Una Verdadera Estrella – Volumen 2 – Capítulo 8: La Pequeña Annie

Traducido por Shisai

Editado por Ayanami


Al ver que la niña estaba sola, Tang Feng se acercó y se arrodilló frente a ella.

—Hola, soy Tang Feng. ¿Qué haces aquí sola? —Le dijo mirándola a los ojos y con una voz suave.

La niña lo miró con la cara surcada de lágrimas. Desde lejos, los ojos de la niña podrían parecer negros, pero arrodillado frente a ella, Tang Feng pudo ver que son realmente marrones. Sus grandes ojos estaban llenos de lágrimas. Parpadeando, mientras miraba a Tang Feng, las lágrimas en sus ojos se desbordaron y corrieron por sus mejillas.

—Papá se fue. Annie y papá se perdieron —al igual que su apariencia, su voz infantil era adorable.

El parque no era grande. Es probable que, en este momento, el padre de la niña la esté buscando. Pensó que podría ayudarla a encontrar a su padre.

Tang Feng consoló a la niña y, pronto, comenzó a reír. Si bien estaba feliz de que ella ya no llorara, también estaba preocupado de que se hubiera abierto a un extraño tan rápido. Si alguien, con malas intenciones, la hubiese encontrado, seguramente, la habrían secuestrado. Olvídalo. Esta conversación podría guardarse para cuando encuentre al padre de Annie.

Si el padre de la niña notó que su hija se ha ido, ahora mismo, debería estar volviendo sobre sus pasos. En lugar de correr por todo el parque, sería más inteligente para ellos quedarse donde están. Se sentó con la niña en uno de los bancos del parque y esperó junto a ella.

Annie es adorable. Aunque es joven, su aspecto es tan delicado como el de una muñeca Barbie. Todos los occidentales son adorables de pequeños, pero es raro encontrarse con una niña tan hermosa como Annie. Sus padres, definitivamente, deben ser personas atractivas. A juzgar por la ropa que lleva puesta, su familia es bastante bien acomodada.

—Annie, ¿recuerdas dónde perdiste a tu papá?

—Había mucha gente y, entonces, Annie ya no pudo encontrar a papá. Señor, ¿puede ayudar a Annie a encontrarlo? —Annie se agarró a la muñeca de Tang Feng.

—Por supuesto —le sonrió.

Al mirar a Annie, se recordó a sí mismo. Le costaba no tener lástima de ella. Como había vivido una infancia sin amor, después de crecer, no pudo resistir la ternura que brotaba en su interior, cada vez que veía a un niño triste o frágil. Para mantener a Annie tranquila, Tang Feng intentó hablar con ella —Annie, ¿a qué juegos te gusta jugar?

La niña levantó la mano y dijo emocionada: —Me gusta jugar a verdad o reto con papi. ¡Señor, también puedes jugar con Annie! ¡Annie comenzará primero!

—Está bien —Tang Feng estuvo de acuerdo.

—Señor, ¿tiene a alguien que le guste? Como a papá le gusta mamá —Annie parpadeó con sus grandes ojos hacia Tang Feng. Su apariencia inocente, evitó que Tang Feng adivinara el significado de su pregunta.

—Ah…no ahora —después de pensar un poco, respondió Tang Feng.

Hay personas en las que está interesado, pero es demasiado pronto para hablar de tener una relación seria con alguien. Tang Feng nunca le mentiría a un niño, por lo que dijo la verdad.

—Es mi turno. Annie, ¿cuántos años tienes?

—Annie tiene cuatro años y medio —e hizo otra pregunta: —Señor, ¿qué tipo de persona le gusta?

— ¿Qué tipo de persona me gusta…? —Tang Feng nunca había pensado en eso. Hizo una pausa por un momento y respondió: —Hmm, sobre su apariencia, está bien siempre que me guste cómo se ve. En cuanto a la personalidad, espero que sea una persona amable. Alguien con una perspectiva soleada de la vida. También espero que tenga los mismos valores que yo.

—Señor, usted es una buena persona. ¿Podemos ser amigos?

—Por supuesto, me encantaría ser amigo de Annie —Frente a un niño inocente, Tang Feng no pudo resistir sonreír. El mundo de los adultos es complicado y lleno de giros y vueltas. Solo los niños pueden tener miradas tan puras en sus ojos, son adorables a primera vista.

— ¡Tiene que hacer una promesa de meñique! —Annie parpadeó y extendió su meñique, con una expresión de emoción en su rostro.

—Está bien, promesa del meñique, durante cien años —Tang Feng frotó el cabello de Annie, sonriéndole de forma indulgente.

En ese momento, escucharon la llamada ansiosa de un hombre— ¡Annie! ¡Dios mío, papi finalmente te encontró!

Mirando al hombre que había aparecido en el borde del matorral, Tang Feng se levantó y tiró de Annie junto con él. La niña parecía un poco descontenta.

—Annie, ¿él es tu papá? Ve con él —dijo en voz baja.

Manteniendo la cabeza baja, una mirada de desprecio cruzó por los ojos de Annie. Cuando levantó la vista, solo se podía ver una mirada de inocencia. Miró a Tang Feng y luego al hombre que corría hacia ella. Finalmente, ella eligió correr hacia su padre.

