Traducido por Kiara
Editado por Yusuke
No tener una sola dificultad en la vida no significaba que la vida era insondablemente aburrida y seca. A veces, sin embargo, Lucio esperaba que nunca tuviera que experimentar dificultades. Eso era un lujo para él.
Lucio abrió los ojos al amanecer. Para ser exactos, fue justo antes del amanecer, cuando el cielo comenzó a cambiar gradualmente de negro oscuro a azul. Intuyó intuitivamente que no estaba en su habitación, y fue solo por la suave fragancia de las flores en el aire que se dio cuenta de que estaba en la cama de la reina.
—Haaa… —Lucio suspiró. Nunca hizo eso delante de nadie, excepto Rosemond. Levantó la mano y apretó su palpitante frente. Pensó que podría estar resfriado. Debe haber sido causado por la lluvia anoche.
Seguía lloviendo y las gotas de lluvia golpeaban constantemente contra la ventana de cristal. Pensó en abandonar esta habitación y volver al palacio, pero era reacio a mover sus pesadas extremidades.
Por cierto, la reina no estaba a la vista. ¿No era esta su cama en la que estaba acostado ahora? Su ceño se frunció lentamente al darse cuenta. No podía creer lo que pasó. Actuó como un tonto borracho delante de ella.
Cuando decidió que no podía quedarse más tiempo, finalmente levantó su pesado cuerpo y se levantó de la cama.
Después de abrir la puerta, Mirya, la dama de honor de la reina, se volvió hacia él con sorpresa. Se aclaró la garganta y rápidamente se inclinó.
—Saludos al emperador. Gloria al Sol del Imperio.
—¿La reina me trajo aquí? —Lucio preguntó.
—Sí, su Majestad.
—Le he causado un inconveniente.
Mirya dudó antes de hablar con cuidado.
—Su Majestad, este puede no ser mi lugar para decir esto…
Se detuvo un segundo, pero se animó a continuar.
—Sé que lady Phelps es una persona especial para usted, Su Majestad.
—¿Y cómo lo sabrías?
Era a la vez un lugar intocable. Nadie podía tocarlo. Nadie excepto Rosemond, a quien permitió la entrada. Entonces Mirya quizás estaba arriesgando su vida suplicándole.
—Lo siento. Mi difunta madre, quien fue una dama de compañía permanente, me dijo… Por favor, no derrames todo tu afecto en ella, a pesar de que no puedo exigirle nada —continuó Mirya—. Pero aun así… ¿podría ser más amable con Su Majestad?
—Qué audaz de tu parte —dijo Lucio con voz irónica—. En nuestra noche de bodas, le dije que no esperara amor de mí, y extraje una promesa de ella de no tocar a lady Phelps. ¿Pero crees que mi yo actual debería cuidar a la reina?
Mirya no pudo decir nada. Lucio tenía una expresión triste antes de concluir su discurso.
—Ya he llegado demasiado lejos para hacer eso. Sé que escuchas las palabras de tu madre, pero no puedo abandonar a lady Phelps. Eso es una negación de mi identidad.
Mirya no respondió. Debido a su posición, ella era una de las pocas que sabía sobre los asuntos internos del emperador. Ella sabía muy bien que no era su lugar hablar, y era increíble que el emperador no se enojara con ella. Mirya se mordió el labio y Lucio habló, incapaz de ocultar sus emociones encontradas.
—Por favor, dile a la reina que fui grosero anoche. No quise causar problemas.
—Sí, Su Majestad.
Lucio se dio la vuelta y cruzó los pasillos del palacio de la reina. Cuando salió, el aguacero se había reducido a una ligera llovizna y caminó hasta el palacio central, sin siquiera pensar en usar un paraguas.
♦ ♦ ♦
Patrizia todavía estaba cansada cuando abrió los ojos. Su sentimiento ominoso se hizo realidad. Ella tenía frío. Ah, ser castigada por hacer algo bueno. Patrizia gimió de dolor mientras levantaba sus débiles músculos de la cama.
—Usted también está enferma, Su Majestad.
—Ah, Mirya. ¿Su majestad el emperador también está enfermo? —Cuando Patrizia preguntó, sin embargo, la expresión de Mirya se volvió seria. Patrizia la miró con curiosidad—. ¿Qué es?
—Ah… es solo que Su Majestad estaba tosiendo cuando se despertó al amanecer, e inmediatamente regresó al palacio central.
—Oh… —Patrizia asintió en comprensión. Una persona con modales, se iría lo antes posible después de dormir en la cama de otra persona.
Mirya le contó a Patrizia lo que Lucio le contó antes.
—Su Majestad se sintió incómodo porque creía que le había causado problemas. Dijo que fue grosero anoche…
—Es bueno saber.
Mirya no dijo nada más. Sí, tal vez ya era demasiado tarde para desarrollar sentimientos, como dijo la reina. Patrizia no podía entender a Lucio a un nivel común, y Lucio no intentaba explicar su situación con Rosemond a Patrizia. La reina era innecesariamente obstinada a este respecto, pero el punto de vista de Patrizia era inevitable.
