.

El tío me ve y tose antes de decirme solemnemente:

—Han Xin, Su Majestad desea verte.

Un poco desprevenido, espeté:

—¿Por qué querría verme Su Majestad?

Me lanza una mirada fría.

—Cállate y ve.

Aprieto la mandíbula y sigo al asistente hacia la sala interior. Cuando paso junto a Heng Ziyu, veo una densa sombra sobre sus ojos y una sonrisa maliciosa en sus labios.

El pasillo interior también está en silencio y solo el olor acre de las hierbas perdura en el aire. Aquí es donde vive el emperador, que es solo dos años mayor que yo. No estoy seguro de cómo me siento al respecto. Sin decir una palabra, paso los velos colgantes y me desvío alrededor de una pantalla de nueve dragones de jade. Rápidamente, me arrodillo cuando veo la cama del Emperador.

Escuché un débil suspiro y algunos pequeños movimientos provenientes del emperador.

—¿Eres tú… Han Xin?

Asiento con la cabeza.

—Soy yo, tu humilde servidor.

Veo su brazo extendiéndose desde la cama, colgando débilmente.

—No pude… verte en estos tiempos.

Me saluda con un notable sobreesfuerzo.

—Ven.

Hago lo que dice, levantándome, pero manteniendo mi cuerpo doblado.

Está mortalmente pálido, círculos pesados ​​rodean sus ojos y respira tan fuerte que casi no puede hablar. Él solo me mira fijamente con una expresión extraña. Empiezo a sentirme un poco extraño por eso, así que lo llamé en voz baja varias veces. Solo entonces recupera su enfoque.

—Tú… has cambiado mucho.

Yo respondo rápidamente.

—Tu sirviente no lo ha hecho, Su Majestad.

Se ríe suavemente.

—¿De Verdad? No lo has hecho, mientras yo siento que me estoy volviendo más y más débil.

Siento una punzada amarga en el pecho. Su Majestad es dos años mayor que yo, pero siempre ha sido débil. Incluso necesita de alguien que le sirva medicina durante la corte matutina. Llegó a un punto en que no podía ocuparse de los asuntos nacionales por sí mismo y tiene que hacerlo a través de un asistente. Todavía recuerdo que me llamó al palacio real justo después de mi ceremonia de mayoría de edad y se quejó una y otra vez sobre lo aburrida y limitada que era la vida de emperador.

—Tú… sigues siendo el mismo… jugando con tu pandilla de sinvergüenzas… ¿verdad?

Se ríe a carcajadas y la vida parece reaparecer en sus ojos.

—Qué lindo… poder… ser libre.

Trato de mantener mis sentimientos bajos.

—Te ruego que no digas eso, majestad. Eres el enviado de Dios. Este sirviente no puede compararse contigo.

Sacude la cabeza débilmente, sus ojos mirando a la puerta.

—No estoy bromeando. En realidad, soy… lo más patético… no tengo nada.

—¡Su Majestad!

De manera intermitente, continúa con su voz entrecortada.

—¿Recuerdas que… subimos al techo del Palacio Tai Qing… cuando éramos niños… y miramos por encima de la capital… esa sensación… el viento corriendo en los oídos, era como si … estuvieras volando?

Estaba en mejor forma en sus primeros años e íbamos a caballo por todas partes. El Palacio Tai Qing es el palacio más magnífico y solemne de la ciudad real de Gran Rui y es el lugar donde los emperadores ascienden al trono. A pesar de que la emperatriz viuda nos castigó severamente, todavía estaba muy entusiasmado y me dijo, en privado, que volvería a hacerlo cuando tuviera la oportunidad. Con eso en mente, no puedo evitar sentirme miserable, pero un fantasma de una sonrisa aparece en su rostro.

—Tengo… miedo… no tendré otra oportunidad.

De inmediato, me arrodillo y me inclino hacia adelante, temblando.

—Su Majestad, se lo ruego. Eres el dueño de este reino. Definitivamente tendrás otra oportunidad.

Levanta su mano temblorosa, señalando hacia la puerta.

—No tienes idea… cuánto anhelo verlo una vez más… solo una vez.

