El atardecer ya había cedido su lugar a la noche en los campamentos a ambos lados del río Tave. Con la luna convenientemente oculta tras las nubes, lo que provoca que la oscuridad caiga antes de lo habitual.
Me encuentro sentada sobre Vedwoka, abriendo y cerrando suavemente mi mano derecha mientras observo a mi ejército de Kaldia, ligeramente equipado, desplazándose río abajo desde el Fuerte Droitros hacia el Fuerte Droidas. Al parecer, me esforcé demasiado al usar mi alabarda más temprano en el día con la ayuda del impulso de Rashiok. Regresé al Fuerte Droidas después de esa batalla, notando un latido en mi muñeca. Probablemente, la forcé demás. Seguí leyendo “Villana en un otome, ¿cómo acabaron las cosas así? – Capítulo 196: La batalla a orillas del Río Tave (2)”
Los soldados de Rindarl, que sitiaban el Fuerte Droyan, parecen haber notado finalmente que el amanecer en Eris lucía inusualmente distinto hoy. Hacia el amanecer, recibimos un informe que nos indicaba que el ejército enemigo al otro lado del río Tave estaba en caos.
Algo completamente natural, por supuesto. Seguí leyendo “Villana en un otome, ¿cómo acabaron las cosas así? – Capítulo 195: La batalla a orillas del Río Tave (1)”
Y eso fue lo que sucedió durante mi ataque a Eris…Pero volvamos al momento de la reunión estratégica.
—Mañana por la mañana al amanecer, comenzará el ataque a Eris. Este ataque será completamente la decisión independiente tuya y mía, y tal vez, incluso sea nuestra batalla final contra el ejército invasor enemigo, así que por eso decidí actuar a gran escala esta vez. ¡Incluso puedes considerarlo como mi regalo! Seguí leyendo “Villana en un otome, ¿cómo acabaron las cosas así? – Capítulo 194: Nostalgia dolorosa”