Mirya no quería hacer suposiciones en esta situación de todos modos. Su maestra era Patrizia sin importar qué. Mirya dejó de lado la conversación que tenía con Lucio y volvió a su tarea original.
—Ah, tienes que reunirte con los representantes esta mañana. Dijeron que abandonarían el Imperio después del desayuno. Será mejor que te prepares.
—Gracias, Mirya.
—¿Te sientes enferma? ¿Debería llamar al doctor del palacio? —Mirya repitió nuevamente con preocupación.
—Estoy bien. No creo que sea tan malo todavía —dijo Patrizia, barriendo su largo cabello—. Creo que deberíamos comenzar con el desayuno primero.
♦ ♦ ♦
Rosemond se despertó sola, y pronto se molestó cuando le entregaron ciertas noticias.
—¿Su Majestad visitó el palacio de la reina anoche?
Fue increíble. Lucio ni siquiera se quedó con la reina en su noche de bodas. ¿Cómo podría él…?
Rosemond se estremeció con traición, mientras que Glara hizo todo lo posible para aplacarla.
—No sé los detalles, pero el emperador fue al palacio de la reina durante el aguacero. Estaba lloviendo tan fuerte que terminó pasando la noche…
—¡¿Entonces?! Los dos se conocieron a esa horas de la noche, ¿no?
Glara vaciló antes de responder.
—Sí.
—¡Ah! —Rosemond gritó, su mirada era feroz.
¿Cómo pudo Lucio hacerle eso? ¿Ella pensó que él iría al palacio de la reina para interrogar a Patrizia sobre la herida en su mejilla, pero él terminó pasando la noche?
Rosemond apretó las sábanas blancas con puños temblorosos, luego tiró las mantas a un lado y salió de la cama. Glara observó confundida mientras Rosemond se cubría rápidamente con un chal.
—M-Mi Señora, no quieres decir eso… ¿vas a ver a la reina?
—¿Por qué no?
—¡Mi señora! —Glara gritó. No sabía mucho, pero esto parecía ser lo último que Rosemond debería estar haciendo. Ahora no era el momento para que Rosemond la enfrentara, no después de que los eventos de ayer la dejaron tan vulnerable. Si se acercaba a la reina de inmediato, podría ser contraproducente. Glara necesitaba detener a Rosemond de alguna manera.
—Mi señora, ha pasado menos de un día desde el incidente —dijo Glara apresuradamente—. Es demasiado imprudente ir al palacio de la reina. Estrictamente hablando, no es exactamente culpa de Su Majestad la noche anterior…
Rosemond la ignoró y salió de la habitación con el chal sobre los hombros. Glara siguió a Rosemond con una mirada asustada. Su maestra había estado enérgico desde la mañana. Solo esperaba que no pasara nada malo.
♦ ♦ ♦
Patrizia estaba aturdida. Recibió noticias de la visita de Rosemond tan pronto como terminó de maquillarse para el desayuno de despedida. Al mismo tiempo, no pudo evitar notar que la concubina era una mujer audaz. Parecía que el día comenzaría mal. Patrizia ya se encontró con dos de las peores personas en el palacio ayer.
A Rosemond se le permitió entrar a la habitación, y Patrizia miró fríamente a la concubina con el mismo espíritu inquebrantable que ayer.
Rosemond la observó con un ojo agudo.
—Te gusta el cansancio, Su Majestad —sonrió ella.
—De ningún modo. Solo cuando te veo. —Patrizia respondió con elegancia—. ¿Cuál es el motivo de su visita? No es el mejor momento, especialmente después de lo ocurrido ayer.
—Intenta reflexionar, Majestad. ¿De qué mal me acusas? —dijo Rosemond con negación descarada.
Patrizia se maravilló de la actitud acerada de la mujer mientras se burlaba de ella al mismo tiempo.
—Tienes una vida fácil. Cuando has hecho mal, solo te escondes y lloras.
—Todo es porque tengo el favor del emperador. Incluso si fuera una reina, sería imposible hacer algo si no fuera amada.
Patrizia reprimió su réplica. Cambiar de tema era mejor para su salud mental.
—¿Por qué viniste aquí? —pregunto Patrizia.
—Tengo algo que preguntar —dijo Rosemond con delicadeza.
—Entonces adelante.
Rosemond miró a Patrizia con ojos fríos.
—¿Estuviste con el emperador anoche?
¿Qué significaba eso?
Bueno , la tipa metio las patas con el asunto de la carne de cerdo, consecuencias el bicho ya anda dudando de que sea un alma pura y buena
Dile que si, nada más para que se ponga loca XD jajajaja
Esa arpía no sabe su lugar y cada vez más me desespera 😤😤😤
Muchísimas gracias por el capítulo ❤💜🌸💜
Rosemond me causa tanta lástima, es mejor que se retire de una vez antes de que su cabeza ruede, recibirá lo que hizo, bueno, eso pienso jaja
Aghhhh odio a esa tipaaaaa
Todos la odiamos