Un lirio que florece en otro mundo – Día 6, en la mañana: Encuentro en la plaza

Traducido por Kiara

Editado por Tanuki


La brisa de la mañana era fresca, y el sol iluminaba el cielo azul y naranja. Fuuka se sentó distraídamente en un banco de la plaza del pueblo.

Miyako corrió hacia ella y le gritó.

—Fuuka.

Umi estaba durmiendo, acurrucada en el regazo de Fuuka. Ya había abandonado la bella figura de la bestia divina en favor de la adorable forma de gato persa que había tomado cuando firmó su contrato con Miyako.

Al verla en ese estado, realmente parece un gato… Más aún, ¿quién sabía que los espíritus dormían?

—Miyako, ¿ya se ha calmado la señorita Shan Li?

—Sí, casi.

Miyako se rió para sí misma.

La hierba a la luz de la luna hizo efecto de inmediato. Se la dieron a la hija de Shan Li, mezclada con medicinas prescritas por el libro de texto de medicina que Fuuka había memorizado, y su condición mejoró. Una vez superada la fatal situación de miasma que se acumulaba en su cuerpo, todo lo que tenían que hacer para terminar el tratamiento era lanzarle un hechizo de magia blanca para sanar, mejorado con el hechizo Protector de Umi.

Shan Li estalló en lágrimas al ver a su hija pasar de estar apenas consciente a poder hablar con claridad. La habilidad de Fuuka en la medicina la conmovio completamente. Parecía que Fuuka no podría escapar de su torrente de cumplidos mientras permaneciera en esa habitación, así que Miyako se había quedado sola con Shan Li.

—Su hija parece estar mejor ahora —expresó Fuuka.

—Sí. Todo es gracias a ti, Fuuka. Shan Li dijo que quiere hacer una fiesta para ti como agradecimiento. Dijo que sería al más estilo continental.

—No hay necesidad de que ella me agradezca… —dijo Fuuka, pero no pudo evitar sonreír. Golpeada por esa encantadora vista, Miyako se rio también contagiada por su alegría.

—Um, Miyako.

¿Qué pasa?

—Fui capaz de ayudar a la señorita Shan Li, ¿verdad? —pregunto Fuuka.

—¡Sí, por supuesto!

—Y ella estaba… contenta, ¿verdad?

—Sí, ella estaba súper complacida. ¡Ella está tan agradecida contigo! Literalmente dijo que te debe su vida.

—Agradecida con su vida…

Fuuka sintió que su pecho se calentaba y su corazón latía con fuerza. Ella siempre había trabajado tan duro para ser la mejor, la más hermosa. Pero para ella, eso nunca fue un deber. Su padre, sus hermanas menores, y todo el mundo veía los esfuerzos y la excelencia de Fuuka como algo obvio también.

Nadie la alabó nunca. Nadie nunca le agradeció. La única que la felicitó por su trabajo fue Miyako, que se suponía que era su rival, alguien con quien tuvo que luchar por un prometido. Como la hija mayor de la familia Hamilton, no había forma de que aceptara los cumplidos de un rival en sentido literal.

Así que esta podría ser la primera vez en mi vida que alguien me agradece, se fija en mí por mis propios méritos. Nunca supe que al escuchar las palabras “gracias” podría sentirse tan…

—Ser agradecido se siente tan bien, está calidez que siento en mi pecho… —dijo Fuuka— Sí, tan… Me siento tan fe…

La cara de Miyako se iluminó en la expectativa, pero Fuuka se controló. La promesa que habían hecho revoloteó en su mente. Si Miyako puede hacerme decir que soy feliz en estas dos semanas, me quedaré con ella en lugar de volver a casa. Esa fue la promesa que hicieron el primer día de su escapada.

—¡Fuuka! Vamos, ¿cuéntame como te sientes?

—Fe…fa… ¡¡fatigada!! Me siento agotada después de que me hayas tenido toda la noche buscando hierbas, ¡¡no es que me esté quejando!! —su cara se volvió escarlata. levanto su dedo indice hacia Miyako. Miyako se sorprendió por la reacción de Fuuka, pero pronto empezó a sonreír.

—¡Tan seria como siempre! ¡¡Pero también amo esa parte de ti, Fuuka!! —grito abrazándola con fuerza

—¡Miyako, deja los abrazos! —gritó Fuuka.

—¡Está bien, nadie está mirando!

Sus voces resonaban en la plaza iluminada por el sol de la mañana. Mientras la villana sonreía de oreja a oreja, la mullida Undine en su regazo dejó escapar un gran bostezo.

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