Levanté la cabeza alarmado y lo miré tontamente. El rosa en sus labios se ha drenado por completo y sus ojos comienzan a perder el foco.

—Incluso… si soy el emperador… no puedo hacer… nada… voy a… ser regañado… por el emperador Shun… cuando llegue a las colinas reales, ¿no?

Luego comienza a toser muy fuerte.

—Yo… no podía… hacer… una sola cosa.

No puedo aguantar más. Agarro su mano y graznó.

—No es tu culpa, Su Majestad. Eres un buen emperador.

Sostiene mi mano con un apretón mortal, los ojos centelleantes aumentan.

—Dime… ¿crees que… hay una próxima vida?

Muevo mi cabeza hacia arriba y hacia abajo con fuerza.

—Sí, estoy seguro de que la hay.

Me mira fijamente, luego se da vuelta y se ríe.

—Bien… incluso si yo… fuera humano la próxima vez… no quiero… nacer en la realeza.

Lo miré boquiabierto, como si hubiera sido alcanzado por un rayo. Solo lo miro fijamente, ni una palabra sale de mi boca. Parpadea y, de repente, me lanza una sonrisa misteriosa.

—No estás… mucho mejor… que yo… en realidad… tú y yo… tenemos el mismo destino… y no hay escapatoria.

Debido a la sorpresa, alejé mi mano, retrocediendo. Miro como se apoya lentamente. Mantiene esa sonrisa miserable en su rostro mientras me mira.

—Tú… al menos, has tenido… una probada de libertad.

Mis oídos comienzan a resonar. Retrocedo, tropezando con la pantalla de jade. Me salvé de caer aferrándome a ella.

El emperador se ha vuelto loco. Loco, está alucinando.

Salgo corriendo por la puerta, no me detengo para ayudar a la sirvienta que derribé, tengo que salir del pasillo interior, para enfrentar a todas las miradas curiosas y alarmadas del pasillo exterior, dejo a todos detrás de mí.

♦ ♦ ♦

Las noticias de la muerte del emperador estallan por la noche: el Hijo del Cielo ha regresado a los cielos.

Se cuelgan cortinas blancas y negras del imponente Palacio Tai Qing, lo que significa el paso de un emperador de Gran Rui.

El ataúd del ex emperador descansa en el Palacio Tai Qing. Los historiadores de la corte dan su nombre póstumo como ‘Wen’.

Estoy parado afuera del pasillo, observando silenciosamente los grandes edificios. La impenetrable oscuridad despliega sus vastas alas, envolviendo a toda la ciudad real dentro de su abrazo, oscureciendo toda vista, como una bestia viciosa esperando devorar a su próxima víctima con la boca abierta.

La emperatriz viuda es una mujer fuerte. Normalmente, otras madres estarían llorando si tuvieran que presenciar la muerte de su hijo, pero no, ella no.

Ella solo tiene que ser fuerte y no mostrar ni un poco de vulnerabilidad. Ella camina por el pasillo con la ayuda de sus doncellas. Está vestida con ropa blanca de luto. La mitad del cabello en su cabeza se ha vuelto blanca. Sin lágrimas, sin palabras, solo desliza suavemente su palma sobre el ataúd.

Miro las figuras fantasmales desde lejos y siento un escalofrío abrupto corriendo por mi espalda. Rápidamente, escaneo a mi alrededor. Las sirvientas y los guardias también visten ropa blanca de luto, todos están arrodillados o parados rígidamente como estatuas. Todo el palacio real está cubierto de blanco pálido, parece completamente sin vida.

¿Qué horrores hay en la oscuridad a mi alrededor?

¿De qué es exactamente este destino del que siguen hablando?

Incluso si tengo alguna historia en particular, deberían decidirse, dígalo o no lo digan en absoluto. Odio que la gente me deje colgando a medio camino. Golpeo mi puño contra la pared.

El destino, mi destino, ¿qué demonios es? ¿Por qué todo el mundo está siendo tan reservado al respecto?

Descanso mi frente en la pared y cierro los ojos. Estoy temblando. A la mierda este lugar. Me va a volver loco. Necesito salir de aquí. ¡Necesito irme!

