Mi sinestesia y la de ella – Capítulo único

—Uuh…

El sonido resuena en la habitación, como si intentara molestarme.

Odio la lluvia.

Nunca me ha gustado.

El ritmo de las gotas siempre me da la sensación de que está borrando y corroyendo mi existencia poco a poco. En especial cuando, como ahora, el sonido retumba excesivamente en la habitación.

—Nn….

En días como este, me escondía en mi futón, sin duda. Cerrando mis ojos en la oscuridad, centrándome en la fragancia de la almohada.

El grosor del futón corta el sonido; cerrar los ojos me permite ignorar los colores y sumergirme en el olor, hace que mi conciencia y mi sinestesia se marchen.

Al refugiarme en esta cápsula, en este futón, puedo protegerme y así no decaer. De lo contrario, no podría sobrevivir.

—Nyafuu…

Seducida por la comodidad, dejé escapar un suspiro.

Ah, qué cálido…

Cediendo a la calidez de manera experimentada, por fin complacida, sentí de repente mi cuerpo siendo sacudido desde fuera.

Esto es, obviamente, un intento de dificultar mi sueño. Y el estorbo llega además con una voz fuerte.

—¿Qué estás haciendo, Fugaku Kisara?

—¿Por qué me llamas por mi nombre completo, Rinne Kokone?

—Por ninguna razón en particular. De todos modos, Kisara, ¿no es ese mi futón?

Claro, lo sé. Es por eso que lo disfruto tanto. Mi propio olor no es interesante en lo absoluto. Es por eso que el futón de Kokone es bueno.

Aun así, su voz es suave y dulce como siempre. Cuando escucho su lenta “voz naranja”, me siento muy somnolienta…

—Gu…

—Aah, ¡Kisara, por favor no te vuelvas a dormir!

—Ha… ¡Esta canción de cuna humana!

Skylar1
Se refiere a que su voz es muy relajante

—¿Qué quieres decir?

A pesar de que no puedo ver su cara, estoy segura de que su expresión muestra una gran perplejidad.

Puedo asegurarlo sin necesidad de verla ya que la conozco desde hace tiempo.

Aunque, por la misma razón, termino por saber cosas que no querría…

—¿Por qué estoy durmiendo…? Es porque Kokone está aquí…

—¡Por favor, no digas palabras tan ambiguas con una cara como esa!

—No puedes probar que esté haciendo una cara extraña cuando estoy completamente tapada por el futón.

—Te conozco desde hace tiempo, ¡claro que sé qué expresión estás poniendo ahora mismo!

Parece que compartimos la misma ventaja. Con sus palabras y los temblores intensificándose, mi somnolencia se fue. A regañadientes, me arrastré fuera del futón.

Cuando la luz iluminó la habitación y recuperé mi visión, hice una mueca.

—Ah…

El mundo es tan “gris”…

Un despertador con el diseño de un personaje popular entre las chicas de hoy en día, un armario con vestidos innecesariamente decorados con volantes, un aparador lleno de cosméticos y un escritorio de estudio contrastivamente limpio.

Todo aquello, reflejado a través de mis ojos, es blanco y negro; un mundo monocromo.

Una visión desagradable, ¿verdad?

Todo ha sido tragado por la lluvia.

Pareciera que el mundo ante mis ojos, devastado por el gris, intentara romperme.

♦ ♦ ♦

—Buenos días, Kisara.

En este mundo gris, solo Kokone tiene un brillante color.

Labios suaves, de color del cerezo; una suave mirada somnolienta de ojos azules y una sonrisa que emite una sensación agradable, como algodón de azúcar.

Su cabello suave, rubio y ondulado cae por sus hombros y se sacude cuando inclina su cabeza como si bailara.

Buena complexión, un ambiente dulce, pechos suficientemente grandes y suaves, y un vestido bonito con muchos volantes.

De pies a cabeza, una chica hermosa: una belleza perfecta que la hace parecer una muñeca francesa bien construida.

La chica ante mis ojos, tierna y extremadamente adorable, es diferente de mí, con mi piel pálida, mi horrible expresión y mi pequeño pecho.

La diferencia entre nuestro poder femenino es evidente. Ella está en el extremo opuesto del espectro, con su belleza inigualable.

Pero sin ningún sentimiento envidioso, la llamo.

—Buenos días, Kokone… ¿Necesitas algo?

—No, no. Esa es mi línea. ¿Qué haces en mi futón? [1]

—Creía que lo sabías, pero… Odio la lluvia. Es por eso que estaba en tu futón, para bloquear mi vista, olfato y oído.

