Max hizo acopio del poco valor que le quedaba y a duras penas consiguió abrir los ojos. Era difícil ver lo que ocurría, ya que el polvo que los rodeaba era tan denso como la niebla. Podía oír gritos, el ruido del acero al chocar, el relincho furioso de los caballos y el sonido nauseabundo de la carne desgarrada. Se mantuvo lo más cerca posible de la gente que la rodeaba y se estremeció de miedo. Un grupo de caballos pasó junto a ellos, dejando tras de sí una espesa polvareda de tierra y el resplandor de la armadura gris plateada de los caballeros pasó ante sus ojos. Su silueta cargó contra los trolls como una tormenta y pronto se desató una violenta batalla contra las docenas de trolls. Seguí leyendo “Bajo el roble – Capítulo 110”