— ¡Papi, eres horrible! ¡Solo ahora me has encontrado! —Mientras corría, Annie gritó en voz alta.

—Sí, todo es culpa de papá. Annie, por favor, no te enfades con papá, ¿de acuerdo? —dijo alzando a su hija, el hombre le sonrió a Tang Feng —gracias por cuidar de mi hija.

—No es un problema. Estoy feliz de ayudar.

Tang Feng conversó un poco más con el padre de Annie. Expresó su preocupación y esperaba que pudiera cuidar mejor a la niña. Debía enseñarle a Annie que no es correcto hablar con extraños tan fácilmente. El propósito de inculcar vigilancia no era destruir su inocencia, sino levantar su guardia ya que es una niña incapaz de defenderse.

Como Annie quería ser su amiga, antes de que se fueran, Tang Feng terminó dándoles su dirección y número de teléfono.

Cuando Lu Tian Chen vino a buscarlo, Annie y su padre se estaban yendo.

— ¿Quiénes son? —Mirando a las figuras en retirada, Lu Tian Chen frunció el ceño. En este momento, no estaba muy feliz. Alguien había rozado su auto en el estacionamiento, por eso, había perdido mucho tiempo. Al mirar a la pareja padre-hija, Lu Tian Chen, instintivamente, sintió que algo estaba mal.

—Son la pequeña Annie y su padre —Tang Feng le contó rápidamente los detalles de su encuentro a Lu Tian Chen.

—Se ven como un par extraño. Deberías tener cuidado con ellos. No consideres a todos a tu alrededor como amigos —concluyó Lu Tian Chen sin rodeos.

¿Este joven que ni siquiera tiene treinta años, está tratando de educar a un viejo zorro como él? Tang Feng se opuso a la advertencia de Lu Tian Chen. Annie es una niña adorable. Podía creerlo si fuese un adulto, pero un niño inocente no podría tener ningún motivo oculto.

Además, no tenía dinero, poder o enemigos en este momento. También, está en América. ¿Quién lo perseguiría hasta América para vengarse de él?

¿Su Qi Cheng? Eso es imposible. Charles había enfatizado que Su Qi Cheng ya no se atrevería a tocarlo.

—Lo estás pensando demasiado. Annie es una niña pequeña. Deja de verla con tus crueles ojos de hombre de negocios —Tang Feng estaba un poco descontento. Lu Tian Chen es un buen hombre de negocios, pero a Tang Feng no le gustan ciertas partes de la personalidad de Lu Tian Chen. No tenía derecho a criticar al otro, pero tenía derecho a expresar su disgusto.

— ¿Estás insatisfecho conmigo?

—No, simplemente, creo que puedes tratar a las personas que te rodean más amablemente. No pienses que todas las personas que intentan acercarse a ti tienen malas intenciones.

Lu Tian Chen se rió entre dientes con frialdad —definitivamente hay personas así.

— ¿Destruirías un jardín entero de rosas solo porque una te ha rasguñado la mano? —respondió Tang Feng. El mundo no es perfecto, pero ¿y qué? Nada lo es. Si las personas optaran por centrarse en las deficiencias de los demás, en lugar de las fortalezas, entonces, no les traería nada más que sufrimiento. Hay un viejo dicho: al mundo no le falta belleza, solo los ojos para encontrarla.

Era normal que la gente estuviera en guardia contra los extraños, pero exagerar no es bueno.

Tang Feng pensó que Lu Tian Chen respondería, eso o la atmósfera se reduciría a un silencio incómodo. Pero Lu Tian Chen, sólo lo miró y dijo suavemente: —Solo estoy preocupado por ti.

Tang Feng, de repente, se quedó sin palabras.

—Volvamos después de caminar un poco —después de un largo rato, Tang Feng forzó una oración. Lu Tian Chen va en contra de las reglas y él no está acostumbrado a tratar con un Lu Tian Chen tan lógico.

—Bien, cuéntame más acerca de lo que pasó. Sobre tu nueva amiga, la pequeña Annie.

♦ ♦ ♦

Un auto negro estacionado en la calle frente al parque. No podría haber una vista más común en Estados Unidos.

— ¡Largo! ¡Estúpido cerdo! —Una linda niña, le gritó al hombre que la sostenía. El hombre la dejó en el suelo y se alejó respetuosamente. La vista hizo que numerosos transeúntes los miraran. Un guardaespaldas, que se encontraba de pie cerca del auto, abrió la puerta del asiento trasero. La pequeña saltó de inmediato. Su rostro no poseía ningún rastro de la inocencia que la había decorado antes. Como un pequeño demonio, reveló una sonrisa orgullosa: —Papi, Tang es tan tonto. Creyó todo lo que dije.

Apoyado en el respaldo del asiento, Albert dejó la copa de vino que tenía en la mano. Extendió los brazos y dijo: —Mi pequeña Annie es muy inteligente.

Annie se apresuró a sus brazos. Riendo, se apoyó contra el pecho de Albert. —Papi, me gusta.

— ¿De verdad? Papi siente lo mismo que Annie. A papá también le gusta ese hombre tonto —Albert le sonrió —ven, dile a papá lo que hicieron ustedes dos antes. ¿Cómo respondió a las preguntas que papá te dijo que le hicieras?

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