—De alguna forma, el último parece nuevo… je, je.

Kokone formó una leve sonrisa, y empezó a reír.

Una dulce sonrisa que parece llevar una gran cantidad de azúcar. Una risa anaranjada que suena como el piar de los pájaros.

—Uuh…

—¿Kisara?

—Lo siento, me encuentro mal…

—¿Otra vez?

Naranja mezclado con celeste, es el resultado de la preocupación añadida al espanto.

Su “voz” pinta sobre el color gris, y me conforta. Sin embargo, mi mente no puede soportar este repentino cambio en el mundo, y me hace sentir náuseas.

Un cuerpo problemático, como siempre.

Mis piernas se enredaron, pero Kokone me atrapó y, de alguna forma, logré evitar caer.

En mi postura actual, mientras pienso en lo sombrío que se ve el cabello negro que tapa mi vista, sacudo la cabeza.

—¿Estás bien?

—Uh… Gracias, Kokone.

Reprimiendo una palabra de gratitud, una sola palabra viene a mi mente: sinestesia.

La activación de un órgano de los sentidos diferente en respuesta a un estímulo. Por ejemplo, ver el color rojo y obtener una sensación de dolor.

Por ejemplo, comer algo dulce y obtener una sensación redondeada.

Por ejemplo… Escuchar el sonido de la lluvia y ver el color gris.

—Demasiado gris…

Incluso entre aquellos que padecen esta condición, mi caso es especial. Debido a la extrema sensibilidad, abruma incluso mi alma.

El sonido de la lluvia, de los relámpagos e incluso el de las voces humanas destruyen mi corazón y la visión que hay frente a mí.

El tipo de sinestesia donde el sonido invoca un color se conoce como “cromestesia” y, a pesar de que muchos de los que la padecen tienen un tono perfecto, yo no tengo esa habilidad.

Solo escucho colores.

Y es incómodo.

Solo eso.

—Kokone… Habla, sigue… Déjame escuchar tu voz…

Implorando, suplicando también.

Es la única en quien puedo confiar ahora.

Incluso mi propia voz es de un color azulado, turbio, como si me estuviese ahogando.

La abracé mientras tocaba su suave pelo y olía su fragancia. Volví a llamarla.

—Kokone… Por favor…

—Mm… Si sigues siendo tan dulce, pensaré en ello~ ♫

—¡¿Qué?!

—Esta Kisara es tan dulce… Solo un poco más, ¿vale?

—Uuh…

Me rindo.

Así como parece, este es su defecto.

Esta voz, es verdaderamente naranja, algo transparente también.

Estoy alimentando su sinestesia.

Kokone padece de “sinestesia léxica-gustativa”.

Skylar1
Saborear los sonidos

Para ella, todos los sonidos son comida.

Cualquier sonido es capaz de activar su sentido del gusto.

En otras palabras, para ella oír es sinónimo de comer.

—Kokone…

—Ehh~. Esta voz es más amarga~. ¿Te estás riendo de mí, Kisara?

Estrechando sus profundos ojos azules, su voz cayó en una octava.

Incluso sin contar con el color rojo, su descontento es evidente.

—¡N-No tienes por qué enfadarte y poner esa voz tan roja! ¡¿No te gustaba comer esta voz también?!

Kokone y yo nos diferenciamos en que ella no siente gusto ni desagrado por ningún sonido. Ella come todo encantada.

En cambio, yo me enfermo al oír ciertas cosas, exceptuando un cierto rango de sonido.

Una es glotona del sonido, y la otra es débil ante ellos. Así es como somos.

—Tu voz normal sabe amarga, la lluvia tiene un dulce sabor a sidra, pero… Ahora quiero escuchar tu voz suave.

—La lluvia sabe a sidra… Creí que sabría a agua, o algo así.

—¿Ki~sa~ra~?

Planeaba cambiar el tema para retrasar las cosas, pero no funcionó.

El color que veo en su voz ya no es completamente rojo, ahora se mezcló con el negro.

Es lo que más odio, el sonido negro.

—Hik…

—Ah… Lo siento, Kisara.

—E-Esta malvada glotona… Idiota.

—Ah, esto es abuso verbal. Pero este sabor agridulce es delicioso…

—Eres de lo peor.

Estoy muy asustada, pero ella se siente extasiada por mi voz. Es de lo peor.

Pero, por eso Kokone y yo nos equilibramos y estamos juntas.

Su glotonería es peligrosa. Por eso mi existencia es necesaria.

Soy muy inestable. Y es por eso que su existencia también es necesaria.