—Guardián, ¿estás de luto por Su Majestad allí o estás a punto de quedarte dormido?

Echo un vistazo de reojo para ver a Heng Ziyu parado cerca de mí con esa misma sonrisa burlona y compostura casual, solo que, esta vez, viste de blanco. Respiro hondo y digo con la voz más tranquila que puedo usar:

—Su Majestad acaba de fallecer, así que le aconsejo que mantenga esa sonrisa bajo control.

Se acerca, inclina la cabeza hacia atrás y sus ojos brillan.

—¿Y qué si sonrío?

Fuerzo una sonrisa.

—El valiente mariscal no tiene nada que temer, por supuesto, pero… —Comento mientras me apoyo en la pared. —Pero seguramente has escuchado el dicho: ‘La falta de tolerancia ahora puede alterar el gran esquema de las cosas’.

Echa un vistazo a nuestro alrededor, sus ojos son agudos como los de un halcón, y sonríe antes de dar otro paso hacia mí.

—¿Vas a decirme, Guardián Han?

Me enderezo y le lanzo una mirada.

—Los hombres buenos no trabajan en la oscuridad. Desafortunadamente, todavía tengo deberes. Disculpe, mariscal.

—¿Deberes defender el palacio?

Él se burla, sus ojos me ven con ironía.

—¿De verdad crees que vale la pena defender este lugar?

Siento que la ira brota. Incluso si tiene planes de rebelarse, al menos debería mostrar un poco de respeto, incluso si no tiene un sentimiento de lealtad en su corazón cuando el ex emperador acaba de morir.

Al contrario de mi furia, le lancé una mirada despectiva.

—Su Majestad aún no ha sido enterrado. Sería prudente abstenerse de cualquier mala conducta.

El emperador acaba de partir, sus restos apenas comienzan a enfriarse. Quien cause una escena y no respete el Mandato del Cielo en este momento será acusado del delito de insultar a la corona, sin importar cuán fuerte sea el ejército que pueda tener.

La luna permanece en un lado de su cara, apareciendo como una astilla plateada. Veo una ceja levantarse con un poco de ira.

—Supongo que debería agradecerte por el consejo, ¿eh?

—Hmmph. En cualquier momento, mariscal.

Me doy la vuelta para irme, pero él me detiene con el brazo levantado. Saca una delgada sonrisa.

—Creo que eres un hombre inteligente y bastante hábil. Ser un guardián es un desperdicio, ¿no te parece?

Giré la cabeza y me veo en sus ojos significativos, mostrando una sonrisa sardónica.

—No se olvide. He dicho que no deseo lograr nada.

—El nombramiento de un Guardián Dorado no es más que un título superficial. —Me empuja después de una pausa momentánea. —Dudo que llegues a algo. ¿Por qué no dejar eso atrás y cruzar al lado correcto?

—De las personas en este mundo, algunos quieren un imperio, otros quieren poder. ¿Quieres riqueza o poder?

—Solo quiero ser libre. Voy a tener que declinar su oferta, mariscal.

Me escudriña con los ojos entrecerrados.

—Qué fuerte voluntad. Pero permíteme decir algunas palabras. De todos mis años en el campo de batalla, todos los arcos y espadas que he visto, déjeme decirle, son los arcos dañados los que pierden primero sus cuerdas, las cuchillas más rígidas son las que primero se astillan y agrietan. —Enfoca sus ojos penetrantes en mí. —Estoy seguro de que eres consciente de esto.

Esbozo una delgada sonrisa. —Gracias, Mariscal, pero ¿no cree que tiene asuntos más importantes que charlar aquí conmigo?

Él vacila y luego se ríe. —Estás en lo correcto, Guardián. Nadie se ha atrevido a hablarme de esa manera desde que llegué a la capital, ni siquiera el ministro Han Jun.

Me doy la vuelta. —Mi tío es mi tío. Yo soy yo.

Él inclina su cabeza en contemplación antes de mirar hacia arriba. —Tienes razón. Deberíamos vivir una vida plena. Pero quizás también debería considerar cuál es la probabilidad de que un huevo pueda permanecer intacto en un nido que se cae. —Él sonríe y abre mucho los brazos.

