Emilia se encontraba visiblemente impactada ante la intensidad tanto de la mirada como de la voz de Stephania. Su postura, reminiscente de un conejo acorralado, probablemente se debía al enérgico abordaje de Stephania. Sin embargo, dadas las circunstancias, Emilia ocupaba una posición social significativamente superior, minimizando cualquier motivo de preocupación real.
Retrocedí un paso, capturando instantáneamente la atención de ambas hacia mí. Ese simple gesto pareció bastar para que Emilia captara el mensaje. Seguí leyendo “Villana en un otome, ¿cómo acabaron las cosas así? – Capítulo 248: Concurso de acompañantes (2)”