Ella mordisquea incluso los gritos y la intención de matar.

Si el pensamiento “quiero comer” entra en su mente, ella puede terminar dañando a alguien. Kokone se mantiene fiel a su apetito, cosa que la hace aún más peligrosa.

En comparación, yo temo tanto a los gritos como a la intención de matar.

Las voces llenas de emociones negativas siempre han parecido ser como el color negro, parecido al fondo de un profundo pozo.

Por lo tanto, actúo como la restricción de Kokone, y en compensación, recibo su voz pura y transparente llena de deseo.

Esta es nuestra relación anormal.

Codependencia – codependencia anormal.

Sinestesia – sentidos anormales.

Dueto: sonata anormal.

Escucho una canción.

Kokone me abraza con firmeza y escucho un zumbido que entra por mis orejas.

—Nn…

Su respiración choca contra mi oreja.

—Ha, ah…

El mundo está temblando por tanta brillantez.

Su canto añade color al mundo.

Pinta sobre el gris, se lo traga por completo.

Los colores del mundo aumentan, vibran con intensidad.

—Nn… Kokone… —la llamo.

Mi voz es de color cereza, mezclada con azul.

Probando que ésta es la única forma en la que puedo conseguir paz.

Es un color que Kokone sentiría dulce.

Con la dulzura actuando como combustible, su sonido se hace más fuerte, y libera colores vivos.

El tempo cambia y vibra, cada vez que “shakuri” y “kobushi” tienen lugar, el paisaje se vuelve más vívido y hermoso. Una transformación mágica. [2]

Más.

Quiero ver más.

—Nn, Kokone… Más, por favor…

Dame más de este bello mundo.

Llena mi corazón de colores.

Ya que yo saciaré tu apetito, deja que tu voz resuene más y más.

Pintando sobre la lluvia de esta manera, sigue así, tarareando.

♦ ♦ ♦

—Nn… Kokone, ya estoy bien…

Aún puedo oír el sonido de la lluvia.

La visión de las gotas de agua golpeando la ventana sigue trayendo una sensación deprimente, la situación no ha mejorado mucho.

Pero, frente al filtro monocromo, creo que un mundo hermoso se ha extendido.

Así que levanto la cabeza en este mundo gris, por el bien de seguir viviendo.

—Ehh… Aún quiero un poco más…

Kokone inclina la cabeza mientras sacude su cabello y los volantes del vestido.

Verdaderamente una glotona, esta problemática chica.

—Está bien comer sonidos, pero tienes que comer apropiadamente también.

La sinestesia es, después de todo, un aporte sensorial.

Aunque el sonido puede estimular su paladar, no puede llenar su estómago ni puede proporcionar alimento.

Al final del día, la sinestesia solo vincula sentidos.

Para vivir bien, ella tiene que comer comida real.

Mi existencia también sirve para hacerle comer comida a la que es indiferente.

—Tsk, vale. Estará bien si como apropiadamente, ¿verdad?

—Sí. Entiendo que no te gusta pero… Tienes que comer, ¿vale?

La razón por la que a Kokone no le gusta comer alimentos reales es debido al sonido. Masticando, tragando y raspando los cubiertos, la cacofonía de tales sonidos evoca gustos diferentes.

Incluso cuando se come chocolate, el sonido de masticar provoca un sabor diferente debido a la sinestesia. Esto parece causar un gran caos en su mente.

Aun así, ella asintió ante mis palabras.

A pesar de su renuencia, estuvo de acuerdo.

Es por eso que me muevo por su bien en este mundo descolorido.

—Hey, ¿hay algo que te apetezca?

Por el bien de ver el tono cálido de su voz.

Puede que sea extraño, pero es mutuo.

Estamos juntas, por el bien de compartir sonidos.

♦ ♦ ♦

—Kisara, este tamagoyaki [3] está salado…

—Eso es por la sinestesia. Comer algo hace que cambie el gusto.

—Ueeh… ¿En serio?

—En serio, en serio. Uwaa, ¿por qué está tan salado? ¡Qué asco!

—¡Se ha filtrado! ¡Algo increíble se acaba de filtrar!

Skylar1
Creo que aquí se refiere al sabor de la voz de Kisara

Parece que el mundo que tanto deseo, sigue estando lejos…


[1] Kokone utiliza “boku” para referirse a ella misma, por lo que es menos femenina que Kisara, ya que ella utiliza el “watashi”

[2] Shakuri y Kobushi son términos musicales.

[3] Tamagoyaki es una tortilla enrollada que, en teoría, es dulce.

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