—No se puede negar, este es un mundo de caos. —Asiento después de mucho debate y me quedo callado. Sus ojos brillan.

—Solo los fuertes pueden decidir su destino en un mundo caótico. Sin mencionar que el refugio secreto del que hablas no existe. No podría haber uno cuando el país mismo está en peligro. No puedes dejar todo atrás como un hombre del ejército de Gran Rui.

Las palabras me tocan. Me siento completamente impotente de repente. Todo lo que ha dicho tiene mucho sentido. Me mira con una sonrisa significativa. Sin querer continuar la conversación, me giro para irme.

He dado algunos pasos cuando me llama.

—Eres muy interesante, Guardián Han.

Me detengo y miro hacia atrás con una sonrisa. —Mariscal Heng, lo que dice es interesante.

Según las costumbres de Gran Rui, el ataúd del emperador fallecido debe permanecer en el palacio durante casi un mes. Los servicios y ceremonias fúnebres se realizan durante este período.

El heredero, la familia real, los funcionarios, los soldados y los plebeyos deben usar un atuendo de luto durante veintisiete días, dejando de disfrutar y casarse. Durante casi un mes, el ataúd del emperador se ha quedado en el Palacio Tai Qing, pero las cosas se han calmado en el palacio, incluso antes de que el emperador haya sido enterrado adecuadamente.

La emperatriz viuda ha convocado a la duquesa Yu Qing y a la duquesa Qi Huai, los hijos mayores de la familia Mu De y el duque de Yan Ning, respectivamente, al palacio.

Parece que va a elegir a uno de los dos para ser el nuevo emperador, pero, de nuevo, podría ser el caso de que quien sea elegido se convierta en un títere, tal como predijo Pei Yuan.

Algunas personas apoyan al hijo mayor de Mu De mientras que otras apoyan al duque de Yan Ning. Sorprendentemente, el tío permanece en silencio; Heng Ziyu elige pararse y mirar a un lado por ser un oficial marcial; Xie Yun se abstiene de comentar. Sin ningún comentario de los poderosos funcionarios, la cuestión de nombrar a un nuevo heredero se ha pospuesto una y otra vez.

♦ ♦ ♦

Un día, de repente, recuerdo que la emperatriz viuda todavía tiene mi colgante. Me había ido tan apurado ese día que olvidé pedirlo de vuelta y creo que ella también lo olvidó. La siguiente vez que me vió, ella cerró los ojos, y nunca lo mencionó.

¿En serio, emperatriz viuda? ¿Podrías conseguir cualquier cosa en el mundo que quisieras y quieres mi colgante?

Es lo único que tengo, puedo recordar a mis padres si lo veo y lo he tenido desde que tengo memoria. Realmente, no quiero ser un ladrón en mi propia casa, robando mi propiedad.

Me quejo en mi cabeza mientras ayudo a un soldado a limpiar espadas. Solo tiene unos dieciocho o diecinueve años, está excitado y radiante como el sol. Lo golpeé fuerte en la cabeza.

—¿Por qué demonios estás sonriendo? ¿Estás tratando de que te maten por faltarle el respeto a la corona?

Se rasca la cabeza y frunce el ceño.

—Pero me caso con Xuanlan cuando el nuevo emperador suba al trono. Simplemente no puedo evitarlo.

—Bueno… ¿no puedes mantenerlo al mínimo? Creo que a este ritmo tu mandíbula se caerá.

Hace pucheros y talla la espalda. De la nada, mira hacia arriba y se desliza hacia mí.

—Señor, ¿cómo es que aún no está casado?

Dejo caer la mirada por un momento antes de golpearlo nuevamente.

—Cuidado con tu propia boca

Pero él no se rinde.

—Pero señor, usted es un tipo muy guapo. ¿No tienes a nadie? ¿Estás viendo a alguien?

Realmente, realmente, no quiero pensar en esto.

Una es porque hay muchas otras cosas de las que preocuparse, y dos, solo una cosa viene a mi mente cuando se trata de este tema. Solo puedo pensar en esa persona.

Los recuerdos atraviesan las puertas y gradualmente salen bien. Cuanto más pienso, más me deprimo. Cuanto más pienso en ello, peor me siento. Así que no lo pensaré. Sencillo.

