Pasé los siguientes diez días que precedieron a la llegada segura de aquel carruaje desde Kaldia celebrando la efímera paz. Después de todo, tenía poco más con qué ocuparme. Nada aparte de transportar lentamente y de manera selectiva mis cosas del antiguo dormitorio al nuevo y limpiar el lugar. E incluso entonces, mi papel consistía en poco más que ordenar a los sirvientes. Dado que había un número bastante escaso de mis posesiones que necesitaban aporte e instrucción personal, cada cosa que poseía había sido trasladada antes de que el período de diez días tuviera la oportunidad de agotarse.
Con esa vía agotada, intenté ayudar con la limpieza. Pero entonces, la señora Heidemann me miró con ferocidad, y eso fue el fin de eso. Seguí leyendo “Villana en un otome, ¿cómo acabaron las cosas así? – Capítulo 226: Últimos días de las vacaciones de primavera”
No creía que hubiera mucho más que añadir sobre la manera en que las clases separaban a hombres y mujeres, pero, aun así, era relevante mencionar que mi vestimenta y el título de liderazgo que me habían otorgado me permitían asistir a conferencias y entrenamientos normalmente reservados para el género opuesto.
Al igual que el año pasado, yo no era la acompañante, sino la escolta. Seguí leyendo “Villana en un otome, ¿cómo acabaron las cosas así? – Capítulo 225: No entiendo a las mujeres”
La residencia se dividió en dos partes, asignando a Emilia el lado que antes se utilizaba para las mujeres. También se acordó que su sirviente compartiera el espacio con ella, no solo como guardián sino también porque no había traído criadas consigo cuando llegó a Arxia.
Era necesario hacer arreglos para la criada de Emilia también… Pero su minoría de edad era un inconveniente, y no sería posible que viniera hasta que finalizaran las vacaciones de primavera en la escuela. Tendría que quedarse con Emilia también. Afortunadamente, estaban Tira y Ratoka, quienes también fungían como criadas. Eso sí, Ratoka probablemente la observaría con ojos llenos de admiración. Seguí leyendo “Villana en un otome, ¿cómo acabaron las cosas así? – Capítulo 224: Biblioteca real”