Dama celebridad – Capítulo 1

—¡La joven dama del ducado de Diollus está entrando en el salón!

La puerta del salón del baile imperial se abrió, revelando el evento de presentación de las jóvenes damas de familias nobles en el mundo social.

Las deslumbrantes luces de los ornamentados candelabros iluminaban el espacio, mientras que las ventanas adornadas con oro y joyas y las lujosas tapicerías añadían un aire de opulencia. Seguí leyendo “Dama celebridad – Capítulo 1”

Dama celebridad

Autor: Go Eunchae

Ilustrador: Sonnet

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Estado: .

Sinopsis:

Una constitución robusta, un carácter tímido y una bondad sin remedio. Rubetria Diollus, la joven noble con sobrepeso y repudiada.

—Vaya, vaya, parece que cada vez que poso mis ojos en la señorita Rubetria, está en una pastelería. Con razón sigue acumulando kilos, atiborrándose de esas cosas empalagosas hasta que sus mejillas parecen a punto de estallar a la menor oportunidad.

La princesa Lilia, el «cisne» de la familia, siempre estaba rodeada de un séquito de amigas, mientras que Rubetria, el «patito feo» al que atormentaban, era una eterna excluida.

—¡Oye, idiota! Nuestra princesa está molesta, ¿no lo ves? Cómetelo. Ahora.

—¡Puajajaja…!

—¡Cielos! ¡De verdad se lo comió!

Rubetria comenzaba a hastiarse del acoso implacable, casi rutinario.

Entonces, un día, pidió un deseo:

«Aunque solo sea por un día, quiero vivir tan magníficamente como esa mujer».

Y así, sin más, experimentó una transformación de 180 grados.

♦ ♦ ♦

—Rubett, ¿has perdido el juicio? ¿Qué demonios te ocurre? ¿Acaso nos guardas algún tipo de vendetta?

Ante la voz de Lilia, cargada de un desconcierto que no intentaba disimular, solté una carcajada.

—¿Una vendetta? Por supuesto, son mis enemigos jurados. El solo pensamiento de todo lo que he soportado por su culpa es suficiente para hacerme despertar sobresaltada en la noche.

—E-entonces, ¿qué? ¿Estás diciendo que vas a vengarte, o algo parecido? Qué… infantil.

—¿Infantil, dices?

Ah, esto es verdaderamente gracioso.

—Oye.

En el instante en que borré la sonrisa de mi rostro, reemplazándola por una expresión pétrea, Lilia se quedó clavada en el sitio.

—Si pensabas que eso era infantil, de ahora en adelante, te haré probar un sufrimiento tan profundo que trascenderá con creces un simple juego de niños.

—¿Q-Qué?

—Y ni se te ocurra dormir tranquila pensando que Ricky será el único que pague las consecuencias. Tú eres la siguiente, Lilia.

A la completamente anonadada Lilia, inmóvil por el asombro, le ofrecí una sonrisa burlona.

—Esta que ves aquí… es una perra rabiosa.

♦ ♦ ♦

—Es una lástima, pero por hoy debemos separarnos. Vuelve a casa. Estoy seguro de que podremos vernos de nuevo.

—Oooh… Pero… dijiste que no podíamos vivir juntos…

—Vaya, ¿tanto te gusto?

—¡Sí!

Al ver a Rubett responder sin la menor vacilación, el muchacho titubeó un instante, antes de que una risa genuina se le escapara.

—Muy bien, entonces, hagamos esto.

»Cuando seas mayor, vendré a pedir formalmente tu mano en matrimonio.

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