Podría decirlo, pero no puedo evitarlo. ¿Cómo es él? ¿Sigue ladrando a la gente sin otra razón que su temperamento? ¿Sigue siendo obstinado acerca de tomar medicamentos cuando está enfermo y se enoja con Xiao Qinyun? Él siempre la llama bebé, pero él mismo es bastante infantil.

Haciendo caso omiso de la preocupación de los demás, siempre lleva todo el peso por su cuenta, ¿no sabe que incluso la persona más fuerte se cansará tarde o temprano?

No me gusta este yo, el yo que sentiría una picadura en la nariz cuando pienso en él.

Ya hice mi elección, así que ¿por qué no puedo olvidarme de él?

Pensamientos fragmentados pasan revoloteando.

Su calor.

Su mirada.

Su fuerte abrazo.

Y… y, su promesa:

“Me gustas y te protegeré. No dejaré que otra pesadilla te persiga cuando estés en mis brazos.”

Cada palabra parece haber sido pronunciada ayer.

Me burlo de mí mismo, ridiculizando:

Nunca antes fuiste tan descabellado. Pero hoy en día, cada vez que te detienes, su fantasma aparece en tu mente y permanece allí.

¿Podría ser que te has enamorado de él? Para alguien que nunca fue destinado a ser tu amor.

Para un enemigo del imperio, alguien que muy bien podría aniquilar Gran Rui.

Pero este alguien ha sido almacenado en la grieta más discreta de tu corazón y parece que no puedes soltarlo.

Han Xin, oh, Han Xin, te has ido ahora pero tu corazón, parece que has dejado tu corazón atrás.

El soldado, ajeno, todavía me está molestando. Rugí abruptamente.

—Lo juro, si no limpias estas espadas hoy, te quitaré tus vacaciones. ¡A ver si te casas entonces!

Se congeló, sin entender por qué de repente me enfurecí. No me molesté en explicar tampoco. Dejando lo que tengo en mis manos, salgo afuera.

En cuanto salgo me encuentro con el tío inmediatamente. Lleva puesto su uniforme de rango uno y una expresión cansada. Él me asiente.

—Sígueme.

Las puertas, paredes, ventanas y pilares rojos carmesí en el pasillo, han sido cubiertos con tela blanca. Incluso las sesenta y cuatro lámparas de cristal son blancas. La magnífica plataforma roja habitual se ha reducido a un estado patético. La placa conmemorativa temporal del emperador Wen se colocó en el altar principal y su ataúd descansa en el centro. Quién sabe a dónde han ido las concubinas y las criadas que lloran. Solo está ese joven emperador, acostado solo en un ataúd frío, esperando ser enviado a las colinas reales sin luz.

Después de que una persona muere y se convierte en un puñado de tierra, ¿desaparecen también todo el amor, el odio, los favores y las deudas de toda una vida?

El tío asiente un poco.

—Ve a presentar tus respetos al ex emperador.

Hago lo que dice, arrodillándome correctamente después de plantar el incienso.

El emperador Wen siempre estaba solo. Aunque poseía toda la tierra del reino, aunque era el gobernante supremo, a pesar de que tenía un harén de concubinas, siempre estaba solo. Tal vez, no sea tan fácil encontrar a otra persona con quien puedas compartir tu corazón y tu vida en este mundo.

Pensé en él.

En los tiempos felices con él.

—Han Xin, tengo algo que preguntarte y quiero que me respondas honestamente.

Me levanté y asiento de acuerdo. Él recorre mi cara y luego toda la sala fúnebre con ojos oscuros antes de finalmente preguntar.

—Todos estos años, ¿alguna vez has odiado a tu tío?

Me devuelve su comportamiento inusualmente serio. La escarcha helada cubre su rostro mientras me mira fijamente.

—Entonces, realmente me odias, ¿eh?

Lentamente, doy un paso atrás mientras mantengo mis ojos en él. No puedo comenzar a describir mis pensamientos.

¿Qué pasa esta vez? ¿Por qué el tío diría algo tan extraño? Involuntariamente, miro hacia la placa del emperador Wen. ¿Podría ser que el tío se haya vuelto loco junto con el emperador Wen?

