Un lirio que florece en otro mundo – Día 9: Un hermano inutil y planes para un picnic

Traducido por Kiara

Editado por Tanuki


La hermana menor de Odin Florence, Miyako, lo dejo para que durmiera toda la noche, en el suelo de la sala de estar, después de que se desplomara. Luego le preparó una comida, junto con un cálido baño calentado a la piedra. Después de descansar un poco en el campo, sin ser molestado por largas horas de trabajo, se echó a llorar.

—Miyako, creo que me iré a casa por un tiempo. ¡Estoy harto de ser un adicto al trabajo!

—Eh…  Apareces de la nada e inmediatamente sueltas esas cosas como si no te importara nada. En realidad, me sorprende más que seas quien robó nuestro carro en la montaña esa noche.

—Ah, pensé que tal vez alguien lo había abandonado… —le dijo a Miyako para su asombro, rascándose la cabeza.

Lo que más la sorprendió fue que su método de viaje desde la capital a la región del Atika había sido corriendo.

¿Cuán desgastado está mi hermano? —Miyako echó un vistazo a Fuuka para descubrir que ella también estaba muy sorprendida por el hecho de que Odin contara su historia. Odin Florence era el adorable idiota de la historia.

—Bueno, tendré que informar de esto al joven amo Klaus, ese es mi trabajo, pero primero me saltaré el trabajo por unos días. ¡Mantén tu historia en línea con la mía, Miyako!

—Eh, claro… Cuidaré tu espalda, Odin.

Miyako se enteró de que Odin trabajaba para la familia Rainhald en la capital, pero le preocupaba si se las arreglaba para hacer frente a la carga de trabajo.

Quiero decir, estoy agradecida de que no se interponga en mi camino viviendo con Fuuka, pero…

♦ ♦ ♦

Se llevaron la carreta de Odin ya que se las había prestado Shan Li. Umi miraba a los caballos con gran interés mientras masticaban felizmente su forraje. Viéndola mover la cola de un lado a otro, se puede decir que es realmente un gato.

Vieron a Odin mientras se marchaba hacia el atardecer, ahora de vuelta con un gran espíritu.

Miyako le pidió que no hablara con su familia sobre el uso de la casa de huéspedes sin permiso. Viendo que él mismo no tenía reparos en salirse del trabajo, Odin no necesitó mucho para convencerse. Nada es mejor que tener un hermano mayor mediocre pero trabajador.

—Ese hombre hace que los demás trabajen como locos ya que tiene unas especificaciones muy altas, ¿verdad? —preguntó Miyako.

Ese hombre” era el antiguo prometido de Miyako, el marqués Klause Rainhalt. Incluso la familia del Conde Hamilton estaba obsesionada con forjar un compromiso con él. La familia Rainhalt tenía un alto pedigrí, y Klause mostraba con orgullo su papel como caballero en la corte real. Sin embargo, tenía una ligera, o no tan ligera inclinación hacia el narcisismo que terminaba siendo su mayor defecto.

Para ser honesta, sólo estaba detrás de Fuuka, de todos modos, él estaba tan fuera de mi radar que ahora estoy aquí, viviendo con Fuuka, y ni siquiera recuerdo su cara tan bien. Creo que se veía bien… tal vez.

—Como Klause envió alguien tras nosotras, es sólo cuestión de tiempo antes de que encuentre dónde estamos —dijo Fuuka mientras mezclaba medicinas para los aldeanos que probablemente vendrían al día siguiente. Molió las medicinas en un mortero, usando no sólo las hierbas recién cosechadas, sino también las que había secado.

Observándola de reojo, Miyako pensó en lo mucho que prefería a la Fuuka que tenía enfrente, la perfecta e impecable aldeana que se vestía de forma inmaculada y actuaba como un ejemplo de los buenos modales y la etiqueta.

Así que…

—No quiero que te lleven lejos de aquí en contra de tu voluntad. En realidad, ¡sólo quiero pasar más tiempo contigo!

—No hay necesidad de gritar, Miyako.

—Ah, lo siento. Pero quiero solucionar algo antes de que mi hermano entre en razón.

—¿Qué quieres decir? —Fuuka dejó de moler las medicinas y miró fijamente a Miyako— no crees que podamos seguir corriendo para siempre, ¿verdad? —Fuuka continuó—. No podemos. Por mucho que trabajemos, por mucho que nos esforcemos, por mucho que hagamos para cumplir las expectativas de nuestros padres… seguiremos siendo solo mujeres.

—Fuuka —dijo Miyako—, sé que las dos podemos hacerlo. Podemos vivir felices juntas, tú y yo.

—Nyaa, ¿quieres decir como dos amantes fugitivas? Me encantan ese tipo de historias —expresó Umi.

—Y también tenemos a Umi.

—Miyako…

Las lágrimas brotaron de los ojos de Fuuka.

La verdad es que me he dado cuenta. He disfrutado mucho viviendo con Miyako. Las cosas que he aprendido y que nunca hice son tan emocionantes. Es tan refrescante usar la magia blanca, que estudié durante tanto tiempo como un pasatiempo, para salvar a completos desconocidos, y que me lo agradezcan. Calienta mi corazón sin fin. Pero debido a eso, no tengo confianza en sí está bien seguir divirtiéndome así, si dos mujeres pueden disfrutar de esta clase de vida, si Miyako me trajo aquí porque realmente lo quería y no fue sólo un lapsus mental para ella.

Todo eso inquietaba tanto a Fuuka que no se atrevió a decir algo tan simple que vivir con Miyako la hacía feliz.

—¡Fuuka!

Viendo la mirada deprimida en el rostro de Fuuka, Miyako tomó sus manos y la llamó. No le quedaba mucho tiempo para que dijera que era feliz. Miyako no quería dejar nada sin hacer. Quería tomar todo lo que preocupaba a Fuuka y alejarla de todo.

—¡Vayamos de picnic! —,Miyako estaba decidida a cumplir todos los planes que hicieron juntas— haremos un montón de bentos deliciosos. ¡Y tomaremos un buen té con nosotros e iremos a ver los bonitos campos de flores!

—Miyako.

—Haremos un picnic, solo para nosotras, para ti, Fuuka-chan. ¡Sé que lo pasaremos muy bien!

Las manos de Miyako se sentían calientes mientras se envolvían alrededor de las suyas. Mirando la expresión desesperada de Miyako, Fuuka sintió que sus mejillas se calentaban.

—Sé que lo pasaremos muy bien. Si Miyako lo dice, estoy segura de que tiene toda la razón.

—Está bien. Que así sea. Hagámoslo, el picnic.

A Fuuka le pareció extraño, aunque reconfortante, que pudiera creerle cualquier cosa a Miyako.

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