Un lirio que florece en otro mundo – Día 6, antes del amanecer: ladrones de carretas y el despertar del espíritu del agua

Traducido por Kiara

Editado por Tanuki


—¡¡Esto no puede estar pasando!! —gritó Miyako después de que regresaran por el camino de la montaña.

Habían corrido por los caminos nocturnos en la carreta, atravesaron la oscura montaña, y hábilmente adquirieron la rara hierba que necesitaban, el pasto a la luz de la luna. Si pudieran darse prisa en volver por el camino, podrían salvar a la chica que sufría la espantosa enfermedad de la autointoxicación por miasma, pero…

—La carreta… ha desaparecido —dijo Fuuka.

No había ningún rastro de la carreta en la habian viajado.

—¿Crees que fueron los bandidos de la montaña? —preguntó Miyako.

—Cualquiera que sea la razón… ¿cómo vamos a volver a la casa de Shan Li?

Había sido un viaje de varias horas en carreta. Ya era de noche. Podrían llegar a la casa de Shan Li un poco después del mediodía si caminaban. Pero si lo hacían, no llegarían a tiempo. La enfermedad mataría a la chica primero.

—¿Qué deberíamos…?

Miyako se mordió el labio. Supongo que estaba siendo un poco arrogante, pensando que sabía más del mundo que Fuuka, pensando que podía protegerla. La verdad es que ni siquiera consideró la posibilidad de que la carreta fuera robada así.

Soy un fracaso total. Pero, aún así, no me daré por vencido, pase lo que pase. Miyako quería hacer lo mejor para apoyar a Fuuka, cuyos ojos brotaban con lágrimas de conmoción y confusión, que había venido hasta aquí, decidida a salvar a esa chica.

En ese momento, el mullido gato gritó desde el interior de los brazos de Miyako.

—¿Umi?

—Me pregunto, ¿por qué mi amo se preocupa por la pérdida de un simple carro? —Miyako sintió cómo el calor de Umi se desvanecía suavemente de sus brazos. Un momento después, mullido gato persa, estaba sentado en el suelo delante de ellos. Una fría luz azul acuática envolvía su cuerpo, como cuando hizo el hechizo de protección en la casa de Shan Li.

 —¿Umi?

—Te agradezco que me hayas liberado. Soy un espíritu del agua de esta tierra, y tú, Miyako, eres mi maestra. Así que, todo lo que tienes que hacer es ordenarme en tu nombre…

—¿Acabas de decir mi nombre?

—La caracterización es importante —se rió Umi. Miyako respiró hondo—. ¿Nos va a ayudar?

—¡Miyako, incluso los mejores invocadores se lo piensan dos veces antes de dar una orden directa a un espíritu! —advirtió Fuuka.

—Pero… ¡Confío en Umi!

Miyako agarró la mano de Fuuka. Cerró los ojos y llenó sus pulmones. Cuando su mente se despejó, las palabras surgieron por sí solas.

—Oh Undine de las aguas frías, cumple nuestro contrato y libera tu poder. Me llamo Miyako. ¡Como tú eres la que he llamado Umi!

—Tus deseos son mis órdenes. Mi nombre es Umi. ¡Como tú eres el que canta en las aguas azules del abismo!

En un instante, el suave pelaje de Umi brilló en un deslumbrante azul, que se hinchó en un vórtice de luz.

—¡¿Qué?! —exclamó Miyako, mientras Fuuka gritaba.

Miyako y Fuuka se acercaron instintivamente la una a la otra, y cuando abrieron los ojos de nuevo, lo que estaba delante de ellas era una magnífica bestia mítica, aparentemente formada de nada más que agua fresca. Con un tamaño varias veces mayor que el de Miyako, la criatura era grande y hermosa.

—Asombroso.

—Todo un espectáculo, me imagino —dijo Umi orgullosa.

—Qué divino. ¿Es esta tu verdadera forma como una undine…?

—No, no. Nosotros no tenemos formas verdaderas, por así decirlo. Esta es la forma que Miyako deseaba que yo tuviera.

—¡¿Lo hice?!

Miyako se sorprendió. Nunca supe que mi corazón era capaz de imaginar algo tan hermoso… ¿Quién sabía que la adolescente tonta que hay en mí seguía viva y bien? Pensé que la había perdido en mis días de trabajo como esclava asalariada.

La visión de la nueva forma de Umi justo delante de ella la emocionó sin fin.

—Esto es asombroso —incluso la voz de Fuuka temblaba ante el espectáculo que tenía ante ella.

Su mano estaba agarrando la de Miyako, húmeda por el sudor. Pero, curiosamente, no le importaba.

—Ahora pues, mi ama —anunció Umi, moviendo sus bellos bigotes—. Súbete a mi espalda, y corramos a través de la noche. Estoy seguro de que te sentiras comoda,  como si estuviera flotando por un arroyo.

♦ ♦ ♦

Shan Li se quedó mirando por la ventana. La respiración de su amada hija desde la cama donde yacía sonaba dolorida, y gradualmente se debilitó. Shan Li no podía soportar escuchar sus agonizantes gemidos.

No parece que le quede mucho tiempo.

Aunque el mercader viajero del continente no parecía tener más de quince años, la expresión del rostro de Shan Li estaba llena de la angustia de una madre.

Pensando en ello, he hecho pasar a mi niña por mucho. Nunca ha conocido a su padre. Seguí una oportunidad de negocios hasta Pajan antes de que pudiera hablar. En un momento dado ni siquiera teníamos un lugar al que llamar hogar. Debe haber tenido momentos en los que se sintió sola; por que siempre estuve fuera trabajando. Y aún así, creció para ser una chica sana y de buen corazón. Si hubiera podido estar aquí a su lado, habría notado antes que algo andaba mal.

Arrepentimientos de ese tipo llenaban la mente de Shan Li, pero todo lo que podía hacer era confiar en Miyako y Fuuka, y esperar. Confiar en esas chicas excéntricas que un día, de la nada, se mudaron a esa cabaña, lejos del pueblo. Tal vez fue la providencia de Dios que las conoció.

—Por favor, lleguen a tiempo —susurró Shan Li, como si estuviera rezando, mientras miraba por la ventana.

En el brillante cielo Shan Li vio una estrella fugaz.

No. Algo estaba cortando los cielos, envuelto en una luz tan azul como el mar. A medida que la luz se hacía más grande, Shan Li vio lo que era. Ella jadeó.

Una hermosa bestia estaba cargando a través del cielo, llevando a dos jóvenes en su espalda. Le recordaba a los cuentos de hadas que escuchaba de niña.

—Ah, todo va a estar bien…

Mientras las niñas regresaban, montadas en una estrella fugaz, Shan Li deseó una bendición para ellas en su lengua materna.

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