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—Es un placer conocerle, señor Alexis. Soy la única hija del marqués Monique, Aristia La Monique.
—Así que por fin puedo conocerla, señorita Aristia. Soy el hijo mayor del duque Verita, Alexis De Verita. Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Extra II: La sombra que persigue a la luna (3)”
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La confianza y la obsesión en sus ojos no se irían fácilmente. Sin embargo, yo estaba nervioso. Temía que su confianza ciega en mí desapareciera. Tenía miedo de que mirara a otra persona con sus ojos dorados.
Pensaba que había ganado perfectamente contra el mocoso zanahoria, pero aun así, ¿por qué no sabía que ella se había hecho daño con el entrenamiento? Estaba aterrorizado.
¿Por qué no me lo dijiste, Tia? ¿Por qué? Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Extra II: La sombra que persigue a la luna (2)”
Yo era un niño especial al que todos llamaban genio. No un genio común, sino el de una generación. Aunque siempre había recibido elogios, en realidad me resultaba indiferente. Era un hecho para mí ese tipo de situaciones.
Recuerdo el momento en que nací, la conversación entre las doncellas que ayudaban a mi madre en ese instante, las palabras que me dijo mi padre por primera vez, así como el dolor de cuando me abofetearon las nalgas. Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Extra II: La sombra que persigue a la luna (1)”
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¿Era por el suave otoño? Los días eran cada vez más cortos.
Cuando llegamos al barrio comercial de los nobles, vi una calle lo suficientemente ancha como para que pasaran varios carruajes a la vez. Al oscurecer, las damas y las esposas de los nobles se apresuraban a regresar a sus casas, agitando sus faldas afanosamente. En las limpias calles se movían sin cesar los carruajes, con los emblemas de diversas casas grabados en ellos. Oí a los maestros de caballos urgiendo a sus caballos, así como el chasquido del látigo cortando el aire.
Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 14: Luz y sombra (5)”
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El restaurante estaba especialmente vacío hoy. Gracias a ello, pudimos conseguir un asiento con buena vista y a la vez separado del exterior.
Después de que Allendis, quien se había excusado por un momento, regresara, nuestra comida pronto comenzó a ser servida. Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 14: Luz y sombra (4)”
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Como era el último día del festival, pensé que no habría mucha gente, pero las calles estaban llenas de gente. Parejas bellamente vestidas en una cita, niños risueños que se entrelazan entre la multitud, comerciantes que gritan para que la gente compre sus productos, músicos y bailarines callejeros, y los espectadores.
Entre la multitud de gente, allí estábamos nosotros. Miré atentamente a mi alrededor tratando de asimilarlo todo. No sabía qué mirar primero.
Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 14: Luz y sombra (3)”
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El día después de que terminaran los banquetes del Día de la Fundación, la princesa Moira se marchó, mientras que las princesas Nayma y Veery lo hicieron ayer. Hoy era el día en que la princesa Princia regresaría a su país.
Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 14: Luz y sombra (2)”
—Señorita, despierte.
Tenía que volver a reportarme a trabajar con el escuadrón de caballeros a partir de hoy, pero mis ojos no se abrían.
—Lina —dije a duras penas.
Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 14: Luz y sombra (1)”
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—Su Majestad, Sol Único del Imperio.
—Oh, señorita Aristia, aquí está. Siéntese allí.
—Sí, Su Majestad. Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 13: La celebración del Día de la Fundación (7)”
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El clima había sido estupendo ayer, pero hoy estaba excepcionalmente nublado. En realidad, aunque estaba de vacaciones, tenía que ocuparme de algunos asuntos urgentes y me pasé por el Escuadrón de Caballeros.
Tras llevar los documentos revisados que había terminado al despacho del comandante, ordené el montón que había sobre la mesa en urgentes y no urgentes. Como último paso, dejé una nota resumiendo los montones de documentos ordenados y salí del despacho del comandante.
Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 13: La celebración del Día de la Fundación (6)”
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El segundo día, mientras realizaba mis tareas al final de la tarde, llegó un mensaje. Era uno del príncipe heredero que comunicaba que hoy no podía asistir al banquete porque estaba ocupado. Aunque yo debía asistir los cinco días como su pareja, si él no asistía, no era necesario que yo fuera.
Me planteé no asistir, pero finalmente decidí hacer una breve aparición. Aun así, como no era necesario que llegara a tiempo, hice algo de entrenamiento y me presenté en el banquete con retraso.
Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 13: La celebración del Día de la Fundación (5)”
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Era el primer día de la celebración del Día de la Fundación y las calles, que observaba de camino al palacio imperial, estaban llenas de festejos. Como no se había celebrado desde hace tres años a causa de la gran hambruna, era natural que todo el mundo estuviera emocionado por su regreso. Tal vez por eso, aunque ya estaba oscureciendo, todavía había mucha gente en las calles.
El sonido de la gente susurrando, la música y los niños riendo con alegría… Había estado disfrutando de los sonidos con la ventana abierta, pero de repente quise salir yo misma a la calle.
Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 13: La celebración del Día de la Fundación (4)”
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—Hoy ha sido un día divertido, señorita Aristia. Por favor, venga a visitar el palacio en el que me hospedo la próxima vez.
—De acuerdo. Por favor, regrese con cuidado.
—Señor Carsein, me he divertido. Muchas gracias. Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 13: La celebración del Día de la Fundación (3)”
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—¿Cómo está la situación del despliegue de los caballeros?
—Todas las princesas tienen caballeros escoltas de su propio país. Por ello, nuestro escuadrón se encarga principalmente de la seguridad de los palacios. Creo que hay unos treinta caballeros y setenta aprendices de caballero para cada palacio.
—¿Y? Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 13: La celebración del Día de la Fundación (2)”
El clima era cada vez más frío y las hojas empezaban a cambiar de color. Incluso la luz del sol, que brillaba sobre el campo de entrenamiento, ocultaba su ira y empezaba a sonreír suavemente. La ligera brisa que soplaba era refrescante.
—Buen trabajo el día de hoy.
—Usted también, señor Dillon. Hasta mañana.
Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 13: La celebración del Día de la Fundación (1)”