Una ráfaga helada pasa, las sábanas blancas ondean como fantasmas levitantes. Me muerdo los labios y, gradualmente, vuelvo la cabeza para enfrentar la extraña expresión del tío.

¿Yo? ¿Lo odio?

Los recuerdos de mi juventud vienen apresurados: un niño bajo el techo de otra persona, solo, sin nadie de quien depender, solo para enfrentar el ridículo y la intimidación de sus primos mayores y el abandono de los sirvientes, solo conociendo las comodidades de la comida y la sustancia, pero jamás de amor o cuidado.

Recordando lo pasado solo me hace sentir miserable y poco dispuesto a hablar más. Finalmente, recupero la compostura después de un momento de esfuerzo.

—Elijo no responder esa pregunta, tío.

Se queda de pie, inmóvil, mirándome en silencio y, finalmente, rompe en una sonrisa triste.

—Realmente, eres como tu madre. Tenía una apariencia justa pero una personalidad intensa, siempre claro en sus sentimientos. Eres igual. Me odias y no dirás lo contrario.

Un espasmo recorre mi pecho cuando lo escucho hablar de mi Madre, la persona más cercana que uno podría tener, a quien nunca he visto, ni siquiera a través de un retrato. Todo lo que sé de ella es que era la sobrina que más adoraba la emperatriz viuda y la hermana de sangre del ministro Han. Eso es todo.

Sostengo su mirada, reprimiendo la angustia.

—Sí. Nunca fuerzo mentiras fuera de mi boca.

De repente, inclina la cabeza hacia atrás para estudiar las sábanas blancas que se hinchan desde el techo del edificio mientras sus hombros tiemblan.

—Eres un descendiente de la familia Han pero no un hijo de la familia… Después de todo, su sangre corre por tus venas.

No hace falta ser un genio para saber quién es. Mi tío está hablando de mi padre. ¿Qué clase de persona era mi padre? Siempre ha sido omitido a propósito, escondido en la oscuridad, para nunca ver la luz.

—¿Cuántos años han pasado desde que te llevé a mi casa? Siempre he esperado… Esperaba que nunca lo descubrieras. —Esboza una sonrisa melancólica. —Supongo que mi hermana también lo hizo, pero… estaba equivocada. ¡Oh, tan completamente equivocado!

Tengo que morder fuerte para evitar escapar.

Me mira con ojos deprimidos.

—Lo lamenté durante doce años, ¡no, veinte años más, como este!

Una extraña emoción surge de la nada mientras veo su tez envejecida.

—Ella siempre había pensado que mantenerte con vida sería lo mejor, pero parece que ahora podría ser cruel para ti.

Un fuego comienza a arder en mi pecho, humeando mi corazón. Mi cabeza comienza a doler intensamente, como si algo estuviera dando vueltas tratando de explotar o como un cuchillo que estuviera cortando el interior. La cuchilla afilada corta en cada centímetro. Me apresuro hacia atrás, golpeando la pared helada, y mantengo mi cabeza cerca mientras los temblores me atraviesan.

¡Ahh! ¡Duele mucho!

Permanece en silencio durante mucho tiempo antes de darse la vuelta para mirar hacia la puerta con una expresión aturdida, mientras mira a la distancia, como si estuviera recordando a alguien o algo del pasado.

El viento aúlla y las sábanas se hinchan desde todas las direcciones.

—No sirve de nada ocultarlo. Lo que va a venir vendrá.

Se vuelve hacia mí con una sonrisa abatida llena de dolor.

Sigo abrazando mi cabeza mientras lo miro como un extraño.

Avanza, me agarra de la muñeca con una fuerza aterradora y me arrastra fuera del pasillo.

—¿A dónde vamos?

—Yong An Palace!

Army
Próximamente una revelación. ¿Estamos en la Matrix?


[1] Un balaustre o balaústre es una forma moldeada en piedra o madera, y algunas veces en metal o cerámica, que soporta el remate de un parapeto de balcones y terrazas, o barandas de escaleras. El conjunto de balaustres se denomina balaustrada.

 

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