Un lirio que florece en otro mundo – Día 3, en la tarde: mientras tanto, en la capital…

Traducido por Kiara

Editado por Tanuki


—Miyako Florence ha desaparecido.

Los ojos de Klause Rainhalt brillaron con sorpresa ante ese informe.

El espía al servicio de la familia Reinhalt se arrodillo ante el futuro líder de la familia.

—Entonces, ¿qué estás diciendo? ¿Que Miyako desapareció la misma noche que rompí el compromiso…?

—Sí, mi señor.

—¿Qué…? ¡Qué sorpresa!

El cuerpo de Klause estaba temblando. Temblando de alegría.

Miyako Florence. Esa mujer era mi prometida. Yo, Klaus Reinhardt, que siempre he llevado una vida perfecta como un noble superior, con innumerables bolsas de dinero y popularidad de por vida. ¡Y aún así! esa noble de bajo estatus no parecía feliz cuando le propuse matrimonio, sino que tuvo el descaro de parecer vacía y decir algo como “Oh, genial. Claro… ¡Uh! Lo siento, ¡estoy muy feliz! y luego se atrevió a murmurar para sí misma “¿hay una forma fácil de salir de esto?”

Aunque le había parecido bastante grosera su forma de hablar, su inteligencia y belleza le hizo pensar que había escuchado mal “Sí, debió ser así”, y siguió con su vida como su prometido, pero cada vez que iba a verla en los momento que ella elegía, por alguna razón, le caía excremento de pájaro sobre su cabeza. Cada vez que iba a un lugar de encuentro que ella arreglaba, por alguna razón, pisaba una gigantesca pila de estiércol de caballo.

Lo peor fue cuando me caí en ese agujero. ¿Quién en el mundo cavó eso? Pero me las arreglé para perseverar durante varios meses a pesar de todo eso.

¡Y entonces, y entonces! En el momento en que finalmente no pudo soportarlo más y le dijo que cancelaba el compromiso, ella se fue, escapando de la capital…

—Miyako… ¡¡Así que todo eso fue sólo porque eres tímida!!

—¿Eh? Joven amo Klause, ¿qué acaba de decir?

—Miyako huyó de la capital, ¡¿verdad?! Después de que le dije que había roto el compromiso, claramente no pudo soportar la tristeza y la vergüenza. Así que por eso actuaba así. Siempre pensé que su actitud y comportamiento hacia mí eran extraños, pero ahora que lo pienso mejor… ella solo estaba escondiendo su vergüenza, ¡mi chica solo está probándome! —, dijo Klause soltando una carcajada

El espía se tragó su repentino impulso de fumar un cigarrillo

—Esa parece la interpretación de una novela, mi señor…—e inclinó su cabeza aún más.

Klaus gritó de risa mientras el espía se preguntaba qué debía cenar esa noche.

—¡Debemos hacer algo, espía!

—Si…Bistec…  estaría bien.

—¿Qué has dicho? —pregunto Klause.

—¡Oh! ¡Perdóneme, joven amo Klaus! ¿Qué estaba diciendo?

—Quiero que averigües el paradero actual de Miyako de una vez.

—Lo que significa… …que… Um, ya es hora de que me retire, mi señor…

—Estarás trabajando horas extras.

—Pero joven…

Sin siquiera levantar una ceja, Klause arruinó los sueños de su espía de una encantadora cena de bistec.

El espía se juró a sí mismo que buscaría un nuevo trabajo.

Desconociendo alegremente los pensamientos de su subordinado, Klause miró por la ventana y se susurró a sí mismo, “Miyako… esperame tranquila. Te prometo que te encontraré.

Al espía le molestó que su señor pareciera maduro por fuera, pero no por dentro.

♦ ♦ ♦

Miyako sintió un escalofrío en su columna vertebral y de repente estornudo.

—¡¿Estás bien, Miyako?! —, preguntó Fuuka de inmediato.

Había sido un gran estornudo, mientras regresaban de las aguas termales.

¿Qué fue eso? —pensó Miyako— de alguna manera tuve un presentimiento realmente desagradable.

—Eh, ah. Lo siento, Fuuka —le respondió .

—Hace mucho frío, ¿verdad? No sería extraño resfriarse, si hacemos esto todas las noches —dijo Fuuka— las aguas termales al aire libre se sienten muy bien, pero el calor desaparece antes de que regresemos ¡todo esto se resolvería si esa cabaña tuviera una ducha!

—bueno, no fue pensada para estancias prolongadas.

Miyako pensó en un baño interior. Si tuviéramos uno de esos… ¿Podríamos ser capaces de hacer uno nosotros mismos?

—Bueno, aún así —Miyako respiró con fuera el aire lleno del olor de la tierra y el viento. Alcanzó a Fuuka, que caminaba un poco por delante de ella —este paseo a casa me hace sentir muy feliz y ¿a ti?.

—No… ¡No soy nada feliz!

—Claro, claro, como tu digas —una sonrisa apareció en los labios de Miyako— Creo que mañana será un